Patricioempleó unas técnicas muy especiales que le produjeron grandes éxitos en la evangelización. La primera fue: ganarse la simpatía de los jefes. La isla estaba habitada por diversas tribus. Y al jefe de cada tribu se esmeró nuestro santo por ganárselo.
Si el jefe se convertía a nuestra religión, se convertían también muchos de sus súbditos. Si no se convertía pero aceptaba ser amigo, ya se había ganado un gran terreno con eso, y por lo general sus hijas u otros familiares se convertían y ya quedaba el campo abierto para seguir evangelizando.
La hoja de trébol símbolo de Irlanda
Otra de sus técnicas para evangelizar era emplear un lenguaje muy sencillo y un modo de hablar muy proporcionado a las gentes que lo escuchaban. Así por ejemplo, al hablarles de la Santísima Trinidad les presentaba la hoja del trébol, y les decía que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, así las tres divinas personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios verdadero.
El pueblo, lo que desea es entender, y al misionero Patricio todos le entendían. Por eso lo escuchaban con gusto.
Recorrió la isla durante treinta años enseñando religión, consagrando obispos y sacerdotes y fundando monasterios. Y tuvo la feliz idea de que el obispo de cada región fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio más importante de aquel sitio. Así cada obispo era un fervoroso religioso y tenía la ayuda de sus monjes para enseñar la religión al pueblo. Las vocaciones que consiguió para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchísimas.
Sus temas favoritos y preferidos al predicar eran las cualidades que Dios tiene (poder, sabiduría, bondad, misericordia, justicia, santidad, etc.) La redención que obró Jesucristo y sus consecuencias. La necesidad que tenemos de convertirnos y de hacer penitencia por nuestros pecados, y lo muy importante que es llenar nuestro día de pequeñas oraciones. Recomendaba muchísimo la señal de la cruz.
Logró reformar las leyes civiles de Irlanda, dejándoles todo lo bueno que tenían (que era mucho) pero añadiéndoles los principios cristianos, en vez de las enseñanzas paganas que antes las afeaban. Así consiguió que en el país toda la legislación fuera hecha de acuerdo con los principios católicos, lo cual ha contribuido a que esa nación se haya conservado firme en la fe por más de 15 siglos, a pesar de las tantas persecuciones.
Dicen sus biógrafos que Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espíritu de humildad. Un trabajador incansable y en su esfuerzo por extender la religión dicen que solamente se le puede comparar con los doce apóstoles o con los profetas del Antiguo Testamento. Cuando no estaba dedicado a predicar o a enseñar catecismo o a visitar enfermos, se dedicaba a la oración y a la meditación.
Su modo de tratar a la gente era extraordinariamente amable y bondadoso, y tenía una capacidad excepcional para perdonar a los que lo ofendían. Pero con los enemigos de la religión sí era fuerte e inexorable, y no les permitía difundir sus errores por los sitios donde el predicaba. Dicen que esa fortaleza para no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allí sus herejías, ha sido una de las razones para que Irlanda se haya conservado tan católica.
San Patricio murió el 17 de Marzo del año 461. Que el nos obtenga de Dios la gracia de ser buenos católicos hasta el último momento de nuestra existencia en la tierra.
Las imágenes de San Patricio lo retratan con una cruz en una mano y un trébol en la otra. Por esta razón El trébol es hoy el símbolo de la fiesta de San Patricio, que cae el 17 de marzo, día de su muerte acaecida en el año 461 en Saúl. Sus restos fueron trasladados y sepultados en la Catedral de Down, que desde entonces se denomina Down Patrick.
La elección de Francisco... Y sus primeras palabras desde San Pedro
El 13 de marzo de 2013 la fumata blanca anunció al mundo que la Iglesia católica tenía un nuevo Papa. Con el tradicional "Habemus Papam” se supo que el elegido era el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, a partir de entonces Francisco. Con unas palabras cercanas y sencillas, el primer Papa latinoamericano de la historia marcó desde el principio el tono de su pontificado.
Romereports
Inocencio I, papa († 417)
12 de marzo
Nació en la segunda mitad del siglo IV y parece ser que en Albano, aunque documentalmente no pueda demostrarse con certeza. Fue elegido papa en el año 401, como sucesor de Anastasio I.
Consiguió que se reconociese su autoridad papal en Iliria, región montañosa situada en la región nororiental del Adriático que hoy corresponde a Bosnia y Dalmacia.
Expulsó de la Ciudad Eterna a los perseguidores y detractores de san Juan Crisóstomo, a pesar de la oposición del emperador Arcadio (407). Pero no pudo, a pesar de sus esfuerzos y negociaciones, evitar el saqueo de Roma por Alarico el 24 de agosto del año 410.
A petición de san Agustín, condenó la herejía pelagiana (417).
Con respecto al gobierno que debió ejercer en Hispania, hay que mencionar la carta dirigida a Exuperio, obispo de Tolosa, dándole normas para la reconciliación y admisión a la comunión a los que una vez bautizados se entregaran de modo pertinaz a los placeres de la carne.
De alguna manera, modera la disciplina, en vigor hasta entonces, contemplada en los concilios de Elvira y de Arlés y propiciada por las iglesias africanas; eran normas un tanto rigoristas -extremadamente extrañas para nuestra época-, que negaban la admisión a la comunión de este tipo de pecadores incluso en el momento de la muerte, aunque se les concediera fácilmente la posibilidad de la penitencia.
Reconoce en su escrito que hasta ese momento ´la ley era más duraª, pero que no quiere adoptar la misma aspereza y dureza que el hereje Novaciano. De todos modos no presume de innovaciones, ni se presenta como detentor de un liberalismo laxo; justifica plenamente las normas anteriores, afirmando que esa praxis era la conveniente en aquel tiempo.
En el 416, cuando quiere recordar a los obispos españoles la autoridad indiscutida del obispo de Roma y la obediencia que le deben desde España, escribe una carta en la que afirma que en toda Italia, Francia, Hispania, África y Sicilia sólo se han instituido iglesias por Pedro o por sus discípulos.
Esta carta es empleada como argumento documental muy importante por quienes desautorizan la antiquísima tradición que sostiene la predicación del Apóstol Santiago en España y la conjetura fundada de la visita del apóstol Pablo a este extremo del Imperio.
Interviene también por los años 404-405 para restaurar la paz entre los obispos de Hispania, después de las resoluciones cristológicas antipriscilianistas del concilio de Toledo del año 400; recomienda el reconocimiento de la autoridad y gobierno episcopal de los que fueron ordenados por partidarios de Prisciliano pero que continúan profesando la fe verdadera al aceptar la consubstancialidad del Hijo con el Padre y la unicidad de Persona en Cristo.
Patrono de los objetores de conciencia y de los no-violentos.
San Maximiliano, mártir -12 de marzo †295 , África Septentrional
En Tebeste, en Numidia, san Maximiliano, mártir, que, siendo hijo del veterano Víctor y llamado también al ejército, respondió al procónsul Diono que a un fiel cristiano no le era lícito ser soldado y, tras rehusar el juramento militar, fue ajusticiado a espada.
La «Passio» de san Maximiliano es uno de los más valiosos documentos de una pequeña colección. Es el relato auténtico de un contemporáneo, sin adornos retóricos, del juicio y muerte de uno de los primeros mártires. Se desarrolla como sigue:
Durante el consulado de Tuscus y Anulinus, el 12 de marzo, en Teveste, Numidia [Ahora Tebessa, en Argelia. Se cree que esto sea un error de copia, y que el martirio haya sido en algún lugar cerca de Cartago. Cfr. el penúltimo párrafo], comparecieron ante la corte Fabio Víctor y Maximiliano.
El juez, Pompeyano, abrió el caso con estas palabras: «Fabio Víctor está ante el comisario del César, Valeriano Quintiano. Exijo que Maximiliano, hijo de Víctor, conscripto apropiado para el servicio, sea medido».
El procónsul Dion preguntó al joven por su nombre y él contestó: «¿Qué caso tiene responder? No puedo ser anotado en las listas, puesto que soy cristiano». El procónsul no lo atendió y ordenó que midieran su estatura. Pero el joven insistió: «No puedo servir; no puedo hacer mal a nadie. Soy cristiano».
El procónsul repitió la orden y el ujier informó que Maximiliano medía 1.75 m. Luego el procónsul dijo que se le debería dar el emblema militar, pero Maximiliano persistía: «¡Nunca! No puedo ser soldado».
Dion: Debes servir o morir. Maximiliano: Nunca serviré. Pueden decapitarme, pero no seré un soldado de este mundo, ya que soy un soldado de Cristo. [Fue la insistencia de los primeros cristianos en ser soldados de Cristo lo que dio origen a la palabra «pagano»: «paganus», es decir, «civil». Cf. «Shorfer Oxford Dictionary», edición 1936.]
Dion: ¿De dónde has sacado esas ideas? Maximiliano: De mi conciencia y de Aquél que me ha llamado. Dion (A Fabio Víctor): Corrige a tu hijo. Víctor: Él tiene sus ideas y no cambiará.
Dion (A Maximiliano): Sé un soldado y acepta el emblema del emperador [Un sello de plomo (bulla) que se llevaba alrededor del cuello. Cfr. el actual disco de identidad]. Maximiliano: Nunca. Ya llevo conmigo la marca de Cristo mi Señor. Dion: Te enviaré a tu Cristo inmediatamente.
Maximiliano: No puedo pedir nada mejor. Hazlo pronto, que allá está mi gloria. Dion (Al oficial de reclutas): Dadle el emblema. Maximiliano: No lo aceptaré. Si tú insistes, le quitaré la efigie del emperador. Soy un cristiano y no se me permite portar en el cuello ese emblema, puesto que ya llevo la sagrada señal de Cristo, el Hijo de Dios Vivo a quien tú no conoces, el Cristo que sufrió por nuestra salvación y a quien Dios nos entregó para que muriera por nuestros pecados. Es a Él a quien todos nosotros los cristianos servimos, a Él a quien seguiremos, pues Él es el Señor de la Vida y el Autor de nuestra salvación.
Dion: Únete al servicio y acepta el emblema, o si no, perecerás miserablemente. Maximiliano: No pereceré, mi nombre está ya desde ahora delante de Dios. Me rehúso a servir. Dion: Eres un hombre joven y la profesión de las armas va de acuerdo a tus años. Sé un soldado. Maximiliano: Mi ejército es el de Dios y no puedo pelear por este mundo; como te digo, soy cristiano.
Dion: Hay soldados cristianos al servicio de nuestros soberanos Diocleciano y Maximiano, Constantino y Galerio. Maximiliano: Eso es cosa de ellos. Yo también soy cristiano y no puedo servir. Dion: Pero ¿qué daño pueden hacer los soldados? Maximiliano: Tú lo sabes bien.
Dion: Si no haces tu servicio, te condeno a muerte por desacato al ejército. Maximiliano: No moriré. Si me voy de este mundo, mi alma irá con Cristo mi Señor. Dion: Anoten su nombre... Tu rebeldía te hace rehusar el servicio militar y serás castigado por ello para escarmiento de los demás.
Procedió entonces a leer la sentencia: Dion: Maximiliano ha rehusado el juramento militar por rebeldía. Deberá ser decapitado. Maximiliano: ¡Alabado sea Dios!
Maximiliano tenía veintiún años tres meses y dieciocho días de edad. De camino al sitio de la ejecución, habló a los cristianos: «Amados hermanos, apresúrense a alcanzar la visión de Dios y a merecer una corona como la mía, con todas sus fuerzas y el más profundo anhelo». Estaba radiante.
Después se dirigió a su padre: «La túnica que me tenías preparada para cuando fuera soldado, dásela al líctor. El fruto de esta buena obra será multiplicado cientos de veces. ¡Déjame que te dé la bienvenida en el cielo y glorifique a Dios contigo!»
Al primer golpe lo decapitaron. Una matrona llamada Pompeya obtuvo el cuerpo de Maximiliano y lo llevó en su litera a Cartago, donde lo sepultó cerca del de san Cipriano, no lejos del palacio. Víctor se fue a su casa regocijado, agradeciendo al Señor por permitirle enviar tal regalo al cielo. No tardó mucho en seguir a su hijo. Amén.
El texto de la "Pasión" está en el Acta Sanctorum, marzo, vol. II y Acta Sincera, de Ruinart. Véase Histoire des Persécutions, de Allard, vol. IV; Les Passions des martyrs, de Delehaye, pp. 104-110. En el siglo III, el ejército romano estaba formado principalmente por voluntarios, pero los hijos de los veteranos tenían la obligación de servir.
El rechazo de san Maximiliano a esta obligación ha ocasionado controversias entre ciertos escritores (por ejemplo Paul Allard); los puntos de vista de la Iglesia primitiva sobre el servicio militar se pueden examinar convenientemente (sin que sea necesario aceptar todas sus conclusiones) en la obra del escolástico protestante Dr. C. J. Cadoux, The Early Christian Attitude to War. Cf. san Victricius (agosto 7) y san Martín de Tours (noviembre 11).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston
País que abarca la mayor parte de la antigua Mesopotamia y es un viaje que permite conocer mejor la historia del cristianismo en estas tierras.
Los “nazarenos”, como llamó el Estado Islámico, a los seguidores de Jesús, fueron obligados en 2014 a convertirse, pagar un impuesto o huir. Sin embargo, los cristianos han vivido allí desde los albores del cristianismo. Allí tienen sus raíces y el dolor de tener que irse dejando no solamente sus casas sino su propia tierra debió ser muy duro.
La vida de esta comunidad cristiana está hoy dividida entre caldeos, siriacos, armenios, latinos, melquitas, ortodoxos y protestantes y su historia ha estado marcada por la discriminación y la persecución a lo largo de los siglos.
Sin embargo, la presencia de los cristianos en Irak es una presencia muy antigua y es una Iglesia que tiene sus raíces en el siglo I con la predicación del apóstol Santo Tomás.
Pero la tierra del actual Irak, incluso antes del cristianismo, está entrelazada con las raíces del pueblo de Israel. De la llanura de Ur que visitará el Papa Francisco salió Abraham que irá a las tierras de Canaán. También es interesante notar que Nínive, que se encuentra frente a la ciudad de Mosul, aparece una y otra vez en la Biblia.
Se menciona en varios libros del Antiguo Testamento que recuerda que el profeta Jonás fue enviado allí por Dios para predecir su destrucción, pero "los ciudadanos de Nínive creyeron en Dios y prohibieron el ayuno, vistieron el saco, grande y pequeño" y "Dios se arrepintió sobre el mal que había amenazado con hacerles y no lo hizo”.
Es Jesús nuevamente quien se refiere a estos lugares, dando fe de la importancia de la geografía y la historia de la salvación que marca estas tierras:
"Los de Nínive se levantarán para juzgar a esta generación y la condenarán, porque se convirtieron a la predicación de Jonás". En esta tierra el pueblo judío sufrió el exilio babilónico.
Cuna de antiguas civilizaciones, son también los santuarios, monasterios e iglesias que atestiguan la presencia del cristianismo desde sus primeros pasos.
Irak tiene una historia cristiana aramea y siríaca excepcionalmente rica. En esta tierra se encuentran dos comunidades siríacas occidentales y tres orientales, así como dos iglesias uniatas y tres no uniatas.
Y no se ha mencionado a las otras minorías étnicas (armenia y copta) y protestantes. Sin embargo, durante las persecuciones, las pandemias y las visitas papales, los cristianos iraquíes resonarán sin duda con las palabras de Jesús: "Todos somos hermanos".
Francisco cumplió un viaje marcado por el sufrimiento que dejó el fundamentalismo en los iraquíes, concretamente en los cristianos. El viaje dejó imágenes duras como la de un Papa entre las ruinas de Mosul, o históricas como el encuentro con el líder chiita Ali Al Sistani.
Este fue el primer viaje que hizo el Papa desde que estalló la pandemia, en 2020. Su última cita internacional hasta la fecha había sido Tailandiay Japón en noviembre de 2019.
Observando las antiguas representaciones de Jesús podemos aprender sobre el canon artístico de las primeras comunidades cristianas
Dado que ni la Biblia ni el Nuevo Testamento ofrecen una descripción de Cristo, los pintores y artistas del mosaico a menudo tenían que recurrir a los cánones artísticos de su tiempo para crear una imagen visual del “Hijo de Dios”.
Esto implica que algunas de las primeras representaciones de Jesús ofrecen una valiosa perspectiva de la diversidad de estilos iconográficos de los lugares y las personas que compusieron la antigua cristiandad. Aquí tenéis una lista de las seis representaciones más antiguas de Jesús conocidas por los historiadores:
1. Grafito de Alexámeno, siglo I
Este “grafiti”, que representa a una persona mirando a un hombre con cabeza de burro siendo crucificado, fue grabado en yeso en una pared de Roma durante el siglo I. Si te confunde u ofende el contenido de esta representación, es porque no fue creada como celebración de Jesús, sino como burla.
Durante el siglo I, el cristianismo no era una religión oficial y la mayoría de ciudadanos romanos miraba a sus practicantes con desconfianza y escepticismo. Este grafito probablemente fue creado para burlarse de “Alexámeno”, un cristiano, sugiriendo que adoraba a un Dios “cabeza de burro”.
De hecho, la inscripción que acompaña la imagen lee: “Alexámeno adorando a su dios”. Y el hecho de que el “Dios de Alexámeno” esté siendo crucificado lo empeora aún más, ya que durante el siglo I la crucifixión era un castigo reservado a los autores de delitos más graves.
2. El Buen Pastor, siglo III
Aunque los Evangelios no nos ofrecen una descripción física de Jesús, sí presentan muchas caracterizaciones figurativas que lo describen. Quizás la más sorprendente sea la metáfora del “Buen Pastor”. En el Evangelio de Juan (10,11 y 10,14), Jesús afirma: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas”.
Así que no es sorprendente que muchos de los primeros artistas cristianos escogieran la imagen de un pastor para representar a Cristo. Y en su mayoría lo hicieron incorporando motivos pastorales ya existentes del arte griego y romano.
‘El Buen Pastor’ en las catacumbas de San Calixto en Roma
Esta imagen, pintada sobre los muros de las catacumbas de San Calixto en Roma, muestra a Jesús cargando con un ternero en su hombro, siguiendo la icónica figura del “moskophoros”, literalmente el “portador del ternero”, cuya primera representación en el arte griego antiguo data del 570 a. C.
3. Adoración de los Magos, siglo III
Otra imagen de Cristo presentada en el Nuevo Testamento es la adoración de los Reyes Magos, descrita en Mateo 2,1-12. Como resultado, la “epifanía” fue una de las representaciones más populares de la vida de Cristo en los primeros días del cristianismo.
Esta imagen de los Reyes Magos adorando al Niño fue realizada para decorar un sarcófago del siglo III, que actualmente se conserva en el Museo Vaticano de Roma.
4. Curación del paralítico, siglo III
En un milagro de Jesús relatado en los Evangelios —Mateo (9,1-8), Marcos (2,1-12) y Lucas (5,17-26)—, Jesús cura a un paralítico en Capernaum, en la actual Israel. Desde entonces, este episodio ha sido un elemento recurrente de la iconografía cristiana.
Esta representación de la curación del paralítico, fechada en siglo III, se encontró en el baptisterio de una iglesia largo tiempo abandonada en Siria. Es una de las representaciones más antiguas de Cristo que hayan encontrado los historiadores.
5. Cristo entre Pedro y Pablo, siglo IV
Esta imagen de Cristo, del siglo IV, lo muestra entre san Pedro y san Pablo. Fue pintada en las catacumbas de San Marcelino y San Pedro en la Via Labicana en Roma, cerca de una villa que perteneció al emperador Constantino.
Bajo las tres figuras principales de la pintura encontramos a Gorgonio, Pedro, Marcelino y Tiburcio, cuatro mártires que habían sido enterrados en esas catacumbas y que son representados señalando al Cordero de Dios en su altar celestial.
6. Cristo Pantocrátor, siglo VI
La palabra griega pantocrator significa literalmente “el que tiene autoridad sobre todo”. Así se tradujeron al griego dos expresiones hebreas empleadas en el Antiguo Testamento para describir a Dios, el “Dios de las Huestes” (Sabaot) y “Todopoderoso” (El Shaddai). Para representar la cualidad de semejante poder, los iconógrafos bizantinos emplearon ciertas características, como la mano derecha abierta, que pudieran transmitir una sensación de poder y autoridad.
Esta imagen es el ejemplo conocido más antiguo de “Cristo Pantocrátor” en el mundo. La diferencia en las expresiones que muestran el lado derecho y el izquierdo del rostro de Jesús quizás sugiera su doble naturaleza humana y divina. Fue pintada en una tabla de madera durante el siglo VI o VII y actualmente se conserva en el monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, en Egipto, uno de los monasterios más antiguos del mundo.
10 años después del atentado de Al Qaeda a la Catedral siro-católica “Nuestra Señora de la Salvación”, el Papa Francisco encontró en este mismo lugar a obispos, religiosos y seminaristas de Bagdad.
Francisco recordó el testimonio de los 48 mártires en proceso de beatificación, además de 9 musulmanes.
FRANCISCO “Su muerte nos recuerda con fuerza que la incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas. Y quiero también recordar a todas las víctimas de la violencia y las persecuciones, pertenecientes a cualquier comunidad religiosa”.
“Las dificultades forman parte de la experiencia cotidiana de los fieles iraquíes”, así lo afirmó el Papa. Al igual que agradeció el ejemplo de la Iglesia iraquí al permanecer cercana a la gente.
FRANCISCO “Han tenido que afrontar las consecuencias de la guerra y de las persecuciones, la fragilidad de las infraestructuras básicas y la lucha continua por la seguridad económica y personal, que a menudo ha llevado a desplazamientos internos y a la migración de muchos, también de cristianos, hacia otras partes del mundo”.
Utilizó la imagen de una alfombra para rescatar el ancestral patrimonio histórico, litúrgico y espiritual de las diferentes Iglesias presentes en Irak. Una metáfora que “remite también a su fuente. Porque Dios mismo es el artista”.
Francisco recordó que en los jóvenes está la esperanza del renacer de la tierra que vio crecer a Abraham.
FRANCISCO “Aunque jóvenes, ciertamente, su paciencia ya ha sido puesta a prueba duramente por los conflictos de estos años. Pero recordemos que ellos —junto con los ancianos— son la punta del diamante del país, los mejores frutos del árbol”.
Al final del encuentro, el Papa Francisco utilizó esta estola fabricada por mujeres de Qaraqosh. Con ella rezó el Padrenuestro en una variante del Arameo.
Gestos que llevan esperanza a los cristianos perseguidos. Y es que “Irak no volverá a ser la misma nación”.
LOUIS RAPHAËL I SAKO Patriarca de Babilonia de los Caldeos “Ya desde los días previos (a la visita del Papa) ha habido un gran cambio. Cristianos, musulmanes, todos hablan de paz, de convivencia armoniosa. Incluso de la lucha contra el fundamentalismo y la violencia. Es algo muy positivo”.
Así concluyó la primera jornada de Francisco en Irak como un peregrino de la paz.
En Erbil, el Santo Padre se reunió con el Catholicos-Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente, Mar Gewargis III, recordando que aquí muchos cristianos han derramado su sangre y ahora brillan juntos, estrellas en el mismo cielo, mostrándonos el camino hacia la plenitud de la unidad. Un camino iniciado en 1994 con la Declaración Cristológica Común entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria de Oriente.
Al final de la Santa Misa en el Estadio "Franso Hariri" de Erbil, en el norte de Irak, el Papa Francisco saludó con afecto al Catholicos-Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente, Mar Gewargis III, que reside en esta ciudad. "¡Gracias, querido hermano!", comenzó el Santo Padre, que quiso abrazar en él a los cristianos de las distintas confesiones: "¡Tantos aquí han derramado sangre en el mismo suelo! Pero nuestros mártires brillan juntos, estrellas en el mismo cielo. Desde allí arriba nos piden que caminemos juntos, sin vacilar, hacia la plenitud de la unidad".
La Iglesia Asiria de Oriente
La Iglesia Asiria de Oriente es una Iglesia antigua presente en esta tierra desde los orígenes del cristianismo. Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de que "partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia" estaban presentes cerca del Cenáculo el día de Pentecostés. Fueron los primeros cristianos de Persia, donde más tarde, según la tradición, predicaron el apóstol Santo Tomás y sus discípulos Addai y Mari. En su centenaria historia, la Iglesia Asiria de Oriente desarrolló una original tradición teológica y espiritual en un contexto cultural predominantemente semítico y sirio muy cercano a las primeras comunidades apostólicas. A principios de la Edad Media, la Iglesia Asiria de Oriente desarrolló un extraordinario dinamismo misionero siguiendo las distintas rutas de la seda a través de Asia Central, la India e incluso China. Tiene la misma herencia teológica y litúrgica que la Iglesia caldea y la Iglesia siro-malabar de la India, que entraron en comunión con la Iglesia de Roma en el siglo XVI.
Desde sus orígenes, la historia de la Iglesia Asiria de Oriente está trágicamente marcada por la persecución. Páginas dramáticas que se entrelazan con los periodos del Imperio Persa, luego el Imperio Mongol y finalmente el Imperio Otomano. Sobre todo, después de la masacre que tuvo lugar entre los años 1914 y 1924, también conocida con el término "Seyfo" (en sirio significa literalmente "espada"), la mayoría de sus fieles emigraron a Occidente, llevándose consigo una tradición centenaria. Aunque siguen existiendo grandes comunidades en Oriente Medio, especialmente en el norte de Irak, Siria, Irán y Líbano, casi la mitad de los 450.000 fieles de esta antigua Iglesia se encuentran en Estados Unidos, con una importante diáspora en Canadá, Europa y Australia.
Declaración cristológica común
El diálogo entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria de Oriente condujo en 1994 a la firma de una Declaración Cristológica Común. En este documento, el Papa Juan Pablo II y el Catholicos-Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente Mar Dinkha IV reconocen que comparten la misma fe en Jesucristo. Como herederos y custodios de la fe recibida de los Apóstoles – dice el texto –, confesamos a un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los tiempos, que, en la plenitud de los tiempos, bajó del cielo y se hizo hombre para nuestra salvación. "Independientemente de las diferencias cristológicas que ha habido – se subraya –, hoy confesamos unidos una misma fe en el Hijo de Dios que se hizo hombre para que nosotros, por su gracia, llegáramos a ser hijos de Dios".
"El misterio de la Encarnación que profesamos juntos no es una verdad abstracta y aislada. Se trata del Hijo de Dios enviado para salvarnos". En 2014, el Papa Francisco recibiendo a Mar Dinkha IV en el Vaticano, calificó la Declaración Cristológica Común firmada en 1994 como "un hito" en el camino "hacia la plena comunión". "Con ella – dijo Francisco – hemos reconocido que confesamos la única fe de los apóstoles, la fe en la divinidad y la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, unidas en una sola persona, sin confusión ni cambio, sin división ni separación.
La Declaración conjunta de 2018
En 2015, fue elegido Catholicos-Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente Mar Gewargis III. En el mensaje inmediatamente posterior a esta elección, el Papa Francisco recuerda a los cristianos y otras minorías religiosas de Irak y Siria. "Junto con ustedes – se lee en el documento –, pido al Señor que les conceda fuerza para que perseveren en su testimonio cristiano. En noviembre de 2018, el Papa Francisco y Mar Gewargis III firmaron una declaración conjunta sobre la situación de los cristianos en Oriente Medio. El texto, redactado en 8 puntos, subraya la gratitud al Señor "por la creciente cercanía en la fe y el amor entre la Iglesia Asiria de Oriente y la Iglesia Católica". Y se recuerda que "en las últimas décadas, nuestras Iglesias se han acercado más de lo que nunca lo habían hecho a lo largo de los siglos".
A la espera de que llegue el día en que sea posible celebrar juntos en el mismo altar, se reiteró la intención de "avanzar en el reconocimiento mutuo y en el testimonio compartido del Evangelio". En este camino, dice además la Declaración, "experimentamos un sufrimiento común, derivado de la dramática situación de nuestros hermanos y hermanas cristianos en Oriente Medio, especialmente en Irak y Siria". "Cientos de miles de hombres, mujeres y niños inocentes sufren inmensamente por conflictos violentos que nada puede justificar". Conflictos que han "incrementado el éxodo de los cristianos de las tierras donde han convivido con otras comunidades religiosas desde los tiempos de los Apóstoles". El texto concluye con una fuerte invitación al diálogo: "Cuanto más difícil es la situación, más necesario es el diálogo interreligioso basado en una actitud de apertura, verdad y amor. Este diálogo es también el mejor antídoto contra el extremismo, que es una amenaza para los seguidores de todas las religiones".
La época de las sangrientas persecuciones tocaba a su fin y alboreaba para el cristianismo un período de relativa paz dentro del vasto Imperio romano. En efecto, a principios del año 312 los emperadores Constantino y Licinio publicaron conjuntamente un edicto favorable a los cristianos.
Su enemigo Majencio fue derrotado por Constantino, el 28 de octubre del mismo año, cerca del puente Milvio. Con ello quedó Constantino único emperador de Occidente, pactando con Licinio, su asociado en el Imperio y soberano de Oriente, al cual dio a su hermana Constancia en matrimonio.
Todo inducía a creer que las persecuciones contra la Iglesia se habían conjurado definitivamente. Constantino mostrábase cada día más propicio a los cristianos, a medida que se familiarizaba con ellos e intimaba con los obispos. Licinio, aunque pagano, quiso que la lucha que sostuvo en Oriente contra Maximino Daia tuviera el carácter de conflicto armado entre el cristianismo y el paganismo.
Pero al ser vencido Daia y quedar Licinio dueño del campo, el ambicioso emperador se quitó la máscara, según frase de Eusebio (Vita Constantini 1.4 c.22), e inició una satánica persecución contra los cristianos sujetos a su mandato.
Ruinas de Sebaste
Un edicto imperial mandaba que los oficiales del ejercito que rehusaran sacrificar a los dioses fueran degradados y juzgados como traidores al Imperio. A los soldados se les amenazó con un lento martirio en caso de mostrarse contumaces.
Debían ser muchos los cristianos enrolados en el ejército de Licinio, ya que la Iglesia tenía mucho interés en que hubiera gran número de ellos ejerciendo esta profesión, como lo prueba el canon tercero del concilio de Arles (314), al dictar sentencia de excomunión contra los que abandonaran la carrera militar en tiempos de paz. Pero mientras Constantino se apoyaba preferentemente sobre tropas cristianas, Licinio quiso eliminarlas de su ejército.
La defensa del Asia Menor estaba encomendada principalmente a las legiones romanas XII Fulminata y a la XV Apollinaris. La historia ha conservado la memoria de cuarenta soldados pertenecientes a la legión que tan famosa se hizo en tiempos de Marco Aurelio por la lluvia milagrosa y la victoria conseguida por sus oraciones a causa de haberse opuesto a las órdenes de Licinio, escogiendo el martirio antes de renegar de su fe cristiana.
En una traducción latina antigua de las Actas de los mártires se ha conservado el nombre de los cuarenta atletas de Cristo. Según este testimonio, que posee bastantes indicios de ser verídico, los mártires se llamaban:
Se admite que la tradición popular pudo desfigurar algunos de estos nombres, pero no por ello es lícito concluir que deba dudarse de la autenticidad de todos ellos. En contra de la misma se esgrime el argumento de las diferencias que se notan en los distintos documentos escritos y el silencio que sobre este particular han guardado San Basilio y otros Santos Padres.
Enterado el prefecto de que los soldados persistían en su actitud, intentó convencerles de la necesidad de acatar las órdenes del emperador como único medio de evitar un cruel martirio, precursor de una muerte lenta.
Pero aquellos soldados, acostumbrados a la vida dura de la milicia, rechazaron decididamente aquella diabólica invitación, diciendo que si hasta entonces habían permanecido fieles al emperador romano y por él habían puesto en peligro sus vidas, ahora, en el trance de decidir entre servir a Cristo o al emperador, preferían oponerse a un soberano temporal antes de renegar de su Rey celestial.
Esta postura varonil impresionó hondamente al prefecto, mayormente después de haber comprobado él cómo algunos otros cristianos habían apostatado cobardemente. Entonces, nos dice San Gregorio de Nisa, el prefecto trató de intimidarles, pero no sabía qué clase de martirio pudiera impresionar a aquellos atletas.
"Si les amenazo con la espada —se decía—, no reaccionarán, por estar familiarizados con ella desde su infancia. Si los someto a otros suplicios, los sufrirán generosamente. Tampoco sus cuerpos curtidos por el sol y el aire temerán el martirio del fuego." Pensó entonces en otro suplicio más molesto y largo.
Era invierno, en cuya estación se deja sentir intensamente el frío en Armenia, mayormente cuando sopla el helado cierzo del norte. Aquel día en la ciudad de Sebaste reinaba un frío tan intenso que, según expresión de San Gregorio, se helaban aun los cabellos. Un riachuelo que desciende de las montañas del norte, el actual Murdan-su o Tavra-su, se había helado.
El lago (San Efrén) o estanque (San Basilio), alrededor del cual se había construido la ciudad, era duro como una piedra, tanto que los animales y personas transitaban por él sin peligro alguno (San Gregorio). Aprovechando esta coyuntura mandó el prefecto que se despojara a los mártires de sus vestidos y fueran arrojados sobre el hielo del estanque.
Lejos de intimidarse ante aquella cruel orden, "la alegre juventud", en medio de juegos y risas, corrió hacia el lugar del martirio. Los circunstantes que presenciaban aquel insólito hecho quedaron pasmados de ver cómo aquellos jóvenes atletas emprendían una veloz carrera para conseguir cuanto antes la palma del martirio.
La permanencia en aquel lugar de torturas se alargaba, pero mientras el hielo entumecía sus miembros y daba un color lívido a sus carnes, crecía el valor de su ánimo. Tiritaban sus cuerpos, sus miembros iban congelándose uno tras otro, la gangrena hacía su aparición. El prefecto atendía que el tormento doblegara la voluntad de los mártires, invitándoles a abandonar aquel lugar de torturas y entrar en un estanque próximo de aguas termales.
Pero ellos se animaban mutuamente a permanecer fieles hasta la muerte con estas palabras que, en cuanto al sentido, nos ha conservado San Basilio:
"Amargo es el invierno, dulce el paraíso; desagradable es la congelación del cuerpo, pero dichoso el descanso que nos espera. Suframos un poco y después seremos confortados en el seno de los patriarcas. A una noche de torturas seguirá toda una eternidad feliz. Por lo mismo, que todos sean valientes; que nadie dé oídos a las voces del demonio. Somos mortales y, por lo mismo, algún día tendremos que morir; aprovechemos ahora la ocasión cuando se nos presenta en perspectiva inmediata la gloria eterna."
Unánime era la siguiente oración: "¡Señor!, cuarenta hemos bajado al estadio, haz que los cuarenta seamos coronados. Que no disminuya este número sagrado que Tú y tu profeta Elías santificasteis con el santo ayuno."
El desaliento se apoderó de uno de ellos, el cual, secundando los deseos del prefecto, salió del estanque helado y buscó refrigerio en el baño caliente, en donde murió al poco de entrar. No quiso Dios que se defraudara la oración de los mártires.
El encargado de custodiarlos, favorecido por una visión y movido por la entereza de los mártires, se declaró públicamente cristiano y manifestó su deseo de compartir los tormentos con aquellos mártires, ocupando el lugar que había dejado el apóstata. Despojóse de sus vestiduras y se arrojó al estanque de hielo, muriendo poco después, juntamente con sus compañeros de suplicio. Era el 9 de marzo del año 320.
No es posible aunar y dar crédito al testimonio de los historiadores en cuanto a las particularidades del martirio. Todos convienen en señalar la naturaleza del mismo, pero difieren en algunos pormenores. Por ejemplo, no puede darse crédito a la noticia conservada por Nicéforo Calixto de que, juntamente con los cuarenta soldados, fueron martirizadas sus mujeres, también en número de cuarenta.
La Iglesia griega celebra su fiesta el día primero de septiembre. Tampoco convienen los historiadores en la localización del estanque helado, ni todos mencionan la existencia de unos baños termales en las cercanías. Parece incontrovertible que el martirio tuvo lugar en Sebaste, no lejos de la actual villa de Sivas.
Antes de morir, uno de los mártires, en nombre de todos, redactó un testamento, calificado por los historiadores como "pieza hagiográfica única en su género". Durante algunos años se dudó de su autenticidad, pero a últimos del siglo pasado adujo Bonwetsch buenas razones en pro de la misma. Según Leclercq:
"El conjunto del testamento ofrece tales caracteres de sinceridad y supone situaciones tan concretas, que no permite suponer que sea una pieza hagiográfica fabricada como tantas otras."
La finalidad del testamento era impedir que, después del martirio, los cuerpos de los mártires, que habían muerto juntos por defender las mismas santas creencias, fueran dispersados. En su escrito manifestaban su voluntad de ser enterrados en una sepultura común, en un lugar llamado Sarcim, no lejos de la villa de Zela, en el Ponto.
San Gregorio dice que el lugar donde reposaron sus cuerpos no estaba lejos de Ibora, a unas cinco horas de camino de Zileh. Las Actas afirman que todos los mártires eran capadocios; pero no es fácil explicar por qué unos mártires muertos en Sebaste escogieron a Zela, en el Ponto, como lugar de su sepultura.
Según San Basilio, los cuerpos de los mártires fueron quemados y el que escapó del fuego fue precipitado en el río. Cuenta el mismo Santo Doctor que, al ir a recoger los emisarios del prefecto los cuerpos de los mártires para quemarlos, vieron que vivía todavía el más joven de ellos, de nombre Melitón.
Creyendo que cambiaría de parecer, le dejaron en las riberas del estanque, mientras cargaban con los cadáveres de los otros. Al ver la madre del joven la conducta de aquéllos, se acercó a su hijo y le exhortó a perseverar fiel a su fe hasta morir. El joven así se lo prometió con una ligera señal de su mano moribunda.
Entonces aquella valerosa mujer cargó con sus propias manos el cuerpo de su hijo en el carro en que iban amontonados los cadáveres de los otros, temiendo que su hijo no fuera partícipe de la corona que se reservaba a aquellos mártires en el cielo.
El martirio de los cuarenta soldados de la legión XII Fulminata fue muy celebrado en la antigüedad cristiana por la valentía de los mismos y su constancia en medio de los tormentos. Con su ejemplo demostraban a los jóvenes su desprendimiento al renunciar a una vida larga y a una situación de privilegio por mantener inhiesta la bandera de Cristo.
En su vida supieron hermanar sus deberes religiosos con su condición de soldados, pero cuando el poder humano les exigió que renunciaran a sus creencias cristianas no vacilaron un momento en renunciar a todo lo humano con tal de permanecer fieles a Cristo, derramando su sangre por confesarle. Sus reliquias, según San Gaudencio, eran adquiridas a peso de oro.
Su gran panegirista, San Gregorio de Nisa, proclamaba desde el púlpito el gran poder de intercesión de los santos soldados mártires, diciendo que tenía él tanta confianza en ellos que colocaba sus reliquias junto a los cuerpos de sus padres, para que éstos, al resucitar en el último día, lo hicieran conjuntamente con sus valientes protectores. Su culto se propagó en Constantinopla.
Hacia la mitad del siglo V Santa Melania la Joven hizo depositar sus reliquias en la iglesia del monasterio que ella había edificado en Palestina. En Roma, en el Transtevere, existe una iglesia dedicada a los santos mártires de Sebaste, que sirven los Padres Franciscanos de la provincia de San Gregorio, de Filipinas.