Jordania presentó este miércoles una exposición en colaboración con el Vaticano que recorrerá varios países y en la que exhibe su legado cristiano al tiempo que se redefine como cuna del cristianismo y celebra los treinta años de relaciones con la Santa Sede.
Esta exposición, titulada ‘Jordania: el amanecer del cristianismo’, se enmarca en los esfuerzos del Ministerio de Turismo y Antigüedades jordano por desarrollar el turismo religioso y cultural, y fortalecer la posición del reino hachemita como destino turístico líder para la peregrinación cristiana.
La Ministra de Turismo de Jordania: "Salvaguardar el patrimonio cristiano"
La ministra de Turismo y Antigüedades jordana, Lina Anab, afirmó hoy en Amán que organizar esta muestra refleja el compromiso del reino de preservar las antigüedades y proteger los lugares y monumentos relacionados con las religiones.
La exposición se llevará a varios países, entre los que destacó Italia, Francia, Grecia, Portugal y otros de África y América Latina; y su presentación coincide con el trigésimo aniversario de las relaciones entre Jordania y el Vaticano.
Asimismo, explicó que esta exhibición busca resaltar la importancia de Jordania como origen de la religión y preservar la presencia cristiana en la región como parte integral del país.
La idea de realizar esta exposición surgió debido a la situación actual en la Franja de Gaza y la extensión del conflicto en los países de alrededor, lo que llevó a Jordania a impulsar esta iniciativa para confirmar que es un país seguro en un intento de restaurar la confianza de los turistas.
Esta exposición se llevará a cabo del 31 de enero al 28 de febrero y se exhibirán más de 90 piezas de oro raras para contar una historia sobre el patrimonio jordano y descubrir la historia de las religiones en Jordania, además de «mostrar el mensaje de paz que despegó, floreció y se estableció en la tierra bendita de Jordania».
«Hay quienes no saben que el cristianismo existe en Jordania, por eso hay que decirles que el cristianismo comenzó en Jordania», afirmó Anab en rueda de prensa.
Según la ministra, la exposición llevará al visitante a un viaje en el tiempo para explorar los lugares sagrados de Jordania, que son las principales estaciones de peregrinación cristiana aprobadas por el Vaticano.
Entre los más destacados se encuentran Mar Elias, el lugar de nacimiento del profeta Elíasy la Iglesia de Nuestra Señora de la Montaña en Anyara, así como el santuario del profeta Moisés y el castillo de Makur, el lugar del martirio de Juan Bautista.
La exposición también mostrará diversas piezas, que van desde finos mosaicos hasta símbolos antiguos, como el símbolo del pez, considerado una de las piezas más importantes y raras que influyen en la historia de la libertad.
La exposición también destaca el papel de los primeros cristianos en Jordania en diversas artes, ingeniería y tecnología para observar la excelencia cultural y artística, desde el siglo I d.C. hasta nuestros días.
Carta de Plinio el Joven dirigida al emperador Trajano
La carta sobre los cristianos de Plinio el Joven (Plin. Ep. X 96) es uno de los documentos más comentados. Debe datarse entre el 18 de septiembre del 111 y el 3 de enero del año 112, durante la legación de Plinio en Bitinia-Ponto.
Plinio el Joven (nacido en 61/62 d.C. en Novum Comum (actual Como) en el norte de Italia; murió después del 111 d.C.) fue un importante testigo romano de los acontecimientos del cristianismo primitivo. Plinio fue un administrador que alcanzó los más altos cargos de pretor y cónsul.
Los académicos han reconocido la amplia gama de temas y personas a las que Plinio acudió, especialmente a través del medio de la escritura:
“Plinio el Joven mantuvo una voluminosa correspondencia con la gente que conocía. Estas cartas tratan tanto temas técnicos como debates senatoriales y cuestiones de estilo, temas tan comunes como la enfermedad y la muerte o las inundaciones del Tíber ... Revelan una personalidad tan versátil y variada como los temas que trata su autor ” .
Los escritos de Plinio evidencian un profundo y arraigado respeto por las magistraturas en los reinados de los emperadores Nerva y Trajano. Era justo en su trato con los demás y aparentemente velaba por el bienestar de los enfermos, los pobres y los ancianos.
Nos enteramos de que fundó una escuela, estableció un fondo para niños pobres y gastó parte de sus propias finanzas para ayudar a otros, como en el caso de elevar a su amigo Romatius Firmus al rango ecuestre y proporcionar una dote para la hija de Quintiliano. Una pasión particular de Plinio era la escritura y la literatura.
Leía mucho, incluidos los géneros de historia, comedia, poesía y oratoria, y pasaba gran parte de su tiempo preparando casos judiciales. Mantuvo correspondencia con otros escritores de renombre de su tiempo, incluidos los historiadores Suetonio y Tácito. Según todos los informes, Plinio era una persona de renombre.
Correspondencia con el emperador Trajano sobre los cristianos
Hacia el final de su carrera como gobernador de Bitinia y Ponto (noroeste de Turquía), Plinio escribió cartas al emperador Trajano (r. 98-117 d. C.) en varias ocasiones. Quizás la más famosa es la carta que escribió pidiendo consejo sobre cómo tratar con los cristianos (Epist. 10.96). Es un extracto extenso, pero vale la pena citarlo en su totalidad, y luego seguiremos con la respuesta de Trajano:
“Es mi regla, señor, referirle a usted todos los asuntos de los que no estoy seguro. Porque, ¿quién es más capaz de guiar mi incertidumbre o informar mi ignorancia? Como nunca he estado presente en ningún juicio de los cristianos, desconozco el método y los límites que deben observarse al examinarlos o castigarlos.
También he tenido grandes dudas sobre si se debe hacer alguna diferencia en razón de la edad, o alguna distinción permitida entre el más joven y el adulto; si retractarse permite un perdón, o si un hombre ha sido cristiano una vez, no le ayuda a retractarse; si la mera profesión de cristianismo, aunque sin delitos, o solo los delitos asociados con él, son punibles.
Mientras tanto, el método que he observado con los que me han sido denunciados como cristianos es este: les interrogué si eran cristianos.Si lo confesaron, repetí la pregunta una segunda y una tercera vez, agregando la amenaza de la pena capital. Si aún perseveraban, ordené que los llevaran a la ejecución.
Sea cual sea la naturaleza de sus creencias, al menos no podía sentir ninguna duda de que la terquedad y la obstinación inflexible merecían un castigo. Había otros también poseídos por la misma locura, pero siendo ciudadanos de Roma les ordené que fueran enviados allí. Estas acusaciones se extendieron (como suele ser el caso) por el mero hecho del asunto que se investiga y salieron a la luz varias formas de la travesura.
Se colocó un cartel, sin firma, acusando a un gran número de personas por su nombre. Aquellos que negaron ser, o habían sido, cristianos, que repitieron después de mí una invocación a los dioses y ofrecieron adoración, con vino e incienso, a tu estatua,que había ordenado traer para este propósito, junto con las imágenes de los dioses, y que finalmente maldijo a Cristo —todas las cosas que se dice que ningún cristiano verdadero puede ser obligado a hacer— pensé que deberían ser despedidos.
Otros que fueron nombrados por ese informante al principio se confesaron cristianos, pero poco después lo negaron, diciendo que lo habían sido, pero que habían cesado, unos tres años atrás, otros muchos años atrás, y unos pocos hasta veinte años atrás. Todos adoraron tu estatua y las imágenes de los dioses, y maldijeron a Cristo.
Afirmaron, sin embargo, que toda su culpa o error era que tenían la costumbre de reunirse en un cierto día fijo antes de que amaneciera, y de cantar en versos alternos un himno a Cristo como a un dios, y de atarse a sí mismos. por un juramento solemne, no a las malas acciones, pero nunca cometer ningún fraude, robo,o adulterio, para nunca falsificar su palabra, ni para negar una prenda cuando fueron llamados a entregarla.
Después de esto, tenían la costumbre de separarse y luego reunirse para participar de la comida, pero comida ordinaria e inocente. Incluso esta práctica, sin embargo, la habían abandonado después de la publicación de mi edicto, por el cual, según sus órdenes, había prohibido las asociaciones políticas.
Por tanto, pensé que era más necesario extraer la verdad real, con la ayuda de la tortura, de dos esclavas, a las que llamaban diaconisas: pero no pude descubrir nada más que una superstición depravada y excesiva. Por tanto, he aplazado el procedimiento y me apresuré a consultarle. Porque me pareció que valía la pena referirme a usted, especialmente considerando los números en peligro.
Muchas personas de todas las edades y rangos y de ambos sexos están siendo y serán llamadas a juicio. Porque esta superstición contagiosa no se limita solo a las ciudades, sino que también se ha extendido por las aldeas y distritos rurales. Sin embargo, parece posible comprobarlo y corregirlo.
Es cierto, al menos, que los templos, que estaban casi desiertos, comienzan ahora a ser visitados nuevamente; y los ritos sagrados, después de un largo interludio, vuelven a ser revividos. Existe una demanda generalizada de animales de sacrificio, para la que hasta ahora sólo se encontraban compradores en raras ocasiones.
A partir de esto, es fácil imaginar que una multitud de personas pueden ser recuperadas de este error, si se deja una puerta abierta para que cambien de opinión ".
El emperador Trajano luego respondió brevemente a Plinio (a quien llamó Secundus; Epist. 10.97):
—El método que ha seguido, segundo mío, para examinar los casos de los que le denunciaron como cristianos es el adecuado. No es posible establecer una regla general que pueda aplicarse como norma fija en todos los casos de esta naturaleza. No se debe realizar ninguna búsqueda de estas personas.
Cuando son denunciados y declarados culpables, deben ser castigados; con la restricción, sin embargo, de que cuando un individuo niega que es cristiano y da prueba de ello, es decir, adorando a nuestros dioses, será perdonado sobre la base del arrepentimiento, aunque anteriormente haya incurrido en sospechas.
Las acusaciones anónimas no deben admitirse como prueba contra nadie, ya que está introduciendo un precedente muy peligroso y de ninguna manera agradable a nuestro tiempo ”.
¿Qué aprendemos de estas cartas?
El emperador Trajano elogia a Plinio por su correcto curso de acción al tratar con los cristianos, aparentemente reconociendo la difícil situación que enfrenta. La carta de Plinio evidencia que los cristianos se enfrentaban a la persecución bajo la autoridad romana, aunque esto ciertamente estaba justificado en su opinión.
Plinio es un testigo hostil del floreciente movimiento cristiano al que se refiere como "contagioso" y como una "superstición depravada y excesiva". Aquellos que se adscriben a la fe están todos poseídos por la "misma locura" considerada digna del castigo de Roma. El proceso de castigo, dice Plinio, fue que los sospechosos de ser cristianos fueron interrogados y luego se les ordenó que se retractaran de su fe si admitían ser creyentes en Cristo.
Las respuestas de los cristianos ante el juicio con amenazas de tortura e incluso ejecución son las que cabría esperar: algunos se retractaron de su fe negando haber sido cristianos, posteriormente maldijeron a Cristo, rindieron reverencia a los dioses de Roma y ofrecieron vino e incienso a la estatua de Trajano. A continuación, estos cristianos fueron despedidos sin más condenación.
Otros cristianos se mantuvieron firmes en su fe, y luego fueron enviados para ser ejecutados. En estas circunstancias, es evidente que Plinio no estaba seguro de cómo responder. El cristianismo dentro de su provincia y el Imperio era visto como una plaga, pero ¿estaba castigando a los culpables de una manera apropiada?
La carta de Plinio también proporciona uno de los primeros testimonios no cristianos de la existencia de Jesús, probablemente escrito ochenta años después (2).
Plinio indica que había un gran número de cristianos, muchos de los cuales eran conocidos por su posición y constituían un abanico de edades, clases sociales y sexos. La carta revela que ya en el siglo I d.C. el movimiento cristiano había crecido significativamente y se extendía más allá de su lugar de origen en Jerusalén.
Los cristianos no solo se encontraban dentro de las grandes ciudades del Imperio, sino también en áreas rurales y aldeas. También sucedió que los templos, presumiblemente dedicados a los dioses romanos, se estaban volviendo desiertos y que los vendedores de carne de sacrificio luchaban por encontrar compradores, evidentemente porque más personas se estaban convirtiendo al cristianismo.
Aunque la carta de Plinio aquí refleja la realidad histórica a raíz de la expansión cristiana,hace uso de una hipérbole y una floritura retórica para comunicarle a Trajano la gravedad de la situación. Plinio tampoco habría querido arriesgarse a darle a Trajano la impresión de que estaba informando sin verdad sobre su provincia.
Además, aprendemos de esta carta que los cristianos tenían la costumbre de reunirse en un día determinado (el domingo) antes de que amaneciera. Que los cristianos se reunieran antes de que amaneciera (es decir, en la mañana) es interesante en este contexto., ya que parece posible que a principios del siglo II como muy tarde, los cristianos comenzaron a celebrar servicios de oración y canto los domingos por la mañana antes del trabajo. Estos servicios matutinos tuvieron lugar junto a las reuniones eucarísticas del domingo por la noche.
Según Flavio, los esenios en Judea y en otras partes de Palestina se reunían antes del amanecer todos los días de la semana y luego nuevamente para cenar.
En estas reuniones los cristianos adoraban a Cristo a través del canto y tenían un código moral para evitar males como el fraude, el robo y el adulterio. Además, nos enteramos de que había diaconisas en la iglesia, dos de las cuales Plinio había torturado.
Plinio el Joven a la luz de las fuentes cristianas del Nuevo Testamento
Aunque existen limitaciones, varios detalles de la carta de Plinio se corresponden con lo que aprendemos de los textos del Nuevo Testamento. Del libro de los Hechos , escrito alrededor del año 80 y que narra el surgimiento de la iglesia primitiva, estalló una gran revuelta justo al sur de Éfeso (19: 23-41).
Una gran cantidad de personas en el área se estaban convirtiendo al cristianismo, lo que llevó a los plateros a quebrar al verse incapaces de vender sus imágenes de los dioses. La lectura más natural de Hechos y las cartas de Plinio es que la gente se estaba convirtiendo al cristianismo y que esto tuvo un impacto negativo en los negocios locales relacionados con los templos y la religión romana .
Como se señaló, Plinio da fe de la presencia de diaconisas dentro del movimiento cristiano primitivo. Las diaconisas son mencionadas décadas antes por el apóstol Pablo, nuestro primer autor cristiano. De la carta de Pablo a los Romanos , aprendemos de una diaconisa de nombre Febe, a quien Pablo encomendó la tarea de entregar la carta a la iglesia en Roma (16: 1-2).
San Pablo escribió esta carta a mediados y finales de la década de los 50 d.C., sugiriendo que las mujeres desempeñaron un papel durante las primeras etapas de la formación del cristianismo.
La respuesta de Trajano es informativa. Aunque los cristianos experimentaron persecución durante este período temprano, a Plinio se le indica que no los persiga como si estuvieran fuera una caza de brujas. De hecho, los cristianos debían ser castigados, pero solo si se les declaraba culpables con suficientes pruebas. Trajano parece preocupado por los casos de acusación anónima que podrían haber estado impugnando este proceso judicial, de ahí su instrucción a Plinio de tener esto en cuenta.
Como fuente del cristianismo primitivo en el Imperio Romano, la carta de Plinio y la respuesta de Trajano son fuentes valiosísimas de información sobre cómo era ser un seguidor de Cristo en ese momento.
Benedicto XVI explicaba la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
Se pide a todos los cristianos redescubrir los valores que constituyen la unidad de la primera comunidad cristiana de Jerusalén.
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 17 de enero de 2011
El texto formaba parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos. La base del documento ha sido redactada por un equipo de representantes ecuménicos de Jerusalén.
* * *
Hace dos mil años, los primeros discípulos de Cristo reunidos en Jerusalén tuvieron la experiencia de la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés y han estado reunidos en la unidad que constituye el cuerpo del Cristo. Los cristianos desiempre y de todo lugar ven en este acontecimiento el origen de su comunidad de fieles, llamados a proclamar juntos a Jesucristo como Señor y Salvador.
Aunque esta Iglesia primitiva de Jerusalén ha conocido dificultades, tanto exteriormente como en su seno, sus miembros han perseverado en la fidelidad y en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones.
No es difícil constatar que la situación de los primeros cristianos de la Ciudad Santa se vincula hoy a la Iglesia de Jerusalén. La comunidad actual conoce muchas alegrías y sufrimientos que fueron las de la Iglesia primitiva: sus injusticias y desigualdades, sus divisiones, y también su fiel perseverancia y su consideración de una unidad mayor entre los cristianos.
Las Iglesias de Jerusalén nos hacen actualmente entrever lo que significa luchar por la unidad, incluso en las grandes dificultades. Nos muestran que la llamada a la unidad puede ir bien más allá de las palabras y orientarnos de verdad hacia un futuro que nos haga anticipar la Jerusalén celestial y contribuir a su construcción.
Es necesario el realismo para que esta idea se convierta en realidad. La responsabilidad de nuestras divisiones nos incumbe; son fruto de nuestros propios actos. Debemos transformar nuestra oración, y pedir a Dios transformarnos nosotros mismos para que podamos trabajar activamente para la unidad. Tenemos buena voluntad para pedir por la unidad. Puede que el Espíritu Santo nos anime a nosotros mismos ante el obstáculo de la unidad; ¿nuestra propia soberbia impide la unidad?
La llamada a la unidad llega este año desde Jerusalén, la Iglesia madre, a las Iglesias del mundo entero. Conscientes de sus propias divisiones y de la necesidad de hacer ellas mismas mucho más por la unidad del Cuerpo de Cristo, las Iglesias de Jerusalén piden a todos los cristianos redescubrir los valores que constituyen la unidad de la primera comunidad cristiana de Jerusalén, cuando era asidua a la enseñanza de los Apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.
He aquí el desafío que tenemos. Los cristianos de Jerusalén piden a sus hermanos y hermanas hacer de esta semana de oración la ocasión de renovar su compromiso para trabajar por un verdadero ecumenismo, arraigado en la experiencia de la Iglesia primitiva.
Cuatro elementos de unidad
Las oraciones de 2011 para la Semana de oración por la unidad de los cristianos han sido preparadas por los cristianos de Jerusalén, que eligieron el tema de los Hechos 2,42: “Eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.”
Este tema nos recuerda los orígenes de la primera Iglesia de Jerusalén; invita a la reflexión y a la renovación, a una vuelta a los fundamentos de la fe; invita a recordar el tiempo en que la Iglesia era aún indivisa. Cuatro elementos se presentan para meditar este tema; fueron características destacadas de la comunidad cristiana primitiva y son esenciales para la vida de toda comunidad cristiana. En primer lugar, los apóstoles transmitieron la Palabra.
En segundo lugar, una de las características destacadas de la primera comunidad que creía cuando se reunía, era la comunión fraterna (koinonia). Una tercera característica de la Iglesia primitiva consistía en celebrar la Eucaristía (la “fracción del pan”), en memoria de la Nueva Alianza que Jesús realizó a través sus sufrimientos, su muerte y su resurrección. El cuarto aspecto era la ofrenda de una oración continua. Estos cuatro elementos son los pilares de la vida de la Iglesia y de su unidad.
La comunidad cristiana de Tierra Santa propone poner de relieve estos elementos fundamentales y ruega a Dios por la unidad y la vitalidad de la Iglesia extendida por el mundo. Los cristianos de Jerusalén invitan a sus hermanas y hermanos en todo el mundo a unirse a su oración en su lucha por la justicia, la paz y la prosperidad de todos los pueblos de esta tierra.
Los temas del Octavario
Un planteamiento de fe puede ser percibido a través de los temas del octavario. Desde su inicio en la habitación superior, la comunidad cristiana primitiva experimenta la efusión del Espíritu Santo, que la vuelve capaz de crecer en la fe y la unidad, en la oración y la acción, para convertirse realmente en la comunidad de la resurrección, unida a Cristo en su victoria sobre todo lo que nos separa unos de otros y de Él.
La Iglesia de Jerusalén se transforma así en faro de esperanza, anticipo de la Jerusalén celestial, llamada a reconciliar no solamente nuestras Iglesias sino a todos los pueblos. Este camino es guiado por el Espíritu Santo que conduce a los primeros cristianos al conocimiento de la verdad sobre Jesucristo, y llena a la Iglesia primitiva de signos y maravillas.
Prosiguiendo su planteamiento, los cristianos de Jerusalén se reúnen con fervor para escuchar la Palabra de Dios transmitida por la enseñanza de los apóstoles, y se reúnen en la comunión fraterna para celebrar su fe en el sacramento y la oración. Llena de poder y de esperanza en la resurrección, la propia comunidad celebra la certeza de su victoria sobre el pecado y la muerte, para tener el proyecto y el valor de ser ella misma instrumento de reconciliación, capaz de inspirar a todos los pueblos y de llamarles decididamente a superar las divisiones y las injusticias que sufren.
El día primero sitúa los orígenes de la Iglesia madre de Jerusalén y se muestra claramente la continuidad con la Iglesia extendida hoy a través del mundo. Nos recuerda el valor de la Iglesia primitiva que daba fielmente testimonio a la verdad, al igual que hoy nosotros tenemos que trabajar por la justicia tanto en Jerusalén como en el resto del mundo.
El día segundo recuerda que la primera comunidad reunida en Pentecostés se componía de orígenes muy distintos, y que, de la misma manera, se encuentran hoy en la Iglesia de Jerusalén una gran diversidad de tradiciones cristianas. Tenemos presente el desafío de realizar una unidad visible aún más extendida, porlos medios que tienen en cuenta nuestras diferencias y nuestras tradiciones.
El día tercero presta atención al aspecto más fundamental de la unidad: la Palabra de Dios comunicada a partir de la enseñanza de los apóstoles. La Iglesia de Jerusalén nos recuerda que, cualesquiera que sean nuestras divisiones, esta enseñanza nos exhorta a que nos gastemos por amor los unos a los otros, y en la fidelidad al único cuerpo que es la Iglesia.
El día cuarto insiste sobre la participación como segunda expresión de la unidad. Sobre el método de los primeros cristianos que ponían todo en común, la Iglesia de Jerusalén pide a todos sus hermanos y hermanas de la Iglesia compartir sus bienes y sus preocupaciones en la alegría y la generosidad de corazón, para que nadie permanezca en la necesidad.
El día quinto se refiere al tercer aspecto de la unidad: la fracción de pan, que nos reúne en la esperanza. Nuestra unidad se extiende más allá de la santa comunión; debe implicar una actitud correcta en cuanto a la vida moral, a la persona humana y al conjunto de la comunidad. La Iglesia de Jerusalén pide a los cristianos unirse en “la fracción del pan”, ya que una Iglesia dividida no puede expresarse con autoridad sobre las cuestiones de justicia ypaz.
El día sexto presenta la cuarta característica de la unidad; como la Iglesia de Jerusalén, sacamos nuestra fuerza del tiempo que pasamos orando. Nuestro Padre, muy especialmente, nos llama a todos, débiles o fuertes, tanto en Jerusalén como en el resto del mundo, a trabajar juntos por la justicia, la paz y la unidad para que venga el reino de Dios.
El día séptimo nos lleva más allá de estos cuatro elementos de unidad: la Iglesia de Jerusalén proclama alegremente la resurrección, incluso mientras aguanta el sufrimiento de la cruz. La resurrección de Jesús es para los cristianos de la Jerusalén actual una esperanza y una fuerza que les hace capaces de seguir siendo constantes en su testimonio, y de trabajar por la libertad y la paz en la Ciudad de la paz.
El día octavo concluye el planteamiento sobre una llamada hecha por las Iglesias de Jerusalén en favor de un servicio más extenso: el de la reconciliación. Aunque los cristianos llegasen a la unidad entre ellos, no habrán acabado su trabajo, ya que ellos mismos deben reconciliarse con otros. En el contexto de Jerusalén, se significa entre palestinos e israelíes; en otras comunidades, los cristianos deben buscar la justicia y la reconciliación en el contexto que les es propio.
El tema de cada día se ha elegido no solamente para recordarnos la historia de la Iglesia primitiva, sino también para que las experiencias de los cristianos de la Jerusalén actual estén presentes espiritualmente, y nos inviten a reflexionar a todos sobre la manera en que podemos aprovechar en nuestras comunidades cristianas locales este tipo de experiencia.
Durante este planteamiento de ocho días, los cristianos de Jerusalén nos invitan a proclamar y a testimoniar que la unidad -en su pleno sentido de fidelidad a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones- nos hará capaces de triunfar juntos sobre el mal, no sólo en Jerusalén, sino por todas partes del mundo.
San Marcelo I, es el número treinta de la serie de los Papas.
Su pontificado fue muy corto, del año 308 al 309.
La Iglesia había salido robustecida de las persecuciones del siglo III. Hubo después de Decio y Valeriano un tiempo de tolerancia que no duró mucho. Diocleciano, en su largo reinado, del año 284 al 305, fue respetuoso al principio.
Pero al final, del año 303 al 305, se desató una violenta persecución, la más fuerte de las habidas hasta entonces. El emperador publicó varios edictos persecutorios, y en las diversas regiones del Imperio hubo muchos mártires, entre ellos el Papa San Marcelino en el año 304.
Marcelo, que había querido acompañar al Papa en el martirio, fue en las persecuciones el gran animador de la vida cristiana por su caridad y su celo apostólico. Su elección como Papa no pudo hacerse hasta el año 308, según las fuentes más verosímiles, cuatro años después del martirio del Papa San Marcelino. La triste situación de la época obstaculizaba la reunión de los Obispos que habían de elegirle, pues aunque Diocleciano abdicó el año 305, las dificultades siguieron con su sucesor Majencio.
Los Obispos comprendieron que Marcelo era el hombre que las circunstancias requerían. La persecución había atacado principalmente la organización de la vida de la Iglesia. Habían destruido los templos, quemado los libros sagrados, habían llevado a la apostasía o a la muerte preferentemente a Sacerdotes. Hacía falta, pues, un hombre de temple, suave y fuerte, que restaurara sobre todo la disciplina y la jerarquía.
Un problema espinoso tenía que afrontar el Papa. Eran los famosos "lapsi", que por debilidad se habían apartado de la Iglesia en la persecución. Unos exigían un rigorismo intransigente, otros una indulgencia demasiado blanda. El Papa impuso su autoridad. Abrió a todos las puertas de la reconciliación, pero a todos se exigiría la debida penitencia.
Algunos aún trataron al Papa de demasiado riguroso, lo que originó disturbios y revueltas en Roma, y los llamados "cismas romanos". Con el pretexto de las citadas revueltas, Majencio el usurpador, que ya que se encontraba seguro, se revolvió contra el Papa. San Marcelo fue primero cruelmente azotado y después condenado a cuidar bestias en las caballerizas romanas.
En enero del año 309 moría San Marcelo en silencioso martirio. Sus restos descansan bajo el altar mayor de la Iglesia, levantada en su honor, en la ciudad de Roma, en la Vía del Corso, en el lugar donde antes se levantara el establo público al que fue conducido Marcelo.
Del 18 al 25 de enero de 2025 se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
La Semana tiene el siguiente lema: "¿Crees esto?" (Juan 11,26).
Roma (Italia). Del 18 al 25 de enero de 2025, entre la Fiesta de la Cátedra de San Pedro y la de la conversión de San Pablo, se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, una iniciativa ecuménica en la que cristianos de todo el mundo, pertenecientes a diferentes tradiciones y confesiones, se encuentran espiritualmente en oración por la unidad de la Iglesia.
En el hemisferio sur, donde enero es un período de vacaciones, las iglesias celebran la Semana de Oración en otras fechas, por ejemplo, en el momento de Pentecostés, un período igualmente significativo para la unidadde la Iglesia. Más allá de la fecha, es importante que a lo largo del año tratemos de encontrar la oportunidad de rezar juntos para buscar la unidad de los cristianos.
El Comité Internacional nombrado por el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (DPCU) y la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias(CMI) para la revisión y elaboración del material de la Semana 2025, se reunió en Italia, en el Monasterio de Bose, en la provincia de Biella, del 11 al 15 de septiembre de 2023.
De hecho, la redacción del manual había sido confiada a la comunidad monástica de Bose, que había designado a un grupo de hermanos y hermanas de la Comunidad para que redactaran el primer borrador del texto. Durante la reunión, este grupo local colaboró con el Comité Internacional para la revisión final del texto. La reunión fue copresidida por el reverendo Mikie Roberts, del CMI en Ginebra, y el reverendo Martin Browne, OSB, de la DPCU.
—¿Crees esto? (Jn 11,26) es el texto bíblico de referencia para la Semana que se inspira en el diálogo entre Jesús y Marta, durante la visita de Jesús a la casa de Marta y María en Betania, después de la muerte de su hermano Lázaro, narrado por el evangelista Juan. Jesús conduce a Marta a creer en la resurrección y revela su identidad como el Mesías: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (vv. 25-26).
Después de esta afirmación, Jesús le hace a Marta una pregunta personal muy directa y profunda: «¿Crees esto?» (vers. 26). Al igual que Marta, los primeros cristianos no podían permanecer indiferentes o pasivos ante estas palabras de Jesús que tocaban y escrutaban sus corazones; trataron de dar una respuesta comprensible a la pregunta de Jesús: «¿Crees esto?» Así, los Padres Nicenos se esforzaron por encontrar las palabras adecuadas para expresar el Misterio de la Encarnación y la Pasión, Muerte y Resurrección de su Señor en su totalidad.
En la espera de su retorno, los cristianos de todo el mundo estamos llamados a testimoniar juntos esta fe en la resurrección, que es fuente de esperanza y alegría, que debe ser compartida con todos los pueblos.
Es especialmente significativo que este año, en el que se celebra el 1700 aniversario del primer Concilio ecuménico de los cristianos tenido en Nicea en el año 325 d.C. Esta conmemoración ofrece la oportunidad de reflexionar y celebrar la fe de los cristianos, tal como se expresa en el Credo formulado durante ese Concilio, una fe que sigue viva y fecunda hoy.
La Semana de Oración 2025 nos invita, por tanto, a aprovechar esta herencia compartida y a profundizar más en la fe que nos une como cristianos. Vivir juntos la fe apostólica no significa reapertura de las controversias teológicas de aquel tiempo, que han perdurado a lo largo de los siglos, sino hacer una relectura, en oración, de los fundamentos de la Palabra de Dios y las experiencias eclesiales que condujeron a la celebración del Concilio y motivaron sus decisiones.
En el aniversario del Concilio de Nicea, la Celebración ecuménica de la Palabra de Dios de la Semana se centra en el significado de creer y en la afirmación de la fe, tanto personal como comunitaria: «Creo» y, juntos, «Creemos».
Los subsidios (en varios idiomas) incluyen una introducción al tema, un servicio ecuménico, una selección de lecturas breves y oraciones para cada día de la Semana.
Teniendo en cuenta el significado ecuménico del año 2025, también se han incluido breves textos patrísticos, en su mayoría del primer milenio, para ofrecer una visión de la reflexión cristiana de la época y para ayudar a situar las definiciones del Concilio de Nicea en el contexto en el que se originaron y por el que estuvieron influenciadas. Este material se puede utilizar de diversas maneras, no solo para la Semana de Oración, sino durante todo el año 2025.
India - Ataques a cristianos en 2024, 100 más que el año anterior
Cerca de 600 incidentes pusieron a los creyentes en la diana de los radicales de la India ante la pasividad, en muchas ocasiones, de las autoridades
«La Policía te arresta y luego te hace preguntas mientras estás sentado en una celda», asegura Todd Nettleton, líder de la misión La Voz de los Mártires en Estados Unidos. Es solo una de las voces que se han alzado contra la creciente persecución a la que se ven sometidos los cristianos en la India. Según el Foro Cristiano Unido (UCF), entre enero y septiembre de 2024, los cristianos fueron víctimas de 585 incidentes, un récord histórico de persecución contra seguidores de Cristo.
«Antes de sentenciar un caso, los creyentes son arrestados y, en algunas ocasiones, permanecen en prisión durante meses o incluso años», denuncia Nettleton. La hostilidad hacia los cristianos se ha intensificado desde que el Primer Ministro Narendra Modi ganara su tercer mandato.
Numerosos obispos católicos y pastores evangélicos aseguran que los ataques y el acoso contra sus comunidades religiosas aumentó en 2024, impulsados por una creciente hostilidad, en especial en aldeas remotas de los estados del norte dominados por los hinduistas. El estado de Rajasthan, por ejemplo, aprobó un proyecto que podría castigar con penas de prisión de hasta 10 años para personas acusadas de supuestas conversiones religiosas forzadas.
Los cristianos de la India «no pueden profesar, practicar y propagar su fe en libertad, como consagra la Constitución, a causa de las injerencias, intimidaciones y atrocidades» que provocan los fundamentalistas hindúes, según ha denunciado el obispo de Lucknow, monseñor Gerald Mathias.
Según ha explicado el prelado indio a Asia News, «el número de ataques contra los cristianos y sus reuniones de culto va en aumento». La excusa que esgrimen los integristas hindúes siempre es la misma: incitar a sus correligionarios a convertirse al cristianismo.
Son unos días de súplica a la Santísima Trinidad por la unidad
Tradicionalmente, la Semana de oración por la unidad de los cristianos se celebra del 18 al 25 de enero. Estas fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson para cubrir el periodo entre la fiesta de san Pedro y la de san Pablo.
Son unos días de súplica a la Santísima Trinidad pidiendo el pleno cumplimiento de las palabras del Señor en la Última Cena: “Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Juan 17,11). La oración de Cristo alcanza también a quienes nunca se han contado entre sus seguidores. Dice Jesús:
"Tengo otras ovejas que no son de este redil, a ésas también es necesario que las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño con un solo pastor" (Juan 10, 16).
En el Octavario por la Unión de los Cristianos pedimos por nuestros hermanos separados; hemos de buscar lo que nos une, pero no podemos ceder en cuestiones de fe y moral. Junto a la unidad inquebrantable en lo esencial, la Iglesia promueve la legítima variedad en todo lo que Dios ha dejado a la libre iniciativa de los hombres. Por eso, fomentar la unidad supone al mismo tiempo respetar la multiplicidad, que es también demostración de la riqueza de la Iglesia.
En el Concilio de Jerusalén, al tratar de los preceptos, los Apóstoles decidieron no imponer “más cargas que las necesarias” (Act XV, 28). Con ocasión de este octavario podemos dar un paso en ese identificarnos con los mismos sentimientos de Jesús. Concretar oración y mortificación pidiendo por la unidad de la Iglesia y de los cristianos. Este fue uno de los grandes deseos de Juan Pablo II (Encíclica Ut unum sint, nn. 1 a 4), y lo es asimismo de Benedicto XVI.
En estos días pedimos al Señor que acelere los tiempos de la ansiada unión de todos los cristianos. ¿La unión de los cristianos?, se preguntaba nuestro Padre. Y respondía: sí. Más aún: la unión de todos los que creen en Dios. Pero sólo existe una Iglesia verdadera. No hay que reconstruirla con trozos dispersos por todo el mundo (Homilía, Lealtad a la Iglesia).
La Iglesia es Santa porque es obra de la Santísima Trinidad. Es pueblo santo compuesto por criaturas con miserias: esta aparente contradicción marca un aspecto del misterio de la Iglesia. La Iglesia que es divina, es también humana, porque está formada por hombres y los hombres tenemos defectos, todos somos polvo y ceniza (Ecclo 17, 31), cita n.P.
Por nosotros mismos no somos capaces sino de sembrar la discordia y la desunión. Dios nos sostiene para que sepamos ser instrumentos de unidad, personas que saben disculpar y reaccionar sobrenaturalmente. Demostraría poca madurez el que, ante la presencia de defectos en cualquiera de los que pertenecen a la Iglesia, sintiese tambalearse su fe en la Iglesia y en Cristo. La Iglesia no está gobernada por Pedro, Pablo o Juan, sino por el Espíritu Santo. Jesús tuvo 12 Apóstoles, uno le falló...
Nuestro Señor funda su Iglesia sobre la debilidad –pero también sobre la fidelidad- de unos hombres, los Apóstoles, a los que promete la asistencia constante del Espíritu Santo.
La predicación del Evangelio no surge en Palestina por la iniciativa personal de unos cuantos. ¿Qué podían hacer los Apóstoles? No contaban nada en su tiempo; no eran ni ricos, ni cultos, ni héroes a lo humano., Jesús echa sobre los hombros de este puñado de discípulos una tarea inmensa, divina. No me elegisteis vosotros a mí, sino que soy yo el que os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto sea duradero, a fin de que cualquier cosa que pidieres al Padre en mi nombre, os la conceda (Juan 15,16).
Desde hace siglos la Iglesia está extendida por los cinco continentes; pero la catolicidad de la Iglesia no depende de la extensión geográfica, aunque esto sea un signo visible. La Iglesia era Católica ya en Pentecostés; nace Católica del Corazón llagado de Jesús. Ahora, como entonces, extender la Iglesia a nuevos ambientes y a nuevas personas requiere fidelidad a la fe, y obediencia rendida al Magisterio de la Iglesia.
Desde hace dos mil años, Jesucristo quiso construir su Iglesia sobre una piedra: Pedro, y el Sucesor de San Pedro en la cátedra de Roma es, por eso, el Vicario de Cristo en la tierra. Hemos de dar gracias a Dios porque ha querido poner al frente de la Iglesia un Vicario que la gobierne en su nombre. En estos días hemos de incrementar nuestra plegaria por el Romano Pontífice y esmerarnos en el cumplimiento de cuanto disponga.
San Pablo, a quien el Señor mismo llamó al apostolado, acude a San Pedro para confrontar su doctrina: “subí a Jerusalén para ver a Cefas, escribe a los Gálatas, y permanecí a su lado quince días”. (I,18).
El Octavario concluye conmemorando la conversión de San Pablo. El martirio de San Esteban, dice San Agustín, fue la semilla que logró la conversión del Apóstol. Dice textualmente: “Si Esteban no hubiera orado a Dios la Iglesia no tendría a Pablo” (cfr. S. Agustín, Serm, 315,7).
El principal obstáculo para la conversión, dice Scott Hahn son los mismos católicos... El principal apostolado que hemos de realizar en el mundo es contribuir a que dentro de la Iglesia se respire el clima de la auténtica caridad.
En el octavario del 2005 decía Juan Pablo II: Sin oración y sin conversión no hay ecumenismo. Podemos acudir a la Virgen María para ser más humildes y, por tanto, más fieles.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos la celebran juntos protestantes, ortodoxos y católicos, y concluye el 25 de enero
Francisco ha propuesto "ir más allá de las divisiones”, "partir del bautismo que todos tenemos en común”, y"encontrar el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre sobre la tierra”.
El Papa Francisco ha reflexionado durante su catequesis semanal sobre la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que en estas fechas celebran juntos protestantes, ortodoxos y católicos, y que concluye el 25 de enero.
Francisco ha propuesto "ir más allá de las divisiones”, "partir del bautismo que todos tenemos en común”, y "encontrar el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre sobre la tierra”.
RESUMEN DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL
Queridos hermanos y hermanas:
El texto de la primera carta de san Pedro que hemos escuchado, centra la reflexión de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos. El Apóstol se dirige a la primera generación de fieles para que tomen conciencia del don que han recibido por el bautismo. Del mismo modo, todos nosotros, durante esta Semana de Oración, estamos llamados a redescubrir nuestro bautismo, y a hacerlo juntos todos los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos, dejando atrás lo que divide.
Compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y que necesitamos la salvación que Dios nos ofrece, todos experimentamos la misma llamada a salir de las tinieblas e ir al encuentro de Dios lleno de misericordia.
Precisamente en el bautismo, nos sumergimos en la fuente de la misericordia y de la esperanza, de la que nadie está excluido, esta experiencia de gracia crea un vínculo indisoluble entre los bautizados, de modo que nos consideremos realmente hermanos y miembros de un solo pueblo de Dios, capaz de anunciar las maravillas que Él ha obrado a partir del testimonio sencillo y fraterno de la unidad, así como del compromiso mutuo de poner en práctica las obras de misericordia corporales y espirituales, realizando así nuestra común misión de transmitir a los otros la misericordia que hemos recibido, empezando por los pobres y abandonados.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. En esta Semana de Oración pidamos que todos los discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada rincón de la tierra. Que Dios los bendiga.
Hoy día hay padres que prefieren esperar a que sus hijos crezcan para que, cuando tengan suficiente capacidad de tomar decisiones propias, puedan decidir libremente si se bautizan o no. La razón parece lógica: las decisiones que tienen consecuencias importantes han de ser libremente tomadas, y pocas cosas hay más importantes en la vida que incorporarse o no a la Iglesia, que ser cristiano o no.
Hay muchas decisiones que toman los padres sin esperar a consultar con sus hijos, en cuestiones que les van a afectar de un modo decisivo en su vida.
Se ocupan de proporcionarles alimento, vestido, calor y afecto antes de que tengan uso de razón, sin que lo hayan pedido libremente, pero esto es imprescindible para sacarlos adelante con vida. Pero también hacen cosas, además de cubrir las necesidades básicas de subsistencia, que incidirán decisivamente en planteamientos vitales de fondo.
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Pensemos, por ejemplo, en el hecho de hablarles en un idioma concreto. La adquisición del idioma materno responde a una decisión de los padres que va a configurar el modo de expresarse de los hijos, sus más profundas raíces culturales e incluso unas perspectivas muy concreta en su acercamiento a la realidad.
Ningunos padres razonables tomarían la decisión de no hablar nada a su hijo hasta que creciera, escuchase varios idiomas y decidiera por sí mismo cuál querría aprender. El idioma es un elemento cultural muy importante en el desarrollo de la vida humana y retrasar su adquisición hasta la mayoría de edad supondría un gravísimo daño al desarrollo intelectual del nuevo ser humano.
Pero, ¿la decisión de bautizar y comenzar a formar en la fe tiene algún parecido con la de hablar a los niños en el propio idioma? Una persona que no tenga fe y no sepa lo que supone la existencia de Dios, su bondad, su modo de actuar en el mundo y en las personas, y que desconozca la realidad más profunda del bautismo pensará que no tiene nada que ver, que el idioma es imprescindible y la fe no lo es.
Pero eso no quiere decir que su valoración sea razonable, sino que se debe a sus carencias culturales, o incluso a sus prejuicios, que le impiden razonar contando con todos los datos reales.
Por eso, para hacerse cargo racionalmente de todos los factores implicados en esta cuestión resulta imprescindible saber primero lo que supone recibir el Bautismo, y después valorar la situación.
Qué implica el Bautismo
Dios ha diseñado para cada ser humano una historia de amor, que se va desvelado poco a poco a lo largo de la vida. En la medida que tengamos un trato cercano con Él, esa historia se irá desvelando y tomando cuerpo. Y el primer paso para que se esa cercanía sea eficaz se da en el Bautismo.
La fe cristiana considera el Bautismo como el sacramento fundamental, ya que es condición previa para poder recibir cualquier otro sacramento. Nos une a Jesucristo, configurándonos con Él en su triunfo sobre el pecado y la muerte.
En la antigüedad se administraba por inmersión. El que se iba a bautizar se sumergía por completo en agua. Así como Jesucristo murió, fue sepultado y resucitó, el nuevo cristiano se introducía simbólicamente en un sepulcro de agua, para despojarse del pecado y sus consecuencias, y renacer a una nueva vida.
El bautismo es, en efecto, el sacramento que nos une a Jesucristo, introduciéndonos en su muerte salvífica en la Cruz, y por ello nos libera del poder del pecado original y de todos los pecados personales, y nos permite resucitar con él a una vida sin fin. Desde el momento de su recepción, se participa de la vida divina mediante la gracia, que va ayudando a crecer en madurez espiritual.
En el bautismo nos convertimos en miembros del Cuerpo de Cristo, en hermanos y hermanas de nuestro Salvador, y en hijos de Dios. Somos liberados del pecado, arrancados de la muerte eterna, y destinados desde ese instante a una vida en la alegría de los redimidos. «Mediante el bautismo cada niño es admitido en un círculo de amigos que nunca le abandonará, ni en la vida ni en la muerte.
Ese círculo de amigos, esta familia de Dios en la que el niño se integra desde ese momento, le acompaña continuamente, también en los días de dolor, en las noches oscuras de la vida; le dará consuelo, tranquilidad y luz» (Benedicto XVI, 8 de enero de 2006).
Por qué la Iglesia mantiene la práctica del bautismo de niños
Esta práctica es de tiempo inmemorial. Cuando los primeros cristianos recibían la fe, y eran conscientes del gran don de Dios de que habían sido objeto, no querían privar a sus hijos de esos beneficios.
La Iglesia sigue manteniendo la práctica del bautismo de niños por una razón fundamental: antes de que nosotros optemos por Dios, él ya ha optado por nosotros. Nos ha hecho y nos ha llamado a ser felices. El bautismo no es una carga, al contrario, es una gracia, un regalo inmerecido que recibimos de Dios.
Los padres cristianos, desde los primeros siglos, aplicaron el sentido común. Así como la madre no deliberaba largamente sobre si debía dar el pecho a su hijo recién nacido, sino que lo alimentaba cuando el niño lo requería, así como lo lavaban cuando estaba manchado, lo vestían y lo abrigaban para protegerlo de los rigores del frío, así como le hablaban y le daban cariño, también le proporcionaban la mejor ayuda que cualquiera criatura humana necesita para desarrollar la vida en plenitud:
La limpieza del alma, la gracia de Dios, una gran familia sobrenatural, y una apertura al lenguaje de Dios, de modo que cuando vaya despertando su sensibilidad y su inteligencia contemplen el mundo con la luz de la fe, aquella que permite conocer la realidad tal y como es.
Los primeros cristianos tuvieron que afrontar el paganismo, nosotros el neo-paganismo
El profesor Pedro Rodríguez, emérito de la Universidad de Navarra, ha concedido una entrevista a www.primeroscristianos.com en la que defiende la enorme actualidad de los primeros seguidores de Jesucristo y su relevancia para el mundo de hoy.
Hablar de los primeros cristianos en pleno siglo XXI parece, a primera vista, propio de una mentalidad anclada en el pasado. ¿hasta qué punto es correcto este planteamiento?
No lo es de ninguna manera. Los primeros cristianos tienen una extraordinaria vigencia cultural, sobre todo a la hora de comprender el mundo en el que vivimos y la interacción entre cristianismo y mundo contemporáneo.
La cultura europea está configurada desde el cristianismo, y por tanto a partir del esfuerzo de los primeros cristianos: ellos son las famosas raíces cristianas de Europa, a las que se refirió Juan Pablo II en Santiago de Compostela y que ahora están en el centro del debate cultural europeo. Es importante resaltar este hecho, pues el cristianismo se extendió a todo el mundo precisamente desde Europa.
Sin embargo, desde la Ilustración, y especialmente a lo largo del siglo XX, se ha dado un proceso de descalificación y negación de esas raíces. Cada vez es mayor el acoso cultural y mediático, la marginación efectiva que sufre el Cristianismo en Europa. En este sentido, la manera coherente en que los cristianos queremos vivir nuestra fe se puede calificar de arriesgada, y de ahí precisamente nace la enorme actualidad de los primeros cristianos, que vivieron una situación socio-cultural parecida y afrontaron con toda naturalidad sus riesgos.
Pero nuestras opiniones se respetan socialmente, no somos arrojados a los leones
Cierto, es otra forma de acoso, estamos en otra época. Pero esa diferencia fundamenta la semejanza: ellos estaban rodeados, de manera agobiante, por el paganismo clásico: la floreciente cultura helénico-romana, basada en el culto a divinidades completamente extrañas al mundo judeo-cristiano, y sobre todo en el culto al Emperador.
Ellos tuvieron que afrontar el paganismo, pero nosotros tenemos que afrontar el neo-paganismo: es cierto que se ven iglesias, catedrales, etc. (testimonios en piedra de esas raíces cristianas de las que hablábamos antes), pero lo dominante en el mundo actual europeo, lo casi agobiante en los "media", es lo que llamo neo-paganismo: un conjunto de "opciones" y "ofertas" de signo materialista (o "espiritualista"), que son las nuevas "divinidades" postmodernas.
En este contexto, el cristiano y la comunidad cristiana, si son coherentes, "se la juegan", como los primeros cristianos. Pero sólo si son coherentes pueden ganar la batalla, también como los primeros cristianos
¿Cuál es entonces la misión de un cristiano en el mundo de hoy?
El Santo Padre Benedicto XVI en realidad no habla de otra cosa: de una manera o de otra, todo converge ahí: en encíclicas, discursos, catequesis, etc. Hay que leer muy bien su Magisterio. Según la gran Tradición de la fe, el punto de partida para responder a la pregunta es éste: que la historia y su desarrollo son, si es lícito hablar así, la estrategia de Dios para ofrecer a la humanidad la salvación que Cristo nos ha conseguido con su Vida, Muerte y Resurrección. Pero, ¡atención!, Cristo no es una figura del pasado, es Él el que lleva adelante, ¡hoy!, esa misión.
Primeros Cristianos
Esta convicción es absolutamente fundamental, porque nuestro papel el de la Iglesia y el de cada cristiano es "colaborar" con el Señor, que es el que hace; seguirle, que Él va delante; en definitiva, vivir el tercer misterio luminoso del Rosario: es decir, hacer eco al anuncio del Reino de Dios que hizo y hace Jesús y explicarle a la gente familiares y amigos que el Reino es Él -Jesús-, que Él es el Reino que viene a cada uno de nosotros.
Por eso nuestra forma, la forma histórica de anunciar el Reino, es testificar con la propia vida que Cristo vive y hablar a la gente de la felicidad y la alegría que el Reino ha metido y mete en mi vida y cómo puede cambiar y transformar también las de ellos. Por eso hemos de amar a nuestro mundo los hombres y las mujeres de nuestro mundo tal como es, porque en él Cristo sigue actuando y cuenta con nosotros para "cambiarlo", como hicieron los primeros cristianos.
En la sociedad europea de hace décadas eran más evidentes las raíces cristianas, la gente tenía formas y categorías de pensamiento cristianas: conocía los mandamientos, lo bueno y lo malo, y los problemas y las dificultades para ser cristiano venían de otra parte.
Hoy en día esto no se da: una gran cantidad de bautizados no ha recibido apenas formación o ha sido anulada por ese constante mensaje que transmiten la televisión, el cine, etc. Ahora la gente tiende a no pensar y a funcionar según "apetencias" y según el modelo (dictado) de la mayoría.
Forma parte de la misión mostrar en el diálogo cómo la recepción de ese modo de vida la han hecho muchas veces sin fundamento (sin pensamiento), que no lo han elegido en sentido propio, que se les ha impuesto desde fuera en conexión con "apetencias". En este sentido es interesante promover grupos de diálogo y debate para abordar todas estas cuestiones, sembrar el mundo de pequeñas minorías que, como los primeros cristianos, tengan convicciones y actúen conforme a ellas. En contra de lo que muchos piensan, un hombre o una mujer "normal" no es el que actúa según la mayoría estadística, sino el que actúa conforme a unas convicciones personales pensadas desde la verdad.
¿Puede decirse entonces que, después de tantos siglos, la Iglesia sigue predicando al Dios desconocido?
Sin ninguna duda. Hay gente que nunca ha tenido la Biblia en sus manos y que no sabe nada de las cosas de Dios. Por eso lo mejor no es plantear a los demás teorías abstractas sobre el Cristianismo, sino hablar como los primeros cristianos, es decir, hablar de manera directa y narrativa de Jesucristo, decir sus palabras, contar lo que hizo y dijo. Por eso tiene que ser frecuente al conversar giros como éste: el Señor decía en una ocasión . Hay que explicar el Cristianismo desde la boca del Señor.
Jesús interesa siempre y la gente presta atención cuando se habla de Jesús, de su vida, que es lo que impresiona. Debemos poner en boca del Señor todo lo que podamos, pues nuestro gran aliado es la verdad que hay en sus palabras, y es Él quien la proclama. Más: Él es la Verdad. Cuando explicamos la verdad, el que escucha tiene algo dentro que le dice que ha de estar con la verdad. Lo importante es lo interior, lo exterior viene luego.
Insisto: actuar como los primeros cristianos implica hablar de Jesucristo con toda naturalidad, decir lo que Él decía, tener fácilmente en la boca las palabras del Evangelio. Él es lo más importante en nuestra vida, y es quien ha configurado el mundo en que vivimos: es imposible entender el mundo cultural de hoy sin Jesucristo. Por ello hay que dar testimonio de Él en la vida corriente, en el trabajo. Ya os dais cuenta de que esto es posible por la Eucaristía, en la que Cristo vivo viene a nosotros y toma posesión de nosotros. La Eucaristía es la que hace posible que el cristiano, como decía san Josemaría Escrivá sea otro Cristo, Cristo que pasa.
Esto me trae a la memoria aquel célebre testimonio de un mártir de los primeros siglos, al que el juez ofrecía la libertad si prometía no asistir a la reunión de los cristianos (la celebración de la Eucaristía). El cristiano no aceptó la oferta. Sine dominico non possumus, dijo al juez: los cristianos no podemos vivir sin el domingo, sin la Eucaristía dominical. Fue ejecutado. Pero nos dejó grabada para siempre cuál es la actitud cristiana ante la Misa del domingo: no vamos, ante todo, porque sea un precepto, sino porque no podemos vivir (cristianamente) sin el Cuerpo y la Sangre del Señor.
¿Pero cómo se puede hablar de la verdad en un contexto tan relativista como el que existe en este momento?
El relativismo domina la cultura europea desde la Ilustración y se hace sumamente intenso a lo largo del siglo XX y en lo que llevamos del XXI. Este relativismo nos presenta como tres mundos: el científico-técnico, que da certezas operativas; el mundo de las ideas sobre Dios y el hombre, en el que cada uno piensa lo que quiere, postmodernismo total: todo vale (o nada vale), no existe la verdad; y el mundo de la religión, que hace referencia a mitos e imaginaciones en las distintas culturas.
A pesar de todo, la realidad se impone y el hombre de carne y hueso tiene un problema vital y existencial que sale por todas partes aunque se trate de taparlo. La gente tiene preguntas sin resolver: qué es el hombre, cuál es el sentido de la vida, qué es la felicidad, dónde está, qué hay detrás de la muerte. Éstas son preguntas inextinguibles. Si muchos quieren taparlas, los cristianos hemos de empeñarnos en que emerjan, que estén presentes en el debate público y en las conversaciones privadas. Nosotros tenemos que hacer lo que hicieron los primeros cristianos: contar a la gente cómo todo se esclarece en el encuentro con Jesucristo. Él es la respuesta a esas preguntas.
Para llegar a esto muchas veces lo que hay que conseguir es que la gente analice sus propias posturas, se pregunte por el fundamento de sus decisiones y de sus actitudes. A esto yo le llamo método socrático, diálogo: primero escuchar, interesarse por lo que dicen los que rechazan a Cristo o a la Iglesia, preguntarles por el fundamento de su posición ante Dios y ante la vida que muchas veces aparecerá muy débilmente fundamentada y, a partir de ahí, provocar que ese amigo reflexione en serio a la luz de Jesucristo, del que le hablamos como clave de la vida humana.
Pero es fundamental que el no creyente se sienta comprendido y entendido en sus posiciones; sólo así la propuesta cristiana tiene carácter dialógico. Así planteó San Pablo su discurso en el Areópago: habló de Jesucristo a partir de las posiciones de los demás. Muchos consideran que esa predicación acabó con un fracaso, pero lo cierto es que varios hombres y mujeres se adhirieron a él y creyeron. Pero no olvidemos que sólo cuando alguien se siente entendido, surge el diálogo y se puede hablar de todo, por ejemplo del sentido del sacrificio, imprescindible para poder entender a Jesucristo y la vida cristiana. Esto es lo que hacían los primeros cristianos.