Es obvio que Jesucristo fue un vanguardista en el trato con las mujeres respetando su riqueza humana y espiritual como algo específicamente femenino e imprescindible para el futuro de la humanidad. No solo por considerar su naturaleza propia, ni inferior ni igual a la del hombre, sino que reconoció su dignidad —desde el mismo momento de la creación—, y el papel extraordinario que el genio femenino ha jugado en la construcción de la Iglesia.
De esta manera, a través del ejemplo de las mujeres sencillas, comprometidas, generosas, piadosas, valientes,... que formaron parte en la vida de San Pablo veremos que las palabras del apóstol no solo hicieron en su día temblar las columnas del Imperio, sino que son de una tremenda actualidad; ya que, si leemos con atención sus textos, no distan mucho de las alabanzas, gratitud y compromisos hacia las mujeres de Juan Pablo II en la Mulieris Dignitatem o de las de Benedicto XVI en la Spe salvi.
Todas ellas tienen mucho que enseñarnos. Y estas líneas pretenden, sin ningún pudor, presentar a las «mujeres de San Pablo» y demostrar que, tanto ayer como hoy, la defensa por el apóstol de la dignidad femenina continua vigente.
A muchos de ustedes les puede parecer extraño la tarea que me propongo realizar pero la personalidad, el apasionamiento y la profundidad de Pablo de Tarso siempre me ha fascinado y la actualidad del Año Paulino merece que, como mínimo, intente comprender mejor la verdad, la bondad y la belleza de sus enseñanzas.
Es comprensible que al escuchar, «las mujeres soméntase a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia...Pues así como la Iglesia está sometida a Cristo, así las mujeres han de estarlo a sus maridos en todo», encasillemos al apóstol de machista trasnochado, de prepotente, de un hombre que supuestamente despreciaba no solo la dignidad de la mujer sino la participación femenina en todos los ámbitos de la vida publica.
Pero basta seguir leyendo el texto para darnos cuenta de la belleza de sus palabras acerca de la dignidad de la mujer y la igualdad de derechos y deberes del hombre y la mujer, creados por Dios para construir juntos el destino de la humanidad: «Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne: antes bien la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo».
Más aún: me atrevo a afirmar que su predicación no puede ser prejuzgada de misoginia. Al contrario. A pesar de su educación, de la cultura y las tradiciones de su tiempo, este problema nunca existió para él, puesto que para San Pablo, todos tenemos los mismos derechos y obligaciones no solo en trasformar nuestros corazones al escuchar sus enseñanzas y hacerlas vida, sino en la misión evangelizadora que nuestro Señor Jesucristo quiere para cada uno de nosotros: cambiar el mundo para que Cristo reine en la tierra.
Jerusalén (Agencia Fides) - Continúan las iniciativas y las movilizaciones apoyadas por entidades culturales israelíes que tiene como objetivo revitalizar el idioma y la identidad aramea. El domingo 1 de diciembre, representantes y académicos de comunidades cristianas sirias y sirias de todo el mundo se reunieron en Jerusalén para participar en una conferencia organizada por el Comité para el resurgimiento del idioma arameo y por el Movimiento Tikkun, comprometido con la promoción de la cultura israelí, que también abrazan la causa del relanzamiento del arameo, un idioma antiguo hablado en todo Oriente Medio.
En el congreso aportaron sus testimonios Juliana Taimoorazy de Chicago y Hermis Shaheen de Sydney, quienes además entablaron un diáologo sobre el significado del idioma arameo para el pueblo hebreo y para el pueblo asirio.
La lengua antigua aramea también hablado por Jesús, ahora se usa comúnmente solo en algunas aldeas de Siria, como Maalula, y por aquellos que estudian el Talmud, que está escrito en pseudo-arameo.
A la conferencia también asistió Amir Halul, representante de lo que se define en los medios israelíes como "una comunidad aramea cristiana en Israel", que leyó varios versos de Salmos en su traducción aramea.
En septiembre de 2014, el Ministerio del Interior israelí decidió reconocer la identidad aramea como una identidad distinta, que debe ser agregada a la lista de identidades nacionales presentes en el país, y permitir la calificación del sustantivo "arameo" al de "cristiano", para sustituir el término "árabe" en las tarjetas de identidad de los cristianos palestinos que son ciudadanos de Israel. Esta disposición ministerial fue indicada por el Consejo de Obispos Católicos de Tierra Santa como "un intento de separar a los cristianos palestinos de los demás palestinos". En un documento emitido por la Comisión de Justicia y Paz del Consejo de Obispos Católicos (véase Fides 22/09/2014) las motivaciones de las medidas tomadas en esta dirección por parte del gobierno de Israel fueron rechazadas por pretenciosas e ideológicas. En aquel momento, se tomó la decisión para permitir que 200 familias cristianas se identificaran como pertenecientes a la antigua nacionalidad y, por lo tanto, pudiesen registrarse como "arameos" en lugar de árabes en los documentos de identidad. Según las estadísticas compiladas por el Ministerio del Interior israelí y citadas por Yehonatan Valtser en jewishpress.com, habría aproximadamente 115 mil árabes cristianos que residen en Israel que tienen el derecho de sustituir su calificación nacional de árabe con la de arameo en sus documentos de identidad. (GV) (Agencia Fides 3/12/19)
CIUDAD DEL VATICANO, 25 enero 2009
Gracias a la Conversión de San Pablo, que hoy celebra toda la Iglesia, "podemos comprender el verdadero significado de la conversión evangélica".
Aunque en el caso de Pablo "algunos prefieren no utilizar la palabra 'conversión', porque dicen que él ya era creyente y no tuvo que abandonar su fe para adherirse a Cristo", el Papa recuerda que la experiencia de Pablo maduró en el encuentro con Cristo resucitado".
"Fue este encuentro el que le cambió radicalmente la existencia. En el camino de Damasco sucedió para él lo que Jesús pide en el Evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, 'creyó en el Evangelio'", explicó.
"Su conversión y la nuestra -observó el Pontífice-, consiste en creer en Jesús muerto y resucitado y en abrirse a la iluminación de su gracia divina".
En aquel momento, de hecho, "Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho de que Jesús había muerto también por él -el perseguidor- y que estaba, y está, resucitado".
Según el Papa, "esta verdad, que gracias al bautismo ilumina la existencia de todo cristiano, alumbra completamente nuestra forma de vivir".
Convertirse, por tanto, significa "creer que Jesús se ha entregado a sí mismo por mí, muriendo en la cruz, y que resucitado, vive conmigo y en mí".
Confiando en "el poder de su perdón, explicó el Papa, podemos "salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y de toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor".
El Papa afirmó que la invitación a la conversión era particularmente oportuna eneste domingo, en el que coincide esta fiesta paulina con la conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que había comenzado el 18 de enero.
La conversión "es la actitud espiritual adecuada que nos indica el Apóstol para poder progresar en el camino de la comunión", explicó.
"Los cristianos aún no hemos conseguido la meta de la unidad plena, pero si nos dejamos convertir continuamente por el Señor Jesús, llegaremos seguramente", constató Benedicto XVI.
El Papa pidió la intercesión de la Virgen para que "nos obtenga el don de una conversión verdadera sobre San Pablo para que cuanto antes se realice el anhelo de Cristo: Ut unum sint".
De acuerdo con la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), el hallazgo resulta muy poco común ya que únicamente se han encontrado dos más de su categoría en el área. «Hasta ahora, las excavaciones en Jerusalén han descubierto sólo dos piezas similares que se han utilizado para medir volúmenes: una durante la década de 1970 en el distrito judío de excavaciones y otra en las excavaciones en Shuafat, en el norte de Jerusalén», ha puntualizado Ari Levy, director de la excavación de la AAI.
En una parte del objeto desenterrado quedan «dos cavidades profundas, cada una con un drenaje en el fondo», ha explicado Ronny Reich. «Su parte inferior podía taparse con un dedo, llenarse con un líquido de algún tipo -ha continuado-, y una vez se retiraba el dedo, el líquido podía volcarse en un recipiente para determinar así su volumen». «De esta forma, los comerciantes podían calibrar sus instrumentos de medición utilizando un estándar uniforme», añade.
Junto a la mesa, que se usaba para pesar vino o aceite, también se encontraron decenas de pesos de medición de piedra. De acuerdo con los expertos, el descubrimiento en este punto refuerza la teoría de que era la plaza principal de lo que históricamente se conoció como la ciudad baja de Jerusalén.
Según Efe, se piensa que albergaba la milenaria ruta conocida como el Camino de los Peregrinos (judíos), que partía del estanque de Siloé (donde la Biblia dice que Jesucristo mandó a lavarse a un hombre para curarse la ceguera) hasta el Monte del Templo (denominación judía de la actual Explanada de las Mezquitas, Noble Santuario para el islam), donde hace muy poco también descubrieron una calle construida en tiempos de Poncio Pilato.
Creen que allí podrían haber estado el mercado «que sirvió de punto focal de comercio» y también las oficinas del inspector encargado de supervisar los pesos y medidas de la urbe, el prefecto, «la única persona que tenía este tipo de instrumentos», ha subrayado Levy.
«Los comerciantes necesitaban una unidad de medida estandarizada, y cuando querían asegurarse de que todos trabajaban con la misma, iban a ver a los agoranomos, los prefectos de los mercados (...). Gracias a esta tabla, los comerciantes sabían cuántos litros de aceite de oliva vendían, por ejemplo», ha detallado este especialista.
El Parque Nacional de la Ciudad de David se extiende al pie de las murallas de la Ciudad Vieja en Silwan, el barrio palestino de Jerusalén Este, anexado y ocupado por Israel. Constituye un sitio de excavaciones israelíes intensas y controvertidas, teniendo en cuenta la disputa entre israelíes y palestinos sobre la soberanía de Jerusalén Este y la importancia de la participación histórica en ese contexto, de acuerdo con AFP.
abc.es
Cuando el obispo Fructuoso estaba ya acostado, se dirigieron a su casa un pelotón de soldados de los llamados beneficiarios, cuyos nombres son: Aurelio, Festucio, Elio, Polencio, Donato y Máximo. Cuando el obispo oyó sus pisadas, se levantó apresuradamente y salió a su encuentro en chinelas. Los soldados le dijeron:
- Ven con nosotros, pues el presidente te manda llamar junto con tus diáconos.
Respondióles el obispo Fructuoso:
- Vamos, pues; o si me lo permitís, me calzaré antes. Replicaron los soldados:
- Cálzate tranquilamente.
Apenas llegaron, los metieron en la cárcel. Allí, Fructuoso, cierto y alegre de la corona del Señor a que era llamado, oraba sin interrupción.La comunidad de hermanos estaba también con él, asistiéndole y rogándole que se acordara de ellos.
Otro día bautizó en la cárcel a un hermano nuestro, por nombre Rogaciano.
En la cárcel pasaron seis días, y el viernes, el doce de las calendas de febrero (21 de enero), fueron llevados ante el tribunal y se celebró el juicio.
El presidente Emiliano dijo:
- Que pasen Fructuoso, obispo, Augurio y Eulogio. Los oficiales del tribunal contestaron:
- Aquí están.
El presidente Emiliano dijo al obispo Fructuoso:
- ¿Te has enterado de lo que han mandado los emperadores?
FRUCTUOSO — Ignoro qué hayan mandado; pero, en todo caso, yo soy cristiano.
EMILIANO — Han mandado que se adore a los dioses.
FRUCTUOSO— Yo adoro a un solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene.
EMILIANO — ¿Es que no sabes que hay dioses?
FRUCTUOSO — No lo sé.
EMILIANO — Pues pronto lo vas a saber.
El obispo Fructuoso recogió su mirada en el Señor y se puso a orar dentro de sí.
El presidente Emiliano concluyó:
— ¿Quiénes son obedecidos, quiénes temidos, quiénes adorados, si no se da culto a los dioses ni se adoran las estatuas de los emperadores?
El presidente Emiliano se volvió al diácono Augurio y le dijo: - No hagas caso de las palabras de Fructuoso.
Augurio, diácono repuso:
- Yo doy culto al Dios omnipotente.
El presidente Emiliano dijo al diácono Eulogio:
- ¿También tú adoras a Fructuoso?
Eulogio, diácono, dijo:
- Yo no adoro a Fructuoso, sino que adoro al mismo a quien adora Fructuoso.
El presidente Emiliano dijo al obispo Fructuoso:
- ¿Eres obispo?
FRUCTUOSO — Lo soy.
EMILIANO — Pues has terminado de serlo.
Y dio sentencia de que fueran quemados vivos.
Cuando el obispo Fructuoso, acompañado de sus diáconos, era conducido al anfiteatro, el pueblo se condolía del obispo Fructuoso, pues se había captado el cariño, no sólo de parte de los hermanos, sino hasta de los gentiles. En efecto, él era tal como el Espíritu Santo declaró debe ser el obispo por boca de aquel vaso de elección, el bienaventurado Pablo, doctor de las naciones. De ahí que los hermanos que sabían caminaba su obispo a tan grande gloria, más bien se alegraban que se dolían.
De camino, muchos, movidos de fraterna caridad, ofrecían a los mártires que tomaran un vaso de una mixtura expresamente preparada; mas el obispo lo rechazó, diciendo:
- Todavía no es hora de romper el ayuno. Era, en efecto, la hora cuarta del día; es decir, las diez de la mañana. Por cierto que ya el miércoles, en la cárcel, habían solemnemente celebrado la estación. Y ahora, el viernes, se apresuraba, alegre y seguro, a romper el ayuno con los mártires y profetas en el paraíso, que el Señor tiene preparado para los que le aman.
Llegados que fueron al anfiteatro, acercósele al obispo un lector suyo, por nombre Augustal, y, entre lágrimas, le suplicó le permitiera descalzarle. El bienaventurado mártir contestó:
- Déjalo, hijo; yo me descalzaré por mí mismo, pues me siento fuerte y me inunda la alegría por la certeza de la promesa del Señor.
Apenas se hubo descalzado, un camarada de milicia, hermano nuestro, por nombre Félix, se le acercó también y, tomándole la mano derecha, le rogó que se acordara de él. El santo varón Fructuoso, con clara voz que todos oyeron, le contestó:
- Yo tengo que acordarme de la Iglesia católica, extendida de Oriente a Occidente.
Puesto, pues, en el centro del anfiteatro, como se llegara ya el momento, digamos más bien de alcanzar la corona inmarcesible que de sufrir la pena, a pesar de que le estaban observando los soldados beneficiarios de la guardia del pretorio, cuyos nombres antes recordamos, el obispo Fructuoso, por aviso juntamente e inspiración del Espíritu Santo, dijo de manera que lo pudieron oír nuestros hermanos:
- No os ha de faltar pastor ni es posible falte la caridad y promesa del Señor, aquí lo mismo que en lo por venir. Esto que estáis viendo, no es sino sufrimiento de un momento.
Habiendo así consolado a los hermanos, entraron en su salvación, dignos y dichosos en su mismo martirio, pues merecieron sentir, según la promesa, el fruto de las Santas Escrituras. Y, en efecto, fueron semejantes a Ananías, Azarías y Misael, a fin de que también en ellos se pudiera contemplar una imagen de la Trinidad divina. Y fue así que, puestos los tres en medio de la hoguera, no les faltó la asistencia del Padre ni la ayuda del Hijo ni la compañía del Espíritu Santo, que andaba en medio del fuego.
Apenas las llamas quemaron los lazos con que les habían atado las manos, acordándose ellos de la oración divina y de su ordinaria costumbre, llenos de gozo, dobladas las rodillas, seguros de la resurrección, puestos en la figura del trofeo del Señor, estuvieron suplicando al Señor hasta el momento en que juntos exhalaron sus almas.
Después de esto, no faltaron los acostumbrados prodigios del Señor, y dos de nuestros hermanos, Babilán y Migdonio, que pertenecían a la casa del presidente Emiliano, vieron cómo se abría el cielo y mostraron a la propia hija de Emiliano cómo subían coronados al cielo Fructuoso y sus diáconos, cuando aún estaban clavadas en tierra las estacas a que los habían atado. Llamaron también a Emiliano diciéndole:
—Ven y ve a los que hoy condenaste, cómo son restituidos a su cielo y a su esperanza.
Acudió, efectivamente, Emiliano, pero no fue digno de verlos.
Los hermanos, por su parte, abandonados como ovejas sin pastor, se sentían angustiados, no porque hicieran duelo de Fructuoso, sino porque le echaban de menos, recordando la fe y combate de cada uno de los mártires.
Venida la noche, se apresuraron a volver al anfiteatro, llevando vino consigo para apagar los huesos medio encendidos. Después de esto, reuniendo las cenizas de los mártires, cada cual tomaba para sí lo que podía haber a las manos […]
¡Oh bienaventurados mártires, que fueron probados por el fuego, como oro precioso, vestidos de la loriga de la fe y del yelmo de la salvación; que fueron coronados con diadema y corona inmarcesible, porque pisotearon la cabeza del diablo! ¡Oh bienaventurados mártires, que merecieron morada digna en el cielo, de pie a la derecha de Cristo, bendiciendo a Dios Padre omnipotente y a nuestro Señor Jesucristo, hijo suyo!
Recibió el Señor a sus mártires en paz por su buena confesión, a quien es honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
(BAC 75, 788-794)
Es la primera de las grandes figuras que nos ofrece la historia de la Iglesia española. Las Actas de su martirio están reconocidas por los estudiosos como de las pocas que pueden ser consideradas fieles, hasta el punto de considerar a Fructuoso como "el protomártir hispano justificado ante la historia" por su autenticidad.
A mediados del siglo III, cuando Basilides y Marcial, los obispos libeláticos de la España occidental, escandalizaban a los cristianos con su cobardía, Fructuoso avanzaba hacia la hoguera con un gesto lleno de grandeza y dignidad. Noblemente había gobernado antes la iglesia de Tarragona, la primera ciudad de la España citerior. Pocas se habían mostrado tan adictas a las leyes, a las costumbres y a los dioses del Imperio romano.
El culto al César y a Roma había nacido dentro de sus muros, y el medio millar de inscripciones que se han encontrado entre las ruinas son una prueba elocuente de una romanización ferviente y completa.
No obstante, el Cristianismo se propagaba en la gran ciudad mediterránea. Tal vez fue San Pablo el primero que dejó allí la semilla. En 250 el jefe de esa pequeña cristiandad, el obispo Fructuoso, era un hombre que tenía todo el aliento de los grandes pastores. Respetado de los fieles lo mismo que de los paganos, era uno de los más eminentes personajes del municipio.
En la peste terrible que entonces asolaba al Imperio poniendo en riesgo su vida dio pruebas de aquella caridad heroica que por aquellos mismos días ejercitaban Cipriano en Cartago, Dionisio en Alejandría y Gregorio Taumaturgo en Neocesarea. Pero la ley es implacable. Gobernaba entonces el Imperio Valeriano. «Era dulce y bueno—dice una de sus víctimas, el patriarca de Alejandría—; ninguno de sus predecesores, ni siquiera los que habían profesado pública o clandestinamente la fe, tuvo para los hermanos una acogida tan afectuosa y familiar. Su casa, llena de hombres piadosos, parecía una iglesia.»
De este hombre excelente, la tiranía de la política hizo un perseguidor. Dominado por una camarilla de fanáticos, llegó a imaginarse que frente al Imperio había un poder tenebroso, poseedor de inmensas riquezas y causante de todas las crisis económicas por que atravesaba el Estado. Ese poder, le dijeron, es la Iglesia de los cristianos.
En 257 aparecía un edicto por el cual los jefes de las iglesias se veían obligados a ofrecer sacrificios a las divinidades del Imperio. En los primeros días del año siguiente, la policía imperial arrestaba a Fructuoso en Tarragona y le encerraba en la cárcel con dos de sus diáconos, Eulogio y Augurio.
Toda la «fraternidad» de los cristianos pasó por la prisión, presentándole sus donativos y rogándole que les tuviese presentes en su confesión. El obispo seguía predicando y catequizando, y, aunque encadenado, tuvo la alegría de bautizar a un convertido. Siete días más tarde, los tres detenidos comparecieron ante el tribunal.
Tanto el obispo como los dos diáconos (Augurio y Eulogio) se negaron a adorar a los dioses romanos y, después de que Fructuoso reconociera su condición de obispo, el juez Emiliano ordenó que los tres fuesen quemados vivos. Los esbirros se apoderaron de ellos y los llevaron al anfiteatro, que era el lugar designado para el suplicio. El pueblo caminaba junto a ellos llorando.
En el trayecto hubo un momento emocionante y de un sabor arcaico. Varios «hermanos» se acercaron a los reos ofreciendo una copa de vino. Fructuoso la rehusó diciendo: «Aún no es hora de romper el ayuno». Efectivamente, era miércoles, día de ayuno para los primeros cristianos, ayuno que duraba hasta las tres de la tarde. Pero, en realidad, con esta excusa iba unida la más noble modestia. El brebaje ofrecido por la «caridad fraterna» no era un vino puro, sino una bebida en que se mezclaban infusiones de plantas aromáticas, que daban al cuerpo un vigor momentáneo y le hacían menos sensible a los dolores.
Tertuliano se reía de los mártires a quienes había que sostener con semejantes artificios. La altivez ibérica de Fructuoso no se avenía tampoco con esas cobardes mitigaciones. Tenía un sentido demasiado alto del honor cristiano, para permitir que le confundiesen con aquellos «mártires ambiguos» de que hablaba el vehemente africano. Imitando al Salvador, apartó los labios de la copa que debía adormecer su agonía, y prefirió beber hasta las heces el cáliz del martirio.
Habían llegado al anfiteatro; la hoguera ardía, y Fructuoso iba a subir a ella, cuando un lector se acercó para desatarle las sandalias. También ahora rehusó el mártir, prefiriendo descalzarse él mismo. Ya avanzaba, cuando un cristiano llamado Félix se le acercó, le cogió de la mano y le rogó que se acordara de él. Entonces Fructuoso, extendiendo a lo lejos la mirada, dijo con voz poderosa: «Es preciso que tenga en mi pensamiento a la Iglesia Católica, derramada de Oriente hasta Occidente».
Estas fueron sus últimas palabras. Inmediatamente, sin la menor señal de turbación, penetró en la hoguera. Sus diáconos le siguieron. Rotas por el fuego las cuerdas que sujetaban sus manos, los tres mártires cayeron de rodillas con los brazos extendidos. Al verlos así, en medio de las llamas, dice Prudencio, todos recordaban a los tres jóvenes hebreos en el horno de Babilonia, «Dos de nuestros hermanos, pertenecientes a la casa del prefecto—dicen las actas—, vieron a los tres elegidos subir al cielo», y la hija del gobernador fue también testigo de la maravilla.
Los fieles, cuando el fuego consumió los cuerpos, se precipitaron en el anfiteatro, rociaron los huesos con vino, en recuerdo de las libaciones que hacían los antiguos en la ceremonia de la cremación, y, habiendo cogido cada cual lo que pudo de las reliquias, se las llevaron a sus casas. Pero, comprendiendo luego que aquello era un celo mal entendido, encerraron las cenizas en un mismo sarcófago, «para que recibiesen juntos la corona los que juntos habían alcanzado la victoria».
Tal fue la muerte con que el gran obispo dio testimonio de su fe. Aquella serenidad impresionó profundamente a todos sus conciudadanos, y uno de ellos, testigo de vista, nos ha conservado la emoción en un relato de una sencillez maravillosa, digna de la grandeza del héroe. Es uno de los documentos más venerables de la antigua Iglesia de España.
Fueron las posteriores apariciones de estos tres mártires las que facilitaron que en las ruinas del antiguo anfiteatro se construyera una iglesia paleocristiana dedicada a San Fructuoso. La Iglesia celebra la memoria de estos tres mártires el 21 de enero.
29 misioneros fueron asesinados en el año 2019. Fueron 18 sacerdotes, un diácono permanente, dos religiosos no sacerdotes, dos religiosas y 6 laicos.
El continente más peligroso para los misioneros sigue siendo el africano. De los 29 misioneros asesinados 15 fueron asesinados en África. Uno de ellos fue el salesiano español Antonio César Fernández, que murio el 15 de febrero tras ser acribillado a tiros en Burkina Faso.
El Sahel se está convirtiendo en una zona sin ley. Otro de esos misioneros, víctima de esta violencia, es el padre Pierluigi Maccalli, de la Sociedad de Misiones Africanas, secuestrado en Níger en septiembre de 2018. Se encuentra en paradero desconocido en algún lugar entre Níger, Burkina Faso y Malí.
El Papa Francisco lo recordó así durante su encuentro con la Sociedad de Misiones Africanas.
FRANCISCO
“Gracias por vuestro afán misionero, impregnado de valentía, que os lleva a salir y ofrecer a todos la vida de Jesucristo, poniendo a veces vuestra vida en peligro”. “En este sentido, quisiera unirme a vuestra oración por vuestro hermano Pierluigi Maccalli, secuestrado desde hace varios meses en Níger”.
En Mali continúa desaparecida la misionera colombiana Gloria Cecilia Narváez, secuestrada en 2017 por la rama de AlQaeda en el Sahel.
2019 también termina sin noticias sobre el destino del padre Paolo Dall’Oglio, raptado en 2013 en Siria.
En 2019 se ha constatado una “globalización de la violencia” ya que, mientras que en el pasado la violencia se daba en un país concreto o zona geográfica, en 2019 el fenómeno se ha generalizado y extendido. Alguno de estos asesinatos han tenido un trasfondo religioso perpetrados por grupos yihadistas. En otros casos, los intereses son muchos otros y se ataca al misionero porque así se desestabiliza toda una comunidad.
El ecumenismo y sus formas
1. El “ecumenismo” (la tarea a favor de la unidad de los cristianos), se lleva a cabo de diversas formas: teológico o doctrinal (“diálogo ecuménico”), entre especialistas; institucional, entre las autoridades de la Iglesia Católica y de las distintas confesiones cristianas; espiritual, a partir de la oración de los cristianos; pastoral o práctico, con la colaboración de los cristianos entre sí en los ámbitos de la caridad, el bien común, la ayuda social y cultural, etc.
Los dos últimos niveles corresponden a todos los cristianos. Y es importante que cada uno se proponga colaborar, aunque piense que su aportación es solo un granito de arena.
Esto pide de cada cristiano una continua y efectiva renovación espiritual, enraizada en la oración y manifestada en la conducta. Requiere subrayar los valores éticos y ejercitar las virtudes: la comprensión, la paciencia y sobre todo la caridad con los demás cristianos, en los juicios, palabras y comportamientos; junto con la humildad para reconocer las faltas propias contra la unidad y la disposición al perdón recíproco. Todo ello debe estar presidido por la verdad.
Por otra parte, cada año se propone un tema que centra la oración y la colaboración ecuménica. El año pasado, 2012 –sobre la base de la propuesta de un grupo ecuménico de Jerusalén– fue: “Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración” (cf. Hch 2, 42). Esos cuatro elementos pueden considerarse, en efecto, como pilares de la unidad.
Recordando estas características de la primitiva Iglesia de Jerusalén, hoy día los cristianos de esa ciudad luchan, en medio de las dificultades, por alcanzar la unidad más allá de las palabras, primero entre ellos y después con otros (en Jerusalén, entre palestinos e israelíes; en otras comunidades, la justicia y la reconciliación en diversos contextos).
Este año el tema de la Semana de la Unidad, es: "¿Qué exige el Señor de nosotros" (cf. Miq. 6, 6-8)", y los textos han sido preparados con la colaboración de cristianos de la India. Inspirados en el profeta Miqueas, nos proponen que "la verdadera fe en Dios no se puede separar de la santidad personal ni de la búsqueda de la justicia social".
En un encuentro con luteranos finlandeses, el 17 de enero, Benedicto XVI se ha hecho eco del tema de este año: "Para proceder en el camino de la comunión ecuménica es, por tanto, necesario, que estemos cada vez más unidos en la oración, cada vez más comprometidos en la búsqueda de la santidad y cada vez más implicados en los campos de la investigación teológica y de la cooperación al servicio de una sociedad justa y fraterna".
El testimonio común de los hijos de Dios
2. Entre las intenciones de Benedicto XVI en relación con la unidad de los cristianos, está el testimonio común de los cristianos acerca de la paternidad divina. Es decir, que todos juntos manifestemos, sobre todo con nuestra conducta, que Dios es nuestro padre. La paternidad amorosa de Dios es la gran novedad que Jesucristo trajo a los hombres y transmitirlo a los que nos rodean, el don más grande que podemos hacerles. Por ello es muy importante que nos esforcemos con obras en darlo. Y el más creíble testimonio de la paternidad divina -por parte de los hombres- es el esfuerzo por vivir la fraternidad, primero entre los cristianos, y después entre todas las personas.
En la práctica, esto pide: evitar las críticas y polémicas internas dentro de la propia confesión (¡en el caso de los católicos, entre nosotros mismos!); rechazar las polarizaciones ideológicas y las recriminaciones respecto de otras comunidades cristianas o eclesiales; omitir las expresiones y los gestos que puedan herir los sentimientos de otros cristianos; fomentar la comunicación, las informaciones y el contacto con ellos; cultivar las buenas relaciones en las familias, vecindarios y ambientes de trabajo, entre los cristianos y entre todos.
Los jóvenes pueden encontrarse con otros cristianos para profundizar en su fe, trabajar por la reconciliación –sobre todo en algunas regiones más proclives a los conflictos entre cristianos–, comprometerse en actividades de oración, estudio y colaboración sobre temas sociales y culturales.
La colaboración ecuménica
3. En cuanto a la “colaboración ecuménica”, un cristiano no puede quedarse indiferente ante las necesidades materiales o espirituales de los demás. Hoy su contribución a la salvación puede ser más eficaz si la hace junto con otros cristianos, porque esa unidad es un testimonio de fe. Con otras palabras: las separaciones actuales entre los cristianos son, ciertamente, un límite y un obstáculo a la evangelización; pero la colaboración conjunta a favor de otros puede ser, también para los cristianos mismos, un don que les ayude a redescubrir lo que les une y vencer los obstáculos a la unidad, en orden a la misión que todos los cristianos han recibido de Dios.
Los ámbitos posibles de la colaboración ecuménica son muchos y variados. Los católicos contamos con las orientaciones de la Iglesia para el ejercicio del ecumenismo (cf. Directorio para el ecumenismo, 25-III-1993).
a) En el ámbito bíblico y litúrgico, mediante la oración y la celebración conjunta de la fe, en los modos convenientes, pues “cuando los cristianos rezan juntos, con una sola voz, su testimonio común alcanza los cielos, pero también se escucha en la tierra” (Directorio, n. 187).
b) En el ámbito catequético y formativo, subrayando la verdad que nos une y explicando las diferencias de las confesiones cristianas (y, más allá, con otras religiones), pero no con espíritu agresivo sectario, sino con amor y respeto.
c) En el ámbito misionero e interreligioso, mostrando que, con la ayuda de Dios y no sin ella, somos capaces de superar las divisiones humanas, también en materias tan delicadas como las religiones. Como consecuencia, aumenta la credibilidad del Evangelio. Junto con los judíos, los cristianos hemos de luchar contra el antisemitismo, el fanatismo religioso y el sectarismo (cf. Directorio, n. 210).
d) En el ámbito social, cultural y ético, mediante la promoción de los valores cristianos y humanos fundamentales (la dignidad de la persona humana y la cultura de la vida, la libertad religiosa y los demás derechos humanos, la paz y la justicia); luchando contra el hambre, la ignorancia o la pobreza, y con la atención particular a los más débiles (como los inmigrantes y los refugiados) sin dejarse llevar por intereses puramente ideológicos o políticos; fomentando el cuidado de la tierra; promoviendo la educación para el uso crítico de los medios de comunicación.
e) Por último cabe la colaboración y la coordinación ecuménica en algunas situaciones especiales, como los hospitales, las prisiones y el ejército, las universidades, los grandes complejos industriales y el ámbito, ya citado, de las comunicaciones sociales.
Todo ello puede llevarse a cabo mientras se proporciona una formación ecuménica adecuada a las diversas circunstancias de las personas, y de acuerdo con las autoridades religiosas correspondientes.
Por lo que afecta a los educadores cristianos, “como evangelizadores –señaló Pablo VI– debemos ofrecer a los fieles de Cristo, no la imagen de hombres divididos y separados por litigios nada edificantes, sino la de personas maduras en la fe, capaces de encontrarse más allá de las tensiones reales gracias a la búsqueda común, sincera y desinteresada de la verdad. Sí, la suerte de la evangelización está ciertamente unida al testimonio de unidad dado por la Iglesia. Es ésta una fuente de responsabilidad, pero también de consuelo" (Evangelii nuntiandi, n. 77).
En el terreno palestino, el cálculo en el año que acaba de terminar fue de unos 3 millones y 521 mil turistas, incluidos los que estuvieron en Belén, sin pasar la noche (datos informados por la agencia Wafa). El ministro de Turismo, Rula Maayah, celebra los acuerdos de colaboración intensificada con instituciones y socios extranjeros. Para empezar, la presencia palestina ahora está asegurada en todos los foros internacionales y eventos turísticos.
En Jordania, las llegadas de más de 4 millones 535 mil turistas en 2019, 7.6 por ciento más que el año anterior.
Los ingresos del turismo en Israel el año pasado fueron de alrededor de € 5,7 mil millones.El sector ha empleado a 153 mil personas; 13,600 nuevos empleos. El ministro Levin destacó la amplitud y la aceleración del progreso logrado: "Tomó tres décadas, a partir de 1948, llegar a un millón de turistas en un año. Tuvimos que esperar otros 16 años para alcanzar la cifra de dos millones en 1994 ». Los tres millones se superaron en 2017 y el hito de 4 millones se alcanzó en 2018.
Tourists visit the Minsara path, a sandstone hill in the Ramon Crater, in southern Israel, on March 3, 2017. Photo by Hadas Parush/Flash90
Levin atribuye los éxitos recientes a los cambios introducidos en la política comercial: en primer lugar, ya no nos centramos en el turismo religioso, sino que también nos centramos en gran medida en los viajes de placer (una combinación de playas, buena comida, deportes, cultura, paisajes ... ). Para ser claros, el modelo es el de la campaña One Break Two Sunny Cities: Tel Aviv - Jerusalén , pero también se centra en el balneario de Eilat, junto al Mar Rojo, como un destino ideal para el turismo de invierno. El siguiente paso será la mejora turística del desierto de Negev y el valle de Arava. "Son áreas, explica el Director General del Ministerio de Turismo, Amir Halevi, que, en nuestra opinión, tienen un gran potencial en términos de aumento de los flujos turísticos y crecimiento económico".
En los últimos años, Israel también ha ofrecido incentivos a las aerolíneas internacionales para abrir nuevas rutas al país, inauguró el nuevo aeropuerto de Eilat y, gracias a la alta velocidad, mejoró drásticamente las conexiones ferroviarias entre el aeropuerto internacional Ben Gurion y las ciudades. de Tel Aviv y Jerusalén.
A pesar de los buenos resultados, el horizonte del turismo en Tierra Santa no está despejado y podría verse afectado por las amenazas que se ciernen en el contexto más amplio del Medio Oriente. Sin embargo, el aumento de la tensión a principios de año después de que Estados Unidos mató al general iraní Qassem Suleimani, jefe de las fuerzas especiales de Al Quds en Bagdad, no parece preocupar particularmente al Ministerio de Turismo de Israel.
Aunque el director general Halevi está convencido de que Israel puede apuntar a 5 millones de llegadas, el crecimiento en este 2020 podría verse comprometido por las restricciones impuestas por el presupuesto estatal: no se excluye que los recursos asignados en los últimos años para las campañas puedan reducirse Publicidad y marketing planetario.
La afluencia masiva de visitantes a Tierra Santa en ciertas épocas del año, especialmente en conjunción con las fiestas religiosas, puede causar algunos dolores de cabeza a las agencias de viajes, así como a los peregrinos y turistas. Resulta encontrar hoteles llenos de gente, largas colas para acceder a los sitios más interesantes, santuarios, museos o parques naturales. Sin mencionar el embotellamiento en el tráfico.
Según el periódico financiero israelí Globes , "el alojamiento en los próximos años debería mejorar gracias a un mayor número de habitaciones disponibles por las cadenas hoteleras ya operativas y la entrada en el mercado de nuevos operadores y compañías inmobiliarias.
Al margen, podemos ver que hay un crecimiento acelerado en el número de alojamientos disponibles a través de la plataforma Airbnb: solo en Tel Aviv ha habido más de 10,000 apartamentos disponibles.
Semana de oración por la Unidad de los Cristianos |
El Papa instó a pedir a Dios el don de la unidad de los cristianos18 de enero, 2012. Durante la audiencia general el Papa explicó en qué consiste la Semana de oración por la unidad de los cristianos que comienza hoy y que la Iglesia católica y otras confesiones cristianas conmemoran todos los años desde hace más de un siglo.
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