1. La atención a las transformaciones tecnológicas y los cambios en la influencia de los medios
2. El aprecio por el trabajo de los comunicadores.
3. La coherencia para defender valores contracorriente, simplemente porque son mejores.
4. La visión amplia, que le llevó a no resignarse ante la historia, y a no renunciar a la esperanza de cambiarla y superarla.
5. La audacia para hacer frente a enemigos poderosos como la Unión Soviética o la mafia italiana.
6. La confianza en el diálogo y la escucha como métodos de trabajo.
7. El poder de la sonrisa, la alegría y el buen humor en la comunicación.
8. El valor de gestos como el abrazo a Alí Agca, el hombre que le quiso matar, que ya es todo un icono del perdón.
Juan Pablo II es un comunicador modélico. Todavía hay quién piensa que la comunicación es simplemente un conjunto de "herramientas" para convencer y ganar, o para hablar con eficacia.
Pero este gran hijo de la nación polaca es uno de los que demuestra que la comunicación más eficaz se basa en ideas y palabras que pueden cambiar el mundo. En cierto modo, su única "estrategia de comunicación” era decir la verdad.
Por eso las consecuencias de su vida no han hecho más que empezar. Y por eso en las Facultades de Comunicación lo investigamos como paradigma y fuente de inspiración.