Durante la presentación del mensaje del Papa para la cuaresma de 2010
El cardenal Josef Cordes |
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 4 de febrero de 2010 (ZENIT.org)-
El presidente del Pontificio Consejo Cuor Unum, cardenal Josef Cordes destacó cómo los primeros cristianos, siguiendo el ejemplo de Jesús "se hicieron cargo de las necesidades del hombre".
El purpurado, presidente del dicasterio que se encarga de orientar e inspirar la labor caritativa de la Iglesia, intervino esta mañana en una rueda de prensa realizada la Santa Sede, con motivo de la presentación del mensaje del Papa Benedicto XVI para la cuaresma de 2010.
La justicia en la historia
Recordó cómo el Papa Calixto I, muerto en el año 222 "instituyó una serie de banco de los pobres", donde buscaba que tanto las viudas como los pobres estuvieran fuera del peligro de sufrir la esclavitud.
Señaló también cómo Basilio de Cesarea, muerto en el año 379 "fue el primero en fundar hospitales" y se convirtió en un abogado "de tantos oprimidos frente a los poderosos".
San Basilio Magno |
Señaló cómo en la modernidad, cuando algunos países europeos tuvieron tantas colonias en otros lugares, no pocas veces los hombres estaban expuestos a una cruel exploración. Allí "misioneros y religiosas cristianas no sólo llevaron la fe a los habitantes de aquellas tierras, sino que les enseñaban a menudo un nuevo estilo y calidad de vida".
Reconoció que muchos gobiernos han aprendido a hacer buenos actos al buscar maneras de combatir la miseria, especialmente en países lejanos.
"En el pasado los cristianos eran los primeros en hacerse promotores de una mayor justicia", aseguró el purpurado. "En su compromiso a favor de la paz no tienen nada que envidiar a la eficacia del trabajo de las instancias estatales".
Justicia divina
Por ello afirmó que el problema de la justicia "no puede ser resuelto con intervenciones mundanas", sino que "va más allá de las categorías políticas". Y se refirió al mensaje de Benedicto XVI para esta Cuaresma, asegurando que éste "supera el horizonte meramente mundano en la reivindicación de la justicia". "La experiencia del mal nos enseña que sería ingenuo confiarse solamente en la justicia humana que interviene sobre las estructuras y sobre los comportamientos desde el exterior", dijo el cardenal, argumentando que el corazón del hombre "necesita ser sanado".
Señaló el purpurado que las palabras del Papa resultan "un reto para nuestra voluntad a confiaren Dios y a creer en Él". Y advirtió que este mensaje "puede parecer irritante, debido a que experimentamos continuamente que sólo lo que hemos ganado con nuestras fuerzas nos pertenece y que nada nos es regalado; debido a que somos ignorados si no alzamos la voz para revindicar lo que es nuestro".
El cardenal Josef Cordes concluyó su intervención recordando cómo en la vida ordinaria, Dios es dejado de lado y por ello la visión de la justicia resulta no pocas veces tan terrenal. "Una vez más descubrimos que el Evangelio no se encuentra en sintonía con el buen sentido burgués y debe por ello ser proclamado siempre de nuevo".