Atestiguado por más de 70.000 personas

Sor Lucia, una de los tres videntes de Fátima, escribió en su diario años más tarde el relato de la sexta aparición, en la que la Virgen realizó el milagro solar ante miles de personas. Presentamos aquí un resumen del diario de Lucia.

 

Desde las primeras horas del día 12, de los puntos más remotos de Portugal se advertía un intenso movimiento hacia Fátima. Al atardecer, los caminos que llevan a Fátima estaban lleno de vehículos de toda clase, de grupos de peatones, de los cuales muchos caminaban a pie desnudo y cantando el Rosario.

El día 13 amanece frío, melancólico, lluvioso. La multitud aumenta. La lluvia, persistente y abundante, había convertido la Cova de Iría en un inmenso charco de barro y penetraba hasta los huesos de los peregrinos y curiosos.

 

Fátima

 

 

Al llegar los pastorcillos, la muchedumbre, reverente, les abre paso y ellos van a colocarse delante de la encina, reducida ya a un trozo de tronco. Lucia pide a la muchedumbre que cierren los paraguas para rezar. Todos quieren estar muy cerca de los videntes. Jacinta, empujada por todas partes, llora y grita. Los dos mayores, para protegerla, la ponen en medio.

Al mediodía en punto Lucia anunció la llegada de la Virgen. El semblante de la niña se tornó más bello de lo que era, tomando color rosado y adelgazándose los labios.

La aparición se manifestó en el lugar acostumbrado a los tres afortunados niños, mientras los presentes ven por tres veces formarse alrededor de aquellos y luego alzarse en el aire una nubecilla blanca como de incienso.

– ¿Quién es usted y qué quiere de mí?

–Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor, que soy Nuestra Señora del Rosario, que continuéis rezando el Rosario todos los días, la guerra va a terminar y los soldados volverán pronto a sus casas.

 

Lucia exclamó:

–¡Tengo tantas cosas que suplicarle…!

Y la Virgen respondió que concedería alguna, las otras, no.  Y volviendo al punto principal de su Mensaje, añadió:

–Es necesario que se enmienden, que pidan perdón por sus pecados. ¡No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido!

 

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Era la última palabra, la esencia del mensaje de Fátima. Al despedirse, abrió las manos, que reverberaban en el sol, o como se expresaban los dos pequeños videntes, señaló el sol con el dedo.

Lucia imitó instintivamente aquel ademán, gritando:

–¡Mirad el sol!

La lluvia cesa inmediatamente, las nueves se deshacen y aparece el disco solar como una luna de plata, luego gira vertiginosamente sobre sí mismo semejante a una rueda de fuego, lanzando en todas direcciones fajas de luz amarilla, verde, roja, azul, violeta…, que colorean fantásticamente las nubes del cielo, los árboles, las rocas, la tierra, la incontable muchedumbre.

Se para por algunos momentos, luego reanuda de nuevo su danza de luz como una girándula riquísima hecha por los mejores pirotécnicos; se para de nuevo para volver a comenzar por tercera vez, más variado, más colorido.

De repente, todos tiene la sensación de que el sol se destaca del firmamento y que se precipita sobre ellos. Un grito único, inmenso, brota de cada pecho, que manifiesta el terror de  todos. Todos gritan y caen de rodillas en el barro rezando en voz alta actos de contrición.

Y este espectáculo, claramente percibido por tres veces, dura por más de diez minutos y es atestiguado por más de 70.000 personas; por creyentes e incrédulos, por simples campesinos y cultos ciudadanos.

Acabado el fenómeno solar, se dieron cuenta de que sus vestidos, empapados poco antes por la lluvia, se habían secado perfectamente.

 

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Historia de los Pastorcillos de Fátima

 

Más información en Fatima17.com

 

Ver en Wikipedia

Santuario de Nuestra Señora de Fátima – Sitio oficial

 

Desde el día 2 hasta el día 27 de octubre se desenvuelve en el Vaticano la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Un sínodo dedicado a la “sinodalidad”; es decir, a la dimensión que refleja la importancia de la comunión y de la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia. En la Iglesia antigua, un sínodo era lo mismo que un concilio. Hoy se suele diferenciar entre el carácter deliberativo de un concilio y la índole normalmente consultiva del sínodo.

El primer sínodo o concilio general, “ecuménico”, fue el reunido en Nicea en el 325 – estamos a punto de conmemorar su 1700 aniversario-. El emperador Constantino lo convocó para solucionar la controversia originada por Arrio acerca de la divinidad de Jesucristo. Arrio era un sacerdote de la diócesis de Alejandría, en Egipto, que escandalizó a algunos de sus fieles predicando sobre el Hijo de Dios, del que decía que había sido “creado” en el tiempo. Aunque el Hijo es muy superior a nosotros y por eso lo llamamos Dios, en realidad no es Dios, sostenía, sino que es una criatura, si bien la más excelente de todas ellas. Por otra parte, en los evangelios se habla de la pasión de Jesús, de su sufrimiento y de su muerte, algo incompatible, para Arrio, con la verdadera divinidad. El misterio trinitario – un solo Dios en tres Personas – se resuelve reintegrándolo en las categorías de la razón filosófica del helenismo: Hay un solo Dios, que es el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo son sus primeras criaturas.

Sínodo

En Nicea, concilio en el que también Arrio estuvo presente, se perfiló la doctrina católica añadiendo algunas glosas a un símbolo, o credo, que se profesaba en la iglesia de Cesarea: Creemos en un solo Dios… y en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, “es decir, de la sustancia del Padre”, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, “engendrado, no hecho”, “consustancial al Padre”, por quien todas las cosas fueron hechas… y en el Espíritu Santo. Jesucristo no es una criatura, algo hecho, sino que es “consustancial” al Padre; es decir, es Dios como él, perteneciente al mismo nivel de ser. Nace así, con esta palabra – “consustancial” – el lenguaje propiamente dogmático de la Iglesia, que no sustituye la enseñanza de la Sagrada Escritura, sino que la interpreta de manera autorizada.

Queriendo adaptarse al helenismo, que no concebía que Dios interviniese en la historia, Arrio había desfigurado el testimonio bíblico. Nicea, sin embargo, se sirve de la filosofía de su época no para deformar, sino para preservar el mensaje original de la Escritura sobre el Hijo de Dios, sobre su auténtica divinidad. La palabra bíblica “Hijo” referida a Jesús ha de interpretarse literalmente y no en un sentido figurado: “El Hijo es verdaderamente el Hijo. Por ello murieron los mártires, de ello viven los cristianos de todos los tiempos: solo esa realidad es permanente”, escribe al respecto J. Ratzinger.

Arrio quería conservar la pureza del concepto de Dios: “No quería exigirle a Dios que estuviese dispuesto a algo tan ingenuo como hacerse hombre. Estaba convencido de que en último término había que mantener el concepto de Dios, a Dios mismo, totalmente fuera de la historia humana. Estaba convencido de que a la postre el mundo tiene que arreglar sus asuntos él mismo, de que no puede tocar a Dios ni con la punta de los dedos y de que, desde luego, también Dios es demasiado grande como para que pudiese tener algún contacto con el mundo”, comenta también J. Ratzinger. Pero un Dios así, lejano del mundo e indiferente a la suerte de los hombres, no es Dios en absoluto. No, desde luego, el Dios revelado en Jesucristo, en su pasión y en su cruz, que resume y vence con la luz de la pascua los sufrimientos y las pasiones, no figuradas sino dolorosamente reales, de los hombres. Por este convencimiento que se llama “fe” seguimos profesando en el credo de la Misa: “engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre”.

 

Guillermo Juan Morado.

 

FUENTE: www.infocatolica.com

Juan XXIII, el Papa de la paz

 

Juan XXIII: El Papa de la Paz (en italiano: Papa Giovanni - Ioannes XXIII, también conocido como Juan XXIII, Papa Juan XXIII y Papa Juan XXIII: El Papa de la Paz) es una película para la televisión, de producción italiana del 2002 dirigida por Giorgio Capitani.

 

La película está basada en hechos reales de la vida del Papa católico Juan XXIII, desde su niñez, hasta su muerte.1​2​3​

AQUI PUEDES VER LA PELÍCULA COMPLETA

 

 

 

Sinopsis

En 1958, fallece el Papa Pío XII. Tras su fallecimiento, el cardenal Angelo Roncalli, supervisando como será su tumba en su parroquia local recibiendo la noticia de parte de su secretario Loris Capovilla (estelarizado por Paolo Gasparini), se dirige al Vaticano para participar en un cónclave secreto que elegirá al nuevo Papa.

Durante las reuniones, se produce una lucha enconada entre los cardenales progresistas y la facción conservadora, encabezada por los cardenales Alfredo Ottaviani (estelarizada por Claude Rich) y Doménico Tardini (estelarizado por Michael Mendl).

El cónclave sigue su curso y Roncalli recuerda algunas escenas de su pasado, como la negación de su padre a que su hijo sea sacerdote, por el cual, un tío le apoya para que sea sacerdote y con ello le ofrece a su sobrino que le dará todo para que realizara sus sueños, el apoyo que ofreció a un grupo de trabajadores en huelga cuando era un joven sacerdote, la negociación secreta que llevó a cabo con un embajador nazi para salvar a numerosos judíos en Turquía y su labor de mediación a favor de varios obispos franceses ante el presidente Charles De Gaulle.

Poco después, la elección se lleva a cabo y, bajo el nombre de Juan XXIII, Angelo Roncalli accede al pontificado, tras ello se dan numerosos encuentros con clérigos anglicanos y con la hija del entonces líder de la exUnión Soviética Nikita Krushev, Rada Kruscheva, ante la inminente guerra que se avecinaba, forjaron su legado.

 

Juan XXIII

Reparto

Ed Asner como Angelo Giuseppe Roncalli

Massimo Ghini como Angelo Roncalli, de niño

Claude Rich como Card. Alfredo Ottaviani

Michael Mendl como Mons. Domenico Tardini

Franco Interlenghi como Mons. Giacomo Radini-Tedeschi

Sydne Rome como Rada Krusheva

Roberto Accornero como Mons. Angelo Dell'Acqua

Jacques Sernas como Cardinal Maurice Feltin

Paolo Gasparini como Mons. Loris Capovilla

Ivan Bacchi como Guido Gusso

Bianca Guaccero como Maria

Heinz Trixner como Franz von Papen

Sergio Fiorentini como Don Rebuzzini

Emilio De Marchi como Tío Saverio

Guido Roncalli como el Padre Kurteff

Vincenzo Bellanich como Cardinal Giuseppe Siri

Alvaro Piccardi como Antonio Samorè

Osvaldo Ruggieri como Pio XI

Tosca D'Aquino como Marianna Mazzola Roncalli

Nicola Siri como Giovanni Roncalli ya siendo sacerdote

Anna Valle como Rosa

Mauro Rapagnani como Angelo Roncalli de joven

Petra Faksova como la Hermana Ivana

 

 

Juan XXIII

 

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SAN JUAN XXIII

 

 

Juan XXIII, el Papa bueno

Juan XXIII se ganó rápidamente el sobrenombre de "Papa bueno”. Así lo percibían los cristianos de a pie y las personas que lo trataron de cerca. Junto a las grandes empresas, como el Concilio Vaticano II, llevó a cabo sencillos gestos que perduran y que también han cambiado la Iglesia.

Tradiciones para la historia

Cambios sencillos pero de calado, como el rezo público del Ángelus los domingos. El Papa bueno instauró esta tradición de rezar desde la ventana del Palacio Apostólico y dedicar una pequeña catequesis a los peregrinos.

Cerca de las personas

Siempre intentó estar cerca de la gente, como Papa y como obispo. Fue el primer pontífice que salió de las murallas vaticanas yvisitó las parroquias de Roma. También fue a hospitales y cárceles. Incluso en ocasiones esquivaba a la Gendarmeria vaticana para salir solo o con uno de sus secretarios.

Un nombre único

Juan XXIII tuvo el coraje de tomar el nombre de un usurpador y transformarlo. Hubo un antipapa en el siglo XV que se llamó Juan XXIII. El cardenal Roncalli no tuvo miedo de usar el nombre que había manipulado un impostor y que se evitó durante 500 años.

JUAN XXIII

Buscó la paz

Fue testigo de dos guerras mundiales. Como resultado, dos regímenes políticos opuestos dividieron al mundo. Juan XXIII se dio cuenta de que era necesario tender puentes e intercambió cartas con mandatarios como Kruschew, el líder de la Unión Soviética.

Mensajes para todos los hombres

Dirigió por primera vez una encíclica a "todos los hombres de buena voluntad” no sólo a los católicos. Fue "Pacem in terris”, un vivo alegato contra la guerra en el que reivindicaba que el conflicto armado no podía ser usado como un instrumento para buscar justicia.

Renovó la Curia

A los pocos meses de ser designado Papa, Juan XXIII convocó un consistorio para la creación de nuevos cardenales y más de la mitad eran no italianos. Rejuveneció la Curia y también creó por primera vez cardenales a un japonés, un africano, un filipino y un venezolano.

Concilio Vaticano II

Sin duda, la mayor revolución de Juan XXIII fue el Concilio Vaticano II. Una reunión de todos los obispos del mundo para estudiar la situación de la Iglesia. Un Papa anciano, considerado de transición, fue capaz de llevar a cabo uno de los cambios más profundos en la Iglesia de nuestro tiempo.

Ecumenismo

Precisamente al Concilio Vaticano II invitó, como observadores, a musulmanes, indios americanos y a miembros de todas las Iglesias cristianas. Trabajó por el diálogo entre los cristianos de todas las confesiones. Puso en marcha el primer organismo vaticano destinado a promover la unidad de los cristianos.

Como sucedió con Juan Pablo II, miles de personas rindieron su último homenaje a Juan XXIII cuando falleció. Y al igual que con el Papa Wojtyla también con el Papa Roncalli se entonó el "santo súbito”. Ambos serán elevados juntos a los altares y quedará escrito un capítulo más en la historia común de estos dos Papas pues fue Juan Pablo II quien beatificó a Juan XXIII en el año 2000.

 

 

 

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SAN JUAN XXIII

 

LA MADRE DE DIOS DE BEGOÑA

Como una puebla de pescadores, marinos y mercaderes nació Bilbao, en días remotos que la historia no los revela, entre montañas, allá donde su ría no admite ya el remontar de los navíos y los caminos de tierra, rutas de traficantes y arrieros, comienzan a adentrarse trabajosamente hacia tierras de Castilla. Fue el año 1300, cuando don Diego López de Haro, quinto señor de Vizcaya, que tal nombre ostentara, le otorgó, "en el nombre de Dios e de la Virgen bienaventurada Santa María", y "con placer de todos los vizcaínos", el título de villa.

Mas don Diego no fundó a Bilbao. La puebla existía ya y su caserío se apretaba—¿desde cuándo?—a orillas del Nervión, en las tierras de Begoña que se asomaban a la ría. Bilbao había nacido en Begoña. Ahora se emancipaba. Y en la carta-puebla, en el acta de emancipación ya que no de nacimiento, dos nombres hacen para nosotros su primera aparición, juntos entran en la historia y hermanados continuarán a través de los siglos: Santa María de Begoña y Bilbao.

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Begoña

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También el "monasterio" de Santa María de Begoña existía ya. Tampoco sabemos desde cuándo. Si Bilbao, la puebla de cabe el río, tenía una iglesia dedicada a Santiago—recuerdo indudable del peregrinaje compostelano—, Santa María era el templo de la anteiglesia. Bilbao apiñaba su caserío en torno a Santiago; pero Bilbao con Santiago se asentaba al pie de la colina en que presidía sus destinos la Madre de Dios de Begoña. Begoña dominaba geográficamente a Bilbao; su Virgen reinaba en el corazón de sus hijos.

Cuando sus navíos, cansados de surcar los mares del mundo, retornaban a Bilbao y, vencido el paso peligroso de la barra de la desembocadura, enfilaban la ría y la remontaban—todavía sus márgenes no estaban cuajadas de industria como hoy y conservaban la amenidad de una naturaleza frondosa, siempre verde—, iban dejando a los lados la villa de Portugalete, las anteiglesias de Guacho, Sestao, Baracaldo, Erandio, Deusto, Mando... Bilbao no se dejaba descubrir fácilmente escondido entre sus montes. El barco avanzaba. Una vuelta más de la ría y se divisarían las casas de Bilbao; pero, antes de doblarla, en la nave se hacía el silencio y las miradas se dirigían a la altura: acababa de aparecer el santuario de Begoña.

"Aquí se reza la salve", decían unos letreros a la orilla. Y marinos en las aguas y viandantes en la tierra rezaban la salve.

Hoy ya no existen los letreros. Las orillas han sacrificado su amenidad y belleza en aras del progreso. Varias de las anteiglesias han perdido su personalidad ante el empuje de un Bilbao siempre creciente. Ya el marino tropieza con sus casas sin necesidad de tanto navegar. Pero al llegar al último recodo, cuando va a asomarse al corazón de Bilbao, sigue viendo en la altura la casa de la Madre de Dios de Begoña y el paraje sigue llamándose la "Salve".

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Begoña

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Begoña presidió el ir y venir de los barcos por la ría y, con él, el movimiento comercial e industrial de Bilbao. Un único cabildo servía a Santa María de Begoña y a las parroquias de Bilbao, pregonando que, si la villa pudo emanciparse de la anteiglesia, su alma religiosa continuaba vinculada a la Madre de Dios de Begoña. Begoña era el santuario mariano de Bilbao cuando éste era Begoña y cuando dejó de serlo; hoy, al cabo de los siglos, cuando la hija ha absorbido en su seno a la madre y Begoña es Bilbao, su santuario sigue siendo el santuario por antonomasia de los bilbaínos. Más aún: de todos los vizcaínos.

La Madre de Dios de Begoña. Tal es el nombre tradicional de la Patrona de Vizcaya. Su imagen es la imagen de la Madre de Dios, animada por hondo sentido teológico. Es la tradicional y clásica imagen medieval de María. Ha superado las rigideces románicas, se ha humanizado su figura y su expresión, la sonrisa florece hermosa en sus labios, el Hijo es auténtico niño con graciosa cara de gitanillo travieso..., pero continúa siendo una talla hondamente teológica y religiosa. Es la Madre de Dios que sonríe a los hijos de los hombres.

¿Desde cuándo veneran los vizcaínos a Santa María de Begoña en las alturas de Artagan? No lo sabemos. El templo antiguo fue derribado a principios del siglo xvi, sin dejar rastro, para ser sustituido por otro más amplio y no sabemos si más hermoso. La escultura puede bien remontar a fines del siglo xiii o comienzos del xiv; pero nada nos autoriza a pensar que antes de ella no existiera, quizá, otra imagen que centrara la devoción de los fieles bajo la misma advocación. El año 1300 existía ya Santa María de Begoña. No sabemos más.

Cuando dicho año fundó don Diego la villa de Bilbao, el propio señor de Vizcaya era el patrono de la iglesia de Begoña. Y siguió siéndolo hasta 1382, en que don Juan, que por herencia uniría el señorío de Vizcaya y la corona de Castilla, la donó al conde de Mayorga, hijo del difunto señor de Vizcaya Juan Núñez de Lara y de doña Mayor de Leguizamón. Desde entonces Begoña quedó vinculada al primer linaje de Bilbao.

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Begoña

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Mas la prosperidad de Begoña nada debe a sus ilustres patronos. La historia del santuario es severa con ellos. La fama, todo su esplendor a través de los siglos, se debe a la devoción de los vizcaínos, begoñeses y bilbaínos en primer lugar. Y cuando decimos vizcaínos pensamos en el pueblo, en todo el pueblo, en que se confunden ricos y pobres, linajes ilustres y vidas humildes.

Fue el pueblo—y no un magnate—quien con sus limosnas levantó piedra a piedra, en el siglo xvi, el templo que hoy existe. Fueron los mercaderes bilbaínos los que costearon la erección de pilares y muros, y en ellos dejaron, no blasones nobiliarios, sino las marcas mercantiles con que señalaban sus mercancías. Aún hoy las podemos divisar en las alturas del templo, pregonando que es hijo de la devoción y del trabajo.

Ya en el siglo xvi encontramos la devoción a la Virgen de Begoña derramada por Vizcaya y expresándose en multitud de exvotos y dones que el rigor de los tiempos y las guerras han hecho desaparecer por completo, pero de muchos de los cuales conservamos memoria.

Y es en el siglo xvi cuando dos grandes figuras de nuestra historia eclesiástica—San Ignacio de Loyola y el obispo de Calahorra don Juan Bernal Díaz de Luco—fijan su mirada en Begoña para convertirla en un centro ,de irradiación religiosa y reformador. El obispo se la ofreció con insistencia al fundador y logró vencer sus primeros reparos para que algunos miembros de la naciente Campañía fundaran en ella. Todo quedó en proyectos, a pesar de sus deseos y de las gestiones de San Francisco de Borja; quizá a causa de los pleitos que envolvían a Begoña por razón del patronato.

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Begoña

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Los siglos xvii y xviii son espléndidos para nuestro santuario. Los vizcaínos desparramados por diversas regiones de España, por América y otros países, conservan la devoción a su Virgen y de lejos la obsequian con sus presentes. Los navegantes surcan los mares en navíos que se engalanan con el nombre de la Madre de Dios de Begoña. Y aun extranjeros que pasaran por Bilbao, al volver a sus tierras, se acuerdan en ocasiones de nuestra Virgen.

A Begoña llegan diariamente los vizcaínos a confiar a la Virgen sus cuitas y a agradecerle sus alegrías. Son nuevos sacerdotes que quieren celebrar su primera misa en su altar o vizcaínos ilustres, como el almirante de la Armada Invencible, Juan Martínez de Recalde, que quieren celebrar su matrimonio ante la imagen venerada. Terminada la fábrica del templo se preocupan de adornarlo y alhajarlo. Numerosas lámparas de plata cuelgan de su bóveda, en especial ante el retablo principal, que es, tallado a mediados del siglo xvii por Antonio de Alloitiz sobre diseños de Pedro de la Torre. La Virgen señorea desde su santuario. La sobria monotonía de sus muros es rota por no pocos lienzos que conmemoran favores extraordinarios concedidos por la Virgen a sus devotos. Se habla de auténticos milagros, que un párroco diligente recogerá en su historia manuscrita, y de algunos de ellos se instruirán procesos con todas las exigencias del derecho.  Rara vez sale la Virgen de su santuario, y ello en ocasiones en que urgen necesidades graves, tales las inundaciones de Bilbao. De éstas fue memorable la ocurrida en 1737. Conservamos la información jurada de testigos que se llevó a cabo por mandato de la autoridad diocesana; de ella resulta claramente que el retirarse de las aguas coincidió con la bajada de la Virgen, a pesar de que era la hora de la pleamar. La devoción a la Virgen crecía sin cesar; en 1699 se publicó por primera vez su historia y al año siguiente era necesaria una nueva edición.

El siglo xix es de historia triste para el santuario. No es que descienda la devoción, antes al contrario; sino que sobre Begoña se abaten las desgracias que van a atribular a Vizcaya. Se ha escrito con razón que la historia de Begoña es el reflejo en sus alegrías y tristezas de las de Vizcaya. El siglo xviii había agonizado bajo el signo de la guerra. En 1794 perdió Begoña toda su plata, sacrificada a los gastos de la guerra contra los revolucionarios franceses que llegaron a ocupar Bilbao. Nos dicen los documentos que Begoña entregó 1.905 marcos de plata; con ella se fundieron todas sus lámparas y perdimos uno de los apreciados recuerdos del pasado.

La guerra de la Independencia continuó la triste tarea de empobrecimiento: todas las alhajas desaparecieron en el saqueo, y el párroco, don Domingo Lorenzo de Larrinaga, fue asesinado.

Begoña

No repuesto el santuario de estos reveses se cierne de nuevo la guerra sobre él. En la primera guerra civil carlista queda situado en la misma línea del frente. Los obuses arruinan su torre y dañan seriamente al templo; la soldadesca desmandada asuela el interior y destruye cuanto puede, incluidos el retablo y gran parte del archivo. A tal estado quedó reducido el templo que un contemporáneo lo comparó con "un establo para ganado". En 1832, y según consta de papeles oficiales, el santuario no tenía lo absolutamente necesario. La imagen de la Virgen se había salvado en la iglesia de Santiago de Bilbao, a la que fue llevada en los momentos difíciles.

Trabajosamente había restañado las heridas de su iglesia, cuando, a fines de 1873, ve retornar el fatídico azote de la guerra. Una vez más en la línea del frente entre carlistas y liberales. De nuevo forcejean los primeros por conquistar Bilbao. En vano. El santuario de Begoña, convertido en defensa avanzada de la villa, es duramente trabajado por las tropas sitiadoras.

La imagen de la Virgen peregrina fuera del santuario. Para evitar la profanación el cabildo acordó trasladarla al monasterio del Refugio; los carlistas, para evitar que fuera bajada a Bilbao, la llevaron a la ermita de los Santos Justo y Pastor, en el monte de Santa Marina, y de allí al convento de los padres carmelitas de Larrea, en Amorebieta. Terminada la guerra, y acompañada por las autoridades civiles y militares de Bilbao y Begoña, fue repuesta en su trono. Nuevamente se impone la labor restauradora.

El 8 de septiembre de 1900 la imagen de la Virgen fue coronada con gran solemnidad por el obispo de Vitoria, don Ramón Fernández de Piérola, delegado para ello por la Santa Sede. Aquel año celebraba Bilbao el sexto centenario de su villazgo.

Poco tiempo después, el 21 de abril de 1903, la Sagrada Congregación de Ritos declaró a la Virgen de Begoña Patrona de Vizcaya. Era la consagración canónica de una realidad ya histórica.

Fue en 1738 cuando, a propuesta del párroco del santuario, las Juntas Generales de Guernica proclamaron a nuestra Virgen patrona de Vizcaya, en atención a "la suma devoción y profunda veneración que siempre y en todo tiempo ha demostrado y manifestado este noble Señorío a la Virgen Santísima de Begoña". Este acuerdo de las Juntas era consecuencia de una realidad vizcaína con respecto a la Virgen. Exponente de esta devoción, incluso oficial, había sido el grabado que el mismo Señorío publicó en 1672, con su escudo al pie de la imagen de la Señora, a la que denominaba "especial protectora y abogada" del Señorío.

Pero, adoptado el acuerdo en 1738, ningún paso se dió para la confirmación canónica del mismo hasta 1903. La Diputación Provincial en corporación proclamó el patronato de la Virgen sobre Vizcaya, en Guernica, bajo el árbol que antaño cobijara las Juntas, el 9 de septiembre. En días sucesivos los arciprestazgos de Vizcaya fueron llegando en peregrinación a Begoña. Los actos debían de culminar el 11 de octubre con la peregrinación de Bilbao.

Las izquierdas trataron de impedirla. El ministro de la Gobernación, García Alix, hizo una gestión cerca del obispo de Vitoria para que la suspendiera. Monseñor Piérola, desde su lecho de muerte, escribió al ministro: "La peregrinación tiene exclusivamente fines religiosos; si la autoridad civil no dispone de fuerzas suficientes para mantener el orden, sea ella quien la suspenda".

El ministro no se atrevió; pero sus promesas de garantizar el orden fueron vanas. No sintiéndose suficientemente fuertes, los elementos antirreligiosos de Bilbao fueron reforzados por un contingente de desalmados traídos de una provincia cercana. Contando con la pasividad, por no decir complicidad, del gobernador civil, ellos atacaron con tiros y piedras a la peregrinación que, pacífica y compacta, subía a Begoña. No pudieron impedir que unos 20.000 peregrinos llegaran al santuario. En las calles quedó tendido el cuerpo de un peregrino con el pecho atravesado por dos balas.

Bilbao había demostrado que sabía llegar al trono de la Madre a pesar de la violencia. En el pasado del santuario de Santa María de Begoña no escasean las páginas hermosas, pero hay sobre todas ellas una especialmente bella y glóriosa, la que el pueblo vizcaíno recuerda con el nombre sencillo y elocuente del Once de Octubre.

Y la Providencia ha querido que, tras de varios traslados de fecha, sea hoy, el 11 de octubre, festividad de la Maternidad de la Santísima Virgen, la fiesta litúrgica de la Patrona de Vizcaya.

ANDRÉS E. DE MAÑARICÚA

 

 

John Henry Newman

 

Brillante profesor de Oxford del siglo XIX y gigante moral y literario de su época, John Henry Newman llegó a ser el converso al catolicismo más conocido de Inglaterra. Su festividad se celebra el 9 de octubre.

 

Preparación

"Las grandes obras llevan su tiempo", escribió John Henry Newman, que a los treinta años era ya uno de los predicadores más estimados de la Iglesia de Inglaterra. También las obras de Dios se realizan a menudo tras una larga y oculta preparación. Este fue el "viaje", como luego lo llamaría Newman, que condujo a ese profesor de Oxford, un gigante moral y literario de su tiempo, a la Iglesia Católica.

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Nacido en Londres en 1801 en el seno de una familia de clase media, John Henry Newman tuvo su primera experiencia real de Dios a los quince años.

Se convirtió al cristianismo y comenzó sus estudios universitarios en Oxford. Era un estudiante más que capaz, y podría haber tomado muchos caminos hacia el éxito mundano, pero en lugar de ello optó por el sacerdocio en la Iglesia de Inglaterra.

Newman decidió incluso permanecer célibe, algo inusual en un clérigo anglicano. Se convirtió en un pastor muy querido, al tiempo que daba clases y era tutor en el Oriel College de Oxford.

En Oriel, Newman comenzó a estudiar a los Padres de la Iglesia, esas grandes figuras de la Iglesia de los primeros siglos que articularon los fundamentos de la fe cristiana. Algo se agitó en su interior.

Los Padres tenían una visión de la Iglesia viva en su fe, unificada y en crecimiento. "Algunas partes de sus enseñanzas -escribió Newman- llegaron como música a mi oído interior".

 

"...un trabajo que hacer en Inglaterra"

La semilla de una misión había sido plantada. En un viaje por el sur de Europa en 1833, Newman cayó gravemente enfermo en Sicilia y casi murió. En medio de una crisis de la enfermedad, dijo a su sirviente: “No moriré… Tengo un trabajo que hacer en Inglaterra”. Cuando se recuperó, regresó a su país. El viaje exterior había concluido, pero el viaje interior, duro y ardiente, se intensificó.

Newman quiso vivir en esa Iglesia de los Padres. Así que, junto a sus amigos -era un hombre de profundas amistades-, se embarcó en lo que llegaría a conocerse como el Movimiento de Oxford. Dicho movimiento fue un intento de renovar la Iglesia de Inglaterra desde dentro, recuperando elementos de la liturgia, la mentalidad y el celo de la antigua Iglesia.

Dio frutos entre sus compatriotas; sin embargo, el propio Newman seguía inquieto mientas leía y ponderaba lo que los Padres habían escrito. Esta inquietud se reflejó en sus obras, que atrajeron la atención de las autoridades de Oxford por ser “poco protestantes”. Newman dejó la universidad.

 

“Todo el hombre se mueve”

En 1842, se retiró al pueblo de Littlemore, orando y luchando con sus prejuicios contra la Iglesia Católica. ¿Por qué enseña cosas que parecen no estar presentes en la Iglesia primitiva? Razonaba, pero no de modo abstracto, porque quería que cualquier cambio en sus opiniones estuviese basado en algo más fuerte que la razón abstracta.

 

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“Es el ser concreto quien razona”. Y “todo el hombre se mueve”, lo cual lleva tiempo. Durante tres años, se dedicó a la oración y al estudio.
En 1845, publicó el “Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana”, que se convertiría en un clásico cristiano. En esta obra, muestra cómo la Iglesia desarrolla su comprensión y articulación del dogma a lo largo del tiempo. El dogma “cambia… para permanecer el mismo”, ya que lo que los cristianos creen sobre el Dios trino, Jesucristo y la Iglesia es algo vivo y que da la vida, y lo que vive crece.

Ese mismo año, John Henry Newman, el brillante profesor y renombrado predicador, pidió a un pobre misionero italiano que escuchase su confesión, y entró en la Iglesia Católica. También él estaba vivo, y para permanecer fiel a su conciencia, cambió.
Los amigos se alejaron de él, acusándolo de traición. Tuvo que abandonar su amada Oxford definitivamente. Fue, escribió, como “salir hacia el mar abierto”.

 

“El corazón habla al corazón”

Dos años después, en Roma, Newman fue ordenado sacerdote católico. Entró en el Oratorio de San Felipe Neri, y un año después llevó la forma de vida sacerdotal de esta sociedad a Inglaterra. De 1854 a 1858, trabajó en Dublín para responder a la petición de los obispos irlandeses de que iniciase una universidad allí. A su regreso a Inglaterra, se dedicó a su servicio sacerdotal atendiendo a los inmigrantes pobres y a los obreros de las fábricas que acudían al Oratorio para participar en el culto.

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En 1862, respondiendo a un ataque público que cuestionaba su conversión, Newman publicó una autobiografía que sigue siendo una obra maestra de la lengua inglesa: Apologia Pro Vita Sua, “una defensa de mi vida”.

Entendió que solo podía responder a algunas acusaciones con el testimonio de su vida, un “argumento” encarnado.

En 1879, este converso de tan obvia integridad atrajo la mirada del Papa León XIII, que nombró a Newman cardenal, y le concedió su petición de no ser consagrado obispo.

“Cor ad cor loquitur,” “el corazón habla al corazón” fue el lema escogido por el cardenal Newman. El cristianismo llegó a él de una forma personal a los 15 años, cuando Dios habló a su corazón, y algo de este carácter personal marcó su predicación, sus amistades más profundas y su pensamiento durante toda su vida.

 

“Guíame, Luz amable… ¡guíame!”

Las grandes obras llevan tiempo, y en 1890, Dios terminó de modelar a su siervo. “Guíame, Luz amable”, había rezado el joven Newman.

Dios lo guió: hacia fuera de los lugares, ideas y relaciones en los que se había sentido cómodo hasta que, según las palabras grabadas en su tumba, John Henry Newman salió “de las sombras y de las imágenes hacia la verdad”. El Papa Francisco lo canonizó en 2019.

 

 

+ info -

San John Henry Newman, cardenal - 9 de octubre

 

J. H. Newman - "Un hombre nuevo"

 

 

 

Historia del Rosario

El pueblo cristiano siempre ha sentido la necesidad de la mediación de María, Omnipotencia suplicante, canal de la gracia: se multiplican así a lo largo de los siglos las devociones marianas, tanto litúrgicas coma populares.

Sin embargo, entre las devociones a María, con el paso de los años, una se destaca claramente: el Santo Rosario, el ejercicio piadoso por excelencia en honor de la Santísima Virgen María, Madre de Dios.

Entre las devociones a María, con el paso de los años, una se destaca claramente: el Santo Rosario

 


ANTECEDENTES HISTÓRICOS

En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra rosario significa "corona de rosas".

Rosario Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios.

Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.

 


ORIGEN Y DESARROLLO

En la Edad Media, se saluda a la Virgen María con el título de rosa, símbolo de la alegría. El bienaventurado Hermann le dirá: «Alégrate, Tú, la misma belleza. / Yo te digo: Rosa, Rosa», y en un manuscrito francés medieval se lee: «cuando la bella rosa María comienza a florecer, el invierno de nuestras tribulaciones se desvanece y el verano de la eterna alegría comienza a brillar». Se adornan las imágenes de la Virgen con una «corona de rosas» y se canta a María como «jardín de rosas» (en latín medieval rosarium); así se explica la etimología del nombre que ha llegado a nuestros días.

        En esa época, los que no sabían recitar los 150 salmos del Oficio divino los sustituían por 150 Avemarías, acompañadas de genuflexiones, sirviéndose para contarlas de granos enhebrados por decenas o de nudos hechos en una cuerda. A la vez se meditaba y se predicaba la vida de la Virgen. En el s. XIII, en Inglaterra, el abad cisterciense Étienne de Sallai escribe unas meditaciones en donde aparecen 15 gozos de Nuestra Señora, terminando cada una de ellas con un Avemaría.

virgen_3.gif        Sin entrar en una discusión crítico-histórica pormenorizada sobre los detalles del origen último del Rosario en su estructura actual, podemos afirmar que es, sin duda, Santo Domingo de Guzmán el hombre que en su época más contribuyó a la formación del Rosario y a su propagación, no sin inspiración de Santa María Virgen.

Motivo fue el extenderse la herejía albigense, a la que combatió, «no con la fuerza de las armas, sino con la más acendrada fe en la devoción del Santo Rosario, que fue el primero en propagar, y que personalmente y por sus hijos llevó a los cuatro ángulos del mundo...» (León XIII, Enc.Supremi apostolatus, 1 sept. 1883).

        A finales del s. XV los dominicos Alain de la Rochelle en Flandes, Santiago de Sprenger y Félix Fabre en Colonia, dan al Rosario una estructura similar a la de hoy: se rezan cinco o quince misterios, cada uno compuesto por diez Avemarías.

Se estructura la contemplación de los misterios, que se dividen en gozosos, dolorosos y gloriosos, repasando así en el ciclo semanal los hechos centrales de la vida de Jesús y de María, como en un compendio del año litúrgico y de todo el Evangelio. Por último se fija el rezo de las letanías, cuyo origen en la Iglesia es muy antiguo.

        La devoción al Rosario adquirió un notable impulso en tiempos de León XIII añadiéndose a las letanías lauretanas la invocación «Reina del Santísimo Rosario».

         En los últimos tiempos ha contribuido de manera especial a la fundamentación y propagación de esta devoción mariana los hechos milagrosos de Lourdes y Fátima: «la misma Santísima Virgen, en nuestros tiempos, quiso recomendar con insistencia esta práctica cuando se apareció en la gruta de Lourdes y enseñó a aquella joven la manera de rezar el Rosario.

 

ESTRUCTURA

        La forma típica y plenaria del rezo del Rosario, con 150 Avemarías, se ha distribuido en tres ciclos de misterios, gozosos, dolorosos y gloriosos a lo largo de la semana, dando lugar a la forma habitual del rezo de cinco decenas de Avemarías, contemplando cinco misterios -diarios (la costumbre suele asignar al domingo, miércoles y sábado los gloriosos; los gozosos al lunes y jueves y los dolorosos al martes y viernes), rezándose al final de los cinco misterios las letanías lauretanas. Juan Pablo II añadió el ciclo de misterios luminosos los jueves.

 Los tres grupos de misterios nos recuerdan los tres grandes misterios de la salvación. El misterio de la Encarnación nos lo evocan los gozos de la Anunciación, de la Visitación, de la Natividad del Señor, su Presentación en el templo y la Purificación de su Madre y, por último, su encuentro entre los doctores en el Templo.

El misterio de la Redención está representado por los diversos momentos de la Pasión: la oración y agonía en el huerto de Getsemaní, la flagelación, la coronación de espinas, el camino del Calvario con la Cruz a cuestas y la crucifixión. El misterio de la vida eterna nos lo evoca la Resurrección del Señor, su Ascensión, Pentecostés, la Asunción de María y su Coronación como Reina.

«Todo el Credo pasa, pues, ante nuestros ojos, no de una manera abstracta, con fórmulas dogmáticas, sino de una manera concreta en la vida de Cristo, que desciende a nosotros y sube a su Padre para conducirnos a Él. Es todo el dogma cristiano, en toda su profundidad y esplendor, para que podamos de esta manera y todos los días, comprenderlo, saborearlo y alimentar nuestra alma con él» (R. Garrigou-Lagrange, La Madre del Salvador y nuestra vida interior, 3 ed. Buenos Aires 1954, 261).

Juan Pablo II  incluyó en el rezo del Rosario los Misterios de Luz, que incluye varias escenas de la vida de Jesús que faltaban por considerar: el Bautismo, las Bodas de Caná, el Anuncio del Reino, la Transfiguración y la institución de la Eucaristía.

 

INSTITUCIÓN DE LA FIESTA DEL SANTO ROSARIO

        El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto, en la cual los cristianos vencieron a los turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta batalla, su religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de Dios a través de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota.

        Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.

        Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de Octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.

 

 

+ info –

SANTO ROSARIO

 

 

J. FERRER SERRATE , M. GARCIA MIRALLES (GER)

 

ver en Wikipedia

 

 Francisco de Asís es una película estadounidense realizada en 1961 por 20th Century Fox Pictures y dirigida por Michael Curtiz. Es un drama histórico sobre la vida del santo homónimo, basado en la novela The Joyful Beggar (El mendigo feliz) del escritor húngaro-alemán Louis de Wohl.

 

Fue la primera película que utilizó la visualización DeLuxe CinemaScope que se filmó completamente en locaciones de ciudades y pueblos de Italia. Bradford Dillman interpretó a Francisco de Asís, y Dolores Hart a Clara de Asís.

 

 

 

 

Argumento

Francisco Bernardone (Bradford Dillman) es hijo de un rico comerciante de telas de la ciudad de Asís. joven altivo y respetado en el alto clan social de su ciudad y con potencial de ser reconocido en toda Italia. Sus deseos de conocer el mundo para ampliar sus horizontes y cansado de las comodidades en la vida desenfrenada que llevaba hasta entonces, le hacen alistarse como soldado de infantería al anunciarse por mandato del papa Inocencio III el reclutamiento de todos los jóvenes de mayoría de edad en Asís para una cruzada.

Francisco conoce a Paolo de Vandria (Stuart Whitman) mismo de quien se vuelve amigo y compañero inseparable; Al partir hacia la batalla con Perugia oyó en el camino una serie de voces que le decían: «Reconstruye mi casa».

 

francisco de asis

 

 

Confundido pero decidido, Francisco deserta el grupo y regresa a Asís, donde renuncia a todos sus bienes mundanos para dedicarse al servicio de Dios, esto a través de la reconstrucción de templos católicos, y la fundación de una orden con regla propia bajo permiso del papa de Roma. Clara (Dolores Hart) una joven aristócrata de gran renombre y además vecina de los Bernardone desde muy joven se siente atraída de Francisco; su propio deseo personal de una vida austera y recatada le hacen sentirse identificada por los ideales que mueven al más joven de aquella familia.

Sin embargo su gran belleza y personalidad cautivan al conde Paolo quien se enamora de forma enfermiza y perseguidora de ella; A tal punto de lograr el consentimiento de su padre para dársela en matrimonio por una gran dote, sin consultarle. A pesar de todo ello Clara renuncia a su familia, y con el patrocinio de Francisco se convierte en monja bajo su autoridad y consejo, dicha acción provoca el odio de Paolo hacia este, creyendo que Clara lo hacía movida por el escondido amor que tenía hacia él, y sintiendo que Bernardone había logrado arrebatarla de su lado.

Para aquel entonces (1212 d. C.), San Francisco tiene una reputación bien establecida para sus votos de la pobreza y los miembros de su orden monástica pasan de doce miembro iniciales a dos mil en menos de tres años.

La película continuamente hace observaciones de los milagros que son atribuidos a su persona (como la aparición de los estigmas en las manos y los pies de Francisco, el poder de comunicarse con los animales, etc.) junto a otros aspectos de su vida, tales como su visita al sultán del Este (Sahara) en la búsqueda de la paz en la luchas de los cruzados y moros; además de la lucha interna que tuvo con miembros de la orden por modificar la regla que les establecía desde el principio.

 

francisco de asis

1961 - Francisco de Asís - Francis of Assisi

 

 

Francisco mantuvo sus ideales de vida austera y penitente, movido por la Fe en Jesucristo hasta el final de sus días; donde, tras la reconciliación con su amigo Paolo y bendecir a los suyos, encuentra la muerte el 3 de octubre de 1226.3​ En un funeral que le correspondía a un ser humano amado por hombres y bestias por igual; finaliza con una procesión de entierro, y con enormes bandadas de pájaros y aves que el amaba como a todas las demás criaturas, sobrevolando el horizonte del amanecer, donde se aprecia al cierre la frase cristiana «Pax et Bonum».4​5​

 

Recepción

Si bien la cinta tuvo puesta importantes expectativas, ya que su presupuesto se tasó en poco más de 2 millones de dólares, la misma no alcanzó el éxito esperado en los lugares donde se consideró habría mayor alcance de espectadores, logrando apenas 1,8 millones de $US en ingresos netos (una pérdida de aproximadamente 200.000 $ US), la mayor parte de esta cantidad se obtuvo en salas de cines canadienses y estadounidenses que fue donde se obtuvo la cifra oficial emitida en 1961.

Sin embargo a pesar de su aparente fracaso en taquilla, la misma tuvo un importante recepción en los cines italianos y latinoamericanos colocándosele el mote de "cinta clásica" sobre la figura de Francisco de Asís, y siendo regularmente emitida en medios de cine católicos por marco de la conmemoración de su día en el santoral.6​

 

francisco de asis

Curiosidades

Dos años después del lanzamiento de Francis of Assísi, Dolores Hart, la actriz en ese momento de 25 años que interpretó a Clara de Asís en la película, se convirtió en una monja católica en la vida real, haciendo sus votos en la abadía benedictina de Regina Laudis en Bethlehem (Connecticut), considerándose su participación en el mencionado filme un punto clave para su conversión a la vida eclesial.7​

En la escena donde Francisco Bernardone oficia una Misa en la reconstruida Iglesia de San Damián, reunido con sus iniciantes hermanos frailes y seglares, este reza la conocida Oración católica «Hazme un instrumento de tu Paz...» frente a la congregación. La misma si bien tradicionalmente era atribuida al mismo, no pertenece como tal al mencionado personaje según los registros históricos que se poseen, la posterior investigación realizada por el académico francés Christian Renoux realmente la consideran anónima en su origen, pero reconocida por ser una de las devociones más populares dentro del cristianismo como una síntesis del ideario vivido por el «santo de Asís».

La película fue la primera producción italo-estadounidense en rodarse bajo el formato DeLuxe CinemaScope, y con locaciones históricas dentro de los territorios de la península itálica como Perugia y Bevagna; y en las dunas de Cabo de Gata en Almería, España8.

 

 

fuente -

Wikipedia

 

'Recen el Rosario todos los días para obtener la paz para el mundo y el fin de la guerra'

Si nos diéramos cuenta de todos los beneficios (tanto temporales como eternos) que obtenemos al rezar el Rosario diario, no lo pensaríamos dos veces antes de comenzar la práctica diaria del rezo del rosario. 

Sor Lúcia de Fátima escribió y habló sin dudas sobre la urgencia del Rosario diario. Ella lo hizo evidente en un breve comunicado al Papa Pablo VI el 13 de mayo de 1965, en Fátima.

Según Lucía:

El mensaje de Nuestra Señora de paz, misericordia y súplica: En mayo de 1917 Nuestra Señora dijo: 'Recen el Rosario todos los días para obtener la paz para el mundo y el fin de la guerra'.

Por eso ruego a Vuestra Santidad se obligue a intensificar el rezo del Rosario y si es posible disponer que los domingos y días de fiesta en todas las Iglesias y capillas públicas y semipúblicas donde no haya Misa vespertina, se rece el Rosario ante el Santísimo Sacramento expuesto, finalizando con una bendición en espíritu de reparación, adoración y súplica.

rosario sor lucia

 

 

¿Por qué? Porque el poder del Rosario se ha manifestado en sus múltiples victorias sociales e individuales. La social incluye la famosa batalla naval de Lepanto ganada el 7 de octubre de 1571, que salvó a la Europa cristiana de una toma de posesión otomana, después de que el Papa San Pío V convocara una Cruzada del Rosario.

Ese es el motivo de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario en esta fecha. El 13 de octubre de 1917, en la sexta aparición en Fátima, Portugal, la Santísima Madre se identificó como Nuestra Señora del Rosario. Su mensaje se refería al potencial del Rosario para prevenir guerras mundiales y la restauración de la paz. Hubo muchas otras ocasiones que verificaron esto, incluida la liberación de Austria, Brasil y Filipinas.

 

Énfasis magisterial en el Rosario

El Rosario fue objeto de alabanza papal, al parecer, durante siglos. Sus evaluaciones más recientes pertenecen a nuestras circunstancias.

A fines del siglo XIX, durante la construcción de la milagrosa Basílica del Rosario en Pompeya, Italia, el Papa León XIII escribió 16 documentos sobre el Rosario. Las siguientes citas, en cierto sentido, resumen su importancia.

En 1892 declaró:

Esta secuencia de eventos maravillosos el Rosario recuerda con frecuencia y constantemente a la mente de los fieles y los presenta casi como si estuvieran desarrollándose ante sus ojos, inundando así las almas de aquellos que lo rezan con devoción con una dulzura de piedad que nunca se cansa, impresionándolos y conmoviéndolos como si estuvieran escuchando la voz de la Santísima Madre explicando los misterios y conversando con ellos largamente sobre su salvación.

La pérdida de la fe se señaló más adelante en el mismo documento:

El cristiano está tan preocupado por las variadas preocupaciones de la vida y tan fácilmente se distrae con preocupaciones fútiles que, a menos que se lo recuerden con frecuencia, poco a poco se olvida de las cosas más importantes y necesarias. Eventualmente, su fe se debilita e incluso muere.

 

Virgen del Rosario

Virgen del Rosario. Murillo.

 

Y esto fue antes de nuestros medios modernos de comunicación y transporte, incluidos la televisión, las computadoras, los teléfonos, los automóviles y los aviones.

Tal fue la historia de Israel como se lamenta el profeta Jeremías. “Los hijos de Israel han torcido su camino; se han olvidado del Señor su Dios” (3:21). La razón fue “porque no hay quien piense en el corazón” (12:11).

María, por el contrario, como subraya el Papa San Juan Pablo II , “pone constantemente ante los fieles los 'misterios' de su Hijo, con el deseo de que la contemplación de esos misterios libere todo su poder salvífico”.

El Papa León XIII anunció la esperanza de la perseverancia en el Rosario diario como continuó en su documento:

Se puede decir sin exagerar que para aquellas personas, familias y naciones para quienes el Rosario conserva su antiguo honor, no se debe temer la pérdida de la fe por ignorancia y viciosos errores.

También son notables las palabras de Ven. Pío XII, quien proclamó el dogma de la Asunción de María, en su profunda encíclica de 1952 sobre el Rosario, Ingruentium Malorum (Sobre el rezo del Rosario). Allí subrayó la certeza de la preservación de la fe y la moral cristianas en todos los niveles de la vida por la fidelidad al Rosario.

Su sucesor, el Papa San Juan XXIII, abrió su pontificado con una encíclica sobre el Rosario, Grata Recordatio (Sobre el Rosario: Oración por la Iglesia, Misiones, Problemas Internacionales y Sociales). Hizo hincapié en la importancia continua de las encíclicas del Papa León XIII en las que se presenta el Rosario como un remedio para los tiempos difíciles que atraviesa la Iglesia.

Tratando de corregir el trastorno mariano teológico, litúrgico y devocional causado por una mala interpretación del Concilio Vaticano II, el Papa San Pablo VI emitió varios documentos defendiendo su legítima veneración en la Iglesia. Su publicación histórica de 1974, Marialis Cultus, abordó directamente la cuestión del lugar que le corresponde al Rosario. Al final de ese Concilio, declaró oficialmente a María como Madre de la Iglesia.

El pleno florecimiento del Rosario se produjo durante el largo pontificado de San Juan Pablo II. Sus actividades y escritos suelen tener una dimensión mariana. Cada visita a un país extranjero incluía una peregrinación a un santuario mariano.

A todos sus visitantes se les obsequió un rosario como recuerdo de ese evento. Además de su documento inicial sobre María, Redemptoris Mater (Sobre la Santísima Virgen María en la vida de la Iglesia Peregrina), otro documento mariano notable fue su Carta Apostólica de 2002 Rosarium Virginis Mariae (Sobre el Santísimo Rosario) en la que introdujo los Misterios Luminosos. para llenar los años faltantes del ministerio público de Cristo. Declaró 2003 Año del Rosario.

rosario juan pablo II

El Rosario nos ayuda a apreciar especialmente la Misa. El Papa San Juan Pablo II se centró en esto en su documento del Rosario:

Como dejó claro el Papa Pablo VI, esta oración no sólo no contradice la liturgia, sino que la sostiene, ya que sirve como excelente introducción y fiel eco de la liturgia, permitiendo a las personas participar plena e interiormente en ella y cosechar sus frutos. en su vida diaria.

 

El Papa Benedicto XVI lo confirmó en su mensaje del Ángelus del 16 de octubre de 2005:

El Rosario no es obstáculo para la meditación de la Palabra de Dios y la oración litúrgica; en efecto, representa un complemento natural e ideal de ella, especialmente como preparación y acción de gracias a la celebración eucarística.

El registro de tales experiencias debe reforzar nuestra confianza en la fidelidad de Nuestra Señora del Rosario para responder a nuestras esperanzas, deseos y necesidades públicas y personales.

 

Rosario de Reparación

En Fátima, Nuestra Señora habló de la reparación a su Inmaculado Corazón, específicamente a través de las devociones de los Cinco Primeros Sábados reveladas a la Hermana Lucía en Pontevedra, España, en febrero de 1925.

El significado de los cinco sábados se explica de esta manera. Hay cinco clases de ofensas y blasfemias dirigidas al Inmaculado Corazón de María: los ataques a su Inmaculada Concepción, los ataques a su perpetua virginidad, la negativa a reconocerla como Madre de Dios y de los hombres, las acciones de quienes infunden indiferencia y el odio hacia ella en el corazón de la gente y, finalmente, las acciones de quienes la ofenden en sus santas imágenes.

No es necesario esperar a los Primeros Sábados para hacer tal reparación. Dado que un Rosario tiene cinco decenas, cada una de ellas puede ofrecerse en reparación por una de las ofensas, y así también se puede ofrecer una forma sencilla de reparación cada día para mantener vivo el espíritu de reparación en nuestros corazones.

 

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HISTORIA DEL ROSARIO

 

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SAN FRANCISCO DE ASÍS

Su fiesta se celebra el 4 de octubre. San Francisco de Asís es un faro para la Iglesia por su adhesión plena al Evangelio que le hizo merecer el nombre de “alter Christus”, por su elección de la pobreza para encontrar al Señor, por el amor a Dios Padre y a los hermanos, por el respeto de la creación

 

Francisco fue un joven con grandes aspiraciones. Pequeño de estatura, de carácter extrovertido, Francisco siempre tuvo en su corazón el deseo de cumplir grandes empresas; esto fue lo que a la edad de veinte años le impulsó a partir, primero a la guerra entre Asís y Perugia y después a las cruzadas.

Hijo del rico mercader de telas Pietro di Bernardone, y de Pica, dama de la nobleza provenzal, había nacido en 1182 y crecido entre las comodidades de la familia y de la vida mundana.

Al regreso de la dura experiencia bélica, enfermo y agitado, resulta irreconocible para todos. Algo había marcado profundamente su ánimo, algo distinto a la experiencia del conflicto.

francisco de asis

 

Un encuentro impactante y la pregunta: ¿buscar al siervo o al Señor?

Nunca olvidaría las palabras oídas en sueños en Spoleto: “¿por qué te empeñas en buscar al siervo en lugar del Señor?”. Su existencia tomó una nueva dirección, guiada por el constante deseo de saber a qué podía llamarlo el Señor.

La oración y la contemplación en el silencio de las tierras de Umbria, le condujeron a abrazar como hermanos a los leprosos y vagabundos por los cuales siempre había sentido disgusto y repulsión.

San Damián. “Francisco, ve y repara mi Iglesia en ruinas”

La voz que oyó en Spoleto, irrumpió en el silencio de la oración delante de un crucifijo bizantino en la iglesita abandonada de San Damián: “Francisco ve y repara mi iglesia, que como ves está en ruinas”.

Estas palabras, primero entendidas como una llamada a reconstruir piedra por piedra los escombros de la capillita, a lo largo de los años le desvelaron al joven su significado pleno. Había sido llamado a “cosas grandes”: “renovar”, en espíritu de obediencia, la Iglesia, que pasaba por un período de divisiones y herejías.

Esposo de la señora Pobreza

La alegría incontenible que siente al ser amado y llamado por el Padre, acrecentaron en el joven el deseo de vivir de la Providencia y, en obsequio al Evangelio, decide ceder todos sus bienes a los pobres.

Por ello, las tensiones con su padre Pietro di Bernardone fueron continuas. Este lo denunció públicamente, y Francisco manifestó entonces su deseo íntimo de esposar a la señora Pobreza, despojándose de sus vestidos delante del obispo Guido.

La primera comunidad de hermanos. El Papa aprueba la Regla

A Francisco se unieron numerosos compañeros que como él, deseaban vivir el Evangelio al pie de la letra, en pobreza, castidad y obediencia.

En 1209 el primer núcleo de los “hermanos” se dirigió a Roma para hablar con el Papa Inocencio III que, impresionado por “aquel joven de pequeña estatura y ojos ardientes”, aprobó la Regla, después confirmada definitivamente en 1223 por Honorio III.

Las clarisas y la Orden Terciaria

También Clara, una noble de Asís, se sintió atraída por el carisma de Francisco, que la acogió y dio inicio a la segunda orden franciscana, “las hermanas pobres”, después conocidas como Clarisas; posteriormente fundó una Orden Terciaria para laicos.

Francisco, Alter Christus

El amor ardiente por Cristo, expresado tiernamente en la representación del primer nacimiento viviente en Greccio durante la Navidad de 1223, llevó al “Poverello” a conformarse en todo con Jesús y a ser el primer santo de la historia en recibir la marca de los estigmas.

 

san francisco asis greccio

 

“Juglar de Dios”, fue testimonio vivo de la alegría de la fe, acercando al Evangelio a los no creyentes y captando incluso la atención del sultán, que lo acogió con honores en Tierra Santa.

La vida de Francisco, alabanza al Creador

La vida de Francisco fue una constante alabanza al Creador. El “Cántico del Hermano Sol”, primera obra maestra de la literatura italiana, escrito cuando todavía estaba postrado por la enfermedad, es la expresión de la libertad de un alma reconciliada con Dios en Cristo.

La tarde del 3 de octubre de 1226, cuando la “hermana muerte” lo viene a visitar, sale al encuentro de Jesús con alegría.

El espíritu de Asís, inspirador de fe y de fraternidad

Muere a los 44 años, sobre la tierra desnuda de la Porciúncula, lugar en el que recibió como don la indulgencia del Perdón. Dos años después fue canonizado.

El espíritu de Francisco sigue inspirando a tantos en la obediencia de la Iglesia, en la construcción del diálogo entre todos, en la verdad, en la caridad, y en el cuidado de la creación.

 

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SAN FRANCISCO DE ASÍS

 

 

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