Fue el primero de los patriarcas postdiluvianos, de judíos, cristianos y musulmanes, padre de Ismael, Isaac, Madián y de muchos otros hijos que dieron origen a varias comunidades orientales. Nació en Ur situada en Caldea, cerca a la desembocadura del río Éufrates y murió y fue enterrado en Hebrón. En Ur se casó con Sara.
Abraham contaba con 75 años de edad cuando recibió la orden de Yahvé de dejar la nación idólatra a la que pertenecían sus antepasados, su familia y la casa de su padre. Tenía que dirigirse a la tierra de Canaán.
A cambio Yahvé le prometió que él y su descendencia serian benditos: Los que les bendijeran serían benditos, y malditos los que les maldijeran.
Salió de la ciudad de Ur con su padre y su sobrino Lot, y permaneció varios años en Harán, hasta la muerte de su padre. Desde Harán emigró con Sara y Lot, sus seguidores y rebaños, hasta Siquem, región de Canaán, donde Yahvé dio tierra a él y a su descendencia.
De Harán a Canaán había la ruta de Damasco, que muy posiblemente tomó Abraham al dirigirse al sur.
Durante los primeros diez años de sus peregrinaciones en Canaán, Abraham levantó sus tiendas en Siquem. Allí edificó un altar a Yahvé. Pasó después a Bet-el, donde erigió otro altar, también en nombre de Yahvé.
Tras un período pasado en Egipto, Abraham, Sara su esposa, y su sobrino Lot, fueron expulsados de Gerar, y regresaron a Bet-el en Canaán. Allí vivieron durante algún tiempo. Debido al gran incremento de sus riquezas en ganado, surgieron riñas entre sus pastores y los de Lot, por lo que decidieron separarse.
Abraham cedió a Lot el derecho de elegir a dónde dirigirse, y éste se decidió por la fértil tierra al este del río Jordán y cerca de Sodoma y Gomorra. Abraham entonces se estableció en el encinar de Mambre, en Hebrón.
Yahvé prometió que le daría toda la tierra que alcanzara a ver, a él y a su descendencia. Abraham vivió en Mambre al menos 15 años.
Hebrón es una desconocida joya histórica en el corazón de un viejo conflicto. Su declaración como patrimonio de la humanidad por la Unesco da brillo a una urbe de piedra caliza
La antigua Hebrón es una desconocida joya de la historia. Ciudad abierta que nunca fue amurallada, santuario milenario para las tres religiones monoteístas, inmemorial etapa de caravanas comerciales. Pocos conocen los secretos que se esconden entre el dédalo de callejuelas que parten de la mezquita de Ibrahim, para el islam, o Cueva de los Patriarcas, para el judaísmo.
Centro de peregrinación ante las veneradas tumbas de Abraham, Isaac y Jacob —y de sus respectivas esposas Sara, Rebeca y Lea—, de acuerdo a la tradición del Antiguo Testamento. La declaración del casco histórico de Hebrón como Patrimonio de la Humanidad en peligro, adoptada por la Unesco el 7 de julio, sacudió como un tsunami los vetustos cimientos de la mayor ciudad de Cisjordania.
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me parece una historia o más que una historia el peregrinaje de Abraham un hombre de fé y obediencia a Dios