CIUDAD DEL VATICANO, domingo 28 de marzo 2010 (ZENIT.org).-
El seguimiento de Jesús, camino para la verdadera alegría, es el tema que guía el Domingo de Ramos, recordó Benedicto XVI este domingo por la mañana, al presidir la solemne celebración litúrgica en la Plaza de san Pedro.
Domingo de Ramos |
El Papa, que cumplirá 83 años el próximo 16 de abril, comenzó la celebración, como de costumbre, al pie del obelisco de la Plaza de san Pedro.
Después guió la procesión de los ramos -por primera vez en papamóvil- hasta el altar central, dando una vuelta más larga de lo habitual para bendecir las ramas de olivo y las palmas.
Al acabar la procesión, presidió la Misa de la Pasión del Señor, en la que participaron jóvenes de Roma y de otras diócesis con motivo de la 25ª Jornada Mundial de la Juventud.
“Ser cristiano significa considerar el camino de Jesucristo como el camino correcto para el ser humano, como aquel camino que conduce a la meta, a una humanidad plenamente realizada y auténtica”, explicó en su homilía.
“Ser cristiano es un camino, o mejor: una peregrinación, un ir junto a Jesucristo -continuó-. Un ir en esa dirección que Él nos ha indicado y nos indica”.
Ascenso a Dios
“¿De qué dirección se trata? ¿Cómo se la encuentra?”, preguntó, y respondió que se trata de “un ascenso a la verdadera altura del ser humano”.
Jesús, de hecho “camina delante de nosotros y va hacia lo alto”, conduciéndonos “a las alturas de Dios, a la comunión con Dios, al ser-con-Dios -explicó-. Ésta es la verdadera meta; y la comunión con Él, el camino”.
Este caminar con Cristo “es al mismo tiempo siempre un caminar en el “nosotros” de los que queremos seguirle”, introduce en la “comunidad”, dijo.
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De la misma manera, “es siempre también un ser llevados”. Y comparó la Iglesia con una cordada de ascenso a Dios.
“Nos encontramos, por así decirlo, en una cordada con Jesucristo, junto a Él en la subida a las alturas de Dios, que “nos empuja y nos sostiene”, indicó.
“Forma parte del seguimiento de Cristo que nos dejemos integrar en esa cordada; que aceptemos que no podemos hacerlo solos -añadió-. Forma parte de ella este acto de humildad, entrar en el “nosotros” de la Iglesia”.
La importancia de la cruz
La cruz, prosiguió Benedicto XVI, es parte integrante del ascenso.
“Como en los asuntos de este mundo no se pueden lograr grandes resultados sin renuncia y duro ejercicio”, “así el camino hacia la vida misma, hacia la realización de la propia humanidad, está ligado a la comunión con Aquel que ha subido a la altura de Dios a través de la cruz”, explicó.
La cruz, por tanto, “esexpresión de lo que el amor significa: sólo quien se pierde a sí mismo se encuentra”.