Es una mujer excepcional, dotada de talentos naturales particulares y de extraordinarios dones de la gracia
CIUDAD DEL VATICANO, 6 OCT 2010 (VIS).-
En la audiencia general de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló de Santa Gertrudis, "una de las místicas más famosas, la única mujer de Alemania que recibió el apelativo de "Grande" por su talla cultural y evangélica: con su vida y su pensamiento influyó de manera única en la espiritualidad cristiana".
Nacida en 1256, a los cinco años, explicó Benedicto XVI, "Gertrudis entra en el monasterio, como era costumbre con frecuencia en aquella época, para la formación y el estudio. Aquí transcurre toda su existencia".
Gertrudis "es una estudiante extraordinaria. (...) Pasa a consagrarse totalmente a Dios en la vida monástica y no sucede nada de extraordinario durante dos décadas: el estudio y la oración son su actividad principal". A los 25 años tuvo "la visión de un joven que la guía para superar la maraña de espinas que oprime su alma, tomándola de la mano. En aquella mano reconoce (...) a Aquel que en la Cruz nos ha salvado con su sangre, a Jesús".
"A partir de ese momento -continuó-, su vida de comunión íntima con el Señor se intensifica. (...) Abandona los estudios humanísticos profanos para consagrarse totalmente a los teológicos y, en la observancia monástica, pasa de una vida que ella define negligente a una de oración intensa, mística, con un excepcional ardor misionero".
El Santo Padre puso de relieve que Gertrudis "comprende que en el pasado se ha alejado de Dios, (...); que se ha dedicado con demasiada codicia a los estudios liberales, a la sabiduría humana, descuidando la ciencia espiritual, privándose del gusto por la verdadera sabiduría; ahora es conducida al monte de la contemplación, donde deja al hombre viejo para revestirse del nuevo".
La santa alemana "se dedica a la escritura y a la difusión de la verdad de fe con claridad y sencillez, gracia y persuasión, sirviendo con amor y fidelidad a la Iglesia, llegando a ser apreciada por los teólogos y las personas pías". Entre los pocos escritos que se conservan, "a causa de las vicisitudes que condujeron a la destrucción del monasterio de Helfta", se hallan "El heraldo del amor divino" o "Las revelaciones" y los "Ejercicios Espirituales, una rara joya de la literatura mística espiritual".
"A las oraciones y penitencias de la regla monástica -afirmó el Papa-, Gertrudis añade otras con tanta devoción y confianza en Dios, que suscitan en quien la encuentra la conciencia de estar en la presencia del Señor. De hecho, Dios mismo le hace comprender que la ha llamado para que sea un instrumento de su gracia. Gertrudis se siente indigna de este inmenso tesoro divino y confiesa que no lo ha custodiado y valorado". Muere en 1301 ó 1302.
Benedicto XVI concluyó haciendo hincapié en que el ejemplo de Santa Gertrudis "nos muestra que el centro de una vida feliz, de una vida verdadera, es la amistad con Jesús, el Señor, que se aprende en el amor por la Sagrada Escritura, por la liturgia, en la fe profunda, en el amor por María, para conocer cada vez más realmente a Dios mismo y así la verdadera felicidad, la meta de nuestra vida".
Al final de la catequesis, el Santo Padre recordó a los diversos grupos de peregrinos que octubre es el mes dedicado al Santo Rosario y que mañana se celebra la memoria de la Bienaventurada Virgen del Rosario.
"El rosario -dijo dirigiéndose a los peregrinos polacos- es una oración especial de la Iglesia y un arma espiritual para cada uno de nosotros. La meditación de la vida de Jesús y María sea para todos nosotros luz sobre el camino evangélico de la renovación espiritual y de la conversión del corazón".
AG/ VIS