La Basílica de Jesús Adolescente tiene sus orígenes en Francia, donde el abad Maxime Caron, rector del Seminario Menor de Versalles, en París, buscó impulsar a finales del siglo XIX la devoción a Jesús Adolescente. En 1901, empezó a apoyar a los Salesianos, quienes iniciaron una obra y una asociación en Nazaret bajo esta advocación.
De estilo gótico, fue construida entre 1906 y 1923 en una colina llamada Monte del Comienzo que tiene vistas a la ciudad, donde, según la tradición, Jesús pasó su juventud.
Desde la terraza de la iglesia hay una vista excepcional de la ciudad vieja de Nazaret, divididas (como Jerusalén), en barrios judíos, ortodoxos, latinos y musulmanes.
Más adelante el sacerdote francés los visitó y expresó su sueño de tener un templo en honor al Cristo joven. Posteriormente, la bienhechora Charlotte de Cevilly, viuda de Léon Foäche, dejó su herencia para tal fin. Tras un acuerdo con el Beato Miguel Rúa, primer sucesor de Don Bosco, se inició esta gran obra.
En 1907 se puso la primera piedra. Hubo complicaciones por la Primera Guerra Mundial y todos los cambios políticos y militares posteriores, pero nada la detuvo. Es así que el 6 de septiembre de 1923 se dio la solemne consagración del templo, y el abad Caron pudo ver su sueño cumplido.
Nazaret es una ciudad con numerosos lugares santos. Allí se encuentra la Basílica de la Anunciación, donde la Virgen fue visitada por el Arcángel Gabriel y concibió a Dios en el vientre. Tras el nacimiento de Jesús, la Sagrada Familia tuvo que huir a Egipto, pero luego regresó a Nazaret.
Entre las calles de Nazaret, y como el nombre de la Basílica centenaria ya apunta, Cristo creció en sabiduría, estatura y gracia, como dice el evangelista Lucas. Y cuando Jesús comenzó su vida pública y ganó fama y respeto, también volvió a Nazaret.
Aquí puedes ver la celebración por el centenario del templo salesiano.
Lucas indica que fue en la sinagoga de la ciudad cuando se leyó una lectura del profeta Isaías y los judíos no aceptaron las palabras de Jesús. Lo llevaron fuera de la ciudad para tirarlo por la colina. Pero «Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino».
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