Al parecer San Onofre fue hijo de un rey egipciaco o abisinio y que vivió en el siglo IV. El diablo logró que su progenitor lo entregara a las llamas como prueba de si era o no hijo adulterino. Onofre, igual que el profeta Daniel, resultó ileso.
Ya de niño entró en un convento de la Tebaida egipciaca (monjes que vivían en el desierto). De adulto abandonó el cenobio y marchó a vivir de ermitaño. La tradición relata que un pilar de llamas le acompañó en el itinerario hacia lo que sería su ermita. Sólo comía dátiles y agua. Como vestimentas únicamente poseía sus propios cabellos. Un ángel le daba pan a diario y los domingos también la comunión. Sobrevivió de esta guisa durante 60 años.
Pafnucio fue discípulo suyo y en una de sus visitas a los eremitas, lo encontró en un estado deplorable de salud con su cuerpo deformado, barba canosa y cabellos de gran longitud; le hizo compañía hasta que falleció a las pocas horas para, después, con una gran conmoción apostólica en su época, relatarnos cómo era este titán de la penitencia encarado con los pecados del orbe. Pafnucio puso por escrito la vida y obras de San Onofre.
La tradición añade que cuando murió un coro angélico le rindió honores y alabanzas.
SAN ONOFRE (¿320?-¿400?) nació en la actual Etiopía; de acuerdo con la tradición, fue hijo de un príncipe egipcio o abisinio.
Se cuenta que siendo niño su padre lo arrojó a las llamas para probar si era un hijo bastardo, pero San Onofre probó su legitimidad saliendo ileso de las llamas.
San Onofre, en árabe Abü Nufar, se crió en el monasterio de Hermópolis, en la Tebaida Egipcíaca. De adulto decidió renunciar a los derechos principescos que había heredado y apartarse de la comunidad para vivir en soledad y alejado del mundo.
Encontró su sitio ideal en una cueva o ermita entre acantilados, cerca de Göreme, en Capadocia, en la actual Turquía, donde vivió 60 años sumido en profundas meditaciones. Se alimentaba exclusivamente de dátiles y bebiendo agua. Se cuenta que un ángel le llevaba pan diariamente, y los domingos la Eucaristía.
Cierto día, San Pafnuncio, quien había sido su discípulo y lo visitaba ocasionalmente, lo descubrió sumamente enfermo, con el cuerpo enjuto y desfigurado, y envuelto en su larga barba y su abundante cabellera de anciano.
Pafnuncio alcanzó aún a darle la Eucaristía a San Onofre, y estuvo con él en sus últimas horas hasta que su maestro falleció en la ermita. Tiempo después San Pafnuncio escribió la biografía de San Onofre.
San Onofre es un santo muy venerado en la actualidad por los cristianos coptos. Es el santo patrono de la ciudad de Munich y del principado de Mónaco, así como de los tejedores y de quienes buscan casa propia. En la iconografía se le representa como un anciano demacrado, sin ropa, de largos cabellos y barba.