Mago samaritano, contemporáneo de los Apóstoles y propagador del gnosticismo

Entre los convertidos por el diácono Felipe  en Samaria estaba un hombre llamado Simón, mago, que tenía embelesados a los habitantes de la región con sus artes y doctrinas.

 

El relato de los Hechos de los Apóstoles. Entre los convertidos por el diácono Felipe (v.) en Samaria estaba un hombre llamado Simón, mago, que tenía embelesados a los habitantes de la región con sus artes y doctrinas. Considerándole «algo grande» le llamaban «la fuerza de Dios». Bautizado, perseveraba junto a Felipe viendo las señales que hacía (Act 8,4-14).

La palabra mago puede indicar toda clase de prácticas mágicas: magia vulgar; encantaciones, sortilegios, nigromancia o astrología; todas ellas comunes en el Imperio romano. A veces se emplea como sinónimo de sabio, conocedor de la naturaleza o astrólogo (Mt 2,1).

Los Apóstoles Pedro y Juan bajan a visitar a los neoconversos y al imponerles las manos, reciben el Espíritu Santo con los carismas especiales que solían acompañar. Simón, admirado de la actuación de los Apóstoles, les ofrece dinero para comprar su poder. Pedro le responde duramente: «Tu dinero para tu perdición, pues pensaste que el de Dios se puede comprar; no tienes parte en eso». Simón, aterrado por la imprecación, pide que rueguen por él para evitar el castigo (Act 8,14-24). Derivado de Simón, en adelante se llamará simonía (v.) al pecado de querer comprar las cosas espirituales y los dones de Dios por dinero.

El códice D o recensión occidental añade que Simón lloró largo tiempo su pecado, lo que da la impresión de una conversión sincera; cosa no muy de acuerdo con la literatura posterior sobre él.

 

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Simón en la literatura posterior

El primero en hablar de Simón es su paisano San Justino mártir, nacido a principio del s. 11 en la actual Naplusa, distante sólo 10 Km. de la aldea natal de Simón (1a Apología, 26,1-3; 56,2-3: PG 6,368,413; Dial. con Triphon, 120: PG 6,753). Su testimonio es, pues, de consideración, aunque hay en él un malentendido.

Dice que Simón nació en Gittón, aldea samaritana, y que a causa de ciertos prodigios mágicos, obrados con ayuda del diablo en Roma, fue reconocido como Dios, por lo que el pueblo romano le dedicó una estatua en la Isla tiberina con la inscripción: Simoni Deo Sancto, y pide al Senado que la estatua sea destruida. Pero Justino leyó mal la inscripción, que en realidad decía Semoni Sanco deo lidio, según una lápida aparecida en 1574; Semo Sanco era la divinidad sabina de los juramentos.

De su actividad en Samaría dice: casi todos le confesaban como el primer dios y le adoraban; en su actividad iba acompañado de una tal Elena, prostituta de Tiro, librada por él, que decía ser su primera Idea, a través de la cual habría creado él los demás seres. Ireneo (Adv. Haer., 1,23,2: PG 7,671-672) amplía estos datos con una exposición de las teorías de Simón. Igualmente tratan de él Clemente Alejandrino, Tertuliano, Orígenes, Eusebio, etcétera.

En unas excavaciones realizadas en Samaría en 1933 por M. Crowfoot en las ruinas de un templo aparecieron dos bajorrelieves; dos conos coronados por una estrella. Vincent ve en ellos a los dos Dióscoros y en el centro una diosa, Elena, la hermana de Cástor y Pollux.

El templo sería de los s. I-III y ello confirmaría la presencia de la religión de la tríade en Samaría y la actividad de Simón, en la que Elena juega un papel importante (H. Vincent, Le culte d'Héléne á Samarie, «Rev. Biblique», 1936, 221-232). Si Simón tenía relación con esto, cosa que otros no admiten, su magia sería la astrología, usada en las prácticas de este culto.

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Ideas gnósticas de Simón el Mago

Simón se llamaba a sí mismo el Poder supremo, «Pater super omnia». Elena era su primer Pensamiento, por medio del cual habría creado los ángeles. Éstos habían creado el mundo y habían obligado a Elena a reencarnarse de mujer en mujer; fue la Elena de Troya y últimamente la prostituta de Tiro. Simón se había encarnado para librarla, para que los hombres puedan salvarse por ella.

Él era quien se había encarnado como Hijo en Judea; continuaba como Padre en Samaría y se presentaba como Espíritu Santo en el mundo. San Jerónimo pone en él estas palabras: «Ego sum sermo Dei, ego sum speciosus, ego Paracletus, ego omnipotens, ego omnia dei» (In Mth. 24,5: PL 26, 176).

Aunque sus seguidores ampliaron el sistema gnóstico, las bases del mismo ya están en lo dicho: un ser supremo, una serie de seres o eones enlazando los dos mundos y creando el mundo material, un elemento divino prisionero de la materia, el docetismo.

 

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Valoración

A la vista de lo expuesto ya es más fácil hacer una valoración exacta. Cuando Felipe llega a Samaría, ya hacía tiempo que Simón practicaba la magia para afianzar sus doctrinas y ser considerado por sus paisanos. Por eso las gentes, fuera de sí, le decían «La Fuerza de Dios, llamada Grande».

No era, pues, para ellos un mago vulgar, sino un ser superior, Dios o virtud divina morando en él, según su doctrina. Samaría, por su contacto con la civilización helénica, era un terreno muy apropiado para estas prácticas mágicas, así como para el sincretismo religioso de la doctrina de Simón.

Es muy difícil aceptar su conversión como sincera o real; ya los Santos Padres le consideraron hipócrita. Si permanecía al lado de Felipe, sería esperando poder sorprender los secretos del arte del que consideraba un mago más hábil que él mismo. Al no poder descubrir el secreto de los Apóstoles, decide comprárselo. Su petición de que rueguen por él no es por arrepentimiento, sino por miedo ante la imprecación.

 

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Simón Mago en la literatura apócrifa.

Existen dos obras, Las Recogniciones y Las Homilías pseudoclementinas, que parecen ser refundiciones de los apócrifos Los Kerigmas y Los Hechos de Pedro , que hablan de una lucha entre Simón y Pedro. Como estos escritos son ebionitas, Baur pensó que se trataba de una representación de la lucha entre Pedro y Pablo, representado éste por Simón, teoría sin fundamento y rechazada por todos.
Otra leyenda habla de que San Pedro y San Pablo fueron a Roma a contradecir a Simón y que éste quiso elevarse a las nubes en un carro de fuego, muriendo en la caída. Sus discípulos fueron numerosos en los primeros siglos.
DANIEL DE SANTOS (GER)

 

San Bernardo de Claraval,   20 agosto

 

Nace en el 1090 en Fontaine, Francia, en el seno de una antigua familia. A los 22 años, después de haber estudiado gramática y retórica, entra en el monasterio fundado por Roberto Molesmes en Citeaux (Cistercium, en latín, de donde viene el apelativo de cistercienses).

Algunos años después, funda el Monasterio de Claraval (Clairvaux). Lo siguen 12 compañeros, entre los que se encuentran un tío y un primo suyos. Son muchos los parientes que siguiendo su ejemplo, optan por la vida religiosa.

 

Jesús y María

Para Bernardo la vida monástica debe ser sostenida por el trabajo, la contemplación y la oración; teniendo dos estrellas fijas: Jesús y María. Para el abad cisterciense, Cristo es todo:

«Cuando discutes o hablas, nada tiene sabor para mí, si no siento resonar el nombre de Jesús». (Sermones en Cantica Canticorum XV). María —escribe Bernardo— conduce a Jesús:

«En los peligros, en las angustias, en las incertezas, piensa en María, invoca a María. Que Ella no se aparte nunca de tus labios, no se aparte nunca de tu corazón; y para que obtengas la ayuda de su oración, no olvides nunca el ejemplo de su vida. Si la sigues, no puedes desviarte; si la invocas, no puedes desesperar; si piensas en ella, no puedes equivocarte...» (Hom. II super «Missus est»).

 

Los cuatro grados del amor

En el De diligendo Deo Bernardo indica la vía de la humildad para alcanzar el amor de Dios. Exhorta a amar al Señor sin medida y enumera cuatro grados de amor:

1) Primer grado del amor - El hombre se ama por sí mismo: «En primer lugar, pues, se ama el hombre a sí por sí mismo… Cuando ve que no puede subsistir por sí mismo, comienza a buscar Dios por la fe».
2) Segundo grado del amor - El hombre ama a Dios por sí mismo: «En el segundo grado ama a Dios, pero por sí mismo, no por Él. Sus miserias y necesidades le impulsan a acudir con frecuencia a Él en la meditación, la lectura, la oración y la obediencia. Dios se le va revelando de un modo sencillo y humano, y se le hace amable».
3) Tercer grado del amor - El hombre ama a Dios por Él mismo: «… pasa «[el hombre] al grado tercero, en el que ama a Dios no por sí mismo, sino por Él. Aquí permanece mucho tiempo, y no sé si en esta vida puede hombre alguno elevarse al cuarto grado…».
4) Cuarto grado del amor - El hombre se ama así mismo por Dios: «…que consiste en amarse solamente por Dios. […]. Olvidado por completo de sí, y totalmente perdido, se lanza sin reservas hacia Dios, y estrechándose con él se hace un espíritu con Él»

 

Bernardo y los Templarios

Entre los escritos del abad cisterciense, es también célebre el elogio del órden monástico-militar de los Templarios, fundado en 1119 por algunos caballeros bajo la dirección de Hugo de Payns, caballero feudal de la Champagne y pariente de Bernardo.

En el De laude novae militiae ad Milites Templi, describe así a los Caballeros del Temple: «están vestidos sencillamente, y cubiertos de polvo, la cara quemada por el sol, y la mirada orgullosa y dura: antes de la batalla, se arman interiormente con la fuerza de la fe. Su única fe está dirigida a Dios».

 

Doctor Mellifluus

Bernardo muere el 20 de agosto de 1153. Alejandro III lo proclama santo en 1174. Pio XII le dedica una carta encíclica titulada Doctor Mellifluus, en la cual se recuerdan en particular, estas palabras de Bernardo:

«Jesús es miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón». «El doctor melífluo, último de los padres, pero ciertamente, no inferior a los primeros –escribe el Pontífice– se distinguió por tales dotes de mente y de ánimo, que Dios añadió abundancia de dones celestes».

 

 

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San Bernardo de Claraval - 20 de agosto

 

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Colores apocalípticos en Jerusalén mientras un fuego arde a unos veinte kilómetros de la ciudad. (foto Olivier Fitoussi / Flash90)

 

Un incendio masivo estalló el 15 de agosto en las colinas cercanas a Jerusalén, quemó cientos de hectáreas de bosques y obligó a 10.000 personas a evacuar temporalmente las seis aldeas.

 

Una atmósfera apocalíptica rodea a Jerusalén desde el 15 de agosto. Cuando terminaba la fiesta de la Asunción, el cielo se oscureció de repente. Enmascarado por una espesa nube de humo, el sol se ha convertido en un punto brillante cuyos rayos luchan por filtrarse. A las 5 de la tarde el brillo era el de los atardeceres más bellos. Un breve pasaje desde el Monte de los Olivos, que domina Jerusalén, insinuó que se produjo un violento incendio a unos veinte kilómetros al oeste de la ciudad.

Cinco brotes seguían activos el lunes 16 de agosto, mientras que los bomberos aún no habían logrado apagar las llamas de lo que ya consideran uno de los incendios más grandes en el área de Jerusalén en los últimos años. Casi 1.700 hectáreas de bosque se convirtieron en humo, casi cuatro veces más que los incendios anteriores en la región, según el comunicado de los bomberos. Impulsado por la aridez y el viento, el fuego obligó a la evacuación de unos 10.000 habitantes de seis centros al oeste de Jerusalén -Beit Meir, Ksalon, Ramat Raziel, Shoresh, Sho'eva y Givat Ye'arim-, personas que el lunes regresaron. a sus hogares.

 

Bomberos y ciudadanos intentan apagar el fuego cerca de Beit Meir, cerca de Jerusalén, el 15 de agosto de 2021 (foto Yonatan Sindel / Flash90)

Casi no se produce un incendio por causas naturales

"Las causas del incendio son 100 por ciento atribuibles al hombre, pero aún no sabemos si el gesto fue malintencionado o accidental", dijo Dedi Simhi, portavoz del cuerpo de bomberos, precisando que se abrirá una investigación cuando se produzca el incendio. apagar. Alon Mazar, portavoz de la Autoridad Nacional de Bomberos y Rescate, citado por el diario Haaretz , explicó que menos del 1 por ciento de los incendios forestales tienen causas naturales.

En la semana previa al 15 de agosto, cuando hubo grandes incendios en Grecia y Turquía, los servicios israelíes prohibieron las barbacoas o el encendido de hogueras, porque en la mayor parte del país ya existía un "riesgo extremo de incendio". La principal causa es la sequía, que se intensifica año tras año en la región.

Aunque la sequedad por sí sola no provoca una combustión (siempre se necesita una chispa), cuando la vegetación está particularmente seca por el calor, los incendios que arden son más violentos. El mes de julio de 2021 se clasificó como el peor en incendios a nivel mundial, desde que comenzaron los estudios con satélites en 2003.

Los incendios de bosques y pastizales liberaron 343 megatoneladas de CO 2 , aproximadamente una quinta parte más que el récord anterior en julio de 2014, según estimaciones del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera Copernicus de la Unión Europea. Más de la mitad de estas emisiones provienen de América del Norte y Siberia, pero la temporada de incendios acaba de comenzar en el Mediterráneo.

 

Las nubes de humo negro que se han acumulado sobre los tejados de Jerusalén. (foto Beatrice Guarrera)

Zonas en riesgo

En Israel, las áreas de mayor riesgo están bien identificadas por la Autoridad de Bomberos y Rescate: "Las áreas del interior de las ciudades y pueblos - explica Shay Levy al periódico Haaretz , tomando como ejemplo el incendio de Haifa en 2016 -". La razón es contradictoria: es la presencia de verde. La gente quiere sentirse como si viviera en un bosque. El verde puede mitigar el cambio climático y lo necesitamos, pero hay que tener en cuenta que es el combustible de los incendios y debe manejarse adecuadamente ”, dijo el jefe de bomberos.

El incendio de este domingo es el segundo que estalla en diez días en el área de Jerusalén. Ya el año pasado se produjo un incendio en el Monte Tabor, al igual que en 2019.

 

Terrasancta.net

La Carta a Diogneto

La más grande joya de la literatura cristiana de sus orígenes, nos cuenta cómo vivían los primeros cristianos

Durante muchos siglos, un elegante manuscrito en griego ha permanecido relegado al silencio más ensordecedor. El texto, cuyos orígenes se desconocen hasta ahora, ha sido encontrado por casualidad en 1436 en Constantinopla junto a varios otros manuscritos dirigidos a un cierto “Diogneto”.

 

Aunque no se tiene certeza de quien sea el autor, se sabe que el destinatario era un pagano culto, que se interesaba en conocer más el cristianismo, esa nueva religión que se difundía con fuerza y vigor en el Imperio Romano y que atraía la atención del mundo por el valor con que sus seguidores enfrentaban el suplicio de una vida de persecuciones y por el amor intenso con que se amaban entre ellos y amaban a Dios.

El documento que pasó a la posteridad como la “Carta a Diogneto” describe quienes eran y cómo vivían los cristianos de los primeros siglos. Para gran parte de los estudiosos, se trata de la joya más valiosa de la literatura cristiana de sus orígenes.

 

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Los párrafos V y VI representan la parte más famosa de este tesoro de la historia cristiana:

"Los cristianos, en efecto, no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra ni por su habla ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás.

A la verdad, esta doctrina no ha sido inventada gracias al talento y especulación de hombres curiosos; ni profesan, como otros hacen, una enseñanza humana; sino que, habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor peculiar de conducta admirable, y, por confesión de todos, sorprendente.

Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña. Se casan como todos; como todos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen. Ponen mesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas; pero con su vida sobrepasan las leyes.

A todos aman y por todos son perseguidos. Se les desconoce y se les condena. Se les mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen de todo y abundan en todo. Son deshonrados y en las mismas deshonras son glorificados. Se les maldice y se les declara justos. Los vituperan y ellos bendicen. Se les injuria y ellos dan honra.

Hacen bien y se les castiga como malhechores; condenados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los judíos los combaten como a extranjeros; son perseguidos por los griegos y, sin embargo, los mismos que les aborrecen no saben decir el motivo de su odio.

Mas para decirlo brevemente, lo que es el alma al cuerpo, eso son los cristianos en el mundo. El alma está esparcida por todos los miembros del cuerpo, cristianos hay por todas las ciudades del mundo. Habita el alma en el cuerpo, pero no procede del cuerpo: los cristianos habitan en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel, cuerpo visible; así los cristianos son conocidos como quienes viven en el mundo, pero su religión sigue siendo invisible.

La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido agravio alguno de ella, porque no le deja gozar de los placeres; a los cristianos los aborrece el mundo, sin haber recibido agravio de ellos, porque renuncian a los placeres.

El alma ama a la carne y a los miembros que la aborrecen, y los cristianos aman también a los que los odian. El alma está encerrada en el cuerpo, pero ella es la que mantiene unido al cuerpo; así los cristianos están presos en el mundo, como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo.

El alma inmortal habita en una tienda mortal; así los cristianos viven como de paso en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción en los cielos. El alma, maltratada en comidas y bebidas, se mejora; lo mismo los cristianos, amenazados de muerte cada día, se multiplican más y más. Tal es el puesto que Dios les señaló y no les es lícito desertar de él".

 

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https://www.primeroscristianos.com/carta-a-diogneto/

 

 

http://www.aleteia.org

Santa Elena. Su fiesta se celebra el 18 de agosto

Santa Elena era madre del emperador Constantino, en cuya conversión influyó. Siendo Anciana Peregrinó a Tierra Santa y halló la Santa Cruz de Cristo. Mandó a construir una gran cantidad de basílicas.

 

 

VIDA

Nació hacia el 242 en Drepanum, llamada luego Helenépolis en su honor. Según otra hipótesis desconocida en tiempos de Constantino, fermentada en los conventos medievales y poetizada por Goffredo de Monmouth y por los escritores del siglo XII, y expuesta todavía por E. Carte en su Historia de Inglaterra (vol. I, 149), era hija de un rey de Britania.

Allí la habría conocido Constancio Cloro, general de las legiones de Bretaña, que la recibió como esposa. Pero la crítica moderna, asintiendo con San Ambrosio, que la llama stabulariam, la hace hija de un tabernero (S. Ambrosio, o.c. en bibl. 42)

Constancio Cloro era noble y bisnieto por su madre del emperador Claudio. Ninguno de ellos eran cristianos. El matrimonio entre ellos se celebró en el año 273 y al año siguiente nació en Naïssus (Dardania) su hijo Constantino el Grande.

La expresión de Eutropio ex obscuriore matrimonio, eius filius, mal interpretada por Zósimo dio pie a la creencia de que Santa Elena no fue legítima esposa, sino concubina de Constancio; debe en cambio verse en la frase una alusión al humilde origen de Elena.

En el año 293 los emperadores Diocleciano y Maximiano nombraron césares a Galerio y a Constancio Cloro. Para estrechar los lazos de la política con vínculos familiares, como se hacía de antiguo en Roma, Maximiano adoptó por hijo a Constancio, otorgándole la mano de su hijastra Teodora. Pero el emperador exigió previamente el divorcio entre Constancio y Elena, prueba de la manifiesta legitimidad de su matrimonio.

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Desde este año hasta el 306, en que a la muerte de Constancio es nombrado césar su hijo Constantino, Elena vivió seguramente en Tréveris, bajo los efectos del repudio de un hombre al que amaba y alejada de su hijo que derrochaba valor en los campos de batalla.

Una de las primeras preocupaciones de Constantino cuando toma el título de Augusto (307) fue llevar a palacio a su madre, a quien al quedar él solo como Emperador (324) asoció a sí con el título de Augusta, o Emperatriz.

Seguramente fue durante los años de abandono y de soledad cuando Elena se hizo cristiana. Al volver, ya cristiana, a la corte de su hijo el emperador, hubo de procurar desde luego que Constantino abrazase la fe.

En el palacio imperial vivió sencillamente, hasta el punto que San Gregorio pudo decir: “su encantadora modestia enardece de entusiasmo a los romanos”. Animó a su hijo a la construcción de templos para la gloria de Dios. Constantino le confió la administración del erario imperial, y acuñó monedas con la efigie de su madre orladas con la inscripción FLAVIA IVLIA HELENA.

 

DESCUBRIMIENTO DE LA SANTA CRUZ Y CULTO

Ya muy anciana, deseosa de venerar los lugares santificados por la presencia de su Salvador, fue a Tierra Santa, buscando todos los vestigios cristianos. Tuvo la fortuna de encontrar y distinguir por repetidos milagros la Cruz del Redentor.

Sobre los lugares santos levantó espléndidas basílicas, así en el Calvario, en el Olivete, en Belén. Terminada su peregrinación, volvió junto a su hijo, en cuyos brazos murió el año 328 ó 329.

Fue sepultada en la Via Labicana, iglesia de los mártires Pedro y Marcelino, en un mausoleo cilíndrico de ladrillo, del que todavía quedan algunas ruinas, en el pueblo Torre Pignattara. Allí se encontró el estupendo sarcófago de pórfido, bellamente esculpido, que ahora se encuentra en los Museos Vaticanos.

Su culto comienza tardíamente. San Ambrosio, San Paulino de Nola y Teodoreto le tributan grandes alabanzas, pero nunca la llaman santa. Este título lo recibe en el siglo VII en Constantinopla, y en el siglo IX en Occidente. Su fiesta se celebra el 18 de agosto.

 

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https://www.primeroscristianos.com/el-descubrimiento-de-la-santa-cruz-en-jerusalen-entre-la-historia-y-la-leyenda-de-santa-elena/

 

 

Fuente: J. Guillén Cabañero, Gran Enciclopedia Rialp.

 

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La figura de Constantino

Poco después de Diocleciano, aparece Constantino y con él la revolución o el giro constantiniano. El desempeño de este emperador es vital no sólo para la supervivencia del cristianismo sino para su visibilidad y extensión especialmente en las clases rectoras de la sociedad.

 

El hecho fundamental de su acercamiento al cristianismo es el fenómeno “extraordinario” (portentum) que describe Eusebio de Cesárea en sus obras panegíricas Historia ecclesiastica y Vita constantini, en vísperas de la batalla del Puente Milvio contra su rival Majencio en la guerra civil por hacerse con el poder.

Ese hecho portentoso (In hoc signo vinces) y la posterior victoria, atribuida a esa intervención divina, acabaron de decantar a Constantino por la promoción y protección de los cristianos. Constantino contaba, además, entre su círculo curial con un mentor cristiano, Lactancio, que jugó un papel importante en la progresiva cristianización del emperador.

Constantino apostó por apoyarse en la naciente fuerza cristiana aun teniendo en cuenta que en occidente el cristianismo no era hegemónico, y la administración y las magistraturas del estado estaban en manos de paganos. Parece ser que Constantino quedó muy impresionado por la resistencia y la fuerza moral de los cristianos frente a la persecución de Diocleciano y de su sucesor en oriente, Galerio.

 

Este último, Diocleciano, incapaz de acabar con los cristianos y presa de una cruel enfermedad, publicó para oriente un edicto de tolerancia hacia los cristianos (año 311) en el cual les acusaba de haber abandonado la religión de sus ancestros, a la vez que reconocía su impotencia para encauzar la situación, y acababa pidiendo a los cristianos que rezaran por su persona y por el bien del Imperio.

Para los autores paganos, sin embargo, Constantino se acercó a los cristianos buscando el perdón para sus crímenes.

Se discute si el Emperador, al sancionar el Edicto de Milán actuó por cálculo político o por convicción religiosa.

Por un lado, Constantino siguió ostentando el título de Pontifex Maximus de la religión pagana y, lógicamente, no la persiguió, aunque no dejó de favorecer a los cristianos facilitándoles la construcción de sus templos y dictando leyes que estabilizaban su estatuto dentro del Imperio como luego veremos.

También dejó que siguieran adelante los espectáculos públicos tan reprobados por los escritores eclesiásticos. Además, su vida personal y sus acciones de gobierno no reflejaban el ideal cristiano.

De hecho, mandó ejecutar a uno de sus hijos y a su esposa. Incluso se discute el momento de su bautismo, decantándose la crítica por un bautismo in articulo mortis, pero sin llegar a dilucidar si lo fue en la fe católica o en la arriana.

Por contra, cuando Licinio, emperador de oriente, se levanté en armas contra él, lo primero que hará será iniciar una crudelísima persecución contra los cristianos de oriente con el fin de golpear a lo más querido del emperador.

 

¿Cómo favoreció, concretamente, Constantino a los cristianos hasta asentarlos socialmente dentro del Imperio?

La legislación constantiniana respecto al cristianismo es fruto de una mentalidad romana clásica. Como emperador, Constantino debía organizar la religión y mediar con la divinidad, ser el que tiende el puente entre sus súbditos y la divinidad. Pero, la religión cristiana se presentaba, a sí misma, como la mediadora por excelencia entre Dios y los hombres y, además, con una mediación salvadora.

¿Cómo resolver esta aporía? Constantino reconoció a la Iglesia una competencia en las cosas internas (fe, moral, disciplina eclesiástica, medios de salvación) y se arrogó la potestad, el derecho-deber, de actuar sobre las cosas externas. Entendiendo por estas, cuanto se derivaba de las primeras en su aplicación práctica.

Es decir, haciendo respetar las decisiones de la Iglesia en las cuestiones internas que la propia Iglesia no tenía fuerza para imponer, o facilitando los medios para reprimir las desviaciones o convocar un Concilio, como hizo en Nicea. Evidentemente, el límite es muy lábil y en esta decisión se encuentra el germen de las posteriores disputas medievales entre el sacerdocio y el imperio.

 

 

Pasando al detalle, podemos decir que su actividad legislativa respecto al cristianismo fue eminentemente práctica. En primer lugar, después de derrotar a Licinio, recomendó la fe en la “sola verdadera Divinidad”. Aunque se trató de una declaración genérica supuso una manifestación pública muy relevante. A esta declaración le acompaño la representación de la cruz en monedas y medallas.

En segundo lugar, subsanó situaciones trágicas. Absolviendo a todos los cristianos que habían sido condenados a cárcel, exilio, trabajos forzados o habían perdido sus cargos en la milicia, con restitución de bienes para los expropiados. Se liberó a los funcionarios cristianos del sacrificar a los dioses y se declaró festivo el domingo para facilitar el culto. Se empezó un programa de construcción de iglesias y se dispuso una renta para su mantenimiento y el sustento del clero.

Además, impuso la moralización de las costumbres. Se dictaron leyes para abolir los espectáculos de gladiadores, se penalizó la prostitución sagrada, el rapto, la fornicación entre tutores y tuteladas/os, el adulterio con los esclavos y el concubinato. Se apoyó la vida consagrada quitando las penas para los que no se casaban o no querían tener hijos (que eran fruto de una legislación antigua impuesta para fomentar la natalidad).

Se concedieron privilegios al clero dispensándole del pago de impuestos y de la obligación (munera) de realizar trabajos públicos. Se instituyeron las episcopalis audientiae, por las cuales los obispos podían actuar como jueces en los juicios civiles. Gran parte del epistolario de san Agustín, por ejemplo, hace referencia a esta función. Se aceptó la manumissio in ecclesia de los esclavos que podían ser liberados ante la presencia del obispo adquiriendo todos los derechos de la ciudadanía romana. Se suprimió el suplicio de la cruz.

En definitiva, todas estas medidas adoptadas por Constantino, supusieron una clara decantación a favor del cristianismo que, aunque encontraron reticencias en su aplicación por parte de los funcionarios paganos, colocaron a los cristianos en una posición de privilegio en vistas a la desaparición definitiva del imperio romano de occidente y el paso a la época medieval.

 

 

by Santiago Casas  primeroscristianos.com

 

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https://www.primeroscristianos.com/31899/

 

Ver Constantino en Wikipedia

Las excavaciones de los túneles subterráneos dan resultado

Se ha sacado a la luz en Jerusalén uno de los edificios públicos más importantes del periodo del Segundo Templo jamás descubierto cerca del Muro de las Lamentaciones. Es el lugar donde el ayuntamiento recibía a los invitados distinguidos.

 

"Se trata, sin duda, de uno de los edificios públicos más magníficos del periodo del Segundo Templo" descubierto junto al Muro Occidental de Jerusalén. La alegría de la directora de las excavaciones, Shlomit Weksler-Bdolach, es palpable. La Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA), para la que trabaja el arqueólogo, y la Fundación del Patrimonio del Muro Occidental informaron de ello el 8 de julio en un comunicado conjunto.

Se sabe que la zona es muy sensible. Políticamente, se encuentra en Jerusalén Este, un sector palestino de la ciudad ocupado y anexionado por Israel. Desde el punto de vista religioso, el Muro de las Lamentaciones es el único vestigio de un muro de contención del Segundo Templo de Jerusalén, restaurado y ampliado por Herodes I el Grande, y considerado el lugar más sagrado del judaísmo. En la actualidad, la Explanada de las Mezquitas ocupa la mayor parte del Monte del Templo con la Mezquita de al-Aqsa y la Cúpula de la Roca. El "Noble Santuario" (Haram al-Sharif en árabe) es el tercer lugar sagrado más importante para los musulmanes.

 

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El reciente descubrimiento del edificio de dos mil años de antigüedad es el resultado de las excavaciones arqueológicas realizadas en los últimos años en los túneles subterráneos adyacentes al Muro Occidental. Para que conste, en septiembre de 1996, la apertura de estos túneles al público provocó graves enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad israelíes y los palestinos y 80 personas murieron. Según los palestinos, estos túneles amenazaban los cimientos de la mezquita de Al-Aqsa.

 

Un edificio para la élite de la ciudad

La impresionante estructura desenterrada se construyó probablemente hacia el año 20 o 30 d.C., sólo unas décadas antes de que el Templo fuera destruido por los romanos en el año 70.

Situado al oeste del Arco de Wilson y del Monte del Templo, una zona adyacente a la sección de oración de los hombres frente a las murallas, parte del edificio había sido descubierto y documentado en el siglo XIX por el arqueólogo británico Charles Warren. Otros investigadores también estudiaron esta parte en el siglo siguiente.

 

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La declaración de los arqueólogos israelíes afirma que "el edificio estaba aparentemente situado a lo largo de un camino que conduce al Monte del Templo". Creen que se utilizaba para funciones públicas.

Según ellos, "también puede haber sido el edificio del ayuntamiento", es decir, el ayuntamiento de la ciudad por la que pasó Jesús y "donde se recibía a los dignatarios importantes antes de entrar en las murallas del Templo y en el Monte del Templo". Weksler-Bdolach explica, en un vídeo vinculado al comunicado de prensa, que la habitación podría haber tenido la función de una "sala de estar".

 

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El edificio rectangular, de 24,5 metros de largo por 11 de ancho, como señala el diario Haaretz, estaba dividido en dos salas abovedadas idénticas, de 7 metros de largo y 5,7 de ancho cada una.

Pruebas de la opulenta arquitectura de la época

Los arqueólogos descubrieron que las paredes de las salas estaban decoradas con una cornisa inferior que soportaba pilastras, rematadas por capiteles corintios. Haaretz también informa de que las entradas descubiertas hasta ahora por los arqueólogos eran de gran estilo. Las dos grandes salas estaban conectadas por un pasillo también decorado con pilastras rematadas por capiteles corintios.

En este espacio entre las dos habitaciones había una fuente de pared. El agua brotaba de los tubos de plomo situados en la parte superior de los capiteles corintios. El agua fluía entonces por un canal cortado en el pavimento. Una instalación de este tipo pretendía, sin duda, asombrar a los visitantes.

 

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"El estilo decorativo del edificio es típico de la arquitectura opulenta del periodo del Segundo Templo", dicen los arqueólogos. A pesar de la clara influencia romana en la arquitectura de esta estructura, Weksler-Bdolach en The Times of Israel no deja de señalar que en aquella época Jerusalén era todavía una ciudad culturalmente judía.

De hecho, las decoraciones no incluían imágenes talladas, que están prohibidas por la Torá: "No te harás un ídolo ni una imagen de nada que esté allá arriba en los cielos, ni de nada que esté aquí abajo en la tierra, ni de nada que esté en las aguas debajo de la tierra" (Éxodo 20:4).

Comedores con bancos reclinables

Los expertos también sugieren que las dos habitaciones podrían haber servido de comedores con bancos de madera reclinables que no han sobrevivido al tiempo ni a la guerra. "Se encontraron restos de sofás de madera a lo largo de las paredes de las dos habitaciones laterales", informó Haaretz.

Este tipo de comedores con bancos reclinables eran habituales en el mundo grecorromano desde el siglo V a.C. hasta el III-IV d.C. "Se encuentran en los archivos arqueológicos de casas particulares, palacios, templos, complejos sinagogales y civiles", afirman. El hecho de comer o festejar tumbado se menciona en el Libro de Amós (siglo VIII a.C.), cuando el profeta reprende a los pueblos de los reinos de Judá e Israel: "En camas de marfil y tumbados en sus divanes comen los corderos del rebaño y los terneros criados en el establo" (Am 6,4).

 

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En vísperas de la destrucción del Templo, el edificio público había sufrido cambios sustanciales. Se dividió en tres cámaras separadas y la fuente quedó fuera de uso. En una de las cámaras había una pila enlucida que servía de mikve, un baño ritual utilizado para las abluciones necesarias para los ritos judíos de pureza familiar. Los escalones siguen siendo visibles hoy en día.

 

terrasanta.net 

La Asunción: "El Cielo tiene un corazón"

El 15 de agosto se celebra que Cristo se llevó al Cielo a su Madre. Proponemos una memorable homilía de Benedicto XVI sobre la Asunción de la Virgen y nuestra vida ordinaria. 10 de agosto de 2012

"La fiesta de la Asunción es un día de alegría. Dios ha vencido. El amor ha vencido. Ha vencido la vida"

 

Se ha puesto de manifiesto que el amor es más fuerte que la muerte, que Dios tiene la verdadera fuerza, y su fuerza es bondad y amor. María fue elevada al cielo en cuerpo y alma: en Dios también hay lugar para el cuerpo. El cielo ya no es para nosotros una esfera muy lejana y desconocida. En el cielo tenemos una madre.

Y la Madre de Dios, la Madre del Hijo de Dios, es nuestra madre. Él mismo lo dijo. La hizo madre nuestra cuando dijo al discípulo y a todos nosotros: "He aquí a tu madre".

En el cielo tenemos una madre. El cielo está abierto; el cielo tiene un corazón. En el evangelio de hoy hemos escuchado el Magníficat, esta gran poesía que brotó de los labios, o mejor, del corazón de María, inspirada por el Espíritu Santo. En este canto maravilloso se refleja toda el alma, toda la personalidad de María.

Podemos decir que este canto es un retrato, un verdadero icono de María, en el que podemos verla tal cual es. Quisiera destacar sólo dos puntos de este gran canto. Comienza con la palabra Magníficat: mi alma "engrandece" al Señor, es decir, proclama que el Señor es grande.

María desea que Dios sea grande en el mundo, que sea grande en su vida, que esté presente en todos nosotros. No tiene miedo de que Dios sea un "competidor" en nuestra vida, de que con su grandeza pueda quitarnos algo de nuestra libertad, de nuestro espacio vital. Ella sabe que, si Dios es grande, también nosotros somos grandes. No oprime nuestra vida, sino que la eleva y la hace grande: precisamente entonces se hace grande con el esplendor de Dios.

El hecho de que nuestros primeros padres pensaran lo contrario fue el núcleo del pecado original. Temían que, si Dios era demasiado grande, quitara algo a su vida. Pensaban que debían apartar a Dios a fin de tener espacio para ellos mismos. Esta ha sido también la gran tentación de la época moderna, de los últimos tres o cuatro siglos.

Cada vez más se ha pensado y dicho: "Este Dios no nos deja libertad, nos limita el espacio de nuestra vida con todos sus mandamientos. Por tanto, Dios debe desaparecer; queremos ser autónomos, independientes. Sin este Dios nosotros seremos dioses, y haremos lo que nos plazca".

 

Este era también el pensamiento del hijo pródigo, el cual no entendió que, precisamente por el hecho de estar en la casa del padre, era "libre". Se marchó a un país lejano, donde malgastó su vida. Al final comprendió que, en vez de ser libre, se había hecho esclavo, precisamente por haberse alejado de su padre; comprendió que sólo volviendo a la casa de su padre podría ser libre de verdad, con toda la belleza de la vida. Lo mismo sucede en la época moderna.

Antes se pensaba y se creía que, apartando a Dios y siendo nosotros autónomos, siguiendo nuestras ideas, nuestra voluntad, llegaríamos a ser realmente libres, para poder hacer lo que nos apetezca sin tener que obedecer a nadie. Pero cuando Dios desaparece, el hombre no llega a ser más grande; al contrario, pierde la dignidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro. Al final se convierte sólo en el producto de una evolución ciega, del que se puede usar y abusar.

Eso es precisamente lo que ha confirmado la experiencia de nuestra época. El hombre es grande, sólo si Dios es grande. Con María debemos comenzar a comprender que es así. No debemos alejarnos de Dios, sino hacer que Dios esté presente, hacer que Dios sea grande en nuestra vida; así también nosotros seremos divinos: tendremos todo el esplendor de la dignidad divina. Apliquemos esto a nuestra vida. Es importante que Dios sea grande entre nosotros, en la vida pública y en la vida privada.

En la vida pública, es importante que Dios esté presente, por ejemplo, mediante la cruz en los edificios públicos; que Dios esté presente en nuestra vida común, porque sólo si Dios está presente tenemos una orientación, un camino común; de lo contrario, los contrastes se hacen inconciliables, pues ya no se reconoce la dignidad común.

Engrandezcamos a Dios en la vida pública y en la vida privada. Eso significa hacer espacio a Dios cada día en nuestra vida, comenzando desde la mañana con la oración y luego dando tiempo a Dios, dando el domingo a Dios.

No perdemos nuestro tiempo libre si se lo ofrecemos a Dios. Si Dios entra en nuestro tiempo, todo el tiempo se hace más grande, más amplio, más rico. Una segunda reflexión. Esta poesía de María -el Magníficat- es totalmente original; sin embargo, al mismo tiempo, es un "tejido" hecho completamente con "hilos" del Antiguo Testamento, hecho de palabra de Dios. Se puede ver que María, por decirlo así, "se sentía como en su casa" en la palabra de Dios, vivía de la palabra de Dios, estaba penetrada de la palabra de Dios.

En efecto, hablaba con palabras de Dios, pensaba con palabras de Dios; sus pensamientos eran los pensamientos de Dios; sus palabras eran las palabras de Dios. Estaba penetrada de la luz divina; por eso era tan espléndida, tan buena; por eso irradiaba amor y bondad. María vivía de la palabra de Dios; estaba impregnada de la palabra de Dios. Al estar inmersa en la palabra de Dios, al tener tanta familiaridad con la palabrade Dios, recibía también la luz interior de la sabiduría.

Quien piensa con Dios, piensa bien; y quien habla con Dios, habla bien, tiene criterios de juicio válidos para todas las cosas del mundo, se hace sabio, prudente y, al mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte y valiente, con la fuerza de Dios, que resiste al mal y promueve el bien en el mundo.

Así, María habla con nosotros, nos habla a nosotros, nos invita a conocer la palabra de Dios, a amar la palabra de Dios, a vivir con la palabra de Dios, a pensar con la palabra de Dios. Y podemos hacerlo de muy diversas maneras: leyendo la sagrada Escritura, sobre todo participando en la liturgia, en la que a lo largo del año la santa Iglesia nos abre todo el libro de la sagrada Escritura. Lo abre a nuestra vida y lo hace presente en nuestra vida.

Pero pienso también en el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, que hemos publicado recientemente, en el que la palabra de Dios se aplica a nuestra vida, interpreta la realidad de nuestra vida, nos ayuda a entrar en el gran "templo" de la palabra de Dios, a aprender a amarla y a impregnarnos, como María, de esta palabra. Así la vida resulta luminosa y tenemos el criterio para juzgar, recibimos bondad y fuerza al mismo tiempo.

María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y con Dios es reina del cielo y de la tierra. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al contrario. Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de nosotros. Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que está "dentro" de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios.

Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" -así lo dijo el Señor-, a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su bondad.

Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre, que siempre está cerca de cada uno de nosotros. En este día de fiesta demos gracias al Señor por el don de esta Madre y pidamos a María que nos ayude a encontrar el buen camino cada día. Amén".

Fragmentos de una homilía pronunciada por Benedicto XVI, el 15 de agosto de 2005 en Castelgandolfo (Italia).

 

+ info - La Asunción de nuestra Señora

 

El número de “evangelios apócrifos” conocidos es algo superior a cincuenta

Los evangelios canónicos son los que la Iglesia ha reconocido como aquellos que transmiten auténticamente la tradición apostólica y están inspirados por Dios. Son cuatro y sólo cuatro: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Así lo propuso expresamente San Ireneo de Lyon a finales del s. II (AdvHae. 3.11.8-9) y así lo ha mantenido constantemente la Iglesia, proponiéndolo finalmente como dogma de fe al definir el canon de las Sagradas Escrituras en el Concilio de Trento (1545-1563).

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La composición de estos evangelios hunde sus raíces en lo que los apóstoles vieron y oyeron estando con Jesús y en las apariciones que tuvieron de él después de resucitar de entre los muertos. Enseguida los mismos apóstoles, cumpliendo el mandato del Señor, predicaron la buena noticia (o evangelio) acerca de Él y de la salvación que trae a todos los hombres, y se fueron formando comunidades de cristianos en Palestina y fuera de ella (Antioquía, ciudades de Asia Menor, Roma, etc).

En estas comunidades las tradiciones fueron tomando forma de relatos o de enseñanzas acerca de Jesús, siempre bajo la tutela de los apóstoles que habían sido testigos. En un tercer momento esas tradiciones fueron puestas por escrito integrándolas en una narración a modo de biografía del Señor.

Los evangelios apócrifos son los que la Iglesia no aceptó como auténtica tradición apostólica, aunque normalmente ellos mismos se presentaban bajo el nombre de algún apóstol. Empezaron a circular muy pronto, pues ya se les cita en la segunda mitad del s. II; pero no gozaban de la garantía apostólica como los cuatro reconocidos y, además muchos de ellos contenían doctrinas que no estaban de acuerdo con la enseñanza apostólica.

Apócrifo” primero significó “secreto” en cuanto que eran escritos que se dirigían a un grupo especial de iniciados y eran conservados en ese grupo; después pasó a significar inauténtico e incluso herético. El número de “evangelios apócrifos” conocidos es algo superior a cincuenta.

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https://www.primeroscristianos.com/11-que-diferencias-hay-entre-los-evangelios-canonicos-y-los-apocrifos/

 

 

Gonzalo Aranda

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¡Oh, Dios mío! Las naciones han entrado en tu heredad

El hallazgo lo han realizado la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) y la Fundación Ciudad de David en una excavaciones realizadas dentro del Parque Nacional de la Ciudad de David y que será oficialmente presentado por la AAI el próximo octubre.

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Así expresa el salmo 79 la angustia y tristeza causada a los judíos la destrucción de su capital y del Templo del Señor a manos de los babilonios el día de Tisha B'Av de 587 a.C. Desde entonces éste es un día de reflexión, luto y ayuno para los judíos.

“¡Oh, Dios mío!
Las naciones han entrado en tu heredad,
han profanado tu Templo santo,
han reducido a ruinas Jerusalén.

Han echado los cadáveres de tus siervos
como comida a las aves del cielo;
la carne de tus fieles a las fieras del campo;
han derramado su sangre como agua
en derredor de Jerusalén,
sin que nadie les dé sepultura.”
(Sal 79,1-3)

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Recientemente la AAI ha encontrado un tercer tramo de la muralla del sector este de antigua capital del reino de Judá, la misma que fue franqueada por los tropas babilonias. El trozo encontrado conecta con otros dos que fueron excavados en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado.

Entonces no se las consideró parte de la muralla, pues no presentaban evidencia suficiente para ello. Ahora, el trozo recién excavado conecta con los dos tramos anteriores y la reconstrucción del conjunto permite sumar alrededor de doscientos metros de muralla, con una altura de dos metros y medio y una anchura de hasta cinco metros.

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Tramo de la muralla recién excavada. (Foto: Janiv Berman/AAI y Ciudad de David).

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Cerca de la muralla se encontró un sello babilonio hecho de piedra, que muestra una figura frente a los símbolos de los dioses Marduk y Nabu.

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Sello real babilonio. (Foto: Koby Harati/Ciudad de David).

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No lejos del lugar también se encontró una "bullae", es decir, la impresión en arcilla de un sello con el nombre judío de “Tsafan”.

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Impresión del nombre hebreo "Tsafan". (Foto: Koby Harati/Ciudad de David).

 

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Pero, ¿porqué fue conquistada la ciudad de Jerusalén? La respuesta se encuentra en las luchas de poder entre egipcios y babilonios por el control de las tierras de Siria y Palestina, de los reinos de Israel al norte (Samaria y Galilea) y de Judá al sur entre los siglos VIII y VI a.C., que culminaron con la victoria final de Babilonia. Veamos que nos dicen los relatos de la Biblia, las cartas de Laquish y los registros egipcios y mesopotámicos.

Tras la desaparición del reino de Israel en 720 a.C. a manos de Sargón II, el reino de Judá quedó aislado en un difícil equilibrio entre Egipto y Asiria. En 701 a.C. Senaquerib realizó una campaña contra Judá en la que conquistó numerosas ciudades.

De todos es conocido el asedio y posterior saqueo de Laquish durante la campaña, que ahora adorna las paredes del Museo Británico en Londres. Lo cierto es que Senaquerib puso asedio a la capital Jerusalén y a su rey Ezequías, pero no logró conquistarla y se retiró a Asiria.

Durante el reinado de Josías en Judá (639-609 a.C.), Asiria estaba siendo atacada por medos y escitas, éstos últimos procedentes del Cáucaso. Por ello, Josías mantuvo una política de independencia y trató de ir recuperando poco a poco los territorios perdidos por el reino de Israel a manos de Senaquerib en Samaria y Galilea.

En 612 a.C. la capital asiria, Nínive, cayó en poder de las tropas babilonias del rey Nabopolasar y sus tropas aliadas del rey medo Ciáxares. En el asalto a la ciudad murió el rey asirio Sin-shar-ishkun, hijo de Asurbanipal.

El general Ashur-uballit, posiblemente miembro de la familia real, se proclamó rey (el segundo de ese nombre) en la fortaleza de Harran y siguió resistiendo en aquella provincia occidental. Ashur-uballit solicitó ayuda al faraón Necao II, y éste se dirigió con su ejército al Eufrates en su auxilio en 609 a.C.

Pero el rey Josías, sintiéndose fuerte, quería impedir el resurgimiento de los asirios y salió al encuentro del ejército egipcio en la llanura de Megido. El faraón le pidió que se retirase, pues su expedición no iba contra él. Pero Josías insistió en luchar y, una vez trabado el combate, Josías fue alcanzado por las fechas enemigas, sacado del campo de batalla y llevado a Jerusalén, donde murió.

Tras la muerte del rey el pueblo eligió como sucesor a su hijo menor, Joacaz, de 23 años. Pero el faraón le apresó enseguida y le condujo a Egipto, donde acabó muriendo; a continuación nombró a Eliaquim, el hijo mayor del difunto Josías, como rey de Judá y le cambió en nombre por el de Joaquim.

En los años siguientes el reino de Judá estaría sometido a la influencia egipcia, pagándo gravosos impuestos al faraón, mientras que el rey babilonio Nabopolasar se dedicaba a consolidar sus conquistas en Mesopotamia.

En el año 605 a.C. Nabopolasar envió un ejército al mando de su hijo Nabucodonosor contra los egipcios, que dominaban la costa de Siria, Fenicia y Palestina. Vencieron en la batalla de Karquemis, cerca del Eufrates, y el ejército de Nabucodonosor persiguió al del faraón Necao II hasta las mismas fronteras de Egipto, sometiendo todo el territorio a su paso.

Nabucodonosor regresó a Mesopotamia al recibir la noticia de la muerte de su padre. Pero regresó al poco tiempo a tierras de Siria y Palestina para afianzar su imperio en ellas y logró que los señores de aquellas tierras le pagaran tributo. Sabedor de sus simpatías por Egipto, Nabucodonosor se llevó a Joaquim prisionero a Babilonia, si bien poco tiempo después le repuso en el trono de Jerusalén.

No obstante, Joaquim y otros príncipes sirios negaron el tributo a Babilonia en el 602 a.C., lo que obligó a Nabucodonosor a enviar de nuevo tropas contra Siria, mientras se limitaba a enviar tropas auxiliares contra Judá; ello le permitió a Joaquim sobrevivir hasta su muerte, acaecida en el 598 a.C. Le sucedió su hijo Joaquín, de 18 años de edad.

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Las murallas y la ciudad de Jerusalén en los días del Primer Templo. (Foto: Shalom Kveller/Ciudad de David).

 

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El nuevo rey continuó la rebelión, por lo que el rey de Babilonia envió su ejército ante Jerusalén para asediarla. Corría el año 597 a.C. Poco después el propio Nabucodonosor se personó en el asedio, lo que convenció a Joaquín que toda resistencia sería inútil. Joaquín capituló y salvó con ello a la ciudad del saqueo.

Fué hecho prisionero y deportado a Babilonia con su familia. Con él fueron obligados a marchar cautivos muchos de los habitantes, guerreros y artesanos de la ciudad, en una cifra cercana a las 30.000 personas, contando mujeres y niños.

Además, Nabocodonosor se llevó todos los tesoros y objetos de oro del Templo del Señor y del palacio del rey. Antes de marcharse nombró a Matanías, de 21 años, como nuevo rey de Judá, y le cambió el nombre por el de Sedecías. Era hijo de Josías, hermano de Joaquim y, por tanto, tío de Joaquín,

Sedecíasfue el último rey de Judá. Desde el principió sintió sobre él la presión de los partidarios de Egipto, pero el rey no cedió inicialmente, y envió dos embajadas a Babilonia en señal de sometimiento. Sabemos que en el 592 a.C. el faraón Psamético II visitó las tierras de Palestina, y que posiblemente en el año 590 a.C. estallase la rebelión de Judá con la promesa de ayuda egipcia.

El caso es que al noveno año de su reinado (589 a.C.) el rey Sedecías se negó a pagar tributos a Babilonia. Nabucodonosor reaccionó de inmediato y envió su ejército contra Judá. El reino cayó rápidamente en manos babilonias, excepto Jerusalén, Laquish y Azeqah, que siguieron resistiendo.

Nabucodonosor regresó por segunda vez a Jerusalén y en enero de 589 a.C. la sometió a un sitio que duraría treinta meses. Por los restos de cerámica escrita encontrados en Laquish sabemos que un jefe militar judío llamado Konanyahu fue a Egipto a pedir auxilio al faraón Ofra, hijo de Psamético, recién fallecido.

Un ejército del faraón subió en ayuda de los judíos, lo que obligó al enemigo a levantar el cerco de Jerusalén. Pero, fatalmente, los egipcios fueron derrotados y Nabucodonosor reanudó el sitio de la capital, mientras lograba conquistar y reducir a cenizas Laquish y Azeqah.

 

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Vista del solar del Segundo Templo, actualmente ocupado por la mezquita Al Aqsa. (Foto: Moshe Shai/Flash90)

 

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Finalmente, cuando el hambre asolaba la ciudad, el día nueve del cuarto mes (9 Tamuz, que cayó en el 29 de julio de 587 a.C.) “fue abierta una brecha en la muralla” y los soldados, el rey y sus escoltas, huyeron “por el camino abierto entre los dos muros que hay junto al jardín real”. Estas palabras de 2 Re 25,4 (repetidas parcialmente en Jer 39,4) se interpretan como que los babilonios abrieron una brecha en el sector norte de la muralla, cuyo terreno exterior era más llano y propicio para cualquier ataque. Sedecías y la guarnición huirían de la ciudad por la parte opuesta.

Allí había un muro que rodeaba la colina del sudoeste, y otro de más reciente construcción, en la colina sudoeste, que se unía con el primero a través del valle Tiropeón. Isaías habla de la existencia de una piscina “entre los dos muros” (Is 22,11), que sería la piscina inferior de Siloé, a la entrada del valle central, junto a la cual estaría “el jardín del rey” (Neh 3,15).

Los babilonios lograron detener a los fugitivos en la llanura de Jericó. El rey Sedecías fue conducido ante Nabucodonosor, quien mató a los hijos de Sedecías delante de él; luego le sacó los ojos y lo mandó conducir preso a Babilonia atado con cadenas de bronce, donde probablemente moríria en cautividad, pues no se supo nunca nada más de él.

Un mes más tarde de la conquista de Jerusalén, Nebuzaradán, jefe de la guardia real de Nabucodonosor, entró en Jerusalén el día 10 del mes Av (que cayó en el 28 de agosto de 587 a.C.), incendió el Templo del Señor, el palacio real, todos los edificios importantes y la mayor parte de las casas de la ciudad. Luego las tropas demolieron las murallas.

Finalmente, Nebuzaradán se llevó cautivos a Babilonia al resto de los habitantes de Jerusalén, incluyendo los sacerdotes y escribas del Templo, que no fueron presos por Nabucodonosor tras el asedio anterior.

También se llevó consigo todos los utensilios de bronce, incluidas las columnas, que había en el Templo, y los de oro que aún permanecían en él. Como dice el salmo 79, la desolación de los judíos fue tal que “hemos venido a ser escarnio de nuestros vecinos, burla e irrisión de quienes nos rodean” (Sal 79, 4).

Hasta aquí el relato resumido de 2 Re 23,28-25-21.

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Parte de la destrucción realizada por los babilonios puede verse hoy en un edificio situado junto a la muralla y que ha sido excavado anteriormente. En su interior se encontraron filas de jarras, que se rompieron cuando el edificio fue incendiado y se derrumbó sobre ellas. Las jarras tienen impresiones de sellos estampados en las asas, y muestran una figura en forma de rosa, símbolo asociado a los días finales del reino de Judá.

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Una de las estampaciones de un sello realizada sobre el asa de una jarra, mostrando el signo de "Perteneciente al Rey" (Foto: Yaniv Berman/AAI).

 

 

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Sin embargo, a pesar de la creencia popular, la muralla de Jerusalén no llegó a ser destruida en su totalidad. El sector este de la fortificación, lugar de los tramos excavados y sacados a luz, no fueron demolidos. La razón pudiera estar en lo escarpado de las rampas sobre las que estaba construido este sector de la muralla, que forma un ángulo de unos 30 grados sobre el valle del Kidrón.

Este hecho lo confirma el profeta Nehemías, quien relata el enfado de los pueblos vecinos enemigos de Judá al enterarse que los trabajos de reparación de las murallas de Jerusalén se habían iniciado y que las brechas abiertas comenzaban a ser cerradas (Neh 4,1).

El profeta añade más adelatne que la reparación de las murallas se hizo en 52 días (Neh 6,15). Los trozos de muralla encontrados y reconstruidos parecen apoyar la afirmación de Nehemías.

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+ info -

La cueva de Sedecías - La gruta secreta de #Jerusalén

 

www.centrotierrasanta.com

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