5 de Diciembre - "Santa María, Esperanza nuestra. Maestra de esperanza"
Novena a la Inmaculada (día 6º)
Humanamente hablando, ¿en qué motivos se apoyaba esa esperanza? ¿Quién era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las grandes heroínas del Viejo Testamento —Judit, Ester, Débora— consiguieron ya en la tierra una gloria humana, fueron aclamadas por el pueblo, ensalzadas.
María proclama que la llamarán bienaventurada todas las generaciones.
El trono de María, como el de su Hijo, es la Cruz. Y durante el resto de su existencia, hasta que subió en cuerpo y alma a los Cielos, es su callada presencia lo que nos impresiona. San Lucas, que la conocía bien, anota que está juntoa los primeros discípulos, en oración. Así termina sus días terrenos, la que habría de ser alabada por las criaturas hasta la eternidad.
¡Cómo contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces, incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza. Porque nos falta fe: ¡bienaventurada tú, que has creído! Porque se cumplirán las cosas que se te han declarado de parte del Señor
¡Esperanzados! Ese es el prodigio del alma contemplativa. Vivimos de Fe, y de Esperanza, y de Amor; y la Esperanza nos vuelve poderosos. ¿Recordáis a San Juan?: a vosotros escribo, jóvenes, porque sois valientes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y vencisteis al maligno.
Dios nos urge, para la juventud eterna de la Iglesia y de la humanidad entera. ¡Podéis transformar en divino todo lo humano, como el rey Midas convertía en oro todo lo que tocaba! No lo olvidéis nunca: después de la muerte, os recibirá el Amor. Y en el amor de Dios encontraréis, además, todos los amores limpios que habéis tenido en la tierra.
El Señor ha dispuesto que pasemos esta breve jornada de nuestra existencia trabajando y, como su Unigénito, haciendo el bien. Entretanto, hemos de estar alerta, a la escucha de aquellas llamadas que San Ignacio de Antioquía notaba en su alma, al acercarse la hora del martirio: ven al Padre, ven hacia tu Padre, que te espera ansioso.
Amigos de Dios, 286
ORACIÓN
Pidamos a Santa María,Spes nostra, que
nos encienda en el afán santo de habitar
todos juntos en la casa del Padre.
Nada podrá preocuparnos, si decidimos
anclar el corazón en el deseo de la
verdadera Patria: el Señor nos
conducirá con su gracia, y empujará la barca
con buen viento a tan claras riberas.
Amigos de Dios, 221
NOVENA COMPLETA
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