Acogió a los ascetas cristianos estuvo ocupado desde el siglo IV al VIII
Aislado en el desierto de Egipto, el oasis de al-Bahariya acogió a los ascetas cristianos desde el siglo IV al VIII
Una misión arqueológica franco-noruega ha descubierto nuevos restos de edificios cristianos de la Antigüedad tardía en el desierto occidental de Egipto, lo que indica la vida monástica en la región en el siglo V, anunció el sábado el Ministerio de Antigüedades de Egipto.
"La misión franco-noruega descubrió (...) en el sitio de Tell Ganoub Kasr al-Agouz, en el oasis de al-Bahariya, varios edificios construidos en basalto, tallados en piedra y ladrillo", según un comunicado de prensa del ministerio.
Estos corresponden a "seis sectores que albergan los restos de tres iglesias y celdas de monjes" cuyas "paredes llevan grafitis y símbolos con connotaciones coptas", dijo el responsable de antigüedades islámicas, coptas y judías, Oussama Talaat, citado en el documento.
También citado por el ministerio, el jefe de la misión, Victor Ghica, cree que este descubrimiento permite comprender "el desarrollo de los edificios y la formación de las primeras comunidades monásticas" en esta región egipcia.
Además, agregó que en 2020 se descubrieron "19 edificios y una iglesia tallada en piedra". La iglesia tenía "en sus muros inscripciones religiosas" y bíblicas "en griego" que indicaban "la naturaleza monástica de la vida en la zona" y la "presencia de monjes del siglo V" de nuestra era.
Aislado en el desierto, en el suroeste de Egipto, lejos de los pueblos conocidos de la época romana, el sitio que acogió a los ascetas cristianos estuvo ocupado desde el siglo IV al VIII con un probable pico de actividad alrededor de los siglos V y VI, según al sitio web del Instituto Francés de Arqueología Oriental (IFAO) a cargo de la misión.
Esta campaña de excavación es la tercera que se lleva a cabo en el sitio, después de las de 2009 y 2013.
Las anteriores ya habían "sacado a la luz nuevos temas (...) como la producción y conservación del vino, así como la cría de ganado en un contexto monástico o incluso contactos comerciales con diversas regiones del Imperio Bizantino", especifica el sitio web de IFAO.
El Cairo ha anunciado importantes descubrimientos arqueológicos en los últimos meses y espera que ayuden a reactivar el turismo, un sector clave socavado hoy por la pandemia de coronavirus.
En febrero, el Ministerio de Turismo de Egipto reveló la existencia de una fábrica de cerveza de producción a gran escala que sería "la más antigua" del mundo, en el sitio arqueológico de Abydos (sur).
Encontrar a los evangelistas representados en el arte católico es muy habitual
Los cuatro autores de los Evangelios (San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan) han sido relacionados simbólicamente con los cuatro seres vivientes del Apocalipsis 4,7:
“El primer Viviente, como un león;
el segundo Viviente, como un novillo;
el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre;
el cuarto viviente es como un águila en vuelo.” Ap 4,7.
Tradicionalmente se suele representar a los cuatro evangelistas mediante cuatro símbolos.
El orden en el que aparecen en el Nuevo Testamento son:
– El ángel (un hombre con alas): Mateo.
– El león: Marcos.
– El buey: Lucas.
– El águila: Juan.
Evangelistas y tetramorfos
Un tetramorfos (del griego τετρα, tetra, "cuatro", y μορφη, morfé, "forma") es una representación iconográfica de un conjunto formado por cuatro elementos. La más extendida de estas es cristiana, que los asocia con los cuatro evangelistas
Mateo se simbolizó con un ángel (un hombre con alas) porque su evangelio comienza con la lista de los antepasados de Jesús, el Mesías: Mt 1,1-16. Esta lista es de gran valor para este evangelio porque presenta a Jesús como hijo de David (el más importante de los reyes) e hijo de Abrahán (el padre del pueblo de Dios).
Juan es representado por un águila, la mirada dirigida al sol, porque su evangelio se abre con la contemplación del Jesús-Dios: Jn 1,1.
El evangelio de Juan fue el último en aparecer, y no se escribió en pocos días. Lo escribieron los discípulos de Juan. Una de las características del Jesús del evangelio de Juan es esta: el Maestro nos conoce a cada uno de nosotros mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos: Jn 1,48. Poco más adelante dice que Jesús “no necesitaba que le informasen de nadie, pues él conocía muy bien el interior del hombre.” (Jn 2,25).
El águila se considera el «pájaro solar», imagen del fuego, de la altitud, de la profundidad y de la luz; es el ave que posee una vista penetrante, comparable al «ojo que todo lo ve», capaz de elevarse por encima de las nubes y de mirar fijamente el sol, por lo que simboliza todo estado trascendente, la potencia más elevada, la contemplación, el genio y el heroísmo.
Es el símbolo de la ascensión espiritual, que la mantiene elevada en las alturas. El Evangelio de Juan, al que Clemente de Alejandría llamó «evangelio espiritual», es el más profundo, simbólico, contemplativo y teológico de los cuatro y, en tal sentido, el que se eleva sobre los demás. El de Juan es el único evangelio no sinóptico.
Lucas se ha simbolizado mediante un buey o un toro porque su evangelio comienza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban animales como bueyes, terneros y ovejas.
El evangelio de san Lucas comienza y termina en el Templo; los Hechos de los apóstoles constituyen la segunda parte del evangelio de Lucas.
Si en el evangelio encontramos el camino de Jesús, en los Hechos tenemos el camino de las comunidades que siguieron a Jesús. El libro de los Hechos termina llegando Pablo a Roma, ciudad que, para Lucas, representa “los confines del mundo”.
Marcosse simboliza con un león porque su evangelio comienza con la predicación del Bautista en el desierto, donde había animales salvajes.
Su evangelio fue el primero en escribirse (en la década de los años 60 después de Cristo) y sirvió como texto de catequesis para los que se preparaban para recibir el bautismo.
El de san Mateo s el evangelio más corto y el hecho de que comience presentando a san Juan Bautista en el desierto es muy importante.
Para los judios, el pueblo de la Biblia, el desierto representaba y significaba, entre otras cosas, el lugar donde se fraguan todos los nuevos proyectos. Esto es lo que hizo el pueblo de Dios cuando salió de la esclavitud de Egipto.
Los Manuscritos, encontrados en una cueva del desierto de Judea, son traducciones al griego de los libros de los profetas Zacarías y Nahum.
Arqueólogos israelís han anunciado el descubrimiento de docenas de nuevos fragmentos de los Manuscritos del Mar Muerto encontrados en una cueva del desierto de Judea y que creen que fueron escondidos durante una revuelta judía contra Roma hace 1.900 años.
Los fragmentos de pergamino contienen líneas en griego antiguo de los libros de los profetas menores Zacaríasy Nahum, contienen la palabra Dios en hebreo y han sido datados a través de las pruebas de radiocarbono en el siglo II, de acuerdo con la Autoridad para las Antigüedades de Israel (AAI). Son los primeros nuevos manuscritos encontrados en excavaciones arqueológicas en el desierto del sur de Jerusalén en 60 años.
Los Manuscritos del Mar Muerto, una colección de textos judíos hallados en cuevas del desierto en Cisjordania cerca de Qumrán en los años cuarenta y cincuenta, abarcan desde el siglo III a.C. al siglo I d.C. Incluyen las copias de textos bíblicos más antiguas conocidas y documentos que delinean las creencias de una secta judía poco comprendida.
Las nuevas piezas se cree que pertenecen a un conjunto de fragmentos de pergamino encontrados en los años sesenta en un lugar denominado "la cueva del horror", situada en un remoto cañón en el desierto de Judea al sur de Jerusalén y llamada así por haberse hallado en él cuarenta esqueletos humanos durante las excavaciones.
La cueva está en la reserva natural de Nahal Hever, situada a unos 80 metros por debajo de la cima de un acantilado escarpado, y a la que solo se puede acceder haciendo rápel entre desfiladeros. Los pergaminos encontrados entonces contenían también una traducción griega de los doce profetas menores.
Se cree que los fragmentos -de la mano de dos escribas distintos-fueron preservados en la gruta durante la revuelta del líder judío Bar Kochba, una rebelión armada contra Roma durante el reino del emperador Adriano entre los años 132 y 136 d.C.
Las cuevas donde se preservaron los rollos tienen condiciones climáticas interiores que permitieron su conservación excepcional y han sido blanco de saqueadores de antigüedades en las últimas décadas, por lo que la Autoridad para las Antigüedades de Israel realizó una "operación nacional" para evitar que objetos de suma "importancia histórica" cayeran en sus manos.
En la excavación se han hallado también restos importantes de otras épocas históricas. Entre ellos, destaca el esqueleto de un menor de hace unos 6.000 años, probablemente una mujer, envuelto en una tela, parcialmente momificado y colocado en posición fetal.
El cuerpo se conservó en gran medida por el clima de la cueva, incluidos la piel, los tendones y el cabello, y experimentó "un proceso de momificación natural", concreta Ronit Lupu, experta en prehistoria y miembro de la AAI.
La que se cree que es la cesta más antigua del mundo hallada en la cueva Muraba'at en el desierto de Judea cerca del Mar Muerto
Además, en otra cueva de la zona se halló una cesta de hace unos 10.500 años, de la época neolítica precerámica. Se tejió con material vegetal, se preservó gracias al clima árido y podría ser "la más antigua del mundo", destacó la AAI.
La cesta tenía una capacidad de entre 90 y 100 litros y aporta nuevos datos "sobre cómo se almacenaban los productos unos 1.000 años antes de la invención de la cerámica". Sin embargo, se encontró vacía, y ahora se investigará su posible uso a partir de una pequeña cantidad de tierra de su interior.
Aparte de los manuscritos, la cueva contenía un alijo de monedas de hace unos 1.900 años, "con símbolos judíos como un arpa y una palmera datilera", y entre el que también hay restos de "flechas y puntas de lanza, tela tejida, sandalias e incluso peines para piojos".
La tradición cristiana recuerda en este lugar dos momentos de la Pasión del Señor: la flagelacióny la condena a muerte. Los dos santuarios se encuentran junto al convento franciscano, sede del Estudio Bíblico Franciscano.
El Litóstrotos y la casa o pretorio de Pilatodonde el Señor fue juzgado se encontraba abandonada en el siglo IV, según testimonio del Peregrino anónimo de Burdeos y Cirilo de Jerusalén. En el siglo V se construyó una iglesia que encontramos más tarde con el título de Santa Sofía (Sabiduría en griego) porque “el primero de los amigos de la Sabiduría escuchó allí la propia condenación” (Sofronio de Jerusalén, S.VII).
A continuación no se supo más de ella y el recuerdo del Litóstrotosse fijó en primer lugar en el Monte Sión y, en el siglo XII, junto a la torre Antonia, la fortaleza que en tiempo de Cristo dominaba la explanada del templo en su parte norte.
La iglesia de la Flagelación
La iglesia de la Flagelación fue construida por los cruzados en el siglo XII y seguidamente abandonada durante siglos. En el año 1838 fue adquirida por los franciscanos y restaurada, reabierta al culto gracias a la generosa ayuda de Maximiliano de Baviera, según se afirma en una lápida de su fachada.
El arquitecto Barluzzi la restauró en el año 1929 manteniendo el estilo medieval. Son interesantes las vidrieras de A. Cambellotti que representan el juicio de Pilato, la Flagelación de Jesús y la liberación de Barrabás. Un cuadro en un muro lateral representa la prisión de San Pablo en la torre Antonia. (M.Barberis).
La iglesia de la Flagelación . Vidrieras.
El santuario del Litóstros o de la Condenación fue contruido en el año 1904 por Fr. Wendelin Hinterkreuser sobre las ruinas de una iglesia medieval descubierta algunos años antes. No se conoce el título de la antigua iglesia.
La nueva recibió el nombre de Litóstrotos como consecuencia de las grandes losas estriadas que se proplongan también en el contiguo santuario del Ecce Homo, considerado también como parte del Litóstrotos en el cual Pilato tenía su sede cuando juzgó a Jesús y desde donde salió camino del Calvario.
Flagelación de Jesús. Película "La Pasión"
La segunda estación del Via Crucis se indica en el muro exterior de la iglesia del Litóstrotos. La primera, en el patio de una escuela musulmana, “El Omaríeh” delante del convento franciscano.
Desde el año 1923 en el convento de la Flagelación tiene su sede el Studium Biblicum Franciscanum, Facultad de Ciencias Bíblica y de Arqueología Bíblico-Cristiana.
Entró, pues, Pilato nuevamente en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le respondió: “¿Eso lo dices tú por tu cuenta o te lo han dicho otros de mi?” Pilato respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu gente, los pontífices, te han entregado a mi “¿Qué es lo que hiciste?
Respondió Jesús: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis guardias habrían luchado para que no fuera yo entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”. Entonces le dijo Pilato: “¿Conque tú eres rey? Respondió Jesús: “Pues sí, yo soy rey.
Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.” [...] Pero es costumbre que en la Pascua os conceda la libertad de un preso ¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos?” Ellos gritaron nuevamente: “A éste, no, sino a Barrabás”.
Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran. Luego los soldados le pusieron en la cabeza una corona que habían entretejido de espinas y lo vistieron con un manto de púrpura; y acercándose a él le decían: “¡Salve rey de los judíos!” Y le daban bofetadas.
Pilato salió de nuevo fuera y dice a los judíos: “Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro en él ningún delito.” Salió, pues, Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura y les dice Pilato: “¡Aquí tenéis al hombre!“ Cuando le vieron los pontífices y los guardias comenzaron a gritar: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”
San Cirilo, obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia
18 marzo
Aunque el fiel testimonio de Cirilo de Jerusalén se remonta a los primeros siglos del cristianismo, sus claras y penetrantes palabras siguen siendo muy relevantes hasta el día de hoy.
Proclamado Doctor de la Iglesia en 1882 por León XIII, sus escritos fueron citados en dos importantes constituciones dogmáticas del Concilio Vaticano II: Lumen Gentium, sobre la Iglesia, y Dei Verbum, sobre la Revelación Divina. La necesidad de la formación doctrinal del pueblo para conducirlo a la verdad fue la guía constante de la acción y del trabajo pastoral de este santo.
Las catequesis sobre la iniciación cristiana
Probablemente nació en Jerusalén en 315, al comienzo de la era Constantiniana, cuando las comunidades cristianas dejaron de ser clandestinas y la fe en Jesucristo, por orden imperial, se convirtió en la religión oficial. Recibió su fe de sus padres. Desde muy joven practicó el ascetismo, viviendo la pobreza y el celibato.
A los treinta años fue ordenado sacerdote y se dedicó inmediatamente a la preparación de los catecúmenos para recibir el sacramento del bautismo. Durante estos años, comenzó sus famosas 24 catequesis, dentro de las cuales vertió su excelente formación literaria centrada en el amor y en el estudio de la Biblia.
El rigor doctrinal combinado con una habilidad innata para transmitir difíciles conceptos metafísicos a través de un lenguaje simple y evocador no pasó desapercibido, tanto fue así que alrededor del año 348 fue consagrado obispo de Jerusalén, sucediendo a Máximo.
La lucha contra las herejías
Como obispo, Cirilose distinguió inmediatamente por su actitud pacífica y su capacidad de mediación, virtudes que, sin embargo, no disminuyeron su firme acción contra la división de la comunidad, las herejías y las malas costumbres. Defendió la pureza de la fe, fomentando la renovación espiritual.
La Iglesia en ese momento estaba de hecho atravesada por doctrinas heterodoxas y heréticas y había fuertes contrastes teológicos con los arrianos.
Aunque Cirilo ha sido recordado por algunos como partidario de las tesis arrianas, en sus tiempos de juventud, en su edad adulta, en cambio, adhirió resueltamente al Símbolo de Nicea, (el Credo de Nicea), proclamado por el primer Concilio Ecuménico del 325, que definió la preexistencia de Cristo poniendo fin a la disputa cristológica sostenida por los arrianos.
El contraste con los arrianos y los tres exilios
Su resuelta toma de posición le produjo la enemistad de los arrianos que, al afirmar que Jesucristo había sido creado, de hecho, negaban su divinidad igual a la divinidad del Padre; y afirmando la inferioridad de Jesucristo tampoco podían aceptar la consubstancialidad del Padre y de Jesucristo, que Cirilo defendía con firmeza.
Por ello fue destituido en el año 357 por el mismo obispo que lo había consagrado nueve años antes, Acayo de Cesarea de Palestina, quien, acusando a Cirilo de errores doctrinales, exigió que la Sede de Jerusalén se sometiera a la de Cesarea.
Después de un sínodo episcopal, en 359 Cirilo fue rehabilitado pero fue expulsado por segunda vez debido a la presión de Acayo sobre el emperador pro-arriano Constancio. A la muerte del soberano, el prelado de Jerusalén volvió a su cargo, pero sólo por poco tiempo: el emperador Valente también le fue hostil y lo condenó al exilio del 367 al 378.
"Portadores de Cristo"
Al final de este largo período el obispo, gracias al favor de Teodosio, pudo volver de forma definitiva y permanente a la cátedra de Jerusalén y en el año 381 participó en el Concilio Ecuménico de Constantinopla donde firmó el Símbolo o Credo Niceno-Constantinopolitano.
Son especialmente expresivas las palabras de san Cirilo, obispo de Jerusalén a partir de 348, que para manifestar nuestra unión tan plena con Cristo en la Eucaristía dice que nos hacemos una misma cosa con Él:
Para que cuando tomes el cuerpo y la sangre de Cristo, te hagas «concorpóreo» y «consanguíneo» suyo (un mismo cuerpo y sangre con Él); y así, al distribuirse en nuestros miembros su Cuerpo y su Sangre, nos convertimos en portadores de Cristo (Cristóforos). De esta manera —según la expresión de san Pedro— también nos hacemos partícipes de la naturaleza divina.
Catequesis Mistagógica, 4, 3
El cristiano es, según Cirilo, "Cristoforo" o "portador de Cristo" y el catequista debe hacer eco con su voz a la Palabra de Dios: esta es la misión que el Santo Obispo de Jerusalén llevó a cabo y sigue llevando a cabo hoy, mostrando a la comunidad eclesial la belleza de los sacramentos y defendiendo los fundamentos de la fe en la persona divina de Jesucristo: de la misma sustancia del Padre, generado pero no creado y consustancial al Padre.
El viaje del Papa a Irak nos ha dejado imágenes históricas por las que podemos acercarnos más a la personalidad del Santo Padre y a los motivos que le llevaron a viajar.
Desde casi todo punto de vista, el viaje de Francisco a Irak era una locura. El país está devastado por la guerra y todavía sigue azotado por la pandemia de covid-19. Por lo demás, la seguridad del papa no estaba del todo garantizada. Los recientes atentados suicidas, los ataques con cohetes a las fuerzas de la coalición liderada ahora por el gobierno de Biden y las consiguientes represalias aéreas mostraban un panorama desolador.
Violencia, odio, destrucción, fanatismo e intolerancia, son palabras que las personas asociamos a la vida insufrible de este viejo país, bañado por los ríos Tigris y Éufrates, conocido antiguamente como Mesopotamia.
Pero la intuición espiritual del papa pudo más que los argumentos intelectuales de sus expertos consejeros. El papa de las periferias era muy consciente de que Irak es, en nuestros días, un ejemplo de la periferia sufriente, y, por tanto, estar allí era su deber de pastor. Su decisión de viajar fue valiente, no imprudente.
Puso en manos del César (las autoridades sanitarias y diplomáticas) lo que es del César y en la manos del amor de Dios todo lo demás, que era mucho. El saldo final ha sido un viaje calificado de histórico.
Como Francisco recordó en la tradicional rueda de prensa durante el vuelo de regreso a Roma, él había rezado mucho por esta visita, y esperó a que la idea madurara en su corazón y cuajara. No tuvo prisa. Sabía que estaba cumpliendo un deseo de san Juan Pablo II, quien sus biógrafos cuentan que lloró cuando le prohibieron viajar a Irak. También lo había intentado Benedicto XVI, pero la guerra abortó el viaje.
Francisco ha enfocado con acierto la visita, a modo de peregrinación de la fe, como un gesto de amor a la cuna de las religiones monoteístas, a un pueblo doliente y a unos cristianos amenazados, perseguidos y discriminados. El papa fue a Irak a darse sin reservas, a consolar, a dialogar, a rezar, a dejarse sorprender. En el encuentro interreligioso en la llanura de Ur, el papa se emocionó cuando supo que Najy, de la comunidad sabea mandea, había perdido su vida al intentar salvar a la familia de su vecino musulmán.
Francisco se conmovió también en la catedral de Bagdadal escuchar el testimonio de una cristiana perdonando de corazón a quienes habían matado a su hijo. Cuando el papa narró este hecho en la rueda de prensa, comentó a los periodistas: “Esto es Evangelio puro”. En realidad, todo este viaje de Francisco ha sido Evangelio puro.
Francisco ha tratado de encarnar en Irak el mensaje de su última encíclica Fratelli tutti, que ha citado profusamente. Una frase que pronunció en su discurso a las autoridades y cuerpo diplomático lo condensa perfectamente: “Una sociedad que lleva la impronta de la unidad fraterna es una sociedad cuyos miembros viven entre ellos solidariamente”.
Sí, a la humanidad como tal corresponde tomar la importante decisión de vivir en el planeta Tierra como enemigos, como competidores o como hermanos. Cuando vivimos como enemigos, generamos un mundo de violencia, guerra y fanatismo, como ha sucedido en Irak en los últimos tiempos. Cuando vivimos como competidores, construimos un mundo de graves desigualdades sociales y fuertes tensiones en el que fácilmente cae en la discriminación, la corrupción y el abuso de poder. Cuando vivimos como hermanos, como dignos hijos de un mismo Dios, que se hacen “responsables de la fragilidad de los demás” (“Fratelli tutti”, 115), la humanidad vive en la armonía de la paz y la solidaridad.
Alcanzar este estilo de vida solidaria no es fácil, pero tampoco constituye una utopía irrealizable. El papa insiste en que “la coexistencia fraterna necesita del diálogo paciente y sincero, salvaguardado por la justicia y el respeto del derecho”. Un buen ejemplo de diálogo nos dio Francisco en su visita de cortesía al gran ayatolá Ali Al-Sistani, líder espiritual del islamismo chiita. Y es que todas las religiones deben servir a la causa de la solidaridad y la paz universal, ha repetido una y otra vez el papa Francisco.
La visita de Francisco a Irak ha marcado el rumbo de la regeneración del país, del diálogo interreligioso, de la resolución del conflicto de Medio Oriente y de la transformación de un derecho internacional de estados soberanos en un derecho global de una humanidad solidaria.
Pero el viaje ha servido también para mostrar al mundo que la gran potencia transformadora de ese argentino octogenario que viste de blanco y al que llamamos sumo pontífice radica en lo más profundo de su alma, donde escucha, en silencio, el susurro del espíritu de Dios.
Rafael Domingo Oslé
Profesor investigador del Centro de Derecho y Religión de la Universidad Emory y catedrático de Derecho de la Universidad de Navarra.
La tremenda opacidad de China se proyecta también sobre la situación religiosa
Llegan pocas noticias, que más bien provocan incertidumbre, ante la real persecución a lo cristiano, a pesar de la renovación de los acuerdos de Pekín con Roma. Esas graves dificultades tienen también una lectura positiva, en línea con la historia de los primeros cristianos, aunque no se vea hoy en Oriente: la sangre de los mártires fue semilla de una floración de creyentes que transformaría el decadente mundo grecorromano.
Queda aún casi un trimestre para la celebración del centenario del partido comunista chino (23 de julio de 1921 en Shanghái). Al programar la magnificación del evento, los dirigentes esperan una adhesión vibrante de todos, también de las instituciones religiosas reconocidas (si no me equivoco, catolicismo, protestantismo, islamismo, budismo y taoísmo): han preparado ya instrucciones que, de cumplirse a la letra, harían de la asociación patriótica un repetidor y amplificador de la propaganda oficial.
Vienen a la mente los primeros cristianos obligados a dar culto a Diocleciano, su gran perseguidor. Con la diferencia de que el líder comunista pretende reconocer a la Iglesia católica como un instrumento más de apoyo al socialismo, a la patria china, a las directrices del partido, defensor de la soberanía propia sin concesiones a potencias extranjeras (como el obispo de Roma, aunque en los acuerdos con el Vaticano se le reconozca como cabeza de la Iglesia).
El ateísmo del partido cuajó en las grandes persecuciones de Mao a partir de 1950. Fueron demoledoras: se calcula que los más de cinco mil misioneros no chinos quedaron reducidos a decenas. Cientos de miles de católicos fueron encarcelados, en un proceso agudizado lógicamente por la “revolución cultural”, que actuó incluso contra miembros de la asociación patriótica. Parecía algo histórico, pero algunos rasgos han reaparecido con el liderazgo de Xi Jinping, que admitiría –no son sus palabras- una vía china al cristianismo, con sustitución, incluso en los hogares, de crucifijos e imágenes por retratos de los líderes comunistas.
Entretanto aumenta la represión. Las declaraciones del ministro de exteriores, Wang Yi, el domingo 7, son demoledoras: Pekín no contempla la menor concesión ni a sus vecinos ni a los países occidentales.
Por eso, crecen las presiones sobre Taiwán y, más aún, contra las libertades democráticas en Hong Kong, en patente violación de los compromisos asumidos al producirse la retrocesión de la antigua colonia británica.
En el plano católico, coincide con un momento de sede vacante. Al no ser públicos los acuerdos entre el Vaticano y China, es imposible saber si Pekín intervendrá ya en el nombramiento del nuevo arzobispo.
Abundan las especulaciones, y no faltan quienes se ponen la venda antes de la herida por el rumor que designaría prelado a un hombre afín al régimen de Pekín. No se olvide que, paradójicamente, gobierna la isla una católica, Carrie Lam.
Desde luego, Pekín no aceptará el trabajo de una jerarquía eclesiástica libre respecto del partido.
Estamos acostumbrados a que conferencias episcopales de occidente publiquen instrucciones o pastorales que no coinciden precisamente con la ideología dominante: basta pensar en documentos norteamericanos sobre la pena de muerte, la emigración, la salud de los ciudadanos más desfavorecidos o, más recientemente, sobre el empleo de alguna vacuna contra el coronavirus.
Algún medio se ha permitido criticar al Vaticano porque calla ante los abusos del partido comunista chino en materia de derechos humanos básicos. Acusan a la secretaría de Estado vaticana de comportarse como tantas potencias, que ponen entre paréntesis esas libertades para no perjudicar objetivos comerciales de sus países.
¿Por qué no podría seguir una senda análoga la jerarquía católica? Obviamente, no por razones económicas, sino para evitar males mayores: pro bono pacis. La historia proporciona ejemplos de ese tipo de cesión, que no incluye concesiones doctrinales.
Aunque no falten tampoco en época recientes decisiones heroicas –también por el riesgo de producir efectos negativos no deseados- como la condena del nazismo en la Alemania de los años treinta. Obviamente, Hitler está hoy demonizado por doquier. No es el caso de Xi Xiping, por esa extraña tolerancia de los medios de comunicación occidentales a las dictaduras de cuño comunista.
De momento, quedan las palabras del papa Francisco en la audiencia al Cuerpo Diplomático con motivo de la felicitación del nuevo año, el 8 de febrero: “el pasado 22 de octubre, la Santa Sede y la República Popular China acordaron prorrogar por otros dos años la validez del Acuerdo Provisional sobre el Nombramiento de Obispos en China, firmado en Pekín en 2018.
Se trata de un entendimiento de carácter esencialmente pastoral y la Santa Sede espera que el camino emprendido continúe, en un espíritu de respeto y de confianza recíproca, contribuyendo aún más a la resolución de cuestiones de interés común”.
Diez años después de la guerra en Siria, las repercusiones del conflicto siguen sintiéndose para aquellos que lograron escapar.
Una de esas personas es Hala, lleva 10 años viviendo en el Líbano con su familia.
Pero en lugar de encontrar un nuevo comienzo y oportunidades, encontraron dificultades económicas y una gran desesperación.
HALA
Refugiada siria “La situación es muy difícil, hemos pasado por muchas dificultades. Hablar de ello ya no sirve de nada. Esto nos afecta mental, física y emocionalmente. Lo más fuerte es ver a los niños deprimidos”.
KAROLINA LINDHOLM BILLING
Representante Adjunta del ACNUR “Esta incertidumbre sobre cómo sobrevivir hoy, mañana y ni siquiera pensar en la semana que viene, es una emergencia y una pregunta diaria que vive la gente”.
Dolorosas consecuencias que también ha denunciado el Papa Francisco.
FRANCISCO “Innumerables muertos y heridos, millones de refugiados, miles de desaparecidos, destrucción, violencia de todo tipo y un inmenso sufrimiento para toda la población”.
Según la oficina de Naciones Unidas para los refugiados, actualmente hay unos 5,6 millones de refugiados sirios que viven en países vecinos. Un exilio que parece que no terminará a corto plazo.
Secuestros, insultos y persecuciones: la odisea del patrón de los irlandeses contra los druidas
Se pensaba que el día del patrón de los irlandeses comenzó a celebrarse en Estados Unidos en 1737, pero el año pasado se descubrió que la primera fiesta tuvo lugar en 1600, en la entonces ciudad española de San Agustín
Pensábamos que el día de San Patriciocomenzó a celebrarse en Estados Unidos en 1737. En concreto, en Boston, todavía bajo el mandato de España. Y que el primer desfile tuvo lugar en Nueva York en 1762.
Pero el historiador de la Universidad del Sur de Florida en Saint Petersburg (USFSP), Michael Francis, descubrió el año pasado que la primera fiesta en honor al patrón de los irlandeses tuvo lugar a principios del siglo XVII en San Agustín, entonces la capital de la Florida, más de un siglo antes de que se le rindiera tributo en esas otras ciudades.
El hallazgo se produjo buceando en el inventario de gastos de la Real Hacienda depositado en el Archivo General de Indias, en Sevilla. Francis revisaba las listas de desembolsos destinados a municiones y encontró algunas partidas de pólvora destinadas a las fiestas religiosas de la ciudad.
En los gastos de 1600 había una referencia a una fiesta local en honor a San Patricio. Y al año siguiente, en el día 17 de marzo, otra que aludía a una procesión por las calles de San Agustín para celebrar la fiesta del mismo santo. Ni siquiera se había establecido aún su primer poblado británico permanente en el continente americano, que sería Jamestown, en la actual Virginia, en 1607.
Son, por lo tanto, más de cuatro siglos honrando al patrón de los irlandeses el 17 de marzo, con tradiciones que se han extendido a otras muchas partes del mundo. Pero, ¿sabemos realmente quién fue San Patricio? ¿Qué hizo en vida para que aún hoy mucha gente se vista de verde, celebre desfiles, coma sopa de patata e, incluso, beba cerveza teñida del mismo color?
La explicación resumida es que fue un misionero cristiano que ayudó a Irlanda a convertirse al catolicismo en el siglo V, pero si escarbamos en su biografía hay episodios de lo más sorprendentes.
El nombre original de San Patricio es realmente Maewyn Succat. Nació alrededor del año 387 en Bennhaven Taberniae, en la actual Escocia. Era hijo de un oficial romano cristiano que trajo al mundo al futuro patrón de los irlandeses siete años después de que Teodosio el Grande declarara su credo, con el Edicto de Tesalónica, la religión oficial del Estado.
Con la libertad de culto establecida por Constantino más de siete décadas atrás, su infancia no fue muy difícil. La pasó, según aseguran algunos historiadores antiguos, trabajando el campo y aspirando al mundo de las letras. Poco más se sabe de este periodo, que se encuentra entre la realidad y la leyenda, y en el que algunos han llegado a incluir algunos milagros.
El secuestro
Apenas inaugurada la adolescencia, sin embargo, todo se torció para el joven Maewyn. Al cumpli los 16 años, Patricio fue secuestrado por un grupo de piratas escotos y vendido como esclavo. Su casa familiar fue destruida y él llevado a tierras de la actual Irlanda para trabajar como esclavo en el pastoreo de animales. Allí pasó seis años, privado de libertad, aprendiendo el idioma celta y sus costumbres. En «Confesiones», una de las dos únicas obras que se conocen de San Patricio –junto a «Carta a Carotico»–, el protagonista cuenta cómo su «espíritu hervía» y «crecía en la fe» durante el cautiverio, que pasó rezando sin parar para que Dios le dijese qué podía hacer.
Un detalle que se recoge también en «Flos Sanctorum», la colección hagiográfica de las vidas de los santos que Jacobo de Vorágine escribió en el siglo XIII, muy importante en la iconografía del Arte cristiano: «Cien veces al día, y otras tantas de noche –podía leerse en esta obra–, se hincaba de rodillas a hacer oración. Su sustento eran las hierbas del campo y otros manjares groseros, creciendo siempre en espíritu».
Maewyn consiguió finalmente escapar. Según cuenta la leyenda, un sueño le había anunciado que su libertad llegaría pronto y que un barco le estaba esperando en la costa, por lo que huyó y caminó trescientos kilómetros hasta que lo encontró. Los relatos a partir de aquí son de lo más variados. Algunos autores a lo largo de la historia cuentan que regresó a su tierra natal.
Otros que se marchó a Francia, donde fue acogido por el obispo de San Germán y se hizo sacerdote para volcarse en la vida monástica. Algunos cuentan que, incluso, llegó hasta Roma y conoció al Papa Celestino I, que le nombró obispo para que regresara a las tierras de irlanda, las mismas donde había permanecido secuestrado, con el objetivo de difundir la religión católica. «Dios me había conquistado y reinaba en mí», dejó escrito sobre esta decisión tomada con veintipocos años.
«Insultos»
La Irlanda que se encontró San Patricio estaba dividida en numerosos clanes sometidos a la poderosa autoridad de los druidas. Se habla incluso de la posible existencia de facciones rivales dentro de la misma clase druídica, considerados una especie de sacerdotes paganos de aquellos últimos años de la Edad Antigua irlandesa.
Según algunas versiones, el patrón de los irlandeses tenía en su contra a los druidas y reyes. Según contaba en «Confesiones» –que fue escrito para responder a las acusaciones que le hicieron otros obispos por corrupción y por enriquecerse a costa de los conversos–, tuvo que «soportar una gran cantidad de insultos por parte de los incrédulos». «Me hacían continuos reproches y aun desataban persecuciones contra mí», añadía.
Algunas versiones dicen que habría aprovechado esa rivalidad acercándose a una de esas facciones, los filidh, enfrentados a los druidas, para convertirlos en la nueva élite intelectual de la nueva religión. Consiguió bautizarlos para que le ayudaran a continuar su obra mientras él combatía las prácticas mágicas atribuidas a los enemigos de estos.
Parece ser que consiguió conquistar a los irlandeses a base de afecto y respeto hacia su costumbres, predicando con un lenguaje sencillo, ya que no sabían latín, y usando el trébol para explicar lo que era la Santísima Trinidad: el Dios en el que creen los cristianos formado por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esa es la razón de que esta planta se convirtió en el símbolo de Irlanda.
Con la confianza ya ganada y adaptado a las condiciones del lugar, formó después un clero local y varias comunidades cristianas a las que asistió durante las tres siguientes décadas. Se cree que durante este tiempo hizo un viaje a Roma para explicarle al Papa cómo iba su labor evangelizadora en la tierra de los druidas.
Y que pasó temporadas largas en una pequeña isla donde había una cueva a través de la cual se dice que Dios le concedió la gracia de ver el purgatorio y los castigos que allí sufrían las almas penitentes. Una isla que, durante siglos, ha permanecido como lugar de peregrinaje.
Llegó al final de su vida culminado con éxito su labor pastoral: ordenó sacerdotes, nombró obispos, construyó iglesias y abadías e hizo que el número de conversos y sacerdotes cristianos aumentara enormemente. Nunca más abandonó aquellas tierras, en las que murió de viejo un 17 de marzo, día del patrón San Patricio.
Fue enterrado en Saúl (Strangford Lough), en el mismo lugar donde había construido su primera iglesia. El año comúnmente más aceptado es el 461, a los 74 años. Medio siglo después de escapar de su amo, tras aquel sueño que le anunció que su libertad llegaría pronto escapar.
«San Patricio devolvió a los irlandeses el duro trato que había recibido de ellos de una forma digna de un santo: convirtiéndoles al cristianismo. Cuando murió, en el 460, toda Irlanda era ya cristiana», asegura Louis De Wohl en « Fundada sobre roca: Historia breve de la Iglesia», el libro que escribió por un encargo del Papa Pío XII.
Hilario obispo y Taciano diácono, mártires de Aquileia († 284)
Antiguos documentos atestiguan el martirio del obispo Hilario y del diácono Taziano el 16 de marzo de 284. Sus reliquias, guardadas primero en Aquileia, se trasladaron a Grado por temor a los Longobardos. Se les dedicó una iglesia, luego catedral, en la ciudad de Gorizia de la que son patronos.
Martirologio Romano: En Aquilea, en el territorio de Venecia (Italia), santos mártires Hilario, obispo, y Taciano, diácono († c.284).
Breve Biografía
Hilario de Aquilea fue educado desde su infancia en el cristianismo. Renunció al comercio con el mundo para dedicarse al estudio de las Sagradas Escrituras. Fue ordenado diácono y, más tarde, a instancias de sus compatriotas cristianos, fue consagrado obispo. Gobernó con sabiduría y prudencia a su rebaño, él fue quien ordenó diácono a un discípulo suyo, por nombre Taciano, para que le ayudara en su ministerio.
El césar Numeriano promulgó un edicto que obligaba a los cristianos a adorar a los ídolos. Estuvo encargado de su ejecución Beronio, prefecto de la ciudad. A instigación de un tal Monofanto, sacerdote de los ídolos, Hilario y su diácono Taciano fueron los primeros que comparecieron ante el prefecto.
Se les hizo saber que debían obedecer a las órdenes del emperador:
"Desde mi infancia, dijo Hilario a Beronio, he aprendido a sacrificar al Señor, al Dios Vivo, y adoro sin cesar a Jesucristo, su Hijo. Pero a los demonios vanos y ridículos que llamáis dioses y no lo son, no les ofrezco sacrificio alguno".
En vano trató Beronio de dominarlo con amenazas; no surtieron éstas el menor efecto. Sin ningún resultado tampoco, condujo a Hilario ante la estatua de Hércules en su templo suntuoso. El obispo no tuvo más que desprecio y desdén por esos dioses hechos por mano de hombres y que no podían hablar ni caminar.
Entonces, Beronio lo hizo despojar de sus ropas y azotar con varas. Después mandó que lo extendieran en el caballete y que destrozaran sus costados con garfios hasta que aparecieran las entrañas. Hilario no cesaba de cantar himnos al Señor en medio del suplicio. Beronio ordenó que se multiplicaran y variaran los suplicios. Después lo encerró en una prisión para aplicarle más tormentos aún.
Al día siguiente, denunciaron ante el prefecto a Taciano, el diácono del obispo Hilario. Taciano tuvo que comparecer ante Beronio, pero todas las tentativas para hacerle sacrificar a los dioses fueron igualmente infructuosas. Los mismos tormentos aplicados a Hilario, fueron renovados en su persona.
Cuando se reunió con Hilario en la prisión, éste le saludó con alegría y los dos oraban juntamente al Señor para que confundiera a los que adoraban a los ídolos. Una terrible tormenta se desencadenó en la ciudad e infundió espanto a los paganos de Aquilea. Muchos murieron de la sola impresión.
El templo de Hércules se derrumbó hasta los cimientos. Beronio dio orden de decapitar a Hilario y a Taciano, a petición de los sacerdotes de los ídolos. Con ellos fueron inmolados otros cristianos que también habían sido detenidos por el nombre de Cristo.
Todos murieron el 16 de marzo. Al día siguiente, el clero y los fieles consiguieron autorización para recoger sus cuerpos y enterrarlos con honores fuera de los muros de la ciudad.