La Santa Misa fue celebrada por Fr. Alberto Pari, secretario de Tierra Santa y concelebrada por los frailes de la Custodia.
El Santuario de Dominus Flevit fue construido por el arquitecto Antonio Barluzzi entre 1953 y 1955 en el lugar que recuerda el episodio evangélico en el que Jesús lloró sobre Jerusalén. Y del "llanto de un Dios que se hizo carne" habló en su homilía Fr. Alessandro Coniglio, profesor del Studium Biblicum Franciscanum.
Fr. ALESSANDRO CONIGLIO, ofm Profesor Studium Biblicum Franciscanum - Jerusalén El Dios que llora por nosotros es el Dios de Jesucristo, que se hace hombre y comparte plenamente nuestra propia condición humana, porque está tan implicado en la historia humana que no puede ser plenamente cada uno de nosotros. No mira impasible la condición miserable del hombre pecador, sino que e
ntra en la historia porque tiene esta preocupación por el bien del hombre, al que está ligado con un pacto de alianza eterna.
Incluso hoy, ante la historia del hombre inmerso en diversas situaciones de pecado, Dios quiere llamar a sus hijos a volver a él a través de su llanto.
Fr. ALESSANDRO CONIGLIO, ofm Profesor Studium Biblicum Franciscanum - Jerusalén Dios llora por nuestro pecado. Pero nuestro pecado toma mil formas diferentes. En particular podemos pensar en los pecados sociales, pensamos en la guerra, en las diversas guerras del mundo, pensamos en el asesinato, en el aborto, pensamos en las ofensas contra la vida humana en general, en la eutanasia y en los ataques a la familia.
Pensemos en todas las condiciones en las que personalmente como pecadores, nosotros individualmente —y luego también como sociedad— nos hemos dejado arrastrar al pecado, en lugar de volvernos hacia Dios que llora precisamente porque está ofendido por este pecado nuestro. Porque quiere llamarnos a sí mismo a través de sus lágrimas. Jesús también lloró por su amigo Lázaro
Un camino de Cuaresma que llevará cada miércoles a franciscanos, peregrinos y cristianos locales a hacer una parada en los Lugares de la Pasión: desde Getsemaní hasta los Santuarios de la Flagelación.
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