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Siendo como era justo, y no queriendo infamarla, deliberó dejarla secretamente. (Mt 1, 19)
Ha pasado muchas noches de insomnio. Y ésta ha sido de sueño difícil: le ha costado mucho dormirse. Con frecuencia se ha despertado presa de una idea que le persigue: soñaba que los hombres de la plaza se reían de él.
Ahora ha logrado conciliar el sueño sobre su humilde lecho, después de pensar y pensar.
Ocurre que José está ante una tremenda disyuntiva: sabe que María va a ser madre, no lopuede dudar; y sabe también que es pura y sin mancha, no lo puede dudar. Y José ha suspendido el juicio.
María permanece silenciosa. Heroica, prefiere sufrir la sospecha y la deshonra antes que descubrir el secreto.
Él sabe con certeza que su esposa va a ser madre, se lo dijeron las amigas al principio, cuando vinieron a felicitarlo y él quedó con una amarga espina clavada en el corazón. Se lo dice la gente del pueblo, que lo comenta. Se lo dicen sus ojos. Calla también, sufre... y no juzga mal.
Está seguro de la pureza inmaculada de la Niña Virgen, se lo dicen sus ojos limpios, su bondad, su dulzura, su recia personalidad. Hay algo en ella que se impone, tan fuerte, tan decisivo, tan sobrenatural, que detiene la conclusión de la verdad que los ojos enseñan. Para los dos es una gran prueba.
Pavorosa lucha interior que las gentes no advierten. Angustiosas tormentas que los hombres vulgares no comprenden. Pelea por mantenerse fiel cuando todas las razones empujan a lo contrario. La santidad exige la prueba.
Todos creen que él es el padre. Y él sabe que no. Sufre ante el misterio, y respeta la situación.
La ley manda apedrear a las mujeres adúlteras. ¡Es tan grande el pecado! Pero ella no puede estar en ese caso. Sin embargo, José no se lo explica. Y su espíritu lucha entre esos dos extremos que lo ahogan: la pureza de María que se impone, y el hecho de que va a ser madre. Y José suspende el juicio.
Lo hace así porque es justo, aunque él sólo tenga razones para sentirse gravemente ofendido. Y no aplica el recurso legal de darle el acta del divorcio, que traería consigo la reprobación pública de la repudiada, sino que sigue la insinuación de la caridad, prefiriendo dejarla secretamente, para no dañar su fama.
Y nosotros, tan veloces en concluir... condenando. Preferimos pensar mal para no engañarnos; pero es mejor engañarse muchas veces pensando bien de hombres malos, que equivocarse alguna vez teniendo mal concepto de una persona buena, pues en este caso hay injuria, cosa que no ocurre en el primero.
Es preciso saber detener el juicio, y más aún la lengua, aunque sea su conclusión lo más lógico, lo más natural. Muchas veces son inocentes aquellos contra los que se dirigen nuestras pruebas, pues en todo caso ignoraremos motivos personales de su actuación, que pueden justificarles plenamente.
Pensar bien trae consigo, además, una gran paz del alma y nos ahorra muchas amarguras.
José detiene el juicio respecto aMaría, aunque le asaltan clarísimas razones, aunque esa situación le produce honda herida.
Decide hacer lo que cree que es mejor. Es el juicio que formula respecto a su personal conducta ante aquella situación. Ya tiene su propio criterio, después de pensar y pensar. Y su juicio es un juicio santo.
Un ángel del Señor se le aparece:
-José, hijo de David, no tengas recelo en recibir a María, tu esposa, porque lo que se ha engendrado en su vientre es obra del Espíritu Santo...
Le ordena el nombre que le ha de poner, y le comunica su misión. José cae en la cuenta de que esos hechos cumplen la profecía.
A veces se nos pide, además, el rendimiento del propio juicio, aunque haya sido formulado con toda rectitud.
José había amasado su decisión con lágrimas, caridad y justicia. Llegó a esa conclusión por un camino penoso y Santo. Ahora le piden que rinda su criterio, que lo someta. Su juicio es lo mejor que se puede hacer humanamente, pero no es lo mejor para los planes de Dios.
Rendir el juicio, hazaña propia de los mejores. ¡Es que mi idea está elaborada con toda rectitud y cuidado! ¡Es que no es ni vulgar ni imprudente! Te contesto: Tampoco lo era la de José.
¡Es que a él le avisó un ángel! El ángel también es una criatura, y Dios tiene muchos medios de avisar, para enseñarnos que nuestras razones no tienen razón. José rindió su juicio sin dilación, y, al despertarse, hizo lo que le mandó el ángel del Señor.
"Caminando con Jesús", J.A. González Lobato, Ediciones RIALP
Mons. Joseph Tobji, Archieparca de la Iglesia católica maronita de Alepo (Siria), que tiene también a su cargo las zonas tan golpeadas actualmente de Hassaké, Idlib, Deir ez-Zor y Raqqa. Mons. Tobji afirma sin titubeos que el Estado Islámico es un instrumento de las potencias internacionales:
«Pienso que antes o después terminará la cuestión del yihadismo, de este fanatismo, de estos ataques… porque están provocados desde fuera, desde fuerzas internacionales, de los grandes. Por tanto, llegará un momento en que habrán finalizado su trabajo como instrumentos y entonces, a este instrumento, se le quitará de en medio: o matándolo, o devolviéndolo al lugar desde donde había venido».
Mons. Tobji nos cuenta la dura experiencia de la guerra en Siria (la experiencia pasada y la actual), años en los que nunca ha abandonado a su grey, a pesar de que el Estado Islámico tiró su catedral de San Elías y secuestró a sus fieles y sacerdotes. Relata emocionado conmovedoras historias de sus feligreses secuestrados por el Estado Islámico y a punto de ser degollados, salvados milagrosamente, en varios casos, precisamente gracias a la valiente confesión de su fe y del amor cristiano. Este pastor confiesa:
«Nunca hubiéramos pensado que nos iba a suceder algo semejante. Nosotros hablábamos de los antiguos mártires. Hablábamos de ellos casi como de un ideal al que no se puede llegar, que no se puede alcanzar. En cambio, el martirio es una cosa actual y todos nos tenemos que preparar para el martirio. El martirio no es algo agradable, pero allí está el nudo donde, de verdad, uno experimenta su fe».
A pesar de todo lo que ha sufrido en estos seis años sin electricidad ni agua corriente, bajo continuos bombardeos y toda clase de sufrimientos, el Archieparca de Alepo no ha perdido ni su alegría ni su buen humor. En estos largos años en que los yihadistas han tenido ocupada Alepo, ni un solo día ha dejado de celebrarse la Eucaristía y de reunirse el pueblo para la adoración.
Cuando Alepo fue liberada, diez días antes de la Navidad, Mons. Tobji tuvo una idea loca: celebrar la Navidad en la Catedral, a pesar de estar el templo reducido a ruinas, sin techo, nevando… «Fue una celebración histórica —afirma el obispo emocionado—, histórica para mí y para todos». Adjunto las fotos para que puedan hacerse una idea de lo que digo.
La situación sigue siendo difícil. Continuamente personas desesperadas llaman a su puerta pidiendo ayuda. Para todos trata de ser padre y pastor. Pero Mons. Tobji advierte que el ISIS y otros muchos grupos terroristas islámicos siguen matando impunemente en Siria. Explica que muchos de estos terroristas son extranjeros: «Están pagados y son mercenarios. Les han lavado el cerebro para que vengan a combatir pensando que están defendiendo a Dios… Como si Dios tuviese necesidad de ser defendido por el hombre».
Debemos conocer la actualidad de nuestros hermanos en Siria y sentirnos orgullosos de los pastores que dan la vida por sus ovejas .
Originario de la región de Nínive-Mosul, hoy Irak. Tenemos pocas noticias sobre su vida; de todos modos, mantuvo relaciones estrechas con los ambientes ascético-monásticos de la Iglesia siríaca. Según algunas fuentes, dirigió incluso un monasterio y, por último, fue consagrado obispo. Escribió veintitrés discursos conocidos con el nombre de «Exposiciones» o «Demostraciones».
Era originario de una comunidad eclesial que se encontraba en la frontera entre el judaísmo y el cristianismo. Por eso, mantenía una relación estrecha con el mundo judío y con sus libros sagrados. Se definía significativamente a sí mismo como «discípulo de la Sagrada Escritura». («Exposición» 22, 26).
CIUDAD DEL VATICANO, 21 NOV 2007
La oración, para el cristiano, es llevar a Jesús en el corazón, considera Benedicto XVI.
«Según este antiguo “Sabio”, la oración se realiza cuando Cristo habita en el corazón del cristiano, y lo invita a un compromiso coherente de caridad con el prójimo», explicó el Santo Padre a los más de 15 mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
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Mosul |
Fiel a la tradición siríaca, el sabio obispo presentó la salvación realizada por Cristo «como una curación y, por consiguiente, a Cristo mismo como médico».
«En cambio, considera el pecado como una herida, que sólo la penitencia puede sanar».
«Un hombre que ha sido herido en batalla –decía Afraates–, no se avergüenza de ponerse en las manos de un médico sabio». Y añadía: «del mismo modo, quien ha sido herido por Satanás no debe avergonzarse de reconocer su culpa y alejarse de ella, pidiendo el remedio de la penitencia».
Para el Papa al igual que para Afraates, Cristo es el «maestro de oración».
Otro aspecto importante en Afraates es el ayuno, que interpretaba en sentido amplio. Hablaba del ayuno del alimento como una práctica necesaria para ser caritativo, del ayuno constituido por la continencia con vistas a la santidad, del ayuno de las palabras vanas o detestables, del ayuno de la cólera, del ayuno de la propiedad de los bienes con vistas al ministerio, y del ayuno del sueño para dedicarse a la oración.
La humildad -observó Afraates- no es un valor negativo: «Si la raíz del hombre está plantada en la tierra, sus frutos suben ante el Señor de la grandeza» («Exposición» 9, 14). Siendo humilde, incluso en la realidad terrena en la que vive, el cristiano puede entrar en relación con el Señor: «El humilde es humilde, pero su corazón se eleva a alturas excelsas. Los ojos de su rostro observan la tierra y los ojos de su mente la altura excelsa» («Exposición» 9, 2).
(ZENIT.org).-
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El hecho es que San Vicente era su Diácono y le acompañó en su cautiverio hasta la ciudad de Valencia en el año 304 por la persecución de Diocleciano, y en la que salvó la vida probablemente por pertenecer a una familia consular y por su avanzada edad. La tradición nos dice que San Valero era de difícil palabra por un problema de tartamudez y en el tribunal valenciano se dirigió la atención principal al fogoso Vicente, que quiso hablar por ambos y pagó muy cara con su vida su atrevido discurso.
Por ello se guarda recuerdo en Valencia en la llamada Capilla de San Valero, muy cercana a la cárcel de la Almoina donde San Vicente sufrió su primer martirio , y en la que pudo haber estado preso el santo hasta su destierro pues en su interior aparece una inscripción en que se lee lo siguiente traducido del latín:«Aquí estuvo San Valero hacia el año del Señor 304«.
Asimismo esta Capilla tiene un busto del santo en su fachada realmente bello. Por otro lado Daciano prohibió en su destierro que San Valero pernoctara en ningún lugar que tuviera más de 20 casas y la actual Iglesia de San Valero de Valencia se erigió en tiempos de Jaime I en el lugar donde se cree que permaneció el santo antes de salir de las tierras de Valencia.
En el destierro del Santo quedan lugares que dan testimonio de su paso que, ciertos o no, pasamos a comentar. Primeramente se cree que en Castelnou (Teruel) sufrió burla por sus aldeanos. Sin embargo, fue bien acogido en Daymús, donde descansaría unos días. En Albalate de Cinca también existe una partida de tierra denominada los «Sanvaleros» y es posible que pasase por este lugar.
Se supone que entonces el Obispo habría sufrido exilio en las tierras poco hospitalarias de Enate, según unos, y Anet (Eure le Loire), cerca de París según otros , dedicándose a la oración y construyendo una Iglesia en memoria de San Vicente. También hay quien piensa que este Aneto era el de las tierras ribagorzanas.
Desde aquí acude a Estada y Estadilla a predicar la doctrina cristiana siendo a su muerte en el año 315 sepultados sus restos en la Iglesia del Castillo de Estada en la zona de Barbastro y se le dedicó una ermita muy cerca de allí. Por ello en la plaza de este castillo existe una silla labrada, donde según la tradición predicaba el Santo Obispo.
Catequesis sobre santo Tomás de Aquino, o el diálogo entre la razón y la fe
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 16 de junio de 2010
El Papa Benedicto XVI quiso dedicar su segunda catequesis sobre Santo Tomás de Aquino, tras el paréntesis del viaje apostólico a Chipre, a profundizar en una de las mayores aportaciones del santo a la teología y a la cultura occidentales, que es, explicó, el haber separado la filosofía y la teología, sin negar una a la otra.
Con su incorporación del pensamiento de Aristóteles, de la que ya habló Benedicto XVI en su catequesis anterior, frente al sistema precedente basado en Platón, santo Tomás introdujo una autonomía en la razón, afirmando que por sí misma podía llegar a la existencia de Dios – aunque sin la Revelación, este conocimiento fuese insuficiente para llegar a Él.
Santo Tomás, explicó el Papa, “estaba firmemente convencido de la compatibilidad” entre la filosofía de Aristóteles y la teología. “Es más, estaba convencido que la filosofía, elaborada sin conocimiento de Cristo casi esperaba la luz de Jesús para ser completa”.
“Esta fue la gran "sorpresa" de santoTomás, que determinó su camino de pensador. Mostrar esta independencia entre filosofía y teología y, al mismo tiempo, su recíproca racionalidad, fue la misión histórica del gran maestro”. La diferencia entre ambas es que “la razón acoge una verdad en virtud de su evidencia intrínseca, mediata o inmediata; la fe, en cambio, acepta una verdad en base a la autoridad de la Palabra de Dios que se revela”. Pero esta autonomía “no equivale a separación, sino que implica más bien una colaboración recíproca y ventajosa”. “Toda la historia de la teología es, en el fondo, el ejercicio de este empeño de la inteligencia, que muestra la inteligibilidad de la fe, su articulación y armonía internas, su racionabilidad y su capacidad de promover el bien del hombre”.
Ley natural
Una de las principales consecuencias de esta relación entre la naturaleza y la Gracia, explicó el Papa, es precisamente que la razón “es capaz de discernir la ley moral natural”. “La razón puede reconocerla considerando lo que es bueno hacer y lo que es bueno evitar para conseguir esa felicidad que está en el corazón de cada uno, y que impone también una responsabilidad hacia los demás, y por tanto, la búsqueda del bien común”.
En este sentido, afirmó, la Gracia divina “acompaña, sostiene y empuja el compromiso ético, pero, de por sí, según santo Tomás, todos los hombres, creyentes y no creyentes, están llamados a reconocer las exigencias de la naturaleza humana expresadas en la ley natural y a inspirase en ella en la formulación de las leyes positivas, es decir, las que emanan las autoridades civiles y políticas para regular la convivencia humana”.
Sin embargo, “cuando la ley natural y la responsabilidad que esta implica se niegan, se abre dramáticamente el camino al relativismo ético en el plano individual y al totalitarismo del Estado en el plano político”. Por ello, explicó, la doctrina de la Iglesia, con la aportación de santo Tomás, sigue enseñando que “la defensa de los derechos universales del hombre y la afirmación del valor absoluto de la dignidad de la persona” necesitan un “fundamento”.
Citando la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II, el Papa recordó que “para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una sana democracia, urge pues descubrir de nuevo la existencia de valores humanos y morales esenciales y originarios, que derivan de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona”.
Por ello, invitó a los fieles a conocer la obra del Aquinate, siguiendo las “indicaciones explìcitas” del Concilio Vaticano II, en el decreto Optatam totius, sobre la formación al sacerdocio, y la declaración Gravissimum educationis, que trata sobre la educación cristiana.
“No sorprende que la doctrina sobre la dignidad de la persona, fundamental para el reconocimiento de la inviolabilidad de los derechos del hombre, haya madurado en ambientes de pensamiento que recogieron la herencia de santo Tomás de Aquino, el cual tenía un concepto altísimo de la criatura humana”, concluyó.
El Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, cuenta al Christian Media Center que “sabemos por el Evangelio de San Mateo que un ángel se apareció en sueños a José y le dijo que se llevara a María y al niño y que huyeran a Egipto, porque Herodes quería asesinarlo. Según una tradición muy antigua, este es uno de los lugares en los que María se detuvo para cuidar al niño, para descansar y darle el pecho.”
Precisamente, esta gruta está hecha de roca blanca. La tradición señala que mientras María estaba amamantándolo, una gota de leche cayó sobre esta piedra tiñéndola completamente de blanco.
De este modo, la historia de Jesús, María y José se une a la de tantas familias que han obtenido una gracia en este lugar y aquí han dejado narraciones de los milagros que han recibido.
Esto mismo atestigua el franciscano Luis Enrique Segovia, guardián de la basílica de la Natividad, que afirma que “los milagros son muchísimos. Las personas a veces vienen cuando tienen dificultad para tener hijos. Vienen a rezar a la Virgen, se llevan este polvo y en una sala conservamos sus numerosísimos testimonios. A día de hoy son unos seis mil los testimonios que nos han llegado por correo”.
Ahora con esta exposición pretenden explicar de una más detallada a los peregrinos un lugar lleno de historia. Lo harán a través de doce paneles explicativos. “La idea es que los peregrinos vengan aquí y puedan leer las fuentes históricas de la gruta. Son sobre todo las fuentes que hemos investigado en la Custodia de Tierra Santa, y son informaciones que podrán sin duda ayudar mucho a los peregrinos que vengan aquí”, afirma el padre Segovia.
Por su parte, Rubén Agazzi, voluntario que presta su tiempo en la Gruta de la Leche de Belén señala que “cada panel tiene su significado y un objetivo al que se refiere: Partimos del nombre y de la historia de la Iglesia, de las menciones a la Iglesia que se encuentran en los evangelios apócrifos. Los paneles están en seis lenguas: La lengua más difundida es el inglés, y además tenemos el español, italiano, el polaco, el francés y la lengua local que es el árabe, ya que nos encontramos en Belén y por tanto en tierra de Palestina”.
Por el momento, esta idea está siendo muy bien acogidas por los visitantes que llegan al lugar. Uno de ellos, Gustavo Oliveira, afirma que “es una alegría poder participar en este momento tan especial que es la apertura y la inauguración de esta exposición, que explica un poco de esta historia, de lo que es y de lo que representa la Gruta de la Leche”.
Hoy, los peregrinos se llevan a casa unas bolsitas de polvo blanco de la gruta. Durante 40 días la pareja sigue esta devoción, que incluye beber pequeñas cantidades del polvo y decir una oración. Las bolsas se venden a un coste simbólico, pero sólo pueden adquirirse en la gruta, pues si no las peticiones serían inasumibles.
En los últimos 12 años han recibido en torno a 4.000 cartas de parejas que atribuyen sus hijos milagro al "polvo de leche". Continuamente llegan las alegres noticias de que los fieles que siguen la devoción consiguen el embarazo que buscaban.
Pero además calculan que puede haber el doble de niños nacidos cuyos padres no les han escrito. Conservan todas las cartas y fotos en tres archivadores blancos y negros y ahora va ya por el décimo archivador.
En todos estos casos, no se afirma que él no hubiera existido ni que no hubiera realizado prodigios, sino que los motivos que le llevaban a hacerlos eran el interés y la fama personales. De estas afirmaciones se desprende la existencia histórica de Jesús y su fama de taumaturgo, tal como lo muestran los evangelios. Por eso, hoy en día, entre los datos que se dan por demostrados sobre la vida de Jesús, está el hecho de que obró exorcismos y curaciones.
Sin embargo, en relación a otros personajes de la época conocidos por realizar prodigios, Jesús es único. Se distingue por el número mucho mayor de milagros que obró y por el sentido que les dio, absolutamente distinto al de los prodigios que pudieron realizar algunos de esos personajes (si es que de verdad los hicieron).
El número de milagros atribuidos a otros taumaturgos es muy reducido, mientras que en los evangelios tenemos 19 relatos de milagro en Mt; 18 en Mc; 20 en Lc y 8 en Jn; además hay referencias en los sinópticos y Juan a los muchos otros milagros que Jesús hizo (cfr Mc 1,32-34 y par; 3,7-12 y par; 6,53-56; Jn 20,30).
El sentido es también diferente al de cualquier otro taumaturgo: Jesús hace milagros que implicaban en los beneficiados un reconocimiento de la bondad de Dios y un cambio de vida. Su resistencia a hacerlos muestra que no buscaba su propia exaltación o gloria. De ahí que tengan un significado propio.
Los milagros de Jesús se entienden en el contexto del Reino de Dios: “Si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros” (Mt 12,28). Jesús inaugura el Reino de Dios y los milagros son una llamada a una respuesta creyente. Esto es fundamental y distintivo de los milagros que obró Jesús. Reino y milagros son inseparables.
Los milagros de Jesús no eran fruto de técnicas (como un médico) o de la actuación de demonios o ángeles (como un mago), sino resultado del poder sobrenatural del Espíritu de Dios.
Por tanto, Jesús hizo milagros para confirmar que el Reino estaba presente en Él, anunciar la derrota definitiva de Satanás y aumentar la fe en su Persona. No pueden explicarse como prodigios asombrosos sino como actuaciones de Dios mismo con un significado más profundo que el hecho prodigioso.
Los milagros sobre la naturaleza son señales de que el poder divino que actúa en Jesús se extiende más allá del mundo humano y se manifiesta como poder de dominio también sobre las fuerzas de la naturaleza. Los milagros de curación y los exorcismos son señales de que Jesús ha manifestado su poder de salvar al hombre del mal que amenaza al alma.
Unos y otros son señales de otras realidades espirituales: las curaciones del cuerpo —la liberación de la esclavitud de la enfermedad— significan la curación del alma de la esclavitud del pecado; el poder de expulsar a lo demonios indica la victoria de Cristo sobre el mal; la multiplicación de los panes alude al don de la Eucaristía; la tempestad calmada es una invitación a confiar en Cristo en los momentos borrascosos y difíciles; la resurrección de Lázaro anuncia que Cristo es la misma resurrección y es figura de la resurrección final, etc.
Bibliografía
V. Balaguer (ed), Comprender los evangelios, Eunsa, Pamplona 2005;
R. Latourelle, Milagros de Jesús y teología del milagro, Sígueme, Salamanca 21990;
Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 541-550.
Una de las 50 preguntas frecuentes sobre Jesucristo y la Iglesia,
respondidas por un equipo de profesores de Historia y Teología de la Universidad de Navarra.
El 12.5% de los cristianos esta siendo perseguido por su fe, alrededor de 260 millones de personas (igual a la poblacion de toda Indonesia). Este es el numero con el que ha concluido la Lista de Vigilancia Mundial 2020 de la ONG Puertas Abiertas/ Open Doors, presentada el pasado 15 de enero en Camera dei deputati. El informe analiza los acontecimientos en la tierra desde noviembre de 2018 hasta noviembre de 2019. Se estudian los 100 paises mas afectados por la persecucion a nuestra fe. Durante este ultimo año los cristianos a un nivel "alto", "muy alto" y extremo han aumentado en 15,000,000.
El número de cristianos asesinados disminuyó (de 4.305 a 2.983), siendo Nigeria el país más peligroso para los cristianos debido a los ataques de las tribus fulani y los islamistas de Boko Haram. En segundo lugar se encuentra la República Centroafricana en guerra y en tercer lugar Sri Lanka, donde más de 200 personas murieron en la Pascua de 2019.
"Las muertes y los asesinatos han disminuido, pero eso suele cambiar dependiendo del año y por lo tanto es un dato muy oscilante", explica Cristian Nani, director de Puertas Abiertas / Open Doors. Sin embargo, lo que es constante es la creciente presión en la vida privada y pública en la comunidad y en la Iglesia. "Según varios parámetros que analizamos - discriminación, violencia, exclusión del trabajo, de la salud y de la atención médica, leyes que prohíben la existencia de cristianos o leyes contra las conversiones que se utilizan contra los cristianos", explica Nani, "todo esto en conjunto conduce a un aumento de la presión en muchos Estados". En al menos 73 países los cristianos experimentan un alto nivel de persecución".
De hecho, hay 11 países en los que la persecución contra los cristianos se define como "extrema". En primer lugar, por decimoctavo año consecutivo, está Corea del Norte, donde, según Open Doors, hay entre 50.000 y 70.000 cristianos detenidos en campos de trabajo a causa de su fe. Luego siguen los países que están en guerra desde hace años y que poseen un componente fundamentalista islámico muy alto como Afganistán, Somalia y Libia, seguidos de Pakistán donde, en el año de la liberación de Asia Bibi, la ley contra la blasfemia sigue vigente.
Por primera vez, Burkina Faso y Camerún se encuentran entre los 50 primeros países en cuanto a discriminación contra los cristianos, lo que da testimonio de la difícil situación en la zona del Sahel, donde operan al menos 27 grupos yihadistas. En el norte de Burkina Faso se han cerrado más de 200 iglesias. "Uno de los puntos esenciales en la agenda de estos movimientos es, sin embargo, la eliminación de la presencia cristiana", explica de nuevo Nani: "Llegan a las aldeas del norte de Burkina Faso dando un ultimátum de 3 días a las familias cristianas para que desaparezcan del lugar. Si esto no sucede después de tres días los matan".
La persecución de los cristianos en el Medio Oriente perdura desde hace años. En Irak antes de la guerra de 2003 había un millón y medio. Hoy en día hay alrededor de 200.000 y el regreso a la llanura de Nínive después de la expulsión del Estado Islámico también es difícil debido a la falta de condiciones de seguridad. En Siria, en guerra desde hace nueve años, los cristianos han pasado de más de 2 millones a 744.000.
Casi diez mil iglesias han sido cerradas o atacadas, mientras que al menos 8,000 mujeres han sido abusadas en casos de discriminacion religiosa. Nani dice que "Esta es la punta del iceberg, porque todavía no podemos rastrear estos fenómenos, como los matrimonios forzados. Las estimaciones, dice, son "que al menos 23 mujeres cristianas sufren cada día violencia sexual" en cuanto tales.
Para concluir, la situacion en Latinoamerica, donde la persecucion proviene de las organizaciones criminales que estan en estos paises. Los sacerdotes son asesinados por ser criticos con estos ascienden a 27 en los ultimos 7 años solo en México.
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 2 de junio de 2010
La obra de santo Tomás de Aquino fue “de fundamental importancia para la historia de la filosofía y de la teología, para la historia de la cultura”, al mostrar que “entre la fe cristiana y la razón subsiste una armonía natural”.
Así introdujo hoy el Papa Benedicto XVI, retomando su ciclo de catequesis sobre pensadores cristianos, la figura de santo Tomás de Aquino, que para la Iglesia es “maestro de pensamiento y modelo del modo recto de hacer teología”.
Al tomar la palabra tras las lecturas, en la Plaza de San Pedro, el Papa trazó brevemente la historia del Aquinate, desde su nacimiento en Roccasecca hasta su muerte, camino del Concilio Ecuménico de Lyon.
La gran intuición de Tomás de Aquino, en línea con su predecesor y maestro san Alberto Magno, fue preparar a la cultura europea a la recepción de las obras del pensador pagano Aristóteles, propiciando una síntesis entre la fe y la razón, que es uno de los pilares de la cultura europea.
De hecho, las obras de Aristóteles, que llegaron a las universidades medievales de manos de sus comentaristas árabes, especialmente Averroes y Avicena, causaron un revuelo y conmocionaron el saber de la época.
“Era toda una visión completa del mundo llevada a cabo sin y antes de Cristo, con la pura razón, y parecía imponerse a la razón como "la" visión misma; era, por tanto, una fascinación increíble para los jóvenes ver y conocer esta filosofía”.
Tomás, explicó el Pontífice, “estudió a fondo a Aristóteles y a sus intérpretes”, distinguiendo en sus obras “lo que era válido de lo que era dudoso o rechazable del todo”, mostrando “la concordancia con los datos de la Revelación cristiana y utilizando amplia y agudamente el pensamiento aristotélico en la exposición de los escritos teológicos que compuso”.
Esta, subrayó el Papa, “es la gran obra de Tomás, que en aquel momento de enfrentamiento entre dos culturas – ese momento en que parecía que la fe tuviese que rendirse ante la razón – mostró que ambas van juntas, que cuando aparecía la razón incompatible con la fe, no era razón, y cuanto parecía fe no era fe, si se oponía a la verdadera racionalidad”.
De esta forma, “creó una nueva síntesis, que formó la cultura de los siglos sucesivos”.
Otros detalles que el Papa quiso resaltar del santo fue su “alma exquisitamente eucarística”, como lo muestran los textos litúrgicos que el papa Urbano IV le encargó la composición de los textos litúrgicos para la fiesta del Corpus Domini.
También se refirió a su forma de hacer teología, faceta que acompañó de la predicación directa al pueblo, subrayando que “es verdaderamente una gracia grande cuando los teólogos saben hablar con sencillez y fervor a los fieles”.
“El ministerio de la predicación, por otra parte, ayuda a los mismos expertos en teología a un sano realismo pastoral, y enriquece de estímulos vivaces su investigación”.
Pero sobre todo, Benedicto XVI quiso mostrar la humildad del santo, en uno de los últimos episodios de su vida.
“En diciembre de 1273 llamó a su amigo y secretario Reginaldo para comunicarle su decisión de interrumpir todo trabajo, porque durante la celebración de la Misa había comprendido, a raíz de una revelación sobrenatural, que cuanto había escrito hasta entonces era solo "un montón de paja"".
“Es un episodio misterioso, que nos ayuda a comprender no sólo la humildad personal de Tomás, sino también el hecho de que todo aquello que llegamos a pensar y a decir sobre la fe, por elevado y puro que sea, es infinitamente superado por la grandeza y por la belleza de Dios, que nos será revelada en plenitud en el Paraíso”, añadió.
No ha sido Tomás de los santos más desfigurados por leyendas ingenuas o tradiciones biográficas, desprovistas de rigor histórico y de penetración psicológica. Mas sus dimensiones de gigante suelen hacer que sea muy fragmentariamente conocido. La preeminencia de su misión intelectual y personalidad científica, que le colocan en la cúspide del pensamiento católico, a veces le distancian de nosotros, restando atractivo y eficacia a su patronato sobre la juventud estudiosa. Por eso no quisiéramos silenciar otros aspectos muy humanos de su vida, que le sitúan ante aquellos problemas, inquietudes y luchas propias de la edad juvenil.
Se presenta —a la visión sensible— como una naturaleza vigorosa, de dimensiones atléticas en su cuerpo y de energías esforzadas en el alma. Alto, grueso, bien proporcionado, color trigueño y frente despejada, de porte distinguido y sensibilidad extraordinaria. Síntesis acabada de una herencia lombarda en la línea paterna de Aquino y normanda por la materna de los condes de Teate. Último hijo varón de familia numerosa; doce hermanos que integraron un variado panorama de trayectorias: guerreros y caballeros, poetas y teólogos, abadesas o madres.
Destinado por decisión familiar a la vida monástica en Montecasino, recibió de los monjes negros su primera instrucción, con afición enraizada a las observancias regulares y a la vida litúrgica. Azares de guerra entre el Pontificado y el Imperio le llevaron a continuar sus estudios a la Universidad de Nápoles, donde tuvo ocasión de conocer —en sus primeros fervores— a la Orden de Santo Domingo, donde por iniciativa propia, reflexión madurada y voluntad inflexible, vino a encauzar su vocación a los diecinueve años. Frente a los derroteros del éxito fácil, que le prometían su talento y su linaje por los caminos del mundo, se dibujan en su vida —con rasgos duros— los designios de la Providencia: renuncia de su yo y entrega generosa a una vocación dominicana. Y junto a los obstáculos íntimos del alma invitada a negarse, las desgarradoras contiendas de una obstinada oposición familiar. Claro, pero espinoso y accidentado, se le abre el camino del porvenir. Tomás, revestido con los blancos hábitos de Santo Domingo, comienza virilmente la gran batalla de su destino. Hombre de carácter, enfrentado con la realidad de la vida; temple recio de joven que no retrocede cuando no se debe retroceder. Supera con suave diplomacia los halagos insistentes de su madre —la condesa Teodora— y de sus amadas hermanas; se mantendrá esforzado y valiente ante el atropello brutal de sus hermanos guerreros, que le raptarán en Acquapendente cuando con el general de la Orden se dirigía a Bolonia; si dolorosa fue la lucha en que le arrancaron sus hábitos de fraile, más violenta y trascendental la pelea y la victoria cuando en el castillo de San Juan ahuyenta, esgrimiendo en la mano un tizón incandescente, la insinuante provocación de una mala mujer que sus hermanos hicieran penetrar en su estancia. "Sintió rebelarse en su cuerpo aquel estímulo carnal que siempre había sabido someter a la razón", escribe su más antiguo biógrafo... Y "aquella victoria valió para la Iglesia toda la santidad y la ciencia de Tomás", replicaría un Romano Pontífice; conquistó también un equilibrio apacible de sentimientos y amores que jerarquizaron para siempre su varonil afectividad. Años más tarde hará inútiles las ofertas en firme y con refrendo papal de la abadía mitrada de Montecasino y de la sede arzobispal de Nápoles. La visión íntima de su vocación había quedado radiante y asegurada, por gracias especiales de Dios, por los consejos de los superiores de la Orden y por el providencial magisterio de Alberto Magno, que le reafirmarán la conciencia y responsabilidad de aquella trascendental empresa intelectual y apostólica que la Providencia les confiara. Se salvó, en la generosidad de su entrega y en la fortaleza contrastada de su defensa, no sólo la vocación personal de Tomás, sino la orientación doctrinal de su Orden, y uno de los más grandes servicios que se hayan rendido a la Iglesia.
En los designios de Dios sobre aquel joven excepcional no sólo tienen decisiva importancia las dotes extraordinarias de inteligencia preclara y laboriosidad infatigable; la trayectoria de su formación pausada y lenta enriquecerá aquellas posibilidades haciéndole alcanzar proporciones insospechadas. Ciencia de las escuelas en Montecasino y en Nápoles, es su primer bagaje de artes, letras y filosofía. Con diecinueve años de edad y catorce de estudios, llega al ambiente de formación profunda de la Orden Dominicana, cuyo lema nadie mejor que Tomás supo formular después de vivido: "Contemplar y transmitir el fruto de la contemplación". Roma y Bolonia, Nápoles y Roccasecca fueron el escenario de un noviciado muy especial, en el que las inquietudes y las luchas ayudaron a enraizar y conjuntar el estudio con la oración, la doctrina con la vida. La Orden, con visión certera, le llevará a continuar sus estudios de teología en las aulas de mejor solera: Santiago de París, en pleno ambiente de polémica universitaria, y principalmente en Colonia durante cuatro años de trascendental importancia junto a un maestro —también excepcional—, Alberto Magno. La Biblia y los Padres de la Iglesia, las sentencias y los teólogos, la ciencia natural y la renovación aristotélica de la filosofía, fueron penetrando fecundantes en aquel Tomás singular que, al llegar a su sacerdocio en 1251, pasaría insensiblemente sin dejar nunca de aprender y estudiar, el prestigio y la fama de su saber y de su virtud le ascendieron pronto a la cátedra de la Universidad.
Podrá considerarse poco normal el que desde sus días infantiles comenzara a atormentarle aquel profundo interrogante: "¿Quién es Dios?" Mas no era tanto inquietud de duda como ansia creciente de saber y amor esforzado de la verdad. Toda su existencia vendrá a dar contestación a aquella pregunta en lenguaje de vida y claridad de ciencia. La síntesis de su programa de formación, de lo que fue su vida estudiantil aquellos largos años, nos la describe Tomás —guardando anonimato— en aquellos certeros consejos a un estudiante: "Pureza exquisita de conciencia; aplicación incansable en las horas de estudio, esfuerzo para comprender a fondo cuanto se lee y oye; trabajo para superar toda duda y llegar a la certidumbre; refugiarse cuanto pueda en la sala de armas del espíritu". ¡Qué humanos y qué al alcance de todos estos rasgos que reflejan limpieza de alma y espíritu de piedad!, pero sobre todo, subrayan insistentes el esfuerzo tenaz, la laboriosidad perseverante, la sacrificada estudiosidad, sin los cuales tantas veces quedan estériles y ocultas grandes capacidades.
Si el estudiante Tomás destacó por su talento, también conquistaba por su sencillez y humildad. Detalles generosos de compañerismo en sus tareas escolares nos han recogido sus biógrafos; más tarde se reflejarán también en las, maravillosas páginas que dejará escritas sobre la amistad y el amor. La exquisita sensibilidad de su temperamento se enriqueció con experiencias de intenso convivir humano que contrapesarán siempre en él la claridad y equilibrio de su inteligencia con un sentido de realidad y aguda perspicacia de los problemas humanos.
Primeramente el servicio del prójimo y la ayuda privada a sus compañeros; más tarde las públicas disputaciones escolásticas le pusieron en marcha en las tareas de polémica y enseñanza en las que pronto habría de elevarse hasta el supremo magisterio. Comienza en Colonia, pero pasará en seguida a París, principal escenario de su magisterio, a propuesta del mismo San Alberto y del cardenal Hugo de Sancaro. Actúa como bachiller bíblico y después como sentenciario, en el Estudio General de Santiago. Ensayo turbulento de una docencia fustigada durante cuatro años por Guillermo de Santo Amor y los seculares. La distancia de siglos suaviza la tensión y acritud de aquel estado de cosas, y hoy nos resultan ridículas las invectivas violentas en aquella polémica entre unos y otros maestros, entre regulares y seculares, involucrando cosas, intrigando ante Pontífices y prelados y hasta hostilizando con plantes, huelgas y violencias en los ambientes universitarios. Sin duda, fue Tomás una de las piedras de mayor escándalo en la polémica. También fue el más contundente refutador, cuyo informe pesó más sin duda en la decisión terminante del papa Alejandro IV, que mandó conferir a Tomás —de treinta y un años de edad— el grado de maestro y la "licentia docendi". A los pies del Sagrario, en humilde súplica y encendida oración, impetraba Tomás del Señor la ciencia y la gracia para bien comenzar y cumplir exactamente su oficio de maestro. Siguieron las intrigas, y hasta las coacciones físicas, de resistencia al magisterio de Tomás, hasta que el Papa mandó a la Facultad recibir en su seno con plenitud de honores y derechos a fray Tomás de Aquino y a fray Ventura de Bagnorea. Maravillosa siempre en medio de la polémica su mesura y equilibrio en los modos, la elegancia y altura de su disertación y, sobre todo, la caridad y el amor a la verdad. Tres años duró su primer magisterio en París como regente de la cátedra de extranjeros, compatible con las delicadas tareas del asesoramiento real y del consejo al maestro general de la Orden. Y sorprendente es que aquella incansable actividad no le entorpeciera su difícil y profunda actividad científica, plasmada en Los Comentarios a la Sagrada Escritura, y al Maestro de las Sentencias, Pedro Lombardo, sus tratados De Trinitate y Dé veritate, y el comienzo, de la Summa contra Gentiles, obras —entre otras de menor importancia— escritas en aquellos agitados años de París.
Las circunstancias llevaron a Tomás al capítulo general de Valenciennes, donde con Alberto Magno, Pedro de Tarantasia, Bonhome de Bretaña y Florencio de Hesdin, redactaron una nueva "Ratio Studiorum" para las casas de formación de la Orden, de trascendental importancia en la renovación de la cultura filosófica y teológica. Se traslada seguidamente a Italia en 1259, donde durante nueve años —como teólogo del Estudio General de la Corte Pontificia— desarrollará la más intensa y fecunda etapa de su vida. Profesor universitario con abrumadora concurrencia de alumnos y prestigio sorprendente; consultor pontificio de máxima autoridad, a quien se multiplican las consultas y se piden dictámenes por numerosas jerarquías de la Iglesia que le hacen colaborar en problemas de gobierno y de disciplina. No deben silenciarse aquellas conversaciones y entrevistas que juntaron en la corte papal de Orvieto a San Alberto y a Santo Tomás con el papa Urbano IV y que terminaron con el encargo oficial a Tomás de corregir y depurar los estudios filosóficos aristotélicos para que pudieran eficazmente servir en el desarrollo de la teología. junto a Tomás, el gran helenista dominicano Guillermo de Moebeker hizo posible la revisión directa de textos e ideas de Aristóteles, que había de tener extraordinaria trascendencia en la cultura occidental y en la evolución de la enseñanza teológica.
El itinerario de su magisterio al servicio de la corte pontificia peregrinante, dibuja la ruta sinuosa de su producción escrita en esta etapa trascendental. En Anagni y Orvieto comentará a San Pablo, terminará la Summa contra Gentes y dará comienzo a su glosa escriturística Catena aurea, que será terminada en Santa Sabina de Roma, donde dará comienzo a su obra trascendental: la Summa Theologica, que continúa en Viterbo y concluye en París. De 1268 a 1272 quedará redactada esta obra cumbre de su genio y pieza trascendental de la ciencia sagrada.
Nuevamente en París, comienza la segunda etapa de su enseñanza universitaria; a las viejas polémicas —casi domésticas— con Guillermo de Santo Amor van a suceder otras profundas contiendas ideológicas con Siger de Brabante y Boecio de Dacia. La perversión averroísta de la filosofía de Aristóteles puso en serio peligro aquella gran renovación doctrinal que capitaneaban Alberto y Tomás. Más peligrosa y trascendental, y no menos acre y violenta, esta nueva batalla iba a poner en claro la doctrina y equilibrio de Tomás en plena madurez de inteligencia y en espléndida fecundidad doctrinal. No sólo termina la Summa y compone otros importantes tratados teológicos, sino que comenta ampliamente los libros de Aristóteles y polemiza sobre su sentido e interpretación en numerosos escritos. En esta época alcanza el máximo prestigio en la corte real de San Luís y la más popular adhesión de sus alumnos, que recogieron aleccionadores y ejemplares recuerdos de su gestión universitaria. Con todo, el ambiente de huelgas y desórdenes, de intrigas y de luchas volvieron a interrumpir las tareas docentes de Tomás en París y se trasladará nuevamente a su patria, reclamado para regentar cátedra en la Universidad de su ciudad natal.
Cambio de ambiente, cambio de preocupaciones, la vida de Tomás en plena madurez parece adentrarse más en los problemas de la vida. Breve será esa última etapa de su magisterio napolitano, que nos presenta al teólogo entrañablemente ocupado en asuntos de su propia familia, para ayudar a su hermana viuda; en asuntos de su provincia dominicana, reorganizando la casa de estudios y acudiendo a los capítulos y consejos; le vemos más que nunca participando en la labor ministerial de la palabra, en largas e intensas jornadas de predicación apostólica que subrayan otra faceta de su rica personalidad, el Santo Tomás predicador. Predicador apostólico en los difíciles ambientes de aquella turbulenta Universidad, en la que mereció el nombramiento de predicador general conferido por su provincia en 1260. Predicador excepcional ante el Papa y los cardenales cuando, en 1264 se le confió la delicada tarea de cantar litúrgicamente las glorias del Sacramento, en aquella obra maestra de devoción y poesía que fue el oficio del Corpus Christi, y se le encomendó también aquel trascendental y devotísimo sermón predicado ante el Consistorio, que es de los cantos más tiernos y teológicos a la Sagrada Eucaristía. Pero también predicador popular en las basílicas romanas de 1265 a 1267, singularmente en los famosos sermones de Semana Santa predicados en Santa María la Mayor, de los que se ha podido escribir este acertado comentario: "Conmovió al pueblo hasta las lágrimas cuando hablaba de la pasión de Cristo; y el día de Pascua, lo movió hasta los mayores transportes de alegría, asociándolo al incontenible gozo de la Santísima Virgen por la resurrección de su Hijo". Y tal vez más patéticos e impresionantes aquellos sermones que en 1273 predicaba en el púlpito de la iglesia de Santo Domingo de Nápoles en su propia lengua natal, el dialecto napolitano. "Predicaba con los ojos cerrados o estáticos y dirigidos al cielo", testificará en su proceso de canonización Juan de Blas, justicia de Nápoles. "La muchedumbre se agolpaba para escucharle, oyéndole con tanta atención y reverencia, como si hablase el mismo Dios", escribía Guillermo de Tocco. La madurez de su alma por aquellos años había elevado el rango de su magisterio intelectual a la cálida expansión de su experiencia mística. Y lo mismo que un día, después de la visión sobrenatural que iluminó intensamente su alma con la ciencia de los santos durante la celebración de la misa de San Nicolás, Santo Tomás dejará de escribir porque todo le parecía "paja" en lo escrito frente a lo contemplado, también dejará de predicar y de hablar con los hombres para quedar sumido en la intensa oración, diálogo directo con Dios Nuestro Señor, que fue regalo espléndido de Dios en los últimos días, a quien durante toda su vida se había ejercitado intensamente en la oración y mística contemplación. Nunca hubo para él ni dualidad ni oposición entre la oración y el estudio, entre la acción y la contemplación. Hombre "miro modo Contemplativus" escribió de él Guillermo de Tocco, su más antiguo biógrafo. Sabiduría, caridad y paz serán las tres notas dominantes y características de su vida espiritual, comentará Mgr. Grabmann, uno de sus más modernos apologistas.
Vocación, formación, magisterio, producción científica, predicación apostólica, son dimensiones —aunque extraordinarias— humanas de la personalidad de Tomás. Su dimensión sobrenatural, la medida y matices de su santidad y ejemplaridad fueron solemnemente proclamadas por la Iglesia en Avignon el 18 de julio de 1332, medio siglo después de su dichosa muerte en el monasterio de Fossanova. Si la excepcionalidad de sus cualidades humanas lo distancian de nosotros, la heroicidad probada de sus virtudes lo elevan sin distanciarlo... porque el camino de la oración, de la humildad, de la prudencia y de la caridad, de la fortaleza y de la sobriedad, de la pureza y de la paciencia en las que Tomás sobresalió, es camino para todas las almas.
JOSÉ MANUEL AGUILAR, O. P.