Su veneración se extiende por distintos lugares del mundo cristiano, principalmente en su ciudad natal, Huesca, donde nunca han olvidado la relevancia de su vecino. Por eso le dedican sus fiestas mayores.
Las conocidas como ‘Lágrimas de San Lorenzo’ es el nombre popular con que se conoce a una lluvia de estrellas fugaces (las Perseidas) visibles cada año en torno al 11 y 12; o 12 y 13 de agosto. El nombre comenzó a utilizarse en memoria del diácono martirizado en la Europa medieval.
Con una tranquilidad que nadie había imaginado, durante su martirio rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, hasta exhalar el último suspiro.
El profesor de teología sistemática, Francesco Moraglia, explica en un artículo que “la ciudad de Roma, que le atribuía la victoria definitiva sobre el paganismo, lo eligió como su tercer patrono y celebra su fiesta desde el siglo IV, como segunda fiesta en orden de importancia después de la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo”.
Asimismo, se elevó en su honor “34 iglesias y capillas, signo tangible de gratitud hacia aquel que, fiel a su ministerio, había sido entre ellos un verdadero ministro y servidor de la caridad”.
La Basílica de San Lorenzo Extramuros, donde se encuentra la tumba del santo en Roma, es una de las cinco basílicas patriarcales o papales. Al interior de la Basílica se encuentra una piedra de mármol donde según la tradición, fue colocado el cuerpo de San Lorenzo inmediatamente después de su martirio, quedando impresa parte de su silueta.
Cada año en el barrio de San Lorenzo se realiza una peregrinación y una Misa en su honor. La romería es acompañada por una reliquia del santo llevada en una pequeña custodia.
San Lorenzo es el santo patrono de los cocineros. Luego de soportar terribles torturas con azotes, barras de hierro caliente, fue condenado a morir en una especie de parrilla de hierro gigante.
Según la tradición, después de un rato de estarse quemando en la parrilla dijo al juez: “Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo“. El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo.
San Lorenzo era uno de los diáconos que ayudaba al Papa San Sixto II, quien fue asesinado por la policía del emperador mientras estaba celebrando Misa en un cementerio de Roma. La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que al Sumo Pontífice lo iban a matar, este último dijo:
“A nosotros, porque somos viejos, se nos ha asignado el recorrido de una carrera más fácil; a ti, porque eres joven, te corresponde un triunfo más glorioso sobre el tirano. Pronto vendrás, deja de llorar: dentro de tres días me seguirás. Entre un obispo y un levita es conveniente que exista este intervalo” (San Ambrosio, De Officiis, n. 206).
En el siglo V, el Doctor de la Iglesia y Papa, San León Magno, dijo sobre el San Lorenzo que “las llamas no pudieron vencer la caridad de Cristo; y el fuego que lo quemaba por fuera era más débil del que ardía dentro de él”.
Añadió: “El Señor quiso exaltar hasta tal punto su nombre glorioso en todo el mundo que, desde Oriente hasta Occidente, en el resplandor vivísimo de la luz irradiada por los más grandes diáconos, la misma gloria que recibió Jerusalén por Esteban tocó también a Roma por los méritos de Lorenzo” (Homilía 85, 4: PL 54, 486).
El nombre del equipo de fútbol favorito del actual Papa Francisco, el Club Atlético San Lorenzo de Almagro, es en honor al diácono mártir. Tal como fue el deseo del salesiano P. Lorenzo Massa, en los inicios de fundación del equipo.
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