Apenas una semana después de la noticia de la masacre, el patriarca copto ortodoxo Tawadros II decidió inscribir los 21 mártires degollados por Daesh en el Synaxarium, el libro de los mártires de la iglesia copta, fijando su conmemoración el 15 de febrero.
Los restos mortales, incluyendo las cabezas desmembradas, fueron encontrados a finales del pasado mes de septiembre en una fosa común en la costa de Libia, cerca de la ciudad de Sirte. Los cuerpos fueron encontrados con las manos atadas detrás de la espalda, vestidos con los mismos overoles anaranjados que llevaban en el vídeo filmado por los verdugos en el momento de la decapitación.
La repatriación de los restos de los mártires, varias veces anunciada por los medios egipcios, tomó más tiempo de lo previsto y, finalmente, tuvo lugar a mediados del pasado mes de mayo (ver Fides 15/05/2018). Gracias al análisis de ADN fue posible identificar los cuerpos de cada uno de los 21 mártires.
“El video de la ejecución –refirió a Fides el Obispo copto católico emérito de Guizeh, Anba Antonios Aziz Mina- fue realizado como si se tratase de una película escalofriante, con el objetivo de difundir el terror. Sin embargo, en pieza diabólica se puede ver que algunos de los mártires, en el momento de su ejecución, repetían: ‘Señor Jesucristo’.
El nombre de Jesús fue la última palabra que salió de sus labios. Como en la pasión de los primeros mártires, se encomendaron a aquél que los habría de recibir. Así celebraron su victoria, la victoria que ningún verdugo les puede quitar. El nombre susurrado en el último instante fue como el sello de su martirio”. (GV)
(Agencia Fides 12/07/2018).