"¡Cuidado con lo que decís y con los comentarios que hacéis! Dentro de unos años lo veréis todo publicado en un libro del doctor Navarro-Valls!", decía con gracia Stanisław Dziwisz, secretario personal de Juan Pablo II. Ese día parece que ha llegado.
El que fuera portavoz vaticano durante 22 años (la práctica totalidad bajo el pontificado de Juan Pablo II) falleció en 2017, no sin antes transmitir la intención de que se publicaran, de forma póstuma, sus notas personales de aquellos intensos años.
En el cuarenta y cinco aniversario de la elección del Papa polaco, la editorial Espasa publica Mis años con Juan Pablo II. Notas personales(puedes adquirirlo en este enlace), en el que se ofrece una mirada inédita del trabajo diario de la Santa Sede, de los problemas que preocupaban al Santo Padre, detalles cotidianos, situaciones familiares...
Es 1986 y el Papa ha invitado a cenar al célebre periodista Indro Montanelli. Durante una charla distendida, el italiano le pregunta al Santo Padre por el terrorista turco que lo intentó matar el 13 de mayo de 1981, hiriéndolo de gravedad. "¿Qué piensa de Alí Agca?", pregunta Montanelli.
Juan Pablo II contesta: "Da la sensación de que representa un papel. Le sorprende que no haya logrado matarme y le da vueltas continuamente a eso. Me lo preguntó el día en que estuvimos hablando, reconociendo, de forma implícita, que hubo un poder superior al suyo que se lo impidió. Cuando intentó matarme no sabía qué significaba el trece de mayo".
El Papa invita a Navarro-Valls a cenar en el avión durante el trayecto de un viaje a Australia. El portavoz fue enumerando durante la cena las reacciones positivas hacia el Papa de los medios locales. "Cada vez que se mencionaba alguna referencia elogiosa hacia su figura, desviaba la atención diciendo 'Deo gratias', y cambiaba de tema", afirma Joaquín.
"Le comenté también que algunos medios se habían referido al coste económico del viaje. El sucesor de Pedro -me dijo el Papa- trae el mensaje de la Redención, 'y la Redención ha costado un precio inconmensurable: toda la sangre de Jesucristo", le dijo el Santo Padre a su portavoz.
Año 1989, el Papa pasa unos días de vacaciones en los Alpes. "El día es espléndido. Dejo mis gafas a Dziwisz y doy al Papa un poco de crema para sus labios (...). Antes del almuerzo, mientras el Papa reposa un momento, le digo que estoy leyendo estos días una biografía de Buda. Esto da pie para que el Papa haga una serie de reflexiones sobre el budismo", relata el español.
"Comenta que el cristianismo parte de lo que está escrito al principio del Génesis ("Y Dios vio que era bueno"). En cambio, el budismo se fija en lo negativo, ve en el mundo el mal. Es un modo humano de pensar el mundo. Es una ascesis personal. Como en San Juan de la cruz; pero San Juan parte de la fe y Buda no sabemos de dónde parte", apunta el Papa.
El Papa va camino de Asia y, en el avión, reclama la presencia de Navarro-Valls para hablar de los gestos más oportunos al llegar a Timor Oriental (por aquel entonces en vías de separación de Indonesia, el país con mayor número de musulmanes del mundo). "Por mi parte sugiero que si decide besar el suelo, quizá sea conveniente avisar antes al presidente Suharto", comenta Navarro.
"El día es espléndido. Dejo mis gafas a Dziwisz y doy al Papa crema para sus labios".
"Estaba previsto que el obispo del lugar llevara un crucifijo en las manos y se lo diera a besar al Papa. Pero al bajar del avión veo que no lo trae, las autoridades se lo han prohibido. Se decide rápidamente que el Papa bese el crucifijo antes de celebrar la misa, poniéndolo en el suelo, ante el altar. Cuando llega ese momento, el Papa besa también el suelo de la catedral", reconoce el portavoz.
Es 1989 y el Papa invita a cenar a Navarro-Valls. Durante el encuentro habla del perfil de Gorbachov, con quien se acaba de reunir días antes en el Vaticano. "Es difícil identificar en su personalidad los elementos marxistas. Es un hombre de principios. No es un teórico, sino un hombre que cree en unos principios a los que debe ser fiel. Sabe identificar los principios y captar lo esencial", afirma Juan Pablo II.
"Es un estadista, no un oportunista pragmático. Estoy convencido de que no se puede fingir lo que dice. Lo difícil es que un hombre que ha crecido en el marxismo se haya convertido en una persona así. Le he comentado de broma que me había hecho mucha publicidad en la televisión, y me ha contestado que yo también aparecía con frecuencia en la televisión soviética", añade el Papa.
Navarro-Valls está con el Papa despachando sobre algunos temas importantes de la Iglesia. "Me habla de Alemania, de la situación de la Iglesia en ese país. Como siempre, le digo lo que pienso: que una parte del problema proviene de ese altísimo número de funcionarios que trabajan en las curias y organismos colaterales. Y también me parece ver una cierta ósmosis con los modos de hacer del protestantismo", comenta el portavoz.
"El Papa cuenta una anécdota: 'Don Tadeusz me refirió que en un reciente viaje a Suiza entró en una iglesia y, durante la oración de los fieles, una monja subió al altar y dijo: Te pedimos, Señor, que le quites a este Papa la tentación de hacerlo todo él en la Iglesia'. El Papa lo comentó con algo de pena, pero sin dramatismo", relata Valls.
Son días de descanso y el Papa pasea acompañado de Navarro-Valls. "Hablamos de literatura española. Sobre Calderón de la Barca se detiene un buen rato y me dice: 'Lo he leído; es espléndido. Ha sido traducido al polaco por un poeta estupendo'. Me pregunta por nombres de intelectuales españoles contemporáneos (...). Él está leyendo estos días de montaña un libro de Julián Marías", confiesa el portavoz vaticano.
"Se pasa luego a la historia: Granada, la colonización de América... Me pregunta por la familia real: ha visto en televisión una noticia sobre el nacimiento del primer hijo de la infanta Elena. La cabeza le funciona a las mil maravillas", relata Joaquín Navarro-Valls.
" Juan Pablo II impresionó a Gorbachov" Embajador ruso ante la Santa Sede
FUENTE: www.religionenlibertad.com
Muy hermoso