La importante joya cristiana que posee la Catedral de Nápoles: el Baptisterio di San Giovanni in Fonte (San Juan en Fuente). Está considerado el baptisterio más antiguo de Occidente.
Dentro de la majestuosa Catedral de Nápoles (Italia) dedicada a la Asunción de María, se encuentra a mano derecha una pequeña basílica que fue construida por encargo de Constantino en el siglo IV. Es considerada la primera y más antigua basílica paleocristiana de Nápoles, y en un principio estuvo dedicada al Salvador.
Pero hoy no vamos a hablar de esta importantísima basílica, sino de la importante joya cristiana que posee a la derecha de su ábside: el Baptisterio di San Giovanni in Fonte (San Juan en Fuente). Está considerado el baptisterio más antiguo de Occidente.
Maria Paola Daud-
Imagínense entrar en la catedral, dirigirse a la basílica que, aunque en su origen era paleocristiana, con sus sucesivas reestructuraciones ha acabado convirtiéndose en una joya de estilo barroco, y de allí pasar a los restos de este baptisterio del siglo IV. Es como pasar, en unos minutos, siglos y siglos de arte cristiano y de la vida, cultura y tradiciones, como si viajáramos en una máquina del tiempo.
El baptisterio consta de dos ambientes desiguales: la propia sala bautismal, con un plano más ancho y cuadrado, y un pórtico rectangular, abovedado, separado de la sala por cuatro columnas. Este pórtico se construyó para conectar el Baptisterio de San Giovanni in Fonte con la Basílica de Santa Restituta.
Mirando hacia arriba, una pequeña y bella cúpula forma el techo de la sala bautismal. En el centro se encuentra la fuente bautismal circular: hecha de opus signinum (una mezcla impermeable de materiales de construcción reciclados), tiene un diámetro de 2 metros y un poco más de 60 centímetros de profundidad. Un agujero deja salir el agua. Al carecer de cualquier estructura hidráulica, se deduce que el agua se vertía en ella con recipientes, de acuerdo con las costumbres litúrgicas.
Maria Paola Daud-
Las ricas escenas del techo, que “hablan” contando varias escenas de la Biblia, resistieron en gran parte el paso de los siglos, las guerras y los terremotos. La bóveda del Baptisterio de San Giovanni in Fonte se convierte en la escena perfecta para la historia, con ocho segmentos trapezoidales delimitados por bandas de oro. Cada segmento representa dos escenas evangélicas.
En el centro un cielo azul cubierto de estrellas doradas se alza una cruz monogramática, símbolo de la victoria eterna de Cristo con las letras griegas alfa y omega (Dios es el principio y el fin). La cruz está coronada por la mano del Padre Eterno, que sostiene una corona de laurel. A la altura de la mano, en una pequeña elevación, un fénix (la resurrección).
Maria Paola Daud-
En las cuatros esquinas, se pueden ver representaciones simbólicas de los evangelistas, y más arriba, escenas pastorales con referencias a temas de los Salmos.
Sin duda, ver este baptisterio es casi evocar en vivo las costumbres de los primeros cristianos en Occidente.
La gruta de los Apóstoles o del Prendimiento conserva vestigios de una veneración ininterrumpida
El recinto de la basílica de la Agonía y del huerto de Getsemaní incluye también un convento franciscano. Fuera de la propiedad, unas decenas de metros hacia el norte, está la gruta del Prendimiento, que también pertenece a la Custodia de Tierra Santa. Se accede a través de un estrecho pasillo, que parte desde el patio de entrada a la Tumba de la Virgen.
Este santuario mariano merecerá un artículo aparte, junto con la basílica de la Dormición del monte Sión: por ahora, basta con decir que, según algunas tradiciones, allí habría sido trasladado el cuerpo de Nuestra Señora desde el barrio del Cenáculo, antes de la Asunción; la iglesia es compartida por las comunidades griega, armenia, siria y copta.
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El pasillo a la derecha de la iglesia de la Tumba de María conduce a la gruta del Prendimiento.
La gruta mide unos 19 metros de largo por unos 10 de ancho. Algunos vestigios arqueológicos permiten pensar que era utilizada como vivienda temporal o como almacén por el dueño del huerto. Aquí se cree que los ocho apóstoles descansaban la noche del prendimiento de Jesús.
Después de las horas en agonía y oración, cuando el Señor notó la llegada de Judas, habría ido ahí con los otros tres apóstoles para advertirles de lo que iba a suceder. Por tanto, desde esa parte de Getsemaní salió al encuentro del tropel de guardias.
La gruta de los Apóstoles o del Prendimiento conserva vestigios de una veneración ininterrumpida
Numerosos grafitos, incididos por los peregrinos en diversas lenguas y épocas sobre los revoques de las paredes y el techo, son el testimonio de una veneración casi ininterrumpida: en el siglo IV, la cueva se utilizaba ya como capilla y su pavimento se había adornado con mosaicos; del V al VIII, acogió enterramientos cristianos; en época de los cruzados, fue decorada con frescos; desde el siglo XIV, los franciscanos obtuvieron algunos derechos de culto sobre el lugar, hasta que finalmente pudieron adquirirlo.
Una restauración realizada en 1956 sacó a la luz la estructura primitiva, con un lagar y una cisterna; encima de la gruta, en la misma propiedad, se descubrieron los restos de una antigua prensa de aceite.
Emplazada en el barrio romano del Trastevere, la iglesia de Santa Cecilia fue probablemente fundada en el siglo V por el papa Urbano I, y dedicada a la mártir romana Cecilia. La tradición sostiene que la iglesia fue construida sobre la casa de la santa. El baptisterio de esta iglesia, así como los restos de una casa imperial romana, fueron encontrados durante unas excavaciones realizadas en la Capilla de las Reliquias.
En 1599, el cardenal Paolo Emilio Sfondrato, con ocasión del próximo jubileo del año 1600, escribió que durante la restauración de la basílica había abierto el sarcófago de santa Cecilia y la había encontrado incorrupta y en la misma posición descrita por el papa Pascual.
Sfondrati mandó al escultor Stefano Maderno esculpir una estatua de mármol jaspeado de la santa, que se encuentra colocada bajo un baldaquino detro de la iglesia. Tal y como afirma la tradición, el cardenal le mostró al escultor los restos de la santa incorrupta, como dormida, y Maderno la representó del mismo modo en que la vio.
La santa lleva en la cabeza un tocado que muestra su condición de santa romana antigua. Una copia de la estatua se encuentra en las catacumbas de San Calixto, en el lugar en el que supuestamente fue enterrada.
Arte y arquitectura
La fachada de la iglesia fue construida por Ferdinando Fuga en 1725, e incluye un patio decorado con antiguos mosaicos, columnas y un cántaro. También contiene el escudo de armas y la dedicatoria del cardenal titular que financió la construcción de la fachada, Francesco Acquaviva d"Aragona.
Entre los vestigios que permanecen del edificio del siglo XIII, ha llegado hasta nuestros días un mosaico ubicado en el coro de los monjes y que representa el juicio final (1289-1293), basado en los diseños de Pietro Cavallini, y en el presbiterio se ubica el ciborio (1293) de Arnolfo di Cambio. El cimborrio gótico (de 1293) está rodeado por cuatro columnas de mármol blanco y negro, decorados con estatuas de ángeles, santos, profetas y evangelistas. El ábside tiene restos de mosaicos del siglo IX que representan a varios santos.
El cielo de la Cappella dei Ponziani está decorado con Dios Padre con los evangelistas (1470) de Antonio del Massaro (Il Pastura). La Cappella delle Reliquie fue pintada por Luigi Vanvitelli, quien también decoró el retablo. La nave central, por su parte, está decorada con la Apoteosis de Santa Cecilia (1721) de Sebastiano Conca. La iglesia también aloja dos retablos más: Santas Valeria y Cecilia y la Decapitación de Santa Cecilia (1603).
Entre los trabajos más notables está el altar de Santa Cecilia(1600), del escultor post-renacentista Stefano Maderno. Según se cuenta, esta escultura fue modelada ante el cuerpo de la santa, cuando se abrió su tumba en 1595. La estatua evidencia la decapitación, lo que ayuda a la identificación de la santa. Además, demuestra la incorruptibilidad de su cuerpo (atributo de los santos), el cual, milagrosamente, aún conserva sangre después de siglos.
La estatua podría ser concebida como proto-barroca, ya que representa un momento o una persona no idealizada, sino que muestra una escena teatralizada, una representación naturalista de una muerte, o de un santo moribundo. Esto es un acierto, ya que precede en varias décadas a las esculturas similares del alto-barroco de Gian Lorenzo Bernini (por ejemplo, su Beata Ludovica Albertoni) y de Melchiorre Cafà (Santa Rosa de Lima).
"LA OBRA DE ARTE MÁS BELLA ES CADA ACTO DE AMOR AUTÉNTICO, DESDE EL MÁS PEQUEÑO HASTA EL SACRIFICIO SUPREMO DEL MARTIRIO"
El día 1 de octubre de 2010, Benedicto XVI asistió a un concierto en Aula Pablo VI del Vaticano ofrecido por el ENI (Ente de energía eléctrica de Italia). La Sinfonía número 94 en sol mayor "La sorpresa" de Franz Joseph Haydn; Cecilia, Virgen romana, de Arvo Pärt y la Fantasía coral en do menor Opus 80 de Ludwig van Beethoven, fueron interpretadas por la Orquesta y el Coro de la Academia Nacional de Santa Cecilia.
El texto del martirio de la Cecilia parece representar el lugar y el papel de la fe en el universo
CIUDAD DEL VATICANO, 2 OCT 2010 (VIS).-
Refiriéndose posteriormente a las piezas musicales interpretadas, Benedicto XVI subrayó que "la combinación de este trabajo sobre Santa Ceciliacon las obras de Haydn y Beethoven ofrece un contraste significativo que invita a la reflexión.
El texto del martirio de la santa y el estilo particular que lo interpreta en clave musical, parecen representar el lugar y el papel de la fe en el universo: en medio de las fuerzas vitales de la naturaleza que están alrededor del ser humano y también dentro de él, la fe es una fuerza diferente, que responde a una palabra profunda, "salida del silencio", como diría San Ignacio de Antioquía".
"La palabra de la fe -continuó- necesita de un gran silencio interior, para escuchar y obedecer a una voz que está más allá de lo visible y tangible.
Esta voz habla a través de los fenómenos de la naturaleza, porque es el poder que creó y gobierna el universo; pero para reconocerla es necesario un corazón humilde y obediente, como también nos enseña la santa que conmemoramos hoy: Santa Teresa del Niño Jesús".
El Papa afirmó que "la fe sigue esta voz profunda donde el arte por sí sola no puede llegar: la sigue en el camino del testimonio, del ofrecimiento de sí mismo por amor, como hizo Cecilia.
Por eso -terminó-, la obra de arte más bella, la obra maestra del ser humano es cada acto de amor auténtico, desde el más pequeño -en el martirio diario- hasta el sacrificio supremo. Aquí la vida misma se convierte en canto: una anticipación de aquella sinfonía que cantaremos juntos en el paraíso".
Como una escena celestial, las estatuas de estos ángeles conducen a los peregrinos al Vaticano. Pero antes de llegar es imposible no alzar la mirada a este castillo del año 123 y ver la imagen de Arcángel San Miguel en la cima.
Esa misma escena la vivió el Papa Gregorio Magno en el año 590, durante una procesión para pedir el fin de la peste que asolaba la ciudad de Roma.
P. SIMONE RAPONI
Historiador “En el momento en que todos llegaron cerca del Castel Sant'Angelo, trayendo consigo la imagen de la Salus Populi Romani, la imagen de la Virgen que se conserva en Santa María Maggiore, se vieron grupos de ángeles que cantaban el Regina Coeli. El Papa levantó los ojos a la cima del castillo y vio a San Miguel Arcángel limpiando su espada llena de sangre y envainándola. Ese fue el signo del fin de la plaga”.
La estatua no está allí por casualidad y tampoco es la primera. La que se observa en la actualidad tiene un diseño clásico, con vestiduras romanas. Fue realizada en 1752.
P. SIMONE RAPONI
Historiador “Fue inaugurada el día de San Pedro y San Pablo del año 1752, bendecida por Benedicto XIV. Es una estatua de poco más de 5 metros, muy grande e imponente. Realizada por un artista belga. Otras estatuas de una serie la precedieron, incluso dentro del castillo hay una de ellas, realizada en mármol en el pontificado de Pablo III”.
Después de la milagrosa aparición la edificación construida como mausoleo del emperador Adriano fue redenominada Castel Sant'Angelo, adquiriendo un papel muy importante para la ciudad.
P. SIMONE RAPONI
Historiador “Más tarde se incorporará al Vaticano con la construcción del Passetto di Borgo y luego cumplirá varias funciones en la historia: Se convertirá en una fortaleza, una prisión, la sede del tesoro, la sede del archivo y se convierte en un lugar muy importante sobre todo para la defensa de Roma”.
Y desde lo alto, con su imponencia, la imagen de San Miguel Arcángel, resguarda y defiende en la lucha a romanos y turistas.
Descubra en Internet detalles que ni en vivo pueden apreciarse
No hay nada que pueda sustituir una visita a Roma para admirar la Capilla Sixtina o la Basílica de San Pedro; sin embargo, Internet permite ahora realizar visitas virtuales a algunos de los lugares más sagrados de la Ciudad Eterna, ofreciendo detalles que ni siquiera en vivo pueden apreciarse.
La visita al templo más grande de la Iglesia católica, en el que se custodian los restos del apóstol Pedro, puede realizarse desde su casa y tan sólo es necesario contar con un ordenador y una conexión a Internet, gracias a este servicio ofrecido por la página web de la Santa Sede.
El proyecto ha involucrado durante dos años a estudiantes de la Universidad de Villanova en Pennsylvania (Estados Unidos), a quienes se les ha permitido fotografiar estas joyas del arte de todos los tiempos. Miles de fotografías fueron tomadas en la Basílica de San Pedro y en la Capilla Sixtina, con una avanzada cámara motorizada sobre raíl, y posteriormente compuestas y unidas digitalmente para crear un panorama virtual en una proyección tridimensional.
Los peregrinos y turistas virtuales pueden utilizar el zoom y acercarse a los detalles de las obras de arte gracias a la elevada resolución.
Descubra en Internet detalles que ni en vivo pueden apreciarse
Conozca los detalles ocultos de la basílica de San Juan de Letrán
No hay nada que pueda sustituir una visita a Roma; sin embargo, Internet permite ahora realizar visitas virtuales a algunos de los lugares más sagrados de la Ciudad Eterna, ofreciendo detalles que ni siquiera en vivo pueden apreciarse.
La visita al templo más antiguo de la ciudad, puede realizarse en su casa y tan sólo es necesario contar con un ordenador y una conexión a Internet, gracias a este servicio ofrecido por la página web de la Santa Sede.
Miles de fotografías fueron tomadas en la Basílica de San Juan de Letrán, con una avanzada cámara motorizada sobre raíl, y posteriormente compuestas y unidas digitalmente para crear un panorama virtual en una proyección tridimensional.
Los peregrinos y turistas virtuales pueden utilizar el zoom y acercarse a los detalles de las obras de arte gracias a la elevada resolución.
Una de las características principales de la sociedad actual es su pluralismo, la convivencia de comprensiones muy diferentes del mundo y del ser humano. En ella, la reivindicación de la verdad parece extraña a muchos. Los primeros cristianos encontraron ya un panorama semejante, y estaban firmemente convencidos de la necesidad de la verdad.
La evolución de las sociedades y del cristianismo, desde el Vaticano II hasta hoy, ha supuesto la necesidad de acostumbrarse a vivir las propias convicciones en minoría. Todos somos conscientes de la necesidad de una renovación en los medios y en las formas de la vida de la Iglesia. Y, para quienes, por profesión o afición, leemos los escritos de Ratzinger, la renovación tiene una clave fundamental: el regreso a las fuentes.
¿Cuál es el contenido de ese regreso, en lo que respecta a la verdad?
El mundo de los primeros cristianos era semejante a nuestro mundo plural. Un mundo caracterizado, en buena medida, por el pluralismo cultural, que significa de cosmovisiones y de religiones, que coexistían unas con otras. En el mundo del Imperio romano, como en el nuestro, cualquier opinión podía ser sostenida en privado y en público, excepto la convicción de tener una verdad firme y completa, como es la de Dios. Sin duda, el ejemplo de los mártires, de sus vidas, sus procesos judiciales y sus ejecuciones, son buena muestra de la fuerza de convicción.
Pero, sin llegar al martirio, también es importante que los primeros cristianos vivían en el mundo, como ciudadanos corrientes. Su testimonio de la verdad tenía el respaldo de la convivencia diaria con sus conciudadanos, en todo tipo de profesiones o de circunstancias vitales: san Pablo se ganaba la vida como fabricante de tiendas, en su carta a los romanos saluda a los cristianos de la casa del César, había mujeres con posesiones, como Lidia, y otros con profesiones comunes. Una de las mejores expresiones de este modo de vida es el conocido texto del siglo II:
Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida (Carta a Diogneto, cap. 5. Fuente Vatican.va)
Las palabras del texto suponen que los primeros cristianos, desde el punto de vista externo, no hacían nada diferente a sus conciudadanos. Pero sí tenían, desde el punto de vista interno o subjetivo, algo diferente. Sabían que habían encontrado la Verdad que da sentido a la vida.
Ser cristiano es tener una convicción profunda acerca de la existencia de la Verdad. Y ser cristiano significa creer que la verdad tiene carácter personal y es capaz de amar. Es estar firmemente convencido de que la dimensión teórica y práctica de la verdad convergen porque se han hecho una sola cosa con la Encarnación de Jesucristo, con su vida y su muerte. Por eso es coherente que no necesitaran nada más –y nada menos– que mostrar con sus vidas esa verdad que habían hallado.
Si trasladamos su ejemplo a nuestros días, la sociedad es similar en su pluralismo. Bajo el nombre de tolerancia, no es extraño que genere yuxtaposición de culturas que no se comunican. Es igualmente común que tache de intolerante o, al menos, de irracional, a cualquiera que afirme tener una convicción acerca de la verdad. Y, no obstante, para quien cree haber encontrado el sentido de la vida es igualmente importante poder mostrarlo, allí donde esté y donde conviva, como ciudadano o ciudadana, con sus iguales.
Tal vez por eso, me parecen relevantes unas palabras de Ratzinger que, en su propuesta de una renovación en las fuentes, parecen hacer eco a las dirigidas a Diogneto:
El cristiano debe ser también cabalmente un hombre de alegre entre los hombres, un hermano en humanidad, cuando no pueda serlo en cristiandad. Y pienso que en la relación con sus vecinos incrédulos debe ser cabalmente y antes que todo un hombre y, por lo tanto, no atacarles continuamente los nervios con continuos intentos y sermones de conversión. Sin llamar la atención les prestará servicios misionales ofreciéndoles la hoja parroquial, indicándoles en caso de enfermedad la posibilidad de llamar a un sacerdote o llamándolo él mismo, y así de otros modos; pero no será solo predicador, sino cabalmente también, en su bella apertura y sencillez, un hombre (Joseph Ratzinger, El nuevo pueblo de Dios, Herder, Barcelona 1971, 366)
Amabilidad, apertura y sencillez parecen las claves para volver a hablar de la verdad conocida y descubierta por el cristiano. Sigue siendo como al principio. La verdad debe mostrarse con los argumentos, sí, y el autor de esas palabras ha sido uno de los mejores intelectuales católicos de las últimas décadas. Pero, dado que la verdad es vida, también debe mostrarse con la vida, compartiendo las pequeñas preocupaciones diarias, o las responsabilidades propias de la ciudadanía, con los demás, junto con ellos. Cor ad cor loquitur, decía el lema del cardenal Newman, tan admirado, junto a los primeros cristianos, por el propio Ratzinger.
Son temas que requieren preparación, espiritual y también intelectual, entre los cristianos de hoy en día. Hablar de la verdad, desde la convicción, pero también desde la búsqueda del entendimiento en los aspectos comunes del mundo plural, bajo la guía de Ratzinger, es uno de los temas que se abordan en el máster en Filosofía y Religión según Joseph Ratzinger, que realiza la Universidad Internacional de La Rioja, y cuyo plazo de inscripción está abierto.
Elena Álvarez es Doctora en Teología, Coordinadora Académica del área de Estudios Religiosos en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades en UNIR y profesora del Máster en Filosofía y Religión según Joseph Ratzinger de UNIR.
La prisión del imperio romano en la que la tradición indica estuvieron presos san Pedro y san Pablo
En esta cárcel excavada en la roca, es posible ver un pozo en el suelo del que sube agua, con la cual los santos Pedro y Pablo habrían bautizado a sus carceleros y compañeros de celda.
La piedad popular siempre reconoció que aquí Pedro fue encarcelado, y que lo ha expresado desde el siglo V hasta hoy. Han encontrado una imagen de María con un manto rojo que cubre a los fieles, la imagen más antigua que se conozca de la Virgen de la Misericordia.
La cárcel Mamertina, también llamada el Tullianum, era una prisión ubicada en el Foro Romano en la antigua Roma. Construida según Livio, por Anco Marzio en el VII siglo antes de Cristo, y por lo tanto la más antigua de Roma, originalmente fue creada como una cisterna.
Excavada en la roca era muy segura, allí solo los prisioneros importantes eran encarcelados, entre ellos Vercingétorix, líder de los Galos, en el año 52 a. C.; Simón Bar Jonas, defensor de Jerusalén, derrotado por Tito en el 70 d. C. Y allí permanecían hasta que se hacía el desfile y se les ejecutaba en público, ya que el ordenamiento romano no contemplaba la prisión.
Se cree que los santos Martiniano y Proceso, sus guardias, fueron convertidos y bautizados por Pedro antes de ser martirizado junto a otras 47 personas.
Entender qué quiere decir la Escritura, para los cristianos de hoy, no es cuestión que pueda darse por descontada, puesto que hay varias corrientes interpretativas. Las indicaciones de Orígenes, desde el siglo III, nos ayudan a hacerlo como fue en el principio.
El problema hermenéutico sobre la correcta interpretación de la Sagrada Escritura apareció en el horizonte del siglo XIX con la corriente racionalista. Sus supuestos filosóficos parten de la separación entre la res extensa y la res cogitans, una distinción que desembocó en la fractura entre la fe y la razón. Las consecuencias se prolongan hasta nuestros días, y son problemáticas, como ha señalado, entre otras, la voz del Magisterio de la Iglesia.
Los numerosos métodos de estudio hermenéutico, sus planteamientos, sus objetivos, sus conclusiones, a veces nos hacen perder la verdadera esencia de la Sagrada Escritura. Nuestra propuesta es alzar la mirada hacia los primeros siglos y contemplar cómo Orígenes (184-253), que dirigió la escuela cristiana de Alejandría, nos presenta ese mensaje nuclear de la Biblia.
La Sagrada Escritura como fundamento de la vida cristiana. La primera enseñanza de Orígenes es que la lectura de la Sagrada Escritura es un pilar de la vida cristiana. así, el hombre virtuoso es aquel que no solamente practica la virtud, sino que ama y medita día y noche la Palabra de Dios:
“Quien no combate en lucha y no es moderado con respecto a todas las cosas, y no quiere ejercitarse en la palabra de Dios y meditar día y noche en la Ley del Señor, aunque se le pueda llamar hombre, no puede, sin embargo, decirse de él, que es un hombre virtuoso” (In Nm. Hom. XXV, 5).
Estudio histórico-crítico. Aunque parece que los métodos científicos aplicados al estudio bíblico surgen con la modernidad, Orígenes se adelantó a ellos. Su amor por la Escritura le condujo a estudiarla con una profundidad sin precedentes. En sus viajes se relacionaba con maestros judíos que le explicaban la lengua hebrea y debatía con ellos acerca del canon de los libros sagrados. Se dio cuenta de que los judíos no aceptaban pasajes del Antiguo Testamento que los cristianos sí. Ante esta pluralidad textual, decidió componer las Hexaplas, una obra única en la que coloca en columnas paralelas todo el Antiguo Testamento, en seis versiones (Hebreo, su transcripción al griego, y lsa versiones de Aquila, Símaco, LXX y Teodición). En ellas, marca con asteriscos y óbelos los pasajes discutidos por los judíos.
Dedicación y esfuerzo. El acercamiento a la Biblia requiere invertir tiempo y esfuerzo; porque solo la lectura continua de la palabra, conducirá a una profundización:
“Para quien se dispone a leer (la Escritura), está claro que muchas cosas pueden tener un sentido más profundo que lo que parece a primera vista, y este sentido se manifiesta en aquellos que se aplican al examen de la Palabra en proporción al tiempo que se dedica a ella, y en proporción a la entrega en su estudio (ascesis)” (Contra Celsum, VII,60).
Tres dimensiones de la Sagrada Escritura. Aunque en no siempre sigue este esquema, para Orígenes, la Sagrada Escritura contiene tres niveles o dimensiones de comprensión: el primero es el sentido “literal”, el que percibimos directamente, la letra; el segundo es el del sentido “moral”: que señala qué debemos hacer para vivir la palabra; y, por último, el sentido “espiritual” la esencia, la verdad oculta. Su hermenéutica es coincidente con su concepción antropológica, el hombre compuesto de cuerpo, alma y espíritu.
Exégesis alegórica no tipológica. En Orígenes están presentes todos los tipos de exégesis, la literal, la alegórica-tipológica, la alegórica no tipológica. Pero hay una clara preferencia por esta última. La verdadera labor del exegeta es abandonar el significado básico literal, para ir ascendiendo, por medio de la alegoría, hacia la verdad eterna del Evangelio. Coincide con Hipólito e Ireneo en que en la Sagrada Escritura encontramos “tipos”, pero piensa que fallan por el contenido de las figuras. Para ellos el contenido del tipo sigue siendo histórico mientras que para Orígenes debía ser sólo noético. Orígenes escapa de la historia y los otros permanecen en la historia.
El Espíritu Santo. Si el cristiano desea conocer el sentido espiritual de la Sagrada Escritura, necesitará la ayuda del Espíritu Santo, verdadero autor de la misma. Es el Espíritu el que realiza la unidad de ambos testamentos, el que inspira a los autores y editores para escribir y comprender el plan unitario de Dios, y por lo tanto, el que se explica en la historia sagrada. Por eso, en cualquier interpretación que queramos llevar a cabo es necesario rezar y suplicar la ayuda divina, porque Él nos dará la clave de comprensión que nos abre el camino hacia la dimensión espiritual e interior de la Palabra. Así, el entendimiento e interpretación de la palabra es una gracia que suplicar a Dios:
“Para explicar tales cosas no debemos contar solamente con la fuerza del ingenio humano, sino que debemos esforzarnos en rezar y suplicar a Dios” (1,1).
Unidad entre los dos Testamentos. El Nuevo Testamento es la exégesis del Antiguo y Cristo es la clave de toda la Sagrada Escritura. La Escritura es una gran encarnación donde la letra hace a la vez de la carne. Sin Cristo, uno se pierde en las Escrituras. Tanto en los autores alejandrinos como en los asiáticos, el plano hermenéutico y el cristológico se corresponden.
Edificación de los oyentes. Sus enseñanzas están dirigidas a la Iglesia, dirigidas para la edificación de quien las escucha. Es necesario que el que se ha convertido a Cristo, profundice en los textos sagrados, para poder alcanzar el verdadero significado espiritual de los mismos.
La exégesis en Orígenes encuentra inseparablemente unidad a la contemplación y la predicación. Aunque se esfuerza en estudiarla, con todos los medios a su alcance, su comprensión excede el método. Nos transmite, con su modo de leerla, que la Escritura es el “pan de los cristianos”, nuestro pan de cada día.