“Con María en el Cenáculo” fue el tema central de su homilía, en una celebración cuya intención se dirigía a los benefactores de Tierra Santa. El custodio recordó los acontecimientos del Cenáculo: La Última Cena, con la institución de la Eucaristía y del sacerdocio, la efusión del Espíritu Santo que dio a los discípulos la fuerza de enfrentarse al mundo y la franqueza de anunciar que Jesús había resucitado.
“Hoy —afirmó el custodio— seguimos aquí en oración junto a la Madre de Jesús, en el mes dedicado a ella, para invocar una vez más junto a María la efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia y sobre la humanidad entera. Queremos pedir también al Espíritu que sane a toda la humanidad. En este santo lugar, que nos recuerda a Pentecostés, también nosotros rezamos con confianza por todos los amigos y benefactores de Tierra Santa”.
“Junto al Santo Padre el papa Francisco —continuó— rezamos también por los enfrentamientos que están sucediendo en Jerusalén. Pedimos a Cristo resucitado, príncipe de la paz, que esta Ciudad Santa “sea lugar de encuentro y no de enfrentamientos violentos, lugar de oración y de paz”, subrayó el custodio no muy lejos de los lugares en los que sucedieron estos acontecimientos. Fr. FRANCESCO PATTON, ofm, Custodio de Tierra Santa
"Creemos en el valor y en el poder de la oración de intercesión, que es la oración de intercesión de Jesús a la cual se une también la nuestra. Y además hay otra intención, que es mucho más local, podríamos decir. Hemos vivido días de tensión, jornadas de enfrentamientos violentos. Desgraciadamente ha habido centenares de heridos y decenas de muertos. Debemos rezar.
Esto también nos lo ha recordado el papa Francisco en el Ángelus del domingo pasado. Debemos rezar por la paz, debemos rezar por la reconciliación, para que el lenguaje de la violencia sea sustituido por el lenguaje del diálogo, que es absolutamente necesario en esta tierra que es la tierra donde viven judíos y palestinos, que viven unidos fieles del judaísmo, el cristianismo y el islam."
"Obviamente esto también se lo pedimos a Dios. Lo pedimos como don del Espíritu Santo y lo pedimos, naturalmente, como don especial para este Pentecostés, para que haya una transformación del corazón en todas las personas que viven en esta tierra." Fr. FRANCESCO PATTON, ofm, Custodio de Tierra Santa