Hoy en Wadowice, Polonia, ha dado inicio la fase diocesana del proceso de beatificación de los padres del Papa polaco, la Sierva de Dios Emilia Kaczorowska y el Siervo de Dios Karol Wojtyla. El postulador, el P. Slawomir Oder, quien también llevó adelante la causa de canonización de Juan Pablo II.
La sesión solemne de apertura del proceso se dio hoy de mañana en la Basílica de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María, en Wadowice. Tras el inicio del proceso, ofició la misa el Arzobispo de Cracovia, Mons. Marek Jedraszewki.
Emilia Kaczorowska es oriunda de familia de artesanos, y tenía ocho hermanos. Nació en Cracovia en 1884. Por su parte Karol Wojtyla proviene de una familia de sastres. Nace en Lipnik en 1879. Después de estudiar secundaria en una escuela alemana entra al servicio militar en Wadowice, en el año 1900. En 1903 alcanza el grado de sargento y regresa a casa, aunque después se reintegra prestando servicio como soldado profesional.
Emilia y Karol se casan el 10 de febrero de 1906 en Cracovia, matrimonio de donde surgen tres niños, Edmund, Olga – que muere poco después de nacida y bautizada – y Karol, quien nace en 1920. Por eso celebraremos prontamente el centenario de su nacimiento.
Cuando Karol hijo tenía 9 años fallece su madre. Había quedado debilitada por el parto del futuro Papa, y aunque médicos aconsejaron un aborto, la madre nunca contempló esa posibilidad y llevó adelante el embarazo.
Tras el fallecimiento de Emilia, el papá Karol se encarga solo la crianza y del sostenimiento del hogar, lo que hizo de forma eximia hasta su fallecimiento en 1941, en Cracovia. Recordaba el Papa Juan Pablo, las muchas ocasiones en que lo vio de rodillas ante un ícono de la Virgen de Czestochowa. Contaba también San Juan Pablo II que fue su padre quien le enseñó una oración al Espíritu Santo que incluso como Pontífice rezó hasta el final de sus días.
Fuente: Gaudium Press
Gozó de tanta autoridad El Pastor de Hermas durante los siglos II y III, que incluso Tertuliano (1) e Irineo de Lyon (2) lo citaron como Escritura. Asimismo el Codex Sinaiticus lo vincula al Nuevo Testamento, y en el Codex Claromontanus (3) figura entre los Hechos de los Apóstoles y las Cartas de San Pablo.
La primera versión del libro fue escrita en griego, y no se ha conservado el texto completo, pero sí se conserva la traducción al latín efectuada por su propio autor, Hermas de Roma. Viene citado en los siguientes manuscritos:
Codex Athensis
Codex Sinaiticus (Manuscrito del siglo IV de la versión griega de la Biblia).
Papiro 129 (Hallado a principios del siglo XX en Egipto y que en la actualidad se encuentra en la Universidad de Michigan).
Versión copto-sahídica (El sahídico es el dialecto principal del copto y era hablado en Tebas, en el Alto Egipto).
Codex Visionum
Existen dos versiones en latín: la Vulgata (4) y la Palatina (5). Además hay otras versiones en lenguas etiópicas, o sea, originarias de Etiopía: una en idioma persa y otra en lengua copta.
Aunque las citas bíblicas son muy escasas, el contenido del texto muestra que el autor dominaba la literatura sapiencial del Antiguo Testamento y de las Cartas de San Pablo. Igualmente es de destacar la influencia literaria judía, principalmente la proveniente de un texto titulado Manual de disciplina, perteneciente a los escritos esenios (6) descubiertos en las cuevas de Qumrán, a orillas del Mar Muerto. Esto significa que el autor provenía del ámbito judeo-cristiano.
Debido a que el texto de El Pastor de Hermas menciona al Papa Clemente I (7), antiguamente se suponía que la obra fue escrita en la época de su pontificado, o sea, entre el 88 y el 97 d.C.
Quienes originalmente consideraban que El Pastor de Hermas, como es el caso de Orígenes (8), se apoyaban en un versículo de la Carta a los Romanos, donde Pablo saluda a los cristianos de Roma, entre los que cita a uno llamado Hermas: "Saludad a Asíncrito y Flegón, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a los hermanos que están con ellos" (Romanos 16:14).
Sin embargo, gracias en gran parte al Códice de Muratori (9), sabemos que la obra fue compuesta por un tal Hermas, hermano del Papa Pío I, en la ciudad de Roma, entre los años 140 al 155 d.C., datación confirmada por otros catálogos eclesiásticos. Diversos exégetas y estudiosos han confirmado esta fecha de composición después de analizar el lenguaje utilizado, el mensaje teológico transmitido y la similitud con el libro del Apocalipsis.
El teólogo inglés Joseph B. Lighfoot (10) propuso a finales del siglo XIX la datación de El Pastor de Hermas entre los años 140 al 155 d.C., basado en estos tres testimonios:
Códice de Muratori (9): "Cuando Hermas redactó El Pastor muy recientemente en nuestra época, en la ciudad de Roma, su hermano, el obispo Pío, ocupaba la sede de la Iglesia de la ciudad de Roma".
Catálogo Liberiano (11) y Liber Pontificalis (12): "Bajo el episcopado de Pío, su hermano Hermas escribió un libro que contiene los preceptos que le entregó un ángel que se le apareció como un Pastor".
Doctrina de Marción (13): "Entonces, después de él, Pío, cuyo hermano según la carne era Hermas, el pastor angélico, porque él declama las palabras que le fueron dadas por el ángel…".
Estos tres testimonios parecen citar una misma fuente, la obra perdida de Hegesipo (14), que también sería utilizada por Eusebio de Cesárea (15) para redactar su obra Historia Eclesiástica.
El libro de El Pastor de Hermas refleja el estado de la cristiandad romana a mediados del siglo II d.C. Tras una larga etapa de tranquilidad sin sufrir persecuciones, parece que no era general el espíritu de los primeros tiempos del cristianismo. Junto a cristianos fervorosos, había muchos tibios. Junto a los santos no faltaban los pecadores. Y esto ocurría en todos los niveles de la Iglesia, desde los simples fieles hasta los ministros consagrados. Por este motivo no es de extrañar que el libro gire en torno a la necesidad de penitencia.
Según se desprende del escrito, Hermas, su autor, era un cristiano sencillo, pero lleno de preocupaciones religiosas y con una particular conciencia de sus propias faltas morales. Pesa sobre él principalmente el remordimiento por no haber sabido mantener debidamente las relaciones familiares con su esposa e hijos, y por no haber sabido hacer buen uso de sus bienes terrenales.
Hermas parece ser un judío de origen y formación, quien fue vendido como esclavo y enviado a Roma, en donde fue abriéndose paso en la vida. Como liberto se dedicó a los negocios y compró algunas fincas, que luego fue perdiendo. Sus hijos vivían mal y con su esposa no se llevaba demasiado bien, según él mismo nos cuenta en su libro.
Dos son los temas que nos plantea Hermas en su libro: el primero es la Iglesia, que es presentada en sí misma en su aspecto histórico y en su tiempo final o escatológico. El segundo habla de la relación de Cristo con la Iglesia, usando imágenes de fuerte resonancia bíblica. La utilización de un lenguaje alegórico se extiende por toda la obra, lo cual transmite un mensaje optimista y lleno de esperanza.
Muchos temas van apareciendo a lo largo del libro. De particular interés pueden ser los que se refieren al peligro de las riquezas, a las relaciones entre ricos y pobres, o a la necesidad de saber distinguir los signos de la influencia del buen o del mal espíritu en nosotros y en los demás. Pero el principal tema que aborda el texto del libro es el de la penitencia personal.
El Pastor de Hermas se compone de cinco visiones de género apocalíptico, doce mandatos y diez parábolas. El tono de la obra viene dado por la utilización de la primera persona del singular, presente desde el inicio de la primera visión cuando Hermas dice: "El amo que me crió me vendió a una tal Roda en Roma. Al cabo de muchos años la encontré de nuevo y empecé a amarla como a una hermana" (1ª. Visión, I).
La primera visión es mas bien una amonestación al mismo Hermas por su amor a Roda y a su condescendencia con sus hijos. En la segunda visión Hermas es invitado a dar a conocer el contenido de un libro que es una exhortación al arrepentimiento. La anciana que le habló en la primera visión se muestra como la Iglesia, pero también le dice que el libro aún debe ser completado.
En la tercera visión Hermas ve una torre que también simboliza a la Iglesia, y en la cuarte visión le es profetizada una tribulación, la cual se simboliza en un gran monstruo. La última visión presenta al Pastor, quien le mostrará y enseñará las parábolas del resto de la obra. La tercera parte, dedicada a los mandatos, trata de diversas virtudes cristianas y humanas: la fe, el temor de Dios, la continencia, la inocencia, la sinceridad, la castidad y el matrimonio cristiano.
Como se ha mencionado anteriormente, el punto principal de la obra es la penitencia, que se presenta como el modo de entrar a la Iglesia que nos menciona Hermas en su libro, la cual sería el único canal de salvación. Esta exhortación a la penitencia se refiere a la penitencia pública sacramental, que sólo se puede recibir después del bautismo, y que abarca todos los pecados sin exclusión alguna, lo cual es un dato muy característico en Hermes. Esta penitencia hay que llevarla a cabo enseguida y debe producir una conversión profunda y una enmienda verdadera, pues la santificación que produce en el alma es comparable a la del bautismo.
El Pastor de Hermas muestra cierta audacia imaginativa, pero en general tiene poca profundidad teológica, y se mantiene mas bien en una actitud meramente moralística. No obstante es interesante como reflejo de los problemas religiosos y morales que tenía un cristiano ordinario en aquel entonces.
Glosario
01.- TERTULIANO: Quinto Septimio Florente Tertuliano, más comúnmente conocido como Tertuliano (160 a 220) fue un líder de la Iglesia y un prolífico escritor durante la segunda parte del siglo segundo y primera parte del tercero. Nació, vivió y murió en Cartago, en el actual Túnez.
02.- IRINEO DE LEON: Ireneo de Lyon, conocido como San Ireneo, nació en Esmirna, Asia Menor, el 130, y murió en Lyon, en 202. Fue obispo de la ciudad de Lyon desde 189, estando considerado como el más importante adversario del gnosticismo del siglo II. Su obra principal es Contra las Herejías.
03.- CODEX CLAROMONTANUS: Es un manuscrito realizado en griego uncial (es decir, empleando mayúsculas) fechado aproximadamente en el siglo VI. Originalmente contenía todo el texto griego y latino de las cartas de san Pablo. Toma su nombre de la ciudad francesa de Clermont-Ferrand, donde fue encontrado por el estudioso calvinista Teodoro de Beza.
El códice contiene también el Catalogus Claromontanus, compuesto en Occidente en el siglo IV, que enumera los libros considerados canónicos e indica el número de líneas que tenía cada obra. Además de los libros que actualmente son considerados canónicos, la lista comprende también algunos apócrifos como la Tercera epístola de Pablo a los corintios, los Hechos de Pablo, el Apocalipsis de Pedro. Asimismo, conserva textos de otros escritos como la Carta de Bernabé y el Pastor de Hermas.
04.- LA VULGATA: Es una traducción de la Biblia al latín, realizada a finales del siglo IV por Jerónimo de Estridón. Fue encargada por el papa Dámaso I dos años antes de su muerte (366-384). La versión toma su nombre de la frase vulgata editio (edición para el pueblo) y se escribió en un latín corriente en contraposición con el latín clásico de Cicerón, que Jerónimo de Estridón dominaba. El objetivo de la Vulgata era ser más fácil de entender y más exacta que sus predecesoras.
05.-LA PALATINA: Fue la escuela fundada por el emperador Carlomagno en el palacio de su capital, Aquisgrán, durante el denominado Renacimiento carolingio, un periodo de florecimiento intelectual durante la oscura Alta Edad Media. Se convirtió en el centro educativo más renombrado de la época y sirvió de ejemplo para la creación de otras escuelas (escuelas carolingias).
06.- ESENIOS: Eran los componentes de una secta judía, establecida probablemente a mediados del siglo II a.C. en Qumrán tras la revuelta macabea, y cuya existencia hasta el siglo I está documentada por distintas fuentes. Sus antecedentes inmediatos podrían estar en el movimiento hasideo, de la época de la dominación Seléucida (197 a 142 a. C.)
07.- PAPA CLEMENTE I: Clemente de Roma o San Clemente I, fue un religioso cristiano de finales del siglo I, obispo de Roma, y a quien la Iglesia Católica le considera su cuarto papa. Se venera como santo y mártir en la Iglesia católica y se celebra su festividad el 23 de noviembre. En Roma existe una antiquísima basílica, la Basílica de San Clemente de Letrán, levantada sobre su tumba. Elegido en el 88, murió en el 97. Exiliado por el emperador Trajano al Ponto, fue arrojado al mar con un áncora al cuello.
08.- ORIGENES: Nació en 185 en Alejandría, y falleció en Tiro o Cesárea Marítima en 254. Es considerado un Padre de la Iglesia, destacado por su erudición y, junto con San Agustín y Santo Tomás, uno de los tres pilares de la teología cristiana.
09.- CODICE DE MURATORI: El fragmento muratoriano o fragmento de Muratori, también llamado canon de Muratori o muratoniano, es la lista más antigua conocida de libros considerados canónicos del Nuevo Testamento. En la lista figuran los nombres de los libros que el autor consideraba admisibles, con algunos comentarios. Está escrito en latín y fue descubierto por Ludovico Antonio Muratori (1672-1750) en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, y publicada por él mismo en 1740.
10.- JOSEPH B. LIGHFOOT: Joseph Barber Lightfoot nació en Liverpool el 13 de abril 1828 y murió en Bournemouth, Hampshire, el 21 de diciembre de 1889. Desde julio de 1870 a noviembre de 1880 ejerció como uno de los revisores del Nuevo Testamento inglés; desde 1871 a 1879 fue canónigo de San Pablo y en 1874 y 1875 predicador en Oxford. En 1875 dejó el profesorado Hulsean y fue profesor de teología en Lady Margaret en Cambridge, lo que combinó con la rectoría de Terrington en St. Clement, Norfolk; en 1875 era secretario del gabinete de la reina. El 25 de abril de 1879 fue consagrado obispo de Durham.
11.- CATALOGO LIBERIANO: Consiste en una lista de los treinta y seis primeros papas de la Iglesia Católica, desde San Pedro hasta Liberio de quien proviene el nombre con el que se conoce esta compilación.
12.- LIBER PONTIFICALIS: Es una compilación de reseñas biográficas de los primeros papas, desde San Pedro hasta Esteban V. Obra de distintos autores se atribuye a Anastasio, aunque sólo fue el último de los compiladores que trabajó en la lista papal, que fue bibliotecario de la Sede Romana en el siglo IX y durante cinco días antipapa.
13.- DOCTRINA DE MARCION: El marcisionismo toma su nombre de su principal creador, el teólogo y exitoso comerciante Marción (85-150 d. C.). Nacido en Sinope, en Asia Menor (hoy Sinop, Turquía), hijo de un obispo excomulgado, Marción prosperó como comerciante y naviero. Viajó a Roma entre 135 y 140 d.C. buscando ser nombrado dignatario de la Iglesia, sin lograrlo. Fue excomulgado por hereje en el año 144 de nuestra era. En el momento de su muerte (150) había logrado exitosamente el primer cisma del Cristianismo, cuyos efectos se prolongarían hasta el siglo III.
14.- HEGESIPO: Fue un escritor paleocristiano, considerado el primer historiador de la Iglesia. Vivió 20 años en Roma durante el pontificado del papa Aniceto y el de Eleuterio, y enfrentó las teorías gnósticas que surgían dentro de la Iglesia. En el año 177 volvió a Jerusalén donde murió ya anciano. Dentro de la Iglesia Católica es considerado como el padre de la historia de la Iglesia ya que publicó la primera lista de obispos romanos, desde Simón Pedro hasta Aniceto.
15.- EUSEBIO DE CESAREA: Eusebio de Cesárea (del 275 al 339), también conocido como Eusebius Pamphili (Eusebio, amigo de Pánfilo). Fue obispo de Cesárea y se le conoce como el padre de la historia de la Iglesia porque sus escritos están entre los primeros relatos de la historia del cristianismo primitivo.
Agustin Fabra
El Papa estuvo en el cargo más de 26 años y 5 meses, siendo el suyo el tercer pontificado más largo en los más de 2.000 años de historia de la Iglesia Católica Romana.
Se cree que el papado más prolongado fue el de San Pedro, quien presidió la Iglesia durante al menos 34 años. Hay varios Papas que reinaron durante un mes o menos en
Un hombre, Esteban II, fue elegido en 757 pero murió cuatro días después, antes de asumir oficialmente el cargo. El papado más corto en los tiempos modernos fue el de Juan Pablo l, predecesor de Juan Pablo II, quien sólo estuvo 33 días al frente de la Iglesia.
Durante su pontificado, el Papa Juan Pablo II ha:
- viajado un total de 1.247,613 kilómetros, ó 3,24 veces la distancia de la Tierra a la Luna, en viajes papales dentro y fuera de Italia
- realizado 104 viajes fuera de Italia
- visitado 129 países y territorios diferentes
- realizado 146 viajes en Italia
- realizado 301 visitas a parroquias en Roma
- pasado 822 días, o más de dos años y tres meses, fuera del Vaticano
- leído más de 20 mil discursos
- leído casi 100 mil páginas de discursos
- celebrado más de mil 160 audiencias generales en el Vaticano a las que han asistido más de 17,64 millones de personas.
- emitido más de 100 documentos importantes, incluyendo 14 encíclicas, 45 cartas apostólicas y 14 exhortaciones apostólicas.
- beatificado a mil 338 personas, más que todos sus predecesores en los últimos cuatro siglos juntos
- canonizado a 482 personas, más que todos sus predecesores en los últimos cuatro siglos juntos
- creado 231 cardenales, de los que 183 siguen vivos y 119 tienen menos de 80 años y pueden participar en el cónclave que elegirá a un nuevo Papa. De estos 119, 116 han sido nombrados por Juan Pablo II y sólo tres por Pablo VI, cuyo pontificado fue de 1963 a 1978
- reunido con más de mil 590 jefes de Estado o de Gobierno.
La mayor multitud reunida en una misa papal fue unos cuatro millones de personas en Manila en 1995.
El menor número de personas que acudieron a una misa papal fue de unas 200 durante un viaje a los países nórdicos en 1989.
Fuente: Aciprensa
Por Miguel Pérez Pichel | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
El Santo Padre se expresó así durante la Misa celebrada este sábado 18 de abril en la Casa Santa Marta.
Francisco comentó en la homilía el fragmento del Libro de los Hechos de los Apóstoles de la primera lectura de hoy, en la que se narra cómo “los jefes, los ancianos, los escribas (de Israel), viendo a estos hombres (a los apóstoles) y la franqueza con la que hablaban, y sabiendo que era gente sin instrucción, que quizás no supieran ni escribir, quedaron asombrados”.
Estaban asombrados, subrayó el Pontífice, y decían: “No lo podemos entender, ¿cómo puede ser esta gente tan valiente, tener esta franqueza?”. El Papa hizo hincapié en que esa palabra, franqueza, “es una palabra muy importante que se convierte en el estilo característico de los predicadores cristianos”.
“Franqueza. Valentía. Decirlo todo. Hablar con claridad. Procede de la raíz griega de ‘decirlo todo’, y también nosotros la usamos muchas veces, la palabra griega, para decir esto: parresia. Franqueza, valentía. Y viendo esa franqueza, esa valentía, esa parresia, ellos (los jefes, ancianos y escribas), no entendían”.
El Obispo de Roma explicó en su homilía que “el Libro de los Hechos de los Apóstoles está lleno de esta valentía y franqueza: dice que Pablo y Bernabé trataban de explicar a los hebreos con franqueza el misterio de Jesús y predicaban el Evangelio con franqueza”.
Asimismo, señaló un fragmento de la Carta a los Hebreos “que a mí me gusta mucho”, cuando el autor de la Carta “señala que hay algo en la comunidad que está degradándose, que hay algo que se está perdiendo, que hay una cierta tibieza, que estos cristianos se están volviendo tibios”.
Y dice: “Recordad los primeros días, habéis sostenido una lucha grande y dura: no desperdiciéis vuestra franqueza”.
“Retomar la franqueza, la valentía cristiana de avanzar. No se puede ser cristiano sin esta franqueza: si no se tiene, no se es un buen cristiano. Si no hay la valentía, si para explicar tu posición recurres a la ideología o a las explicaciones casuísticas, te falta la franqueza, te falte ese estilo cristiano, la libertad de hablar, de decirlo todo. La valentía”.
“Y luego vemos que los jefes, los ancianos y los escribas son víctimas, son víctimas de esta franqueza, porque los arrincona. No saben qué hacer. Se dan cuenta de que ‘eran personas simples y sin instrucción, permanecían asombrados y los reconocían como aquellos que habían estado con Jesús. Viendo, luego, en pie, junto a ellos, al hombre que había sido curado, no sabían qué replicar”.
Estos jefes, ancianos y escribas “en lugar de aceptar la verdad como la estaban viendo delante, tenían el corazón tan cerrado que recurrieron” a la táctica del miedo: “Asustémoslos un poco, digámosles que serán castigados y veamos si así lo dejan”. Esa fue su reacción.
“Estaban tan arrinconados por la franqueza que no sabían como escapar”, explicó el Papa. “No les venía a la mente el pensar: ‘¿Pero realmente esto no será cierto?’. Tenían el corazón cerrado, duro, el corazón corrupto. Ese es uno de los dramas: la fuerza del Espíritu Santo que se manifiesta en esta franqueza de la predicación, en esta locura de la predicación, no puede entrar en los corazones corruptos”.
“Por eso”, pidió el Papa, “permanezcamos atentos: pecadores, sí; corruptos, nunca. No lleguemos a esa corrupción que tiene tantas formas de manifestarse”.
Los jefes, ancianos y escribas de Israel deciden llegar entonces a un compromiso con los apóstoles: “Hagamos las paces: vosotros podéis iros en paz, pero no habléis en el nombre de Jesús, no enseñéis”.
“Pedro, que no era un valiente nato, que había sido un cobarde, que había renegado de Jesús, sin embargo…, ¿qué hace ahora? Responde: ‘Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios. Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído’”.
Ante esta lectura, el Santo Padre también se reconoció sorprendido de la reacción de Pedro: “Esta valentía, ¿de dónde viene? ¿De dónde le viene a este cobarde que había renegado del Señor? ¿Qué ha sucedido en el corazón de este hombre?”.
La respuesta: “el don del Espíritu Santo. La franqueza, la valentía, la parresia es un regalo, una gracia que da el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Precisamente, después de haber recibido el Espíritu Santo, fueron a predicar: con valentía, algo nuevo para ellos. Esto es coherencia, la señal del cristiano, del verdadero cristiano. Es valiente, dice toda la verdad porque es coherente”.
El Papa Francisco terminó su homilía pidiendo “que el Señor nos ayude siempre a ser de esa manera: valientes. Esto no quiere decir imprudentes, no. Valientes. La valentía del cristiano siempre es prudente”.
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Hechos 4:13-21
13 Viendo la valentía de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin instrucción ni cultura, estaban maravillados. Reconocían, por una parte, que habían estado con Jesús;
14 y al mismo tiempo veían de pie, junto a ellos, al hombre que había sido curado; de modo que no podían replicar.
15 Les mandaron salir fuera del Sanedrín y deliberaban entre ellos.
16 Decían: «¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente para todos los habitantes de Jerusalén, que ellos han realizado una señal manifiesta, y no podemos negarlo.
17 Pero a fin de que esto no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen ya más a nadie en este nombre.»
18 Les llamaron y les mandaron que de ninguna manera hablasen o enseñasen en el nombre de Jesús.
19 Mas Pedro y Juan les contestaron: «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios.
20 No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.»
21 Ellos, después de haberles amenazado de nuevo, les soltaron, no hallando manera de castigarles, a causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que había ocurrido.
FRANCISCO
Con una breve carta que publiqué ayer, he invitado a todos los fieles a rezar el rosario durante este mes, juntos, en familia o solos. Y a rezar una de las dos oraciones que puse a disposición de todos. Nuestra Madre nos ayudará a afrontar con más fe y esperanza este tiempo de prueba que estamos viviendo.
El Papa propone dos oraciones especiales. Se dirigen a María, Salud de los Enfermos y piden protección y fuerza para los profesionales sanitarios que están trabajando en primera línea.
El Papa dice que rezar "nos unirá como familia espiritual" para "superar este tiempo de prueba".
CARTA DEL SANTO PADRE
a todos los fieles para el mes de mayo de 2020Queridos hermanos y hermanas:
Se aproxima el mes de mayo, en el que el pueblo de Dios manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María. En este mes, es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia. Las restricciones de la pandemia nos han “obligado” a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual.
Por eso, he pensado proponerles a todos que redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo. Ustedes pueden elegir, según la situación, rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas posibilidades. Pero, en cualquier caso, hay un secreto para hacerlo: la sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de oración para seguir.
Además, les ofrezco dos textos de oraciones a la Virgen que pueden recitar al final del Rosario, y que yo mismo diré durante el mes de mayo, unido espiritualmente a ustedes. Los adjunto a esta carta para que estén a disposición de todos.
Queridos hermanos y hermanas: Contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba. Rezaré por ustedes, especialmente por los que más sufren, y ustedes, por favor, recen por mí. Les agradezco y los bendigo de corazón.
Roma, San Juan de Letrán, 25 de abril de 2020
Fiesta de san Marcos, evangelistaFRANCISCO
Oración 1
Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomónuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.Oración 2
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.
Rome Reports
ESPERANZA
El Papa Francisco está recordando a las personas de fe qué significa ser cristiano. Insiste en que Dios no cambia, ni siquiera en esta época.
FRANCISCO
Misa del Domingo de Ramos - 5 de abril de 2020
Cuando nos sintamos entre la espada y la pared, cuando nos encontremos en un callejón sin salida, sin luz y sin escapatoria, cuando parezca que ni siquiera Dios responde, recordemos que no estamos solos. Jesús experimentó el abandono total, la situación más ajena a Él, para ser solidario con nosotros en todo. Lo hizo por mí, por ti, por todos nosotros, lo ha hecho para decirnos: ‘No temas, no estás solo’.
FRANCISCO
Santa Marta - 2 de abril de 2020
“Somos cristianos porque hemos sido elegidos. En esta elección, hay una promesa. Hay una promesa de esperanza. La señal es la fecundidad”.
La cuarentena ha coincidido con la Cuaresma y la Pascua, la muerte de Jesús a su Resurrección. Por eso, Cristo sigue siendo la esperanza de los cristianos.
FRANCISCO
Bendición de Urbi et Orbi - 27 de marzo de 2020
El Señor nos invita desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a quienes nos buscan, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la pequeña llama que nunca enferma y dejemos que ella reavive la esperanza.
FRANCISCO
Urbi et Orbi - 12 de abril de 2020
Es otro “contagio”, que se transmite de corazón a corazón, porque todo corazón humano espera esta Buena Noticia. Es el contagio de la esperanza: ‘¡Resucitó de verdad mi amor y mi esperanza!’. No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo. Es la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los atraviesa.
Francisco no minimiza las dificultades y el sufrimiento, pero dice que, para afrontarlos, también se necesita valor.
CORAJE
El Papa pide a las personas que no se rindan. Dice que recuerden que Dios es más grande que cualquier problema.
FRANCISCO
Vigilia Pascual - 11 de abril de 2020
Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido.
FRANCISCO
Vigilia Pascual - 11 de abril de 2020
Si en el camino eres débil y frágil, si caes, no temas, Dios te tiende la mano y te dice: Ánimo”.
No te puedes dar ánimo tú solo, pero lo puedes recibir como don. Basta abrir el corazón en la oración, basta levantar un poco esa piedra puesta en la entrada de tu corazón para dejar entrar la luz de Jesús. Basta invitarlo: ‘Ven, Jesús, en medio de mis miedos, y dime también: Ánimo’.
Cada mañana, durante su misa, el Papa está dando mensajes como estos. Sus palabras viajan por todo el mundo, pues sus intervenciones públicas se retransmiten por televisión. Es otra forma de vivir su vocación de pastor de la Iglesia católica y líder espiritual en un mundo con un futuro incierto.
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Bajo la advocación plurisecular de Santa María de Montserrat, la Madre de Dios y Madre de la Iglesia ha dispensado sus bendiciones sobre los devotos de todo el mundo que a Ella han acudido a través de los siglos. Pero su maternidad se ha dejado sentir más particularmente, desde los pequeños orígenes de la devoción y en todas las épocas de su desarrollo, sobre las tierras presididas por la montaña que levanta su extraordinaria mole en el mismo corazón geográfico de Cataluña.
Con razón, pues, la Iglesia, por boca de León XIII, ratificando una realidad afirmada por la historia de numerosas generaciones, proclamó a Nuestra Señora de Montserrat como Patrona de las diócesis catalanas, señalando. asimismo una especial solemnidad litúrgica para honrar a la Santísima Virgen y darle gracias por todos sus beneficios bajo esta su peculiar advocación.
Aunque la devoción a la Virgen Santísima en Montserrat sea, con toda verosimilitud, bastante más antigua, consta, por lo menos, históricamente que en el siglo IX existía en la montaña una ermita dedicada a Santa María. El padre de la patria Wifredo el Velloso la cede, junto con otras tres ermitas de Montserrat, al monasterio de Santa María de Ripoll. Será un gran prelado de este monasterio, figura señera de la Iglesia de su tiempo, el abad Oliva, quien siglo y medio después, estableciendo una pequeña comunidad monástica junto a la ermita de Santa María, dará a la devoción el impulso que la habrá de llevar a la gran expansión futura.
El culto a Santa María en Montserrat queda concretado bien pronto en una imagen. La misma que veneramos hoy. La leyenda dice que San Lucas la labró con los instrumentos del taller de San José, teniendo como modelo a la misma Madre de Jesús, y que San Pedro la trasladó a Barcelona. Escondida por los cristianos, ante la invasión de los moros, en una cueva de la montaña de Montserrat, fue milagrosamente hallada en los primeros tiempos de la Reconquista y también maravillosamente dio origen a la iglesia y monasterio que se erigieron para cobijarla. En realidad, Santa María de Montserrat es una hermosa talla románica del siglo XII.
Dorada y policromada, se presenta sentada sobre un pequeño trono en actitud hierática de realeza, teniendo al Niño sobre sus rodillas, protegido por su mano izquierda, mientras en la derecha sostiene una esfera. El Niño levanta la diestra en acto de bendecir y en su izquierda sostiene una piña. Rostro y manos de las dos figuras ofrecen la particularidad de su color negro, debido en buena parte, según opinión de los historiadores, al humo de las velas y lámparas ofrecidas por los devotos en el transcurso de varios siglos. Así es como la Virgen de Montserrat se cuenta entre las más señaladas Vírgenes negras y recibe de los devotos el apelativo cariñoso de Moreneta.
Presidida por esta imagen, la devoción a Santa María de Montserrat se extendió rápidamente por las tierras de Cataluña y, llevada por la fama de los milagros que se obraban en la montaña, alcanzó bien pronto a otros puntos de la Península y se divulgó por el centro de Europa. Las conquistas de la corona catalano-aragonesa la difunden hacia Oriente, estableciéndola sobre todo firmemente en Italia, en donde pasan de ciento cincuenta las iglesias y capillas que se dedicaron a la Virgen negra. Más tarde el descubrimiento de América y el apogeo del imperio hispánico la extienden y consolidan en el mundo entonces conocido.
No sólo se dedican a Nuestra Señora de Montserrat las primeras iglesias del Nuevo Mundo, no sólo se multiplican allí los templos, altares, monasterios e incluso poblaciones a Ella dedicados, sino que la advocación mariana de la montaña sigue también los grandes caminos de Europa y llega, por ejemplo, hasta presidir la capilla palatina de la corte vienesa del emperador. Si para España, en los momentos de su plenitud histórica, la Virgen morena de Montserrat es la Virgen imperial que preside sus empresas y centra sus fervores marianos, la misma advocación de Santa María de Montserrat. se presenta en la historia de la piedad mariana como la primera advocación de origen geográfico que alcanza, con las proporciones de la época, un renombre universal.
Es interminable la sucesión de personalidades señaladas por la devoción a Santa María de Montserrat. Los santos la visitan en su santuario: San Juan de Mata, San Pedro Nolasco, San Raimundo de Peñafort, San Vicente Ferrer, San Luis Gonzaga, San Francisco de Borja, San José de Calasanz, San Benito Labre, el Beato Diego de Cádiz, San Antonio María Claret, y sobre todo San Ignacio de Loyola, convertido en capitán del espíritu a los pies de la Virgen negra. Los monarcas y los poderosos suben también a honrarla en su montaña: después del paso de todos los reyes de la corona catalano-aragonesa, con sus dignatarios y con sus casas nobles, el emperador Carlos V visita Montserrat no menos de nueve veces y Felipe II, igualmente devoto de Santa María, se complace en la conversación con sus monjes y sus ermitaños.
Es conocida la muerte de ambos monarcas sosteniendo en su mano vacilante la vela bendecida de Nuestra Señora de Montserrat. Los papas se sienten atraídos por la fama de los milagros y el fervor de las multitudes y colman de privilegios al santuario y a su Cofradía. Esa agrupación devota, instituida ya en el siglo XIII para prolongar con sus vínculos espirituales la permanencia de los fieles en Montserrat, constituye uno de los principales medios para la difusión del culto a la Virgen negra de la montaña, hasta llegar a la recobrada pujanza de nuestros días.
Las más diversas poblaciones tienen actualmente sus iglesias, capillas o altares dedicados a Nuestra Señora de Montserrat, desde Roma a Manila o Tokio, por ejemplo, pasando al azar por París, Lourdes, Buenos Aires, Jerusalén, Bombay, Nueva York, Florencia, Tánger, Praga, Montevideo o Viena. Los poetas y literatos de todos los tiempos forman también en la sucesión de devotos de Santa María de Montserrat: Alfonso el Sabio la dedica varias cantigas, el canciller de Ayala, Cervantes, Lope de Vega, Goethe, Schiller, Mistral, con los escritores catalanes en su totalidad, cantan las glorias de la Moreneta, de su santuario, de su montaña.
Familias distinguidas y humildes devotos se honran en ofrecer sus donativos a la Virgen, para sostener la tradicional magnificencia de su culto, atendido desde los orígenes por los monjes benedictinos, y para cooperar al crecimiento y esplendor de la devoción. Es ésta una bella constante de la historia de Montserrat, desde las antiguas donaciones consignadas en los documentos más primitivos, pasando por el trono de catorce arrobas de plata ofrendado por la familia de los Cardona y el retablo policromado del altar mayor que costeó la munificencia de Felipe II, hasta el trono y la campana mayor de nuestros días, sufragados por fervorosa suscripción popular.
También las familias devotas de todas las épocas han tenido un verdadero honor en que sus hijos consagraran los años de la niñez al servicio de Santa María, encuadrados en la famosa Escolanía o agrupación de niños cantores consagrados al culto, importante asimismo por la escuela tradicional de canto y composición que forman sus maestros, existente ya con seguridad en el siglo XIII y probablemente tan antigua como el santuario. Con sus actuaciones musicales, siempre tan admiradas, en la liturgia de Montserrat esos niños constituyen una de las notas más típicas e inseparables de la devoción a la Virgen negra, a cuya imagen aparecen íntimamente unidos en la realidad de su propia vida como en el sencillo simbolismo de las antiguas estampas y las modernas pinturas de Nuestra Señora de Montserrat.
A lo largo de más de mil años de historia, en el despliegue de un conjunto tan singular como el que forma la montaña con la ermita inicial, con el santuario y con el monasterio, la Santísima Virgen, en su advocación de Montserrat, ha recibido el culto de las generaciones y ha dispensado sus gracias, sensibles o tal vez ocultas, a quienes la han invocado con fervor. Hoy como nunca suben numerosas multitudes a Montserrat. Peregrinos en su mayoría, pero también no pocos movidos por respetuosa curiosidad.
El lugar exige un viaje ex profeso, pero las estadísticas hablan de cifras que cada vez se acercan más al millón anual y que en un solo día pueden redondear fácilmente los diez o doce mil, con un porcentaje siempre acentuado de visitantes extranjeros. En Montserrat encuentran una montaña sorprendente, maravillosa por su configuración peculiar. Encuentran un santuario que les ofrece ciertos tesoros artísticos y humildes valores de espiritualidad humana y sobrenatural. Encuentran la magnificencia del culto litúrgico de la Iglesia, servido por una comunidad de más de ciento cincuenta monjes que consagran su vida a la búsqueda de Dios, a la asistencia de los mismos fieles, a la labor científica y cultural, a los trabajos artísticos.
Hijos de San Benito, esos monjes oran, trabajan y se santifican santificando, esforzándose por corresponder a las justas exigencias del pueblo fiel, que confía en su intercesión y busca en ellos una orientación para la vida espiritual y también humana. Por su unión íntima con el monasterio, en fin, el santuario aparece caracterizado como el santuario del culto solemne, del canto de los monjes y especialmente de los niños; pero sobre todo como el santuario de la participación viva de los fieles en la liturgia, o, resumiendo la idea con frase expresiva, como el santuario del misal.
Todo esto encuentra el peregrino en Montserrat. Pero por encima de todas esas manifestaciones, y en el fondo de todas ellas, encuentra a la Santísima Virgen, la cual, como en tantos otros lugares de la tierra, aunque siempre con un matiz particular y distinto, ha querido hacerse presente en Montserrat.
En 1881 fue coronada canónicamente la imagen de Nuestra Señora de Montserrat. Era la primera en España que recibía esta distinción. El mismo León XIII la señalaba como Patrona de las diócesis catalanas y concedía a su culto una especial solemnidad con misa y oficio propios. Hasta entonces la fiesta principal del santuario había sido la de la Natividad de Nuestra Señora, el 8 de septiembre. En realidad, esta solemne fiesta no debía perder su tradicional significación.
Todavía hoy conserva su carácter como de fiesta mayor, popular, del santuario. Pero una nueva festividad, con característica de patronal, venía a honrar expresamente a la Santísima Virgen en su advocación de Montserrat. Es la fiesta que no puede dejar de celebrar hoy todo buen devoto de la Virgen negra. Situada al principio como fiesta variable en el mes de abril, después de una breve fluctuación quedó fijada para el día 27. El misterio que la preside es el de la Visitación. En verdad, la Santísima Virgen visita en la montaña a los que acuden a venerarla y, como pide la oración de la solemnidad, les dispone para llegar a la Montaña que es Jesucristo.
AURELIO Mª. ESCARRE, O. S B.
(Comentario: De acuerdo con una antigua costumbre judía, era labor de la madre encender las luces de la fiesta durante cualquier oficio religioso que se realizara en el hogar judío. Este gesto, además de su objeto obvio de alumbrar, simboliza la venida de Cristo, el Mesías, luz del mundo. La solemne bendición de la luz al principio del oficio de la solemne vigilia de Pascua tiene su origen en esta costumbre judía. También nos recuerda las velas encendidas sobre el altar, la mesa de nuestro diario banquete Eucarístico).
(Comentario: Cada alimento utilizado en la cena de pascua de los judíos era bendecido antes de ser comido. Del mismo modo, el pan y el vino que van a ser consagrados son bendecidos por el celebrante durante el ofertorio de la Misa).
(Comentario: Cuatro veces durante la Cena Pascual se servía el vino. El hecho de distribuir el vino de un recipiente común a todos los presentes, era un símbolo de unidad. En la Última Cena, Cristo sirvió esta primera copa de vino sin consagrar, diciendo a sus apóstoles: "Tomadlo y distribuídlo entre vosotros porque os digo que desde ahora no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios" (Lc 22, 17-18). La consagración vendría más tarde, después de la comida, al servir la tercera copa de vino, "La copa de la bendición").
(Comentario: El lavado de las manos durante la Cena Pascual simboliza la necesidad de tener una pureza interior de todos aquellos que participan en el ritual. Igual significado tiene el lavado de las manos del sacerdote durante el ofertorio de la Misa. Fue probablemente en este momento del ritual que Dios nuestro Señor lavó los pies a sus discípulos, como una demostración de su nuevo mandato de amor y para mostrar la dignidad de servicio en la nueva dispensación).
(Comentario: El pan ázimo estaba prescrito para los ocho días de la Pascua, conmemorando así la primera Pascua, porque en la salida de Egipto no hubo tiempo de preparar pan con levadura. Así que el pan que nuestro Señor usó cuando instituyó la Eucaristía, era ázimo. Una costumbre que se continuó en el rito latino).
(Comentario: Ahora la historia de la primera Pascua es relatada, como fue mandado por Dios en el libro del Éxodo. Esta parte de la comida pascual, como la Misa de los Catecúmenos, es para instrucción. La persona más joven presente hace las tradicionales cuatro preguntas. En la última Cena probablemente las hizo San Juan).
(Comentario: Para aclarar cómo la salida de Egipto se simboliza en la Cena Pascual, el Director levanta cada uno de los alimentos ceremoniales por turno, para explicar su significado. Este era un momento muy significativo en la comida para los antiguos judíos; también para nosotros, nuevos israelitas, es un momento muy importante. Porque el cordero era objeto de rituales que están llenos de sentido profético: debe ser macho y sin mancha; era asado en un asador en forma de cruz, una de cuyas ramas atravesaba el cordero a lo largo; la otra separaba los dientes del frente, y ningún hueso podía rompérsele).
(Comentario: esta oración de gratitud por la salida de Egipto que el director ahora lee, es similar al prefacio de la Misa. Y los salmos de Halel (en español, aleluya), significa literalmente: "Alabanza a Tí Señor". Nuestro Señor, frecuentemente recitaba estos salmos).
(Comentario: Aquí son bendecidos el pan ázimo y las hierbas amargas, símbolo de la esclavitud en Egipto, de la cual Dios libró a los judíos).
(Comentario: Como en el caso del vino compartido de una vasija común, la partición y distribución de un mismo pedazo de matzá a todos los presentes significa unidad. "Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan", dice San Pablo, (1Cor 10,17). El dueño de la casa, durante la comida de Pascua, sumergía el pedazo de pan en jaroses y se lo daba a uno de los invitados en señal de afecto. Esto hace especialmente conmovedor el hecho de que Cristo sumergió un pedazo de pan y se lo dió a Judas. Este fue el último llamamiento de amor de Cristo, pero como el Evangelio nos dice: "El tomando el bocado, se salió luego" (Jn 13,30).
(Comentario: Se trae el segundo matzá. Era costumbre concluír la comida de Pascua con esta pieza de pan ázimo. Es lo más probable que Cristo tomó el pan en esta parte de la cena, lo bendijo y partió dándoles a los apóstoles diciendo: "Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros". (Lc 22,19).).
(Comentario: San Pablo se refiere a esta copa de bendición cuando pregunta: "¿El cáliz de bendición que bendecimos, no es la comunión de la sangre de Cristo" (1Cor 10,16). Y San Lucas nos dice que después que El hubo cenado, Cristo tomó una copa, dió gracias y se las entregó, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros". (Lc 22,20). Parte del Salmo 115, que sigue es recitado por el sacerdote, antes de tomar el cáliz de la Misa. El cáliz de salvación es la Sangre de Cristo; Dios ha roto nuestros lazos a través de su sacrificio. El es el Santo cuya muerte es preciosa a la vista del Señor, junto con El, nosotros ofrecemos el sacrificio perfecto de alabanza en la Misa).
Este emperador, llevado por un falso concepto de la grandeza del Imperio, que exigía acabar con toda la raza de cristianos, empieza su persecución general en el año 303, en Oriente, y pronto la extiende a todas las provincias del Imperio y a la misma Roma. Regía entonces los destinos de la Iglesia San Marcelino, que había sucedido a San Cayo el 30 de junio del año 296. Su gobierno iba a durar ocho años y se iba a caracterizar por una serie de luchas, tanto interiores como exteriores.
De una parte agobiaban a los cristianos los diversos decretos de persecución, el último de los cuales obligaba a todos los súbditos del emperador a que sacrificasen y ofreciesen públicos sacrificios a los dioses.
En Roma se desencadena una terrible persecución, que abarca tanto a las jerarquías como al simple pueblo, ya fueran mujeres o niños. Algunos ceden, y éste era el peligro interior de la Iglesia, ante tanto miedo y fatiga, y fueron numerosos los que llegaron a ofrecer, siquiera fuera como símbolo meramente externo, el incienso ante el altar de los dioses paganos.
Todo ello dio origen a que se formara en la Iglesia un grupo de los llamados "lapsos", que aparentemente aparecían como, apóstatas, si bien estuvieran siempre dispuestos a entrar de nuevo en el seno de la Iglesia. Ante el problema de recibirlos de nuevo o no, surgen dos trayectorias marcadamente definidas. De una parte están los intransigentes, los eternos fariseos, que negaban el perdón con el pretexto de no contaminarse con los caídos.
De otra parte, y ésta fue la posición de San Marcelino, a ejemplo del Buen Pastor del Evangelio, están los que trataban de dulcificar la posición de los que habían sacrificado, recibiéndoles de nuevo a la gracia de la penitencia. Por esta conducta es acusado el Papa de favorecer la herejía y, aún más, se inventa la leyenda de que él mismo había llegado a ofrecer incienso a los dioses para escapar libre de la persecución.
En seguida la secta de los donatistas, que en este tiempo empieza a luchar encarnizadamente contra la fe católica y contra los pontífices de Roma, propala la calumnia de que también San Marcelino había prevaricado, aunque después, arrepintiéndose, se hubiera declarado cristiano ante el tribunal, padeciendo martirio por esta causa.
La leyenda, como tantas otras, fue admitida más tarde hasta por el mismo Liber Pontificalis, y ampliada la inverosimilitud, con la circunstancia de que San Marcelino se había presentado nada menos que delante de 300 obispos en el sínodo de Sinuessa, para escuchar de sus labios su propia sentencia.
El lapsus de San Marcelino ha sido siempre desmentido, ya sea por el silencio de los escritores contemporáneos y sucesivos, ya por el fundamento de falsedad en que se apoyan los que lo afirman, y más que todo por la fama de santidad que había gozado siempre este papa entre los cristianos de los primeros siglos, Los peregrinos visitaban y veneraban su tumba, y el mismo San Agustín escribía en su tiempo que los donatistas acusaron a Marcelino y a sus presbíteros Melquíades, Marcelo y Silvestre, como mera propaganda en su odio a Roma.
Respecto de las actas del sínodo de Sinuessa, está suficientemente probado que fueron falsificadas en los principios del siglo VI, en tiempos del papa Símaco, cuando el rey visigodo Teodorico, con el fin de que otro sínodo pudiera juzgar legítimamente a este papa, y como no hubiera precedentes anteriores, hace amañar unas actas falsificadas, trayendo a colación lo que los donatistas habían propalado del lapso" del papa San Marcelino. En cuanto al Liber Pontificalis (c. a. 530), es sabido que en este caso toma sus noticias precisamente de las actas falsificadas del sínodo de Sinuessa.
Los hechos, sin embargo, fueron de otra manera. Ante el edicto general, San Marcelino, que había regido sabiamente la Iglesia, agrandando las catacumbas para dar mejor cabida a los cristianos —aún existe en la de San Calixto una capilla llamada de San Marcelino—, esforzando a todos con su ejemplo y su virtud, no dudó, cuando le llegó el momento, en dar también su sangre por Cristo. Llevado ante el tribunal, juntamente con los cristianos Claudio, Cirino y Antonino, confiesa abiertamente su fe y es condenado en seguida a la pena capital.
Decapitado, su cuerpo permanece veinticinco días sin sepultura, hasta que, por fin, le encuentra el presbítero Marcelo y, reunida la comunidad, es sepultado con toda piedad en el cementerio de Priscila, junto a la vía Salaria, donde todavía se conserva. Como supremo mentís a la difamación que habían extendido sobre su vida los herejes, fueron diseñados sobre su tumba los tres jóvenes hebreos que, como el santo mártir, se negaron también a rendir adoración a los ídolos delante de la estatua del rey asirio, Nabucodonosor.
FRANCISCO MARTÍN HERNÁNDEZ
Nació en 1874 en Kensinton, Inglaterra. Escribió 100 libros, más de 5.000 artículos para periódicos y revistas, y cerca de 1.500 páginas de poesía. Sus obras más importantes sobre la fe católica son 'Ortodoxia' y 'El hombre eterno'.
Según el presidente de la Sociedad Chestertoniana Americana, Dale Ahlquist, Chesterton fue capaz de atraer a muchas personas porque era una especie de profeta moderno.
DALE AHLQUIST, Presidente, Sociedad Chestertoniana Americana
“Se dio cuenta de la crisis de fe que estaba por venir, vio familias que se rompían y el ataque a la moralidad. También dio soluciones. Nos enseñó a retomar el camino justo”.
Y es que como dice Dale Ahlquist, en el libro “Lo que está mal en el mundo” Chesterton anticipó los problemas de la sociedad moderna en los gobiernos, el feminismo y la educación pública.
El sacerdote John Wauck, profesor de Literatura y Comunicación de la Fe en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, explica que las obras apologéticas de Chesterton llamaron la atención por su calidad universal y atemporal.
P. JOHN WAUCK, Pontificia Universidad de la Santa Cruz
“La visión de Chesterton es muy amplia y puede aplicarse a cualquier persona, en cualquier lugar en cualquier momento. Podría estar escribiendo para alguien en la Edad Media; o para alguien en el Renacimiento, o para alguien de la sociedad actual”.
Él dice que la destreza de Chesterton en la apologética también nace de haber vivido en un país no católico como Inglaterra. Como consecuencia, estaba bajo un escrutinio constante y tenía que entender y justificar su fe.
Según Susan Hanssen, Profesora Asociada de Historia en la Universidad de Dallas, Chesterton también tenía una gran fascinación al examinar y escribir sobre los santos, en particular San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino.
SUSAN HANSSEN, Universidad de Dallas
"Chesterton estaba obsesionado con la idea de que dos figuras tan diferentes: la llama, como simbolizaba a San Francisco de Asís, y el buey, como la figura de Santo Tomás de Aquino, pudiesen reflejar a Jesucristo de dos maneras diferentes".
Además, menciona que a pesar de entrar en debates y discusiones con personas como George Bernard Shaw y H.G. Wells, Chesterton siempre mantuvo un gran sentido del humor y mantuvo relaciones con personas con las que no estaba de acuerdo.
Chesterton continúa atrayendo a la gente, incluido del Papa Francisco. Y es que cuando era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio aprobó una oración por la intercesión de Chesterton.
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