Amor en un tiempo sin abrazos

Los primeros cristianos amaron en una época de plagas y epidemias. Cuidaron a los enfermos, enterraron a los muertos y consolaron a los afligidos, a menudo con gran sacrificio y riesgo para sus propias vidas.

 

Carta de Mons. José H. Gómez - arzobispo de Los Ángeles

La Cuaresma es siempre un recorrido por el desierto que hacemos con Jesús, que ayunó y fue probado ahí durante 40 días y 40 noches.

El profeta Oseas dice que el Señor conduce a su pueblo al desierto para hablarle al corazón. Esta Cuaresma, parece que todo el mundo ha sido llevado a un desierto.

Vivo en el centro de una de las ciudades más concurridas y ocupadas del mundo, una ciudad que nunca duerme. Sin embargo, ahora las calles están vacías y parece que un gran silencio se ha apoderado de Los Ángeles, del resto de nuestro país y de la mayor parte del mundo.

En el lapso de unos cuantos meses, hemos presenciado el equivalente al cierre de la civilización: los viajes, el comercio y la producción económica han cesado casi por completo; millones de personas se han visto obligadas a dejar el trabajo por parte del gobierno de sus países, que les ha ordenado quedarse en casa; cientos de miles están infectados y decenas de miles están muriendo a causa de un virus cuya existencia era conocida sólo por unos cuantos, a principios de este año.

La Iglesia nació en una época en la que las epidemias eran comunes. Dionisio, obispo de Alejandría, Egipto, escribió en un mensaje de Pascua de mediados del siglo tercero: “Esta enfermedad surgió de la nada; es una cosa… más aterradora que cualquier desastre”.

He estado reflexionando acerca de esta historia y preguntándome: si Dios está hablando a nuestros corazones en este desierto, ¿qué es lo que nos está diciendo? Es una pregunta que escucho que mucha gente se plantea con angustia: ¿Dónde está Dios?, ¿cuáles son sus designios en este tiempo del coronavirus?

Nuestra fe nos enseña que Dios no causa el mal, pero sí lo permite, siempre con la intención de sacar algo bueno de él. Los caminos de Dios pueden seguir siendo siempre misteriosos para nosotros, pero podemos confiar en su amor por su creación y en su amor por cada uno de nosotros.

Sabemos que su amor es verdadero porque hemos visto el corazón de Jesucristo.

Jesús vino a nuestro mundo a traer la salud. A cada lugar a donde iba, Él llevaba el amor de Dios a la gente que estaba ciega y sorda, paralítica y discapacitada, a los epilépticos y a los leprosos, a aquellos que padecían dolor y sufrimiento crónicos.

Jesús pasó por este mundo con su corazón abierto a la compasión y con sus manos listas para servir a los demás, por amor.

Él les dice a sus seguidores, de aquel entonces y a los de ahora: “Les he dado un modelo a seguir, para que, lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan”.

A ejemplo de Jesús, los primeros cristianos amaron en una época de plagas y epidemias.

Cuidaron a los enfermos, enterraron a los muertos y consolaron a los afligidos, a menudo con gran sacrificio y riesgo para sus propias vidas.

A lo largo de la historia de la Iglesia, algunos de nuestros más grandes santos han estado al servicio de los enfermos. Estos días he estado reflexionando mucho acerca de San Damián y de Santa Marianne Cope, que atendieron a los leprosos en Molokai y en la Santa Madre Teresa, atendiendo a los enfermos y moribundos de Calcuta.

Hay santos que se están forjando en nuestra crisis actual. Nunca sabremos sus nombres o sus historias, pero sé que recordaremos estos días como un tiempo en que hombres y mujeres realizaron hermosos actos de valor y de amor por su prójimo.

Estoy pensando no solo en los médicos y enfermeras, o en los sacerdotes, en las monjas y los laicos que sirven a a los enfermos y a los moribundos. Se están forjando también santos entre las madres y los padres que mantienen viva la esperanza en Dios para sus hijos en un tiempo en que hay que “refugiarse en casa”.

Estos son tiempos extraños y nuestros sufrimientos son peculiares. Estaba leyendo una entrevista a Vin Scully, el gran locutor de los Dodgers, que es un buen caballero católico. Él describía cómo ahora sus hijos lo visitan, pero tienen miedo de acercársele demasiado por temor a la posibilidad de infectarlo.

“Ellos se sientan a unos metros de distancia solo para saludar”, dijo. “Pero no hay abrazos ni besos. … Estamos poniendo todo nuestro empeño en seguir las reglas. … Es un tiempo muy difícil éste, que nos deja sin abrazos, ¿saben?”.

Le rompe a uno el corazón que ésta sea nuestra realidad. Pero incluso en un tiempo en el que no podemos darles un abrazo a nuestros seres queridos, aún podemos amar. Y debemos amar. Podemos amar, incluso a una “distancia social”, incluso a través de llamadas telefónicas y de plataformas de redes sociales. Podemos orar los unos por los otros, podemos ofrecer sacrificios, podemos escuchar con comprensión.

¿Dónde está Dios en esta pandemia? Los santos siempre responden: donde hay amor, allí está Dios. Entonces, amemos.

Oren por mí y yo oraré por ustedes.

Y pidámosle juntos a nuestra Santísima Madre María que nos ayude a recorrer este desierto de Cuaresma, a llevar nuestra cruz con Cristo y a dar testimonio de nuestra fe en el cielo, con nuestra confianza puesta en que Él nos acompaña incluso en la oscuridad de la enfermedad y de la muerte, incluso en la incertidumbre de los tiempos en que estamos viviendo.

 

Juan Pablo II fue muy popular, ya antes de que la Iglesia católica lo declarara oficialmente santo.

La polaca Paulina Guzik ha buceado en su historia en busca de la raíz de ese éxito. El resultado fue este documental. Un producto apasionante que explica su pensamiento y las consecuencias en la Iglesia de hoy.

PAULINA GUZIK
Directora, “I Like to See the Sunrise”
“Mucho antes de que naciera este proyecto, George Weigel me dijo que los polacos deberíamos recordar en el centenario de Juan Pablo II que no fue solo un papa “emotivo” al que tenemos un cariño especial. Debíamos mostrar al gran pensador, al gran humanista, filósofo, comunicador, inspirador… hablar de su teología del cuerpo. Y eso es lo que intenté con el documental”.

El documental explica el pensamiento y enseñanzas de Juan Pablo II, aspectos que a menudo quedan en segundo plano en favor de su popularidad.

PROF. JAROSŁAW KUPCZAK
Pontificia Universidad Juan Pablo II (Cracovia)
“De algún modo, lo que nosotros podemos vivir al 10, al 20 o al 30%, Juan Pablo II lo vivió al 100%. Sería por la gracia de Dios y la Providencia, pero consiguió hacer de su vida humana algo divino y este es el milagro de Juan Pablo II. A esto le llamamos santidad”.

La película incluye vídeos y fotos poco conocidos de Juan Pablo II. También los testimonies de personas que lo conocían muy bien. Desde su biógrafo George Weigel, hasta su secretario personal, el cardenal Stanislaw Dziwisz.

CARD. STANISŁAW DZIWISZ
Secretario personal de Juan Pablo II
“Esto no es ficción. Es un documental. Y la fuerza de su mensaje es la autenticidad de los testigos. Pero sobre todo, las frases del mismo Juan Pablo II. Esas palabras me hacían llorar. Te traen muchas cosas a la memoria. Por eso me parece bien que se produzcan estas películas”.

Los productores esperan que el documental tenga un gran impacto en todo el mundo. Se iba a lanzar en mayo en EE.UU., pero tuvo que suspenderse a causa del coronavirus. Aún así esperan que llegue al mayor número posible de personas en todo el mundo.

Fuente: Rome Reports 

 

En la antigua ciudad portuaria de Aqaba, en Jordania,  están las ruinas de la que se cree es la iglesia más antigua del mundo

 

Aqaba, llamada Elath y Aila en tiempos antiguos, está ubicada en la punta noreste del mar Rojo en el golfo de Aqaba, al este de la península del Sinaí y al oeste de la península Arábiga y, durante miles de años, ha sido una importante ciudad portuaria.

 

Se menciona, por ejemplo, en 1 Reyes 9,26: “Salomón equipó también una flota en Esión Guéber, que está cerca de Elat, a orillas del Mar Rojo, en el país de Edom”.

 

 

La reina de Saba también visitó el área camino de la corte del rey Salomón en torno al siglo X a.C. Sin embargo, su posición en la evolución de la antigua Iglesia cristiana es un descubrimiento reciente. 

En 1998, un grupo de arqueólogos liderado por el profesor S. Thomas Parker de la Universidad Estatal de Carolina del Norte estaba realizando trabajos de prospección cuando descubrió una serie de muros y un conjunto de 24 tumbas directamente adyacentes. Cuando continuaron las excavaciones, la simetría se hizo evidente.

Lo que habían descubierto eran las ruinas de una estructura, orientada al este, con forma de una basílica con una nave central flanqueada de naves laterales (Rose, 1998). Había portales arqueados, lo que se sospecha fue una nave abovedada y una escalera de piedra que señalaría la anterior presencia de un segundo piso.

 

 

Las paredes miden unos 4’5 metros de altura por 1 de grosor. Hay hallazgos que resultarían familiares incluso a los cristianos modernos: una caja de colecta, una sacristía, un presbiterio y un nártex.

Se cree que la iglesia fue la sede del obispo de Aila (Aqaba), uno de los presentes en el Primer Concilio de Nicea en 325. Esto sugiere la relevancia de la comunidad cristiana en la zona circundante.

En base a monedas y otros artefactos descubiertos en la excavación, el lugar ha sido fechado en torno al año 294, es decir, unas pocas décadas más antiguo que la iglesia de la Natividad (322) y la iglesia del Santo Sepulcro (327) y, por tanto, es la estructura más antigua del mundo construida con el propósito de ser iglesia (Parker, 1998). En 2014, el Libro Guinness de los récords reconoció la iglesia como “la iglesia cristiana construida a tal efecto más antigua conocida en el mundo”.

 

Aunque quizás sea la más antigua, su servicio fue breve. Durante la Gran Persecución de Diocleciano contra los cristianos entre 302-313, se cree que la iglesia fue abandonada y que cayó en ruina. Fue restaurada en la década siguiente, pero finalmente destruida por el gran terremoto de 363. Lo que quedó de la iglesia fue sepultado por el derive de las arenas, hasta su descubrimiento a finales del siglo XX.

El yacimiento es fácilmente accesible para su visita desde la calle Istiqlal o la calle Ghazali  en el centro de Aqaba, a un breve paseo desde las arenosas orillas del Golfo. Aunque el yacimiento ha sido rellenado parcialmente para su preservación, queda mucho visible todavía.

Mirando los viejos muros se puede vislumbrar una época en la que esta iglesia fue ese lugar donde las personas de fe acudían desde sus trabajos como carpinteros, marinos y pescadores, y entraban en esa nueva estructura dedicada al culto a Dios para celebrar misa y recordar a Cristo, que vivió entre ellos solamente unos dos siglos antes.

 

 

Las primitivas técnicas de construcción empleadas, usando cimientos de piedra contra piedra cubiertos con barro y paja, sin duda no soportarían el azote de los elementos durante un milenio, pero los muros siguen ahí en pie. Siguen erguidos como testimonio de una Fe que sigue viva a día de hoy a pesar de los vientos de cambio social y las perpetuas persecuciones que continúan implacables en su causa por aplastarla.

Y de esta forma los viejos muros de la iglesia de Aqaba llevan un mensaje esperanza imperecedera para los fieles de hoy: “Sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella”.

 

Galería de imágenes

 

Su ejemplo fue un motivo de evangelización

 

1. El testimonio de vida de los cristianos no quedó  sólo en sus hogares. Su Fe les llevaba a las obras de misericordia en serio. Las enfermedades, grandes epidemias producían más muertos que las guerras.  Cuando se desataba una epidemia, las familias ricas se iban al campo, y los médicos se iban con ellas. El resto de la población se quedaba en una perspectiva de muerte. Los contagios eran masivos, los padres abandonaban sus hijos enfermos y los hijos a sus padres enfermos.

 

En su libro Stark analiza dos de las más graves epidemias que asolaron al imperio. Una del año 165 y otra del 251.Se llevaron en torno a un tercio de la población. Esta proporción no se dio entre los cristianos, es más seguían creciendo.

2. Los cristianos no vivían como los paganos en estas circunstancias. Los cristianos no huían; cuidaban de sus enfermos y agonizantes, que con pequeñas medidas de higiene frenaban la epidemia. Es más cuidaban también de sus vecinos paganos, abandonados por sus familias. Dionisio, obispo en el año 260 en Alejandría describe la firmeza y la heroicidad de los cristianos en la epidemia. Muchos murieron per partieron felices acompañados por sus familias. Los paganos, incluso, les culpaban de infectarles a ellos, pero los cristianos demostraron paciencia y fortaleza, como mártires cita Dionisio.

3. El emperador Juliano, enemigo de los cristianos escribe a un amigo con enfado y admiración a la vez. Los impíos galileos no apoyan sólo a sus enfermos, sino también a los nuestros, que efectivamente fueron conscientes de la falta de ayuda del Imperio, que pasaba sus días en el campo. El testimonio de los cristianos de cuidarse unos a otros y de cuidar a susvecinos paganos, creó un nuevo estilo de vida bien percibida, como ahora se dice, por la gente. La fe pagana no ofrecía consuelo alguno ante la calamidad; el testimonio de los cristianos y su Fe era un contraste clamoroso. Ofrecían sentido, consuelo y piedad con los suyos y sus vecinos.

4. Un pagano culto de la época escribe: "los estoicos aprendieron a no temer a la muerte, mediante una austera disciplina de vida; en los cristianos la falta de miedo a la muerte es un hábito incluso entre niños y jóvenes".  Muchos de los supervivientes se hicieron masivamente cristianos; por estima, pero sobre todo por el gozo, la alegría serena. Además de agradecidos, querían vivir el gozo, la serenidad y el sentido de comunidad de los cristianos. En esas situaciones de pánico y desesperación, la Fe de los cristianos superaba la oferta pagana. La decisión estaba tomada y clara: quiero ser como éstos.

5. La famosa epístola a Diogneto, constata que los cristianos no se distinguen por su modo de vestir,  ni por la lengua, ni sus costumbres como ciudadanos.

“Dan muestras de  una vida admirable y ciertamente increíble. Se casan, engendran, pero no abandonan a sus hijos e hijas; tienen mesa común pero no  el lecho. Superan las leyes, son en el mundo lo que el alma en el cuerpo. Viven en el mundo pero su religión no se y da vida a todo. Hacen lo mismo que todos pero en su conducta ordinaria, su modo de ser familia, de atender a los pobres los hace distintos. Viven extraordinariamente la vida ordinaria”

Hemos avanzado mucho, gracias a Dios y al trabajo de generaciones. Pero el atractivo de los cristianos está en sus vidas. No se divorcian, cuidan a sus enfermos, se preocupan de los demás, tienen hijos con deficiencias psíquicas o físicas y son aceptados con alegría. Mueren con los suyos. Se preocupan de su familias, vecinos, de los enfermos y mayores y niños. Luchan por ser castos en un mundo podrido. Perdonan a sus enemigos. Los misioneros y misioneras por todo el mundo no dejan a sus cristianos, aunque la Embajada lo pida o lo exija. La historia de las misiones es algo increíble.

Hay mucha gente sola, desorientada, fastidiada en un mundo avanzado pero cruel. El cristiano con su Fe tiene respuestas al dolor, a la muerte, a la enfermedad, a las contradicciones, que no le hace perder la sonrisa; en el Castillo de Javier en Navarra hay un Cristo precioso que desde la cruz perdona y SONRÍE. No es todo esto demasiado sobre humano, sí, sin duda. Pero la gente no es tonta, detecta ese modo de vivir, esa paz. Y la ansía como los paganos de antaño.

Cristianos, no seamos cómodos, apáticos, no os encerréis en un ghetto. Están deseando nuestro anuncio. Iglesia en salida, dice Papa Francisco, cristianos de 24 horas, Dios está empeñado además y su Madre.

 

Con ideas de Rodney Stark, "La expansión del cristianismo", y Scot Hann, "La nueva evangelización de los católicos".

Daniel Tirapu
RELIGION CONFIDENCIAL

Ante este escenario jamás visto: la Plaza de San Pedro desierta y las personas siguiendo la ceremonia desde sus hogares, el Papa rezó una intensa oración para pedir a Dios el fin de la pandemia del coronavirus.

Se leyó un pasaje del Evangelio de Marcos, el de Jesús calma la tempestad en el lago. Luego, el Papa hizo una homilía a solas en la que la comparó con la actual pandemia que ha cambiado la vida de las personas.

FRANCISCO
En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos progresado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo.
Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.

Francisco mencionó al miedo y la falta de fe de los discípulos de Jesús. Y recordó a los católicos la belleza de confiar en Dios también en tiempos duros.

FRANCISCO
Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza.

El Papa rezó emocionado ante la imagen de la patrona de Roma, la 'Salus Populi Romani'. Pidió su protección para la ciudad de Roma y el mundo entero.

https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=hADy0VWlQWQ&feature=emb_logo

También se detuvo intensamente rezó ante el crucifijo milagroso de San Marcelo.

Luego rezó en silencio, adorando la Eucaristía.

El cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica de San Pedro, anunció la bendición Urbi et Orbi y la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria.

Francisco se asomó de nuevo a la plaza. Desde el umbral de la basílica bendijo con la Eucaristía a la ciudad de Roma y al mundo.

La bendición Urbi et Orbi normalmente se reserva para la Navidad, Pascua y la elección de un nuevo Papa. Pero Francisco decidió impartirla extraordinariamente para conceder la indulgencia, y recordar que la bondad de Dios ante el sufrimiento que ha generado el coronavirus.

 

Romereports.com

En los primeros siglos, a los cristianos no se les permitía celebrar su fe públicamente y se los obligaba a “guardar el domingo” en casa

 

Si bien el cristianismo se asocia más comúnmente con iglesias grandes y hermosas donde la liturgia se celebra regularmente, al principio era una historia muy diferente.Los cristianos fueron minoría durante los primeros siglos, y fueron perseguidos por casi todos los demás. Además, no tenían recursos para erigir iglesias grandes y grandiosas. En cambio, mantuvieron la fe y se reunieron en casas particulares.

La Enciclopedia Católica afirma “que los primeros lugares dedicados al culto cristiano fueron las habitaciones en viviendas privadas se admite en todas las fuentes … la afirmación en sí misma apenas necesita pruebas”.

La evidencia de esto se encuentra incluso en el Nuevo Testamento, especialmente en los Hechos de los Apóstoles.

Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón(Hechos 2,46)

Se cree que las cartas de san Pablo están dirigidas a congregaciones de cristianos que se reunían en las casas de los demás para la Eucaristía.

Las Iglesias de la provincia de Asia les envían saludos. También los saludan en el Señor, Aquila y Priscila, junto con los hermanos que se congregan en su casa”. (1 Corintios 16,19)

Estas reuniones generalmente se llevaban a cabo en casas más grandes, pero estas casas solo podían acomodar alrededor de 40-50 personas.

Esto significa que estas “iglesias” eran bastante pequeñas y los pastores locales atendían las necesidades de solo un puñado de familias.

Sin embargo, una vez que el cristianismo ya no estuvo bajo persecución, la Iglesia creciente necesitaba construir edificios mucho más grandes para albergar a todos los fieles. Ya no se necesitaban casas particulares y la misa se podía celebrar abiertamente sin ninguna amenaza.

Curiosamente, este no ha sido un episodio aislado: durante la historia, cada vez que el cristianismo no se podía practicar en público, los cristianos volvían a reunirse en las casas, sobreviviendo así la Iglesia a muchas pruebas.

¿Podría suceder lo mismo durante la epidemia de coronavirus, haciendo de cada hogar cristiano una pequeña iglesia?

Fuente: Aleteia.com

El ejemplo de los primeros cristianos fue un motivo de evangelización

 

1. El testimonio de vida de los cristianos no quedó  sólo en sus hogares. Su Fe les llevaba a las obras de misericordia en serio. Las enfermedades, grandes epidemias producían más muertos que las guerras.  Cuando se desataba una epidemia, las familias ricas se iban al campo, y los médicos se iban con ellas. El resto de la población se quedaba en una perspectiva de muerte. Los contagios eran masivos, los padres abandonaban sus hijos enfermos y los hijos a sus padres enfermos.

 

En su libro Stark analiza dos de las más graves epidemias que asolaron al imperio. Una del año 165 y otra del 251.Se llevaron en torno a un tercio de la población. Esta proporción no se dio entre los cristianos, es más seguían creciendo.

2. Los cristianos no vivían como los paganos en estas circunstancias. Los cristianos no huían; cuidaban de sus enfermos y agonizantes, que con pequeñas medidas de higiene frenaban la epidemia. Es más cuidaban también de sus vecinos paganos, abandonados por sus familias. Dionisio, obispo en el año 260 en Alejandría describe la firmeza y la heroicidad de los cristianos en la epidemia. Muchos murieron pero partieron felices acompañados por sus familias. Los paganos, incluso, les culpaban de infectarles a ellos, pero los cristianos demostraron paciencia y fortaleza, "como mártires" cita Dionisio.

3. El emperador Juliano, enemigo de los cristianos escribe a un amigo con enfado y admiración a la vez. "Los impíos galileos no apoyan sólo a sus enfermos, sino también a los nuestros", que efectivamente fueron conscientes de la falta de ayuda del Imperio, que pasaba sus días en el campo. El testimonio de los cristianos de cuidarse unos a otros y de cuidar a susvecinos paganos, creó un nuevo estilo de vida bien percibida, como ahora se dice, por la gente. La fe pagana no ofrecía consuelo alguno ante la calamidad; el testimonio de los cristianos y su Fe era un contraste clamoroso. Ofrecían sentido, consuelo y piedad con los suyos y sus vecinos.

4. Un pagano culto de la época escribe: "los estoicos aprendieron a no temer a la muerte, mediante una austera disciplina de vida; en los cristianos la falta de miedo a la muerte es un hábito incluso entre niños y jóvenes".  Muchos de los supervivientes se hicieron masivamente cristianos; por estima, pero sobre todo por el gozo, la alegría serena. Además de agradecidos, querían vivir el gozo, la serenidad y el sentido de comunidad de los cristianos. En esas situaciones de pánico y desesperación, la Fe de los cristianos superaba la oferta pagana. La decisión estaba tomada y clara: quiero ser como éstos.

5. La famosa epístola a Diogneto, constata que los cristianos no se distinguen por su modo de vestir,  ni por la lengua, ni sus costumbres como ciudadanos.

“Dan muestras de  una vida admirable y ciertamente increíble. Se casan, engendran, pero no abandonan a sus hijos e hijas; tienen mesa común pero no  el lecho. Superan las leyes, son en el mundo lo que el alma en el cuerpo. Viven en el mundo pero su religión no se y da vida a todo. Hacen lo mismo que todos pero en su conducta ordinaria, su modo de ser familia, de atender a los pobres los hace distintos. Viven extraordinariamente la vida ordinaria”

Hemos avanzado mucho, gracias a Dios y al trabajo de generaciones. Pero el atractivo de los cristianos está en sus vidas. No se divorcian, cuidan a sus enfermos, se preocupan de los demás, tienen hijos con deficiencias psíquicas o físicas y son aceptados con alegría. Mueren con los suyos. Se preocupan de su familias, vecinos, de los enfermos y mayores y niños. Luchan por ser castos en un mundo podrido. Perdonan a sus enemigos. Los misioneros y misioneras por todo el mundo no dejan a sus cristianos, aunque la Embajada lo pida o lo exija. La historia de las misiones es algo increíble.

Hay mucha gente sola, desorientada, fastidiada en un mundo avanzado pero cruel. El cristiano con su Fe tiene respuestas al dolor, a la muerte, a la enfermedad, a las contradicciones, que no le hace perder la sonrisa; en el Castillo de Javier en Navarra hay un Cristo precioso que desde la cruz perdona y SONRÍE. No es todo esto demasiado sobre humano, sí, sin duda. Pero la gente no es tonta, detecta ese modo de vivir, esa paz. Y la ansía como los paganos de antaño.

Cristianos, no seamos cómodos, apáticos, no os encerréis en un ghetto. Están deseando nuestro anuncio. Iglesia en salida, dice Papa Francisco, cristianos de 24 horas, Dios está empeñado además y su Madre.

 

Con ideas de Rodney Stark, "La expansión del cristianismo", y Scot Hann, "La nueva evangelización de los católicos".

Daniel Tirapu
RELIGION CONFIDENCIAL

 

Redescubrir una nueva cercanía

 

La crisis mundial del coronavirus nos incita a reflexionar sobre el sentido de nuestras vidas y de la marcha del mundo. El Papa Francisco ha concedido dos breves entrevistas, en los periódicos La Repubblica (18-III-2020) y La Stampa (20-III-2020). En ellas da algunos consejos para vivir estos días dramáticos y propone redescubrir una nueva cercanía basada en la fraternidad.

 

El valor de lo concreto

1. En primer lugar se refiere a la valoración de las cosas pequeñas, de lo concreto, de los cuidados que podemos prestar a nuestros familiares y amigos: “Hay gestos mínimos, que a veces se pierden en el anonimato de la vida ordinaria, gestos de ternura, afecto, compasión que, sin embargo, son decisivos, importantes. Por ejemplo, un plato caliente, una caricia, un abrazo, una llamada telefónica... Son gestos familiares de atención a los detalles de cada día que hacen que la vida tenga sentido y que haya comunión y comunicación entre nosotros” (Entrevista 18-III)

Subraya el Papa que deberíamos descubrir lo que llama “una nueva cercanía”. Y la describe como “una relación concreta hecha de cuidados y paciencia”, que mejore la relación en las familias entre padres e hijos, más allá de la televisión y de los teléfonos móviles, que atienda las necesidades, esfuerzos y deseos de cada uno. “Hay –afirma Francisco– un lenguaje hecho de gestos concretos que hay que salvaguardar. En mi opinión, el dolor de estos días debe abrirnos a lo concreto” (Ib.).

 

Estar cerca, abrir a la esperanza

Cuando muchos han perdido a sus seres queridos y otros muchos están luchando por salvar otras vidas, el Papa reza por todos y les apoya como sucesor de Pedro, y les agradece ser ejemplo de esa sensibilidad hacia lo concreto. “Y pido –añade–­ que todos estén cerca de los que han perdido a sus seres queridos y traten de estar cerca de ellos de todos los modos posibles. El consuelo debe ser ahora el compromiso de todos” (Ib.).

Dice Francisco que le ha impresionado un artículo de Fabio Fazio sobre las cosas que está aprendiendo estos días. Entre otras, la cuestión ética de los impuestos, que permiten contar con suficientes camas y aparatos de respiración en estas circunstancias. Significativa, para captar el talante del Papa en estos días, es su respuesta cuando le preguntan: ¿Cómo puede vivir con esperanza estos días alguien que no cree? Vale la pena recoger esa respuesta, para poder leerla detenidamente:
“Todos somos hijos de Dios y estamos bajo su mirada. Incluso aquellos que aún no han encontrado a Dios, los que no tienen el don de la fe, pueden encontrar ahí su camino, en las cosas buenas en las que creen: pueden encontrar la fuerza en el amor a sus hijos, a su familia, a sus hermanos y hermanas. Uno puede decir: “No puedo rezar porque no soy creyente”. Pero al mismo tiempo, sin embargo, puede creer en el amor de la gente que le rodea y encontrar ahí la esperanza”(Ib.).

 


Solidaridad y oración

2. Para vivir esta Pascua ‘a puerta cerrada’ que se avecina, Francisco propone una respuesta con tres palabras: penitencia, compasión y esperanza, con el complemento de la humildad, “porque muchas veces se nos olvida que en la vida hay 'zonas oscuras', momentos oscuros. Pensamos que eso solo le puede pasar a otro. En cambio, este tiempo es oscuro para todos, sin exclusión. Está marcado por dolor y sombras que se nos han metido en casa. Es una situación diferente de las que hemos vivido. También porque nadie puede permitirse estar tranquilo, cada uno comparte estos días difíciles” (Entrevista 20-III-2020).

En esa línea, propone el Papa que la Cuaresma nos puede ayudar a encontrar un sentido a lo que nos está sucediendo, en la medida en que “nos entrena para ver con solidaridad a los demás, sobre todo a los que sufren. Esperando el resplandor de la luz que iluminará nuevamente todo y a todos” (Ib.).

Este es un tiempo–continúa en sus respuestas– en que se redescubre la importancia de rezar, como los apóstoles cuando clamaban al Señor: Maestro, nos estamos ahogando: “La oración –explica Francisco– nos deja comprender nuestra vulnerabilidad. Es el grito de los pobres, de los que se están hundiendo, de los que se sienten en peligro, solos. Y, en una situación difícil, desesperada, es importante saber que está el Señor, y que nos podemos aferrar a Él” (Ib.). Entonces Dios nos transmite fuerza y cercanía. Como a Pedro, nos da la mano para sacarnos en medio de la tormenta.

De nuevo le preguntan acerca de los no creyentes: ¿dónde pueden encontrar consuelo y ánimo?. Y responde en la línea de la anterior entrevista, aclarando que no quiere distinguir entre creyentes y no creyentes: “Todos somos humanos y, como hombres, todos estamos en la misma barca. Y para un cristiano nada humano debe ser ajeno. Aquí se llora porque se sufre. Todos. Tenemos en común la humanidad y el sufrimiento. Nos ayudan la unión, la colaboración recíproca, el sentido de responsabilidad y el espíritu de sacrificio que se genera en tantos lugares. No hay que distinguir entre creyentes y no creyentes, hay que ir a la raíz: la humanidad. Ante Dios todos somos hijos” (Ib.).

 


Raíces, fraternidad y esperanza

Ante los casos de los enfermos que están muriendo solos y aislados, el Papa valora y agradece el consuelo y la cercanía que presta el personal sanitario, que ocupa la primera fila de esta batalla: “Agradezco a todos esos enfermeros y enfermeras, médicos y voluntarios que, a pesar del extraordinario cansancio, se inclinan con paciencia y bondad de corazón para suplir la ausencia obligada de los familiares” (Ib.).
Al final le preguntan en qué sentido podrá servir esta experiencia para el futuro. El Papa ve aquí una oportunidad para redescubrir la fraternidad universal: “Para recordar a los hombres de una vez por todas que la humanidad es una única comunidad. Y lo importante y decisiva que es la fraternidad universal. Tenemos que pensar que será como después de una guerra. Ya no estará 'el otro', sino que estaremos 'nosotros'. Porque solo podremos salir de esta situación todos juntos” (Ib.).

Como seres humanos, concluye, tendremos que recomenzar desde ahí: “Tendremos que ver una vez más las raíces: los abuelos, los ancianos. Construir una verdadera fraternidad entre nosotros. Hacer memoria de esta difícil experiencia vivida entre todos, todos juntos. Y salir adelante con esperanza, que nunca desilusiona. Esas serán las palabras clave para volver a comenzar: raíces, memoria, hermandad y esperanza” (Ib.).

 

Ramiro Pellitero

La antigua Misa en las “Casas de la Iglesia” no era tan informal como muchos piensan

La Fe Católica fue ilegal en el Imperio Romano hasta el año 313 d.C. en que el emperador Constantino emitió el Edicto de Milán, permitiendo florecer públicamente la Fe Católica.

Anteriormente, las iglesias tal y como las conocemos hoy en día, eran muy poco frecuentes – la Misa era habitualmente celebrada en casas particulares.

Esas “casas” eran habitualmente de un tamaño considerable, con un patio central o gran habitación que permitía algo más formal que una Misa “alrededor de una mesa de comedor”. La gente no se sentaban simplemente alrededor de una mesa o se sentaban en círculo – para nada. Ellos se sentaban o permanecían de pie formalmente, y todos miraban en la misma dirección: este.

 

Iglesia de Dura-Europos

Iglesia de Dura-Europos

En la imagen se puede ver el esquema de una antigua casa-iglesia (actualmente más conocidas como Domus Ecclesiae o Domus Dei, Casa de Dios) dibujado basándose en una excavación de una casa-iglesia del siglo tercero en Dura-Europos  (en la actual Siria). Puedes pulsar sobre la imagen para verla en detalle. La sala de la asamblea (assembly room) está a la izquierda y aparece representado un sacerdote u obispo conduciendo una celebración litúrgica (de cara al este) en un altar colocado contra la pared. Un baptisterio aparece a la derecha y un diácono está representado custodiando la puerta de entrada. El diácono de aspecto solitario en la parte trasera de la asamblea está ahí para “preservar el orden”, como explicaremos más adelante. La imagen inferior muestra el baptisterio de la casa-iglesia de Dura-Europos.

Algo que llama la atención sobre estas liturgias primigenias es lo formales que eran a pesar del hecho de que eran realizadas en unas circunstancias que estaban bastante lejos de ser ideales.

El siguiente texto es de la Didascalia [capítulo XII, nota de AyC], un documento escrito aproximadamente sobre el año 250 d.C. Entre otras cosas, da detalles bastante elaborados sobre la celebración de las primeras Misas con esas “liturgias caseras”.

“LVII. 2. En vuestras asambleas, en las santas iglesias, reunid al pueblo con la mayor solicitud, preparando atentamente los lugares para los hermanos con mucha prudencia. 

3. Que haya un lugar reservado para los presbíteros en la parte de la casa que está hacia oriente.

Así que incluso en estas Misas primigenias, el santuario (el lugar donde los sacerdotes ejercían su ministerio) era un área distinta de aquella en la que los laicos se reunían. La gente no estaba simplemente ahí reunida en torno a una mesa de comedor.

4. Que el trono del obispo esté situado en medio de ellos para que los presbíteros se sienten junto a él. Asimismo, que los laicos se sienten en lo que queda de la parte oriental.

En la versión inglesa del texto, la frase concluye “que los laicos se sienten de cara al este”. La oración era conducida de cara al este.

5. Lo establecido es que los presbíteros se sienten en la parte oriental de la casa, juntamente con el obispo, después de ellos los laicos, y finalmente las mujeres.

Los hombres y las mujeres se sentaban en secciones separadas. Esto era tradicional en muchas iglesias hasta tiempos relativamente recientes.

de modo que, cuando os levantéis para orar, los que presiden se levanten los primeros, después los laicos y finalmente las mujeres. Debéis orar hacia oriente, recordando que está escrito: Alabad a Dios que sube sobre los cielos de los cielos hacia Oriente (Salmo 67,34).

Todos miraban hacia el este, tanto los sacerdotes como los laicos. Todos miraban en la misma dirección. El texto cita la Escritura como razón de hacerlo así. Dios está hacia el este, el origen de la luz.

6. En cuanto a los diáconos, que uno de ellos esté constantemente vigilando los dones de la Eucaristía, y que haya otro en la parte de fuera de la puerta para observar a los que entran;

Era una época de persecución y los cristianos primitivos tenían cuidado de admitir a los Sagrados Misterios solamente a bautizados y miembros de buena fe. A nadie le era permitido entrar a la Sagrada Liturgia hasta después de haber recibido el bautismo.

8. Igualmente, es preciso que, en la iglesia, los jóvenes estén sentados aparte, si hay espacio para ello, si no se estarán de pie; los de edad más avanzada estarán sentados aparte. Los niños estarán aparte, o bien su padre y su madre los tomarán consigo y estarán de pie. También los jóvenes estarán aparte, y, si no se dispone de más espacio, estarán de pie detrás de las mujeres. Las jóvenes casadas que tienen hijos estarán aparte, de pie, y las mujeres ancianas y las viudas se sentarán aparte.

Todo esto puede parecer complicado, pero el objetivo era que los asientos se asignaban en función del sexo y la edad: los hombres aun lado, las mujeres en el otro, los ancianos delante, los jóvenes detrás. Además, aquellos que tenían que cuidar de los niños pequeños, permanecían en un área separada.

10. El diácono también deberá velar para que nadie hable, ni duerma, ni se ría o haga señas con la cabeza. Porque es preciso que cada uno, con un comportamiento digno y de manera conveniente, esté atento en la iglesia a fin de que sus oídos estén abiertos a la palabra del Señor.

Eso está dicho muy claramente – y ese consejo sigue siendo necesario hoy en día.

 

“A la pandemia del virus queremos responder con la pandemia de la oración, de la compasión, de la ternura”

 

El Papa ha convocado a todos los líderes cristianos a rezar a un padrenuestro por el fin del coronavirus, el próximo miércoles 25 de marzo. Ese día los católicos conmemoran la fiesta de la Encarnación del Hijo de Dios.

“Recémoslo muchas veces, pero todos a la vez, a mediodía”, ha propuesto.

Además, ha anunciado que el viernes 27 de marzo impartirá excepcionalmente la bendición Urbi et orbi, a Roma y al mundo, que incluye la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria. Será a las 18:00.

 

 

Lo hará desde el exterior de la basílica de san Pedro, donde habitualmente tiene las audiencias generales, con la plaza vacía. Incluirá una adoración eucarística.

“A la pandemia del virus queremos responder con la pandemia de la oración, de la compasión, de la ternura”, explicó.

 

Rome Reports

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