Así lo afirmó monseñor Joseph Tobji, arzobispo maronita de Alepo, en una entrevista para Vatican Media:
La presencia cristiana en Oriente, incluso en Alepo, es milenaria, desde los tiempos de los apóstoles, por lo que es muy importante que esta presencia continúe y esto también beneficia a la Iglesia universal, no sólo para Oriente, sino que ésta es también un trozo del cuerpo, un trozo del cuerpo místico de Jesús, por lo que la continuidad del cristianismo aquí en Alepo, en Siria, en Oriente, es esencial para toda la Iglesia universal.
En segundo lugar, la presencia cristiana en Alepo, en Siria, es importante para el país y también para los musulmanes, porque sigue siendo un amortiguador entre Oriente y Occidente. Es decir, hablamos árabe, somos árabes por cultura, por lo que nos entendemos muy bien con nuestros compatriotas, nos une una hermandad y también una amistad verdaderamente fuerte. Así que nos entendemos bien. Y esto también beneficia a los musulmanes y al cristianismo en Occidente. Somos un puente, un amortiguador, digamos, y somos vínculos de la cultura humana también para la gente de aquí.
¿Está diciendo que si los cristianos y los musulmanes, aquí, en este país, en esta región, pueden hablar entre ellos, entonces pueden hablarse y dialogar en todo el mundo?
Sí, claro, porque lo de aquí también puede ser un ejemplo para todo el mundo. A veces rezamos juntos, cristianos y musulmanes, y el pueblo, la gente sencilla, tiene vecinos musulmanes, es decir, con los cristianos trabajan juntos. Esto da una idea muy real de nuestra fe y de nuestros valores humanos, que también provienen de Dios, y así esto beneficia a la apertura de la mentalidad musulmana aquí en Siria.
Aquí, por ejemplo, es diferente de Arabia Saudí; el islam de aquí es diferente del de otras partes del mundo, en Turquía o Afganistán. Porque aquí coexisten ambas religiones y entonces hay otro ambiente, otro clima de humanidad.
Para mantener este diálogo entre cristianos y musulmanes, los cristianos deben permanecer. El problema actual es que los jóvenes huyen, se van. Los jóvenes, con mucha dignidad, visible y palpable, sonríen, hablan de sus estudios, y cuando hablan de su futuro, la respuesta es la misma para todos: quieren ir al extranjero. En su propio país dicen no encontrar ninguna fuente de esperanza...
Ciertamente no encuentran esperanza, no encuentran un futuro, y son exprimidos como una naranja. Un joven "optimista", digamos así, no puede vivir en este ambiente nuestro sirio, de depresión y presión, pero no de presión política, de presión de la vida, de presión de lo cotidiano.
Luego estudian cinco años en la universidad y no encuentran trabajo, o si lo encuentran, el salario no es suficiente ni para comprar cigarrillos. Y por eso siempre miran al Occidente, quieren vivir como el occidental, pensando en una vida romántica, la buena vida en el buen sentido, un futuro de trabajo, libertad y bienestar.
Esto es lo que siempre les viene a la mente a los jóvenes, sobre todo cuando ven a sus compañeros que están afuera, trabajando, tomando fotos frente a los edificios y jardines. Aquí no tenemos nada de eso, así que este sueño siempre se fortalece en la mente de nuestros jóvenes.
No tienen esperanza, no encuentran trabajo y hay dificultades económicas, también relacionadas con las sanciones internacionales. En su opinión, ¿existen hoy en día condiciones para levantar las sanciones internacionales?
Verdaderamente, soy pesimista sobre este frente porque, humanamente hablando, no hay ninguna razón por parte de los políticos occidentales, estadounidenses y europeos, para levantar las sanciones porque las impusieron para obtener algo a cambio. Y todavía no hay tal cosa a cambio.