Amar a nuestros enemigos. Parece imposible, una cosa de locos que espanta, pero nos lo pide Jesús. Nos pide que renunciemos a la «astucia del mundo». Pero «no solo con nuestras fuerzas», sino «con su Gracia»: con ella todo es posible. Papa Francisco reflexionó esta mañana en la homilía pronunciada durante la misa matutina en la Capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana, sobre el pasaje evangélico de Lucas en el que el Señor indica el camino del amor sin límites.
Jesús, dijo el Papa, nos pide que recemos por quienes nos tratan mal y resaltó los verbos usados por el Señor: «Amen, hagan el bien, bendigan, recen» y «no rechacen». «Es darse a uno mismo –afirmó–, dar el corazón, justo a los que nos quieren mal, los que nos hacen daño, a los enemigos. Y esta es la novedad del Evangelio». Jesús nos muestra, de hecho, que no es un mérito si amamos a los que nos aman, porque eso lo hacen también los pecadores. Los cristianos están llamados a amar a sus enemigos: «Hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Sin interés y su recompensa será grande». Claro, reconoció el Pontífice, el Evangelio es una novedad; una novedad difícil que hay que sacar adelante. «Pero solo hay que seguir a Jesús».
«“Padre, yo… yo no puedo hacer esto”. “Eso es problema tuyo, el camino del cristiano es este”. Este es el camino que Jesús nos enseña ¿Qué debo esperar? Ve por el camino de Jesús, que es la misericordia; sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. Solo con un corazón misericordioso podremos hacer todo lo que el Señor nos aconseja. Hasta el final. La vida cristiana no es una vida autorreferencial, es una vida que SALE de sí misma para darse a los demás. Es un don, es amor, y el amor no se vuelve a sí mismo, no es egoísta: se da».
Jesús, continuó, nos pide ser misericordiosos y no juzgar. Muchas veces, dijo Francisco, «parece que nosotros hemos sido nombrados jueces de los demás: murmurando, juzgamos a todos». Sin embargo el Señor nos dice: «No juzguen y no serán juzgados. No condenen y no serán condenados». Y al final nos pide que perdonemos y así seremos perdonados. Todos los días, reflexionó Papa Francisco, lo decimos en el Padre Nuestro: «“Perdónanos como nosotros perdonamos”. Si yo no perdono, ¿cómo puedo decirle al Padre: “Perdóname”?».
«Esta es la vida cristiana. “Pero, Padre, esto es una necedad”, ¡Sí! Hemos escuchado estos días que San Pablo decía lo mismo: “La necedad de la Cruz de Cristo”, que no tiene nada que ver con la astucia del mundo. “Pero, Padre, ¿ser cristiano es convertirse en un necio de alguna manera?”. ¡Sí!, de alguna manera sí. Es renunciar a la astucia del mundo para hacer todo lo que Jesús nos dice que hagamos ya que, si hacemos cuentas, si hacemos un balance, parece que está todo en contra de nosotros».
«Pero este –advirtió–, es el camino de Jesús: la magnanimidad, la generosidad: el darse sin medida». Por ello, añadió, «Jesús ha venido al mundo, y así hizo Él: ha dado, ha perdonado, no ha hablado mal de nadie, no ha juzgado». «Ser cristiano no es fácil», reconoció el Papa, y «no podemos convertirnos en cristianos» sólo con nuestras fuerzas, sino con la «Gracia de Dios».
«Esta es la oración que debemos hacer todos los días: “Señor, dame la gracia de convertirme en un buen cristiano, una buena cristiana, porque yo solo no puedo”. Una primera lectura de esto damiedo, da miedo. Pero tomemos el Evangelio y leamos de NUEVO una segunda, tercera, cuarta vez, el capítulo VI de San Lucas: ¡hagámoslo!, y pidamos al Señor la gracia de entender qué es ser cristiano, y también la gracia de que Él nos regale ser cristianos. Porque nosotros no podemos hacerlo solos».
Fuente: Vatican Insider